Reforma previsional:
facilismo, hipocresía y caos…
El clima de consenso
se hundió entre gases lacrimógenos y piedrazos. Gobierno y oposición deben
hacerse responsables del descontrol. ¿Quién piensa en el futuro?
© Escritio por Edi Zunino el jueves
14/12/2017 y publicado por la Revista Noticas de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
En los álgidos pasillos parlamentarios se asegura
que, confiado en que le daban los números, el Gobierno aceleró el tratamiento
de la reforma previsional para evitar debatirla entre el 19 y el 20 de
diciembre y esquivar, de tal modo, un clima de provocación y caos en una fecha
tan simbólica. Le salió mal. La sociedad, la oposición y los medios no se guían
por las especulaciones marketineras del laboratorio macrista. El apurón en sí
mismo fue tomado como una bofetada. Y se armó.
El clima de consenso logrado en el pacto con los gobernadores, la CGT y
hasta la interna de Cambiemos se volvió todo lo contrario. Macri tiene la
Gendarmería fácil. Es un actor central de su relato. Las fuerzas de seguridad
se han convertido en el aliado que le falta, para afrontar con mano dura el
complejo de ingobernabilidad que suele afectar a los mandatarios que no tienen
(o no lograron aún) hegemonía político-institucional.
Aunque tomado con oportunismo, hipocresía y demagogia por la mayor parte
de la dirigencia política y social (e incluso buena parte de la sociedad civil)
el tema de las jubilaciones es demasiado sensible. Ni siquiera los medios más
oficialistas se animaron a justificar la “reforma”, dado que sus audiencias
rebalsan de jubilados e hijos de jubilados que deben comer y medicarse. Ganan
poco. Alimentos y remedios ocupan los primeros renglones de los indicadores
inflacionarios.
La oposición no se salva del disparate. Nadie presentó alternativas al
proyecto oficial. Sólo hubo quejas fáciles, supuestamente ideológicas, y
especulación con los tiempos del debate o no-debate.
Nadie duda que el sistema previsional y las cuentas estatales crujen.
Gobierno y oposición hicieron la más fácil, corridos por sus propias urgencias
electoralistas. Jugar a la grieta en estos temas lo que evita es ir al fondo
del problema. La Argentina gasta más de lo que recauda y, sobre todo, carece de
un plan maestro de largo plazo. Hacerle caso o desobedecerle al FMI configura
una discusión de miopes amarrados al hoy. Sin futuro. Ya nos pasó mil veces. Ya
fracasamos mil y una.
Acabamos de cumplir 34 años corridos de democracia. El veradero sentido
del asunto es para qué. Gendarmes y piedrazos sólo consolidan el statu quo,
gane quien gane.
La cordura, esta vez, fue impuesta por Elisa Carrió: la menos convencida
del proyecto de ley y oficialista más incómoda para las previsiones de la Casa
Rosada. Dijo que “en este clima de violencia no se puede hacer una sesión. No
vamos a responder a la violencia con violencia”. Se abre un paréntesis. Cordura
discursiva. En la calle la violencia del Estado es el contrapunto de la
protesta.
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