Infidelidad en un clic: ¿es o no es?...
Los chats hot y
el intercambio de nudes son el nuevo touch and go de la era digital.
© Publicado el jueves
19/04/2018 por la Revista ELLE (Diario Clarín) de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Internet redefinió el
concepto de amor y de sexo. Las redes sociales y las aplicaciones pusieron el
erotismo al alcance de la mano. El sexting (una contracción de los términos
ingleses “sex” y “texting”) es una práctica que consiste en el intercambio de frases
e imágenes hot por algún sistema de mensajería. Claro que el destinatario no
siempre es la pareja. Un caso así, ¿es una infidelidad? Parece que somos muchos
los que nos hacemos la misma pregunta. ¡Se abre el debate!
El
periódico on-line The Huffington Post y la consultora YouGov realizaron un
estudio sobre el tema: el 85% de las mujeres y el 74% de los hombres
encuestados consideraron que el sexting es deshonesto.
El planteo básico es qué
entendemos por infidelidad. La psicóloga y sexóloga Mariana Kersz, especialista
en terapias de pareja, la define como la ruptura de la confianza en una
relación. Según esta especialista, suponer que una traición sucede porque hay
algo malo en la relación es un concepto que atrasa años. “La concepción de
pareja se fue modificando y hoy aparecen nuevas formas de traición. Cada cual
debe acordar qué considera como infidelidad y hasta qué instancia llegará su
capacidad de perdonar”, asegura.
Mientras que, para
algunas parejas, la vida online y la offline son realidades distintas, con
pautas de comportamiento diferentes, otras exigen la misma conducta en ambas.
¿SÍ O NO?
En su libro Antropología del amor, Helen Fisher menciona algunas
causas de la infidelidad: por placer, para sentirse deseada, como excusa para
romper la pareja, para llamar la atención del otro. En el sexting también
intervienen otros factores. “Hay un componente de desafío, de exposición, de
riesgo. ¿Qué es lo que el otro puede hacer con esas imágenes? Eso genera mucha
adrenalina. En los textos, la mujer deja volar su imaginación y quizá exprese
algo que en la vida real no pueda o no quiera concretar. Desde un punto de
vista psicológico, es el ámbito perfecto para la histeria. Cada uno se exhibe,
y lo hace de la manera más deseable, pero en realidad no está tan accesible. Es
una persona que quiere ser vista, amada y deseada.
Sería
interesante indagar por quién realmente quiere ser vista”, detalla la psicóloga
clínica y sexóloga Laura Cardellini. Por estos motivos, las relaciones
virtuales suelen ser más intensas que las físicas. Así lo aseguran el
especialista en Tecnología Yannick Chatelain y el psicólogo Loïck Roche,
autores del libro In Bed with the Web (En la cama con la Web).
Los cuatro pilares
esenciales de una pareja son el sexo, la admiración, el compañerismo y la
confianza del uno en el otro. “Romper o desafiar cualquiera de ellos, de un
modo u otro implica poner en juego algún aspecto del vínculo”, dice Kersz.
Entonces, esos chats picantes con un compañero de trabajo pueden ser pensados
como una infidelidad, aunque no haya un contacto físico, porque supone la
ruptura de uno de los códigos de la estabilidad de la pareja: la confianza en
el otro. “Eso puede funcionar como un disparador de un sentimiento de traición
y de fracaso que muchas veces moviliza los cimientos del vínculo”, advierte la
psicóloga.
La cadena de noticias CNN
realizó una encuesta sobre infidelidad. El 47% de los participantes consideró
que el intercambio de SMS e emails por fuera de la pareja era una forma de
engaño. Y eso no es todo: una investigación de la Universidad de Texas, en los
Estados Unidos, confirmó que el engaño virtual duele tanto como el que se
concreta físicamente.
¿Y AHORA QUÉ?
Una foto insinuante o un mensaje hot transmiten la
certeza de ser deseable. Para muchas mujeres, ese es el gran encanto del
sexting. “En la infancia, la autoestima se va conformando con la mirada de los
padres y las personas importantes para cada uno. El ser anhelada, admirada y
reconocida por otro reafirma ciertas valoraciones internas”, asegura Cardellini.
Además, hay un plus: “Al no haber contacto físico con la otra persona, alguien
puede llegar a sentir que la situación no deja de ser una fantasía, un momento
placentero, un juego sin consecuencias”, agrega la psicóloga clínica.
¿Qué pasa cuando el hombre descubre que su pareja chatea
con otro, como le sucedió a Laura, de 46 años? Ella cuenta: “Hace tres años, en
un viaje de trabajo a Mendoza, me encontré con un novio de la adolescencia.
Como yo, él también estaba casado y tenía hijos. Cuando volví a Buenos Aires,
empezamos a chatear por WhatsApp, al principio hablábamos de cosas de cuando
éramos chicos, hasta que empezamos a acordarnos de cómo nos besábamos y
acariciábamos. Como nunca habíamos llegado a tener sexo, fantaseábamos con eso.
Nos escribíamos al mediodía, mientras almorzábamos, y a la tarde, apenas
terminábamos de trabajar. Yo vivía ‘en llamas’. Se lo conté a una amiga y ella
no entendía por qué no inventábamos algo para encontrarnos y sacarnos las
ganas. Creo que nada hubiera superado a esos chats.
Un sábado, abrí la ducha para simular que me bañaba y me
encerré en el baño a escribir. Mi marido entró y tuve que contarle todo.
Discutimos, él me hablaba como si yo realmente me hubiera acostado con otro,
decía que lo había engañado. Aunque no nos separamos, nos costó remontar esa
crisis. Todavía hoy me mira raro cuando me ve chateando con una amiga”, admite.
En un caso así, es necesario hablar. “Si no habían
acordado anteriormente qué consideraban o no una infidelidad, es el momento de
hacerlo. El lógico que él se considere traicionado y expuesto porque su pareja
comparte su intimidad con otro hombre. Como seguramente se sienta herido, con
la autoestima dañada, hay que medir las palabras y conversar con tranquilidad.
Lo mejor sería explicar cuáles fueron las razones, por qué hubo necesidad de
buscar esa atención por fuera de la pareja”, recomienda Cardellini.
UN JUEGO NO TAN “INOCENTE”
El sexting implica un riesgo que va más allá de los
límites de la pareja. “Existe la posibilidad de que las imágenes se viralicen
sin el consentimiento de quien las envía. En esto hay una cuestión de género
muy marcada: inconscientemente o no, los varones sien-ten que son dueños de
compartirlas”, precisa Lucía Fainboim, encargada de Educación de Faro Digital,
una organización no gubernamental que concientiza sobre el envío de información
e imágenes privadas. La experta explica que, una vez que algo llega a Internet,
es imposible borrarlo. “Antes de enviar una foto, de-bemos pensar a quién se la
mandamos. Si vamos a fo-tografiar partes íntimas de nuestro cuerpo, deben ser
lo más anónimas posibles: hay que tratar de que no se vean la cara, los
tatuajes ni las marcas de nacimiento”, recomienda Fainboim.
Florencia, de 42 años, admite que alguna vez incursionó
en el sexting. “Estuve casada once años y durante los últimos cuatro, después
de tener a los mellizos, nuestra vida sexual se fue a pique”, admite. “Compré
un teléfono con otro chip y me anoté en redes sociales y sites de búsquedas de
pareja. Usaba sobrenombres y fotos en las que no se veía bien mi cara. Todos
sabían que yo estaba en pareja, pero igual se prendían en ese histeriqueo
virtual. De noche, cuando mi marido dormía, mandaba imágenes mías ‘picantes’.
No me parecía una infidelidad, aunque hoy no haría algo así ni me gustaría que
mi pareja lo hiciera”, dice. Florencia asegura que ninguna de esas charlas
trascendió la pantalla del celular.
¿Puede funcionar como un estímulo sexual para la pareja?
“Podría ser un recurso efectivo, siempre y cuando no se transforme en un
hábito. Cuando no hay una buena relación y se necesita un ‘extra’ en la
intimidad, el problema no se soluciona con un chat. Hay que evaluar la
situación más a fondo”, afirma la sexóloga clínica Claudia Guilloret.
MÁS
FACIL, ¿MÁS LIBRE?
En las últimas décadas, algunas instancias se modificaron
radicalmente. “De acuerdo con el nuevo Código Civil, la infidelidad ya no es
causal de divorcio. Y la sexualidad ha comenzado de dejar a ser un tabú”,
ejemplifica Mariana Kersz.
La red social SecondLove (www.secondlove.com) se nutre de
personas que desean tener una relación pa-ralela. En la Argentina tiene más de
250.000 usuarios, de los cuales un 30% son mujeres (es uno de los países con
más participación del sexo femenino). El horario de mayor actividad se da entre
las 16 y las 18 horas durante los días de semana, con una frecuencia de
conexión promedio de entre dos y tres veces por día.
“La cuestión del anonimato y la facilidad con que se
puede abrir un falso perfil permiten que muchas infidelidades se den en ese
espacio facilitador que es la Web. Rápido, simple, sin complicaciones ni
compromiso”, sintetiza Kersz. Un touch and go virtual.
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