Sara Facio: “No quise exponer antes mis fotos sobre Perón
porque sabía que se iban a utilizar de forma política”…
La gran
fotógrafa argentina recorrió su carrera y dialogó sobre sus próximos proyectos
(Martín Rosenzveig)
La gran fotógrafa argentina inaugura
una mega muestra en el Malba sobre el período que comprendió el regreso de Juan
Domingo Perón del exilio hasta su muerte, a través de 115 imágenes. Además,
dialogó con Infobae Cultura sobre la apertura de la Fundación María Elena Walsh
y recorrió los hitos de su carrera artística y profesional.
© Escrito por Juan Batalla por el Diario
Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fotografías: Sara Facio.
Fueron 591 días desde el 17 de
noviembre de 1972, el día del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina tras
su exilio en Madrid, hasta el 1 de julio de 1974, fecha de su muerte. 591 días
que se traducen en 115 fotografías en
Sara Facio. Perón, la muestra que abrirá sus puertas en el Malba a partir
del 8 de marzo.
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Aquel día de noviembre, se había
levantado con la esperanza de vivir un momento histórico y lo fue. Aunque no
como ella -o como la gran mayoría- lo esperaba. Los dramáticos hechos de Ezeiza
convirtieron aquel retorno en una fecha aciaga.
(Crédito: Sara
Facio)
"A mí me interesaba más que
nada todo lo que estaba pasando porque yo lo veía como un acontecimiento
histórico. Para Europa era la cosa del momento, a mí me parecía que era algo
muy importante en nuestro país que un personaje después de 18 años de exilio
volviera, que había una multitud, que más de un millón de personas fueron a
recibirlo", explica Sara Facio
a Infobae Cultura en su estudio,
allí donde durante años funcionó La Azotea Editorial Fotográfica, única en su
tiempo en América latina, dedicada exclusivamente a la especialidad.
(Crédito: Sara
Facio)
Cuando Facio partió junto a un grupo
de colegas en un Fiat 600 a cubrir la vuelta de Perón al país, tras 18 años de
exilio, ya se había hecho un nombre en el mundo de la fotografía, pero a la
fotografía todavía le faltaba tiempo para ser considerada un arte, por lo menos
en esta parte del mundo.
"Fue un trabajo encargado por
una agencia de Francia, Sipa press, que mandó a una colaboradora, Cristina Orive, para que cubriera toda
la parte de América de Sur, Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile, en
1972. En Montevideo había un movimiento muy fuerte con los tupamaros, en Buenos
Aires estaban todas las organizaciones guerrilleras y en Chile estaba por
producirse lo que después fue el triunfo de Salvador Allende".
Muerte de
Perón (Crédito: Sara Facio)
"Cristina tuvo que bifurcarse y
como no le alcanzó el físico trabó conocimiento conmigo, a través de Tomás Eloy Martínez, que era compañero
de ella en París. Con Alicia D'amico
creamos como una pequeña agencia junto a dos o tres reporteros gráficos",
recordó.
"Me interesaba tomar todo lo
que se producía alrededor, la gente, el contexto, el merchandising, los
afiches, Buenos Aires se llenó de arte gráfico, unas cosas muy originales,
divertidas. Sacaba a todo eso porque me gustaba".
Ezeiza
(Crédito: Sara Facio)
La gran muestra, además, posee
imágenes de otros eventos sociales y políticos muy importantes de aquellos
primeros años de los '70: "Después fue la asunción de Cámpora, que fue muy
importante, cuando liberaron a los presos políticos y luego cuando asumió
Perón, cuando echó a los montoneros de la plaza, y cuando finalmente murió en
el 74".
Hasta la fecha, Sara Facio solo
había mostrado unas pocas fotos de aquellos años: "Tenía registrado todo eso pero nunca lo había exhibido. A mí
me interesó mucho la muerte de Perón, hice alguna que otra exposición en Buenos
Aires, una retrospectiva en OSDE y la Fundación Klemm, fueron en total 10 ó 12
fotos. Fueron las únicas veces que se vieron".
Asunción de
Cámpora. (Crédito: Sara Facio)
"Ahora, Ataúlfo Pérez Aznar, un fotógrafo amigo, se
interesó hace dos o tres años. Yo no quería que se hiciera nada por el contexto
que estábamos viviendo: sabía que se iba a utilizar de una forma política.
Y a mí lo que me interesaba en el momento de la producción es que era
un registro histórico. No solo documental, también
testimonial. Hay una mirada mía que fue puntual, las figuras principales tipo
retrato y después sacar a la gente y al entorno", explicó la reportera
gráfica.
Muerte de Perón. (Crédito: Sara Facio)
Sobre la
Fundación María Elena Walsh
La Fundación
María Elena Walsh es ya casi una realidad. La sede será
en Paraguay al 1400, pegado al estudio de Sara y si bien la preparación de
la sala principal está todavía atravesando reparaciones, ni bien se ingresa al
espacio puede sentirse la presencia de la compositora,
poeta, música y dramaturga argentina a través de cientos y cientos de libros que
formaron su biblioteca personal, prolijamente ordenados en tantas bibliotecas
que se encuentran distribuidas aquí y allá. "Varias veces me quisieron
comprar su biblioteca, pero mientras yo esté viva, de acá no se mueven",
confesó con determinación a Infobae Cultura.
Sara Facio y María Elena Walsh fueron
conocidas, amigas y pareja, pero fueron sobre todos grandes compañeras.
Convivieron alrededor de 30 años, compartieron arte, humanidad y miles de
historias, aunque no se las solía ver en público. Cada una entendía su vida
profesional como un tesoro personal, como ese espacio que les pertenecía, y por
eso se mostraban juntas cuando querían, sin dar explicaciones al resto. Mujeres
independientes, tanto con sus carreras como con sus amigos. Mujeres
de hoy, ayer.
(Martín Rosenzveig)
Cuando María Elena
escribió en su autobiografía Fantasmas
en el parque que
Sara era "ese amor que no se desgasta, sino que se transforma en perfecta
compañía" fue la primera vez que abrieron su amor al público. Sara también
dio su respuesta en papel, en su libro María Elena Waslh: Retrato(s) de una artista libre, cuando aseguró: "Ella es más que
una parte de mi vida. Todo en ella es poesía, hasta cuando habla es poesía, es
de una ocurrencia sin parangón. Como artista creo que es un ser único".
En uno de los
espacios ya habilitados de la Fundación pueden verse una pintura
que Guillermo Roux le regaló a María Elena. "Es
una historia muy linda. -relata Facio- A ella le encantaba festejar el 25
de Mayo, venían a casa amigos, escritores, pintores, muchísima gente. Era un
momento que disfrutábamos, comíamos, reíamos. Un día llegó Guillermo con un
cuadro envuelto, ella no sabía nada y cuando lo abrió se le iluminaron los
ojos".
El regalo de Roux
para María Elena Walsh será una de las piezas de la Fundación (Martín
Rosenzveig)
Sobre
la proximidad de la apertura del espacio, Facio, comentó: "Es un proceso
bastante largo porque hay muchas barreras legales. Hace como
dos años que estamos luchando con la burocracia. Estamos
trabajando internamente muchísimo. Haciendo todos los archivos: vamos a
digitalizar toda su obra, los discos, los libros, toda la producción, incluso
desde el periodismo. Desde que empezó a los 15 años en la revista El hogar hasta
que murió, siempre había notas de María Elena".
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El objetivo no es
solo exponer la obra enorme de María Elena, sino también hacerla accesible para
todos aquellos que se interesen. "Mi idea es que una vez que esté
digitalizado todo eso, donarlo a la Biblioteca Nacional y al Congreso de la
Nación para que tenga una difusión absolutamente pública. Para que la gente no
tenga que 'morir' en la Fundación, sino en ámbitos mucho más abiertos. Hoy día
con la proliferación digital es mucho más fácil acceder".
Otro de los fines
de la Fundación es el de convertirse en un puente para
aquellas personas que están interesadas en realizar bienes culturales, pero que
-por diferentes razones- no pueden hacerlo: "Queremos ayudar a la gente
creativa, en tres facetas. En la parte literaria, en la parte musical y hacer
tipo becas, una ayuda para que puedan hacer un curso, o si alguien necesita
comprarse un instrumento. Tanto María Elena como yo pudimos de muy jóvenes
acceder a cierta cultura por ayuda de la gente que nos dio becas".
Una
vida plena de clicks
Hay situaciones
que se definen por un click. Una idea, estar en el momento y lugar adecuado, un
giro fortuito del destino que produce un cambio radical. La vida de Sara Facio
está repleta de clicks, pero no solo de los que disparó con su cámara Leica a
lo largo de su carrera. De hecho, el encuentro con aquella cámara, que se
convertiría en su aliada para siempre, fue una cuestión azarosa.
Sara, graduada en
la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1953, recibió una beca del Gobierno de
Francia en 1955. Viajó a Europa junto a Alicia D'Amico "para tener
material y ver museos y obras en vivo", para producir un libro de la
historia del arte. El destino tenía otro objetivo para su vocación artística.
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"Allá nos
encontramos con la posguerra de los años 50, que empezaban a funcionar
nuevamente las cámaras, la Leica, la Voigtländer, todas las máquinas alemanas
tradicionalmente eran importantes. Las vendían como hoy lo hacen con un
celular, a precios irrisorios para que la gente joven, como nosotros,
pudiéramos comprarlas", recordó.
"En principio
fue como un hobby, como un juego, pero cuando volvimos a Buenos Aires, el padre
de Alicia, que era fotógrafo profesional, vio que teníamos mucha habilidad para
sacar fotos, nos comenzó a dar trabajo. En ese momento estaban muy de moda las
"fotos a domicilio", entonces empezamos a hacer eso y con esas fotos
empezamos a agarrar dinero, entonces nos dimos cuentas que era una profesión,
no solamente era un gusto. Al año nos compramos un coche,
estábamos muy embaladas".
Las primeras
postales de la editorial La Azotea dan la bienvenida a los visitantes del
atelier fotográfico de Sara Facio (Martín Rosenzveig)
-¿Cómo fue el
cambio al fotoperiodismo?
– Tuvimos la
suerte de conocer a Annemarie Heinrich, y ella estaba
muy entusiasmada de ver a dos chicas jóvenes con tanta vocación, tantas ganas y
se convirtió en nuestra maestra. Lo primero que hizo fue aconsejarnos que nos
uniéramos a un fotoclub, que estaban de moda. En los fotoclubes se hacían fotos
que tenían que ser muy perfectas técnicamente y con mucha composición, con
mucho sentido. Se hacían concursos mensuales y se ganaban premios, empezamos a
competir en eso, y a ganar premios que ya no sabíamos donde ponerlos. A raíz de
eso empezamos a salir en los diarios, en La Nación y La
Prensa: tenían suplementos de domingo con fotos y empezó a
llamarnos otro tipo de agente, como artistas, sobre todos pintores, como
veníamos del Bellas Artes. Hacíamos fotos de las obras de Antonio
Berni o Gyula Kosice, estaban todos
felices, lo hacíamos con gusto y bien.
Autorretrato de
Annemarie Heinrich
-¿Cómo era en ese
momento el espacio que se les daba a las mujeres?, ¿había que ganárselo a
fuerza de talento o ya había una apertura?
-No había ninguna
apertura. Nosotras entramos porque llevábamos las fotos que nos pedían para
publicarlas. No las pagaban, porque eran premios. De entrada había un poquito
de respeto, no era que ibas a ofrecer trabajo de la nada, sino que ya era una
cosa que estaba aceptada. A raíz de eso logramos, conversando de fotografía con
escritores y periodistas, que nos ofrecieran una página para escribir en La
Nación los días martes que fue pionera.
En 1979, Facio fue
miembro fundadora del Consejo Argentino de Fotografía. Aunque para ella el
momento en que las fotos comenzaron a ser más consideradas como una expresión
artística fue cuando dirigió la Fotogalería del Teatro San Martín de Buenos
Aires – entre 1985 y 1998 -, donde presentó incontables exposiciones de maestros del
mundo y principiantes que hoy son referentes: "Primero fue
la fotogalería del teatro San Martín, que creó toda una corriente de interés
del público por la foto. Ahí presenté más de 200 exposiciones
durante 15 años".
(Martín Rosenzveig)
Luego, Sara estuvo
al frente de la primera colección fotográfica, la fundacional, del Museo
Nacional de Bellas Artes: "Después, cuando Jorge Glusberg estaba en el
Museo Nacional de Bellas Artes, y en la entonces Secretaría de Cultura estaba
Pacho O'Donell. Eran gente de cultura y sabían de qué se trataba. Hay mucha
gente que está en el mundo de la cultura, pero no considera que la fotografía
tenga esa jerarquía". El proceso culminó con la creación de la Colección
Fotográfica del Museo Nacional de Bellas Artes, Patrimonio Nacional, que
comenzó con una donación de su propio archivo, con instantáneas de ellas como
de otros grandes fotógrafos. Allí dirigió y curó exposiciones entre 1995 y
2010.
Aquellos famosos
retratos de escritores
Hace algunos años,
relata Sara, caminaba por Alemania, cuando en la vidriera de una librería
observó una foto gigante de Julio Cortázar, una foto que ella conocía mejor que
nadie. Ingresó al negocio, el dueño nada sabía del origen de la captura, solo le
dijo que la colocaba en ese tamaño allí porque la "expresión de Cortázar
era una invitación a la lectura".
Aquella foto,
sacada en un encuentro en París, en la sede de la Unesco, donde el autor
de Rayuela trabajaba como traductor,
se convirtió en icónica, algo que Cortázar supo reconocer rápido cuando la
eligió como "foto oficial" y traspasó fronteras apenas salió
publicada en Retratos
y autorretratos.
Sara junto a la
“foto oficial” de Julio Cortázar en su estudio (Martín Rosenzveig)
-Los escritores ponen
mucho de sí en sus obras, pero ellos eligen qué exponer y qué no. En este caso,
en el que eran abordados por una artista, ¿cómo reaccionaban ante la situación
de ser 'expuestos' sin tener posibilidad de intervención?
-Justamente a
partir de eso comenzamos a hacer lo que hoy se llama "ensayo
fotográfico", en ese momento no tenía nombre. Una serie de retratos de
escritores, con la idea de que Alicia y yo les tomábamos las fotos, les dábamos
una serie de 8, 10, no más, y los escritores escribieran un autorretrato a
partir de esas imágenes. El resultado fue un libro, "Retratos y
autorretratos". Por un lado, cómo lo veíamos nosotras después de haberlo
leído. Esos escritores estaban elegidos por nosotras, no nos mandó un diario o
una editorial, ni una revista. Los elegimos porque nos gustaban.
Gabriel García
Márquez
–Tuvieron un ojo excelente, varios premios Nobel y
otros autores que si bien no lo ganaron, podrían haberlo hecho.
-Como lectora fue un ojo muy bueno
tanto Vargas Llosa, como García Márquez, Miguel
Ángel Asturias, Pablo Neruda, que después de las
fotos obtuvieron el Nobel, no antes.
Sara Facio y las selfies
-Hoy en día, a través de los celulares y de
las redes sociales cualquiera tiene acceso a la fotografía. ¿Cree que el
interés por la fotografía actual tiene que ver con una cuestión de
accesibilidad o con una necesidad artística, de expresarse y quizá a través de
la industria, de estas cámaras, es la manera más sencilla de hacerlo?
– No creo para nada que tengan una intención
artística, ni pensar que son fotógrafos. Creo que es una cuestión de relación
humana, una forma de conectarse, participar con el otro, de hermanarse de
alguna forma. Eso me parece maravilloso, sacar algo interno y siempre va a
haber alguna foto que va a ser muy buena.
-¿Alguna vez se sacó una selfie?
– Todo el tiempo. No tanto por verme, sino
porque cuando tomaba fotos había rollos y cuando me quedaban fotos sin tomar
después de un trabajo me daba pena desperdiciarlas, entonces me ponía delante
de un espejo y me sacaba fotos a mí misma. Tengo miles de
fotos, autorretratos.
Una selfie de Sara
Facio, cuando aún no se llamaban así…
Sara Facio. Perón, en el Malba a partir del 8 de marzo. Av. Figueroa Alcorta 3415,
Buenos Aires.
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