Julio César, el populista…
Durante el nazismo se montó muchas veces El mercader de Venecia, porque era
una obra antisemita; también fue recitado miles de veces por los antifascistas
el soneto 66 de Shakespeare. Es que Shakespeare era todo el género humano,
inventó la personalidad humana.
© Escrito por Raúl del
Pozo el jueves 05/04/2018 y publicado por el Diario EL Mundo de la Ciudad de
Madrid, España.
Ésa fue la conclusión de Harold Bloom en El
canon occidental. El crítico que escandalizó al mundo no sabe si
Dios creó a Shakespeare, pero está seguro de que Shakespeare nos creó a nosotros.
Después de mamarse 38 obras, Bloom quedó hipnotizado por el Bardo. Considera a Falstaff el
monarca absoluto del lenguaje y a Julio César, la
tragedia perfecta. La leyó en la escuela secundaria y, cuanto más la leía, más
prendado y agarrado quedaba; y eso que Julio apenas dice 150 versos en tres
escenas, pero da nombre a la obra. "Es la figura más grandiosa que
Shakespeare ha representado nunca".
Voltaire cree que el Cisne de Avon es un arlequín, un bufón, lleno de soberbia
asiática, que no sabía latín ni griego y entró a saco en Plutarco para
plagiarlo. Shakespeare estaba enamorado de la Roma antigua, donde se
desarrollan varias tragedias. Y también de la Italia posterior: con Romeo
y Julieta, en Verona; y Otelo, El Mercader, en Venecia.
El discurso más demagógico en Julio César
es el de Marco Antonio:
"Mirad aquí: aquí está él mismo, despedazado como veis por los
traidores", exclama. El personaje menos populista es el de Coroliano.
Ahora, cuando el huracán populista, nacionalista, xenófobo, ha barrido la bota,
han caído en la cuenta de que lo que les ha pasado no es nuevo: tiene más de
2.000 años. Lo inventó Julio César.
Como antes los Graco, el emperador se puso al frente de la manifestación del pueblo, distribuyó trigo gratis entre los plebeyos, grabó su imagen en las monedas. El poder se le subió a la cabeza y quiso gobernar por encima del Senado. Bruto, su hijo secreto, exclama: «Nuestros antepasados nos han enseñado que no se debe soportar a un tirano, aunque sea nuestro padre».
Como antes los Graco, el emperador se puso al frente de la manifestación del pueblo, distribuyó trigo gratis entre los plebeyos, grabó su imagen en las monedas. El poder se le subió a la cabeza y quiso gobernar por encima del Senado. Bruto, su hijo secreto, exclama: «Nuestros antepasados nos han enseñado que no se debe soportar a un tirano, aunque sea nuestro padre».
Se ha estrenado Julio César una
vez más en América y la función se representará en todo el mundo: en China, en
Europa... La gira es del británico TNT Theatre Britain. El director de la
compañía ha declarado que Julio César es el mejor thriller
político que jamás se haya escrito. O sea, que Shakespeare y César, por
inventar, han inventado hasta el populismo, esa nueva casta
política antieuropea, antisistema, a la que le huelen mal los emigrantes y
hasta los napolitanos.
Ya advirtió Borges:
"Que la Historia hubiera copiado a la Historia ya era suficientemente
pasmoso; que la Historia copie a la Literatura es inconcebible". En este
instante, la política está copiando a la Historia y a la Literatura.
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