Exceso de confianza…
Re creido.
Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes
El jefe de Gabinete, seguro ante empresarios y con cuestionamientos dentro
del Gobierno.
Hay que tener paciencia. Ese fue el
mensaje que se llevan todos los que han hablado con Mauricio Macri en estos
últimos días. Terminada la ilusión del Mundial – el Presidente soñaba con
viajar a Moscú para ver jugar a la selección argentina en la final–, nada hay
en el horizonte que le pueda deparar al Gobierno alguna alegría. La adversidad
pone a prueba –siempre– la cohesión de un gobierno. Y mucho más en un gobierno
como este, que ha hecho de la idea de equipo un dogma. En verdad esa imagen
tiene aires de fantasía porque esa idea nunca se concretó.
Ruidos.
Macri les dio a Marcos Peña, a Mario Quintana y a Gustavo Lopetegui un rol
de supremacía que, más allá de ser inherente a las atribuciones de la
Jefatura de Gabinete, generó muchos cortocircuitos entre sus integrantes.
Alfonso Prat-Gay fue una de las víctimas de esas desavenencias. El ex ministro
de Hacienda nunca les reconoció entidad en la materia ni a Quintana ni a Lopetegui,
a quien Macri llamó –¿Y llama aún?– sus ojos. Tanto era su rechazo hacia Peña y
sus adláteres que, cuando ellos conducían las reuniones de gabinete por
ausencia del Presidente, directamente no asistía. Las cosas no han cambiado
mucho. Los cortocircuitos continúan: Nicolás Dujovne negando en el Congreso el
impuesto a los pasajes al exterior y Marcos Peña asegurando que era una
alternativa recaudatoria en consideración; Elisa Carrió hablando del proyecto
de despenalización del aborto y diciendo que Macri lo propuso porque le dijeron
que no iba a ser aprobado por el Congreso y Peña desmintiéndola.
“No va a haber acuerdos con el peronismo sino con los gobernadores.
Ellos tienen que hacer ajustes. Todo va a salir bien”, afirmó el jefe de
Gabinete ante el grupo de representantes empresariales del Grupo de los 6 con
los que se reunió el miércoles. Mientras escuchaban esto en silencio, estos
hombres de negocios curtidos por las crisis recurrentes de la Argentina
entrecruzaban miradas de sorpresa. Después del resultado electoral de octubre
del año pasado, descontaban la reelección de Macri en 2019. Ninguno imaginó el
descalabro de la economía que se desencadenó desde el 26 de abril y que hace
que muchos de sus proyectos estén hoy en veremos. Y pasaron de la sorpresa al
azoramiento cuando Peña, lleno de confianza, les dijo que el oficialismo sería
reelecto. En su perorata, el jefe de Gabinete habló de encuestas que muestran
un repunte de la imagen positiva del Presidente.
Esto resultó llamativo ya que todos
los números de las encuestas de estos días muestran una caída no solo de la
imagen del Presidente, sino también de María Eugenia Vidal. Nada dijo Peña
cuando sus interlocutores le hablaron del impacto
negativo de la corrida cambiaria en la economía real, de la ruptura de la
cadena de pagos en varios sectores y de la caída del consumo.
Hablando de la gobernadora de la
provincia de Buenos Aires, hay que decir que no está pasando su mejor momento
dentro del oficialismo. Sus críticas a Peña y compañía y a Dujovne son cada vez
más sonoras. El viernes la discusión fue intensa cuando en Olivos se trató el
traspaso a la Provincia y a la Ciudad de Buenos Aires de los servicios de luz y
agua. “Son imposibles de cubrir; nos fundimos”, señala con total crudeza una
voz del gobierno provincial en donde mucho preocupa la situación en el Conurbano.
Se verifica allí una caída fuerte del trabajo informal –changas– y un aumento
de las demandas alimentarias en los comedores de las organizaciones sociales y
de la Iglesia. En algunos lados hasta se ha reinstalado el trueque.
Quien está muy atenta a esto es
Carolina Stanley. La ministra de Desarrollo Social, que es también muy crítica
del triunvirato Peña, Quintana y Lopetegui, estuvo reunida con Quintana el
mismo miércoles en que los empresarios se encontraron con Peña. No fue un encuentro
de los mejores. Stanley, que es muy crítica del jefe de Gabinete y compañía,
discutió la oferta económica a los movimientos sociales. No hubo alegría ni en
su rostro ni en su espíritu cuando salió de la Casa Rosada con destino a su
despacho en el edificio de Moreno y la avenida 9 de Julio.
En estos últimos siete días, Elisa
Carrió fue –otra vez– un dolor de cabeza para el oficialismo. Carrió, cuya voz
ha sido y es de una enorme importancia para la construcción del ideal
republicano, debería reflexionar profundamente acerca del significado de sus
expresiones y del impacto que ellas producen. En el decurso de la semana
ninguneó a los radicales y a la clase media y, además, pidió que se apagaran
los televisores. Esto –lo de ningunear a otros y lo de apagar los televisores–
es lo mismo que hacía y pedía CFK.
A las urnas.
Acabado para la Argentina el Mundial
de fútbol, la movida electoral comienza a activarse. La novedad de esta semana
fue la reaparición de Sergio Massa, quien estuvo muy activo. El hombre de
Tigre, que ya decidió su vuelta al justicialismo, no solo propulsó el
lanzamiento de las medidas económicas para enfrentar la crisis económica, sino
también para mostrarse actuoso en el armado de una estructura interna que le de
sostén a su candidatura presidencial. De ahí la reunión que tuvo con el
gobernador de La Pampa, Carlos Verna, hombre enfrentado tanto al gobierno
nacional como a Cristina Fernández de Kirchner. No fue esa la única entrevista
de cara a ese armado. Otro de sus emisarios voló a Salta para encontrarse con
Juan Manuel Urtubey.
La decisión de Massa de volver al peronismo dio por tierra con la sociedad
pergeñada junto a Margarita Stolbizer.
Massa no es el único anotado para la
carrera presidencial dentro del peronismo. Felipe Solá es otro de los que están
dispuestos a presentar batalla. De todos modos, en ese universo magmático, todo
gira alrededor de la gran incógnita que atraviesa al Partido Justicialista:
Cristina Fernández de Kirchner. “Terminala con eso de la unidad: los votos los
tenés vos”. Palabras más, palabras menos, eso fue lo que le dijo Carlos Zannini
a CFK en uno de sus últimos encuentros en el que la instó a subirse a la
carrera electoral por la presidencia del año que viene.
Se lee en el Eclesiastés 1:9,10: Lo
que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el
sol. Es la Argentina.
Producción periodística: Lucía Di
Carlo.
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