La verdadera
historia de la enfermera del cuadro que pide silencio en los hospitales y
clínicas de medio mundo…
Muriel
Mercedes Wabney
Era argentina y modelo. Presentó colecciones de Harrod’s, participó del
programa de TV de Jean Cartier, y mostró los vestidos de la estrella
norteamericana Linda Darnell. Los secretos detrás de la foto que la hizo
anónima y famosa al mismo tiempo.
© Escrito por Alfredo
Serra el jueves 11/05/2017 y
publicado por el Portal de Noticias Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Todos la conocen.
Medio mundo o más. Pero nadie –o muy pocos– saben su nombre. Ella, su cara, su
gesto, acompaña a millones en la alegría de un nacimiento, en el suspenso de un
quirófano, en el dolor del final de una vida. Es, urbi
et orbi, "La
enfermera del cuadro". De ese cuadro que preside
hospitales, clínicas, maternidades.
Su gesto es más
que elocuente: un dedo índice sobre los labios. Shhhh. Silencio. Una orden
suave, nada autoritaria, que pide crear en las salas de espera un ambiente
sereno: apenas un murmullo, a pesar de la ansiedad, de la euforia, de la
desesperación, de las protestas. Los sucesos límite que convocan a la voz
humana en toda su escala sonora…
¿Quién
es?
Primera noticia
nacional y popular: como Favaloro, Maradona, Messi, el dulce de leche, Gardel,
la calle Corrientes… ¡es
argentina!, aunque su apellido lo desmienta.
Se llama Muriel Mercedes Wabney. Era modelo. En 1947 firmó un contrato de exclusividad para
presentar las colecciones de Harrod's, la versión calle Florida de la célebre
cadena inglesa. Orgullosa todavía en Londres, y una triste ruina entre
nosotros…
Una
vieja foto de Península Valdés
Y no fue todo:
modeló para Ducilo, una empresa y marca de telas, para el modisto Jean Cartier
y su programa "El
arte de la elegancia" (Canal 7, tevé black and white, finales de los 50), y
en un desfile paseó los vestidos que usó Linda Darnell en el film Por siempre ámbar: Twenty
Century Fox, 1947, dirigida por Otto Preminger.
Según la única
historia rastreable del cuadro "shhhhh", revelada por la ya
desaparecida revista Paralelo 38 en
los 70, la idea fue de un tal Juan
Craichik, jefe de visitadores médicos de la empresa "Taranto",
fábrica de instrumental y laboratorio.
El hombre reveló
en una entrevista de Paralelo 38 que
la chispa se le encendió en 1953, mientras visitaba por su trabajo un hospital
de Rosario. "La sala estaba atestada,
y cada tanto una enfermera pedía, sin éxito, silencio. Entonces se me ocurrió crear
una imagen elocuente que cumpliera la misma función".
El
“símbolo” se volvió universal
Presentó el
proyecto en su empresa, lo aprobaron, convocaron a varios modelos
profesionales, y ganó Muriel Mercedes Wabney.
¿Qué se tuvo en
cuenta para ungirla protagonista? Craichik explicó que "su cara era distinta, suave, armoniosa, de
mirada dulce…, autoritariamente dulce".
La sesión
fotográfica duró toda una tarde. El autor de la idea dijo que la empresa "Taranto" no lucró con la
distribución mundial de esa imagen: "la regaló a hospitales, maternidades,
clínicas, etcétera".
En cuanto a
Wabney, rara vez aceptó hablar públicamente, dijo que era casada, que no tenía
hijos, y negó confesar cuánto le pagaron por la foto y su multiplicación ad infinitum…: casi tan enigmática como su anónima cara
impartiendo silencio.
La
famosa tapa de Paralelo 38
Hoy, mayo 12, la
recordamos porque es el Día
Mundial de la Enfermería, aunque en la Argentina el Día de la
enfermera se celebra el 21 de noviembre.
Y no es poco.
Porque Wabney, mujer de mediados del siglo XX, engarza su historia en la más
emblemática enfermera de la historia: Florence
Nightingale, nacida en el entonces Gran Ducado de Toscana el 12
de mayo de 1820, y murió en Londres el 13 de agosto de 1910, cuando en la
Argentina no se apagaban todavía los fastos del Centenario de la Revolución…
Enfermera y
también escritora, fue epidemióloga, estadígrafa sanitaria, y pionera de la
enfermería moderna.
Florence Nightingale
Primera mujer
admitida en la hermética Royal Statistical Society británica, inspiró a Henri
Dunant a fundar la Cruz Roja.
Pero no logró su
fama con tinta y sobre papeles: empapó sus manos y su alma entre las atroces
heridas de los soldados de la guerra de Crimea.
La llamaban "La dama de la
lámpara", por su hábito insomne de rondas nocturnas alumbradas por esa
luz. En 1883, la
Reina Victoria la honró con la Real Cruz Roja. En 1908 recibió las Llaves de la
Ciudad de Londres.
Y aunque no lo
sepa, cada vez que alguien obedece el pedido de silencio de Muriel Mercedes
Wabney desde su cuadro, también convoca el indomable espíritu de Florence
Nightingale.
Porque a su
manera, las dos abren sus alas sobre las risas o las lágrimas humanas.
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