Objetivo Global 7: Aumentar el consumo de energía
sostenible…
El objetivo global de aumentar el consumo de energía sostenible
consiste en la generación de electricidad totalmente libre de emisión de
carbono. Eso quiere decir que la electricidad mundial debe proceder de recursos
eólicos, hidráulicos y solares hasta 2030.
Las fuentes de este tipo de energía son el viento, el agua y el sol
(VAS) y podemos afirmar que existe energía renovable para toda la población del
planeta.
© Escrito por Fernanda Medeiros (España/Brasil) el sábado 21/11/2015
y publicado por MSD Idiomas Madrid de la Ciudad de Madrid, España.
En el plan trazado para 2030, debe hacerse una combinación de
tecnologías centradas en las energías eólicas y solares que representarían un
9% de la demanda. De modo particular, el viento representaría el 51%. Los 40%
restantes deberían proceder de la energía solar. Además, el plan incluye 900
centrales hidroeléctricas distribuidas por todo el mundo, de las cuales un 70%
ya existen.
Actualmente solo están instaladas un 0,8% de la base eólica necesaria
en el mundo. En el intento de aprovechar el espacio ocupado por las turbinas
(1% del planeta), estos espacios podrían ser aprovechados para la agricultura,
creación de animales o bien, ser terrenos o mares abiertos. Asimismo, las
plantas fotovoltaicas ocuparían un 0,33% del planeta.
La construcción de las infraestructuras VAS llevará su tiempo.
Entretanto no es su construcción que constituye un desafío porque se trata de
una tarea posible. El mayor obstáculo que se prevé es que algunos materiales
necesarios pueden dejar de existir o tornarse objeto de especulación.
El hormigón y el acero existentes en el mundo son suficientes y además
son reciclables. Los materiales que podrían ser escasos son los metales de
tierras raras como el neodimio, utilizado en las cajas de engranajes de las
turbinas de sistemas de energía eólica. En caso de haber la cantidad necesaria
de estos metales, puede ocurrir que los países que se dedican a construir tales
generadores transfirieran su dependencia de un bien no producido en el país por
otro, en un futuro no tan distante.
Las células fotovoltaicas están constituidas de silicio, telururo,
seleniuro, indio y cobre. La ausencia de telururo e indio puede reducir las
posibilidades de algunos tipos de células pero no de todas. Los demás tipos las
compensarían. El uso de la plata puede resultar una restricción a gran escala
por lo que se debería valorar la reducción del consumo de este metal en las
células. Una manera alternativa de disminuir los inconvenientes de la escasez
de algunos materiales es el reciclaje de células ya no utilizadas.
Si tomamos por base la fabricación de coches eléctricos (que no liberan
carbono durante su uso), encontraríamos algunos problemas. Los metales de
tierras raras usados en los motores, el litio en las baterías y el platino en
las pilas de combustible no son suficientes para sostener una demanda mundial.
Asimismo las reservas de platino no serían suficientes para mantener las
industrias por más de 100 años.
De manera general, las tecnologías VAS tienen tiempos muertos (periodo
que suspenden las actividades por mantenimiento) inferiores que las fuentes
tradicionales: las turbinas eólicas terrestres de 2% y las marinas de 5%.
Respecto a la energía fotovoltaica, el tiempo es inferior al 2%. Además, una
avería en un dispositivo eólico afecta solamente una fracción de la producción
mientras una avería en una central térmica (de carbón o gas natural) la pérdida
de la producción es relevante.
Una de las principales dificultades del VAS es que el viento no sopla
siempre ni tampoco con la misma intensidad en el mismo lugar. De misma manera,
sucede con el sol. Las intermitencias pueden ser mitigadas si se alternan las
fuentes. Así se podría suministrar energía geotérmica o mareal provenientes de
vientos nocturnos y del sol durante el día. Asimismo la conexión o desconexión
de las hidroeléctricas podrían regularizar o satisfacer una demanda puntual.
Es de gran utilidad la interconexión y el apoyo de fuentes distintas y
geográficamente dispersas, instalación de contadores eléctricos inteligentes en
domicilios para la recarga de vehículos eléctricos y posteriormente,
instalaciones que sean capaces de almacenar energía para el consumo.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta son los costes de toda esta
energía sostenible. El kilowatt-hora de las energías eólica, geotérmica e
hidroeléctrica cuesta menos de US$ 0.07 cada una, mientras las energías solar y
mareomotriz presentan precios más altos. A partir de 2020 se estima que los
costes de las primeras se reduzcan a US$ 0.04 o menos. La energía eólica
también es cara pero se espera que hasta 2020 los precios estén más asequibles.
Estudios previos realizados prevén que la energía fotovoltaica podrá
ser inferior a US$ 0.10 por kWh en los próximos 10 años. En el mismo sentido,
se estima que los sistemas de energía solar con dispositivo acumulador térmico
podrán producir electricidad 24 horas al día a través de corrientes eléctricas,
durante tres estaciones del año (primavera, verano y otoño).
El precio del transporte que lleva baterías de litio o níquel e hidruro
metálico (libres de carbono) y pilas de combustible comparado con los vehículos
de motor de combustión interna puede ascender a US$ 0,53 por litro. Si además
consideramos las externalidades de los combustibles fósiles como el impacto en
la salud de las personas, medio ambiente y clima, las tecnologías limpias
resultan económicamente más interesantes.
Los costes estimados para la construcción de un sistema VAS que atienda
a toda la demanda del planeta en el periodo de 20 años gira en torno de 100
billones de dólares, aparte de la transmisión. Entretanto lo que se debe tener
en cuenta es que es una inversión recuperable con la venta de electricidad y
energía. El plan trazado ofrece un sistema de producción de energía nueva,
limpia y eficiente que se opone al sistema antiguo, sucio y con rendimiento a
baja escala.
Para completar, es necesario que las políticas estatales sean
participativas en la implantación de este nuevo sistema promisor. Durante algún
tiempo deben haber subvenciones al VAS y gravámenes sobre el carbón. De mismo
modo, será adecuado un programa de tarifas incentivadoras para el uso de
energías renovables que resulte más atractivo que las que se pagan para el uso
de la electricidad convencional. Por otro lado, deberían eliminarse las
subvenciones existentes para la generación de energía fósil y beneficios
fiscales concedidos para su prospección y extracción. En síntesis, cada país
debe encontrar su propia fórmula de afrontar las presiones de las industrias
energéticas que no cuadran en los nuevos patrones de sostenibilidad y estar
dispuesto a invertir en sistemas de transmisión de energía capaz de atender
desde zonas menos pobladas hasta grandes centros urbanos.
Con políticas inteligentes y adecuadas sería posible alcanzar un 25% de
generación de energía a través de fuentes VAS en los próximos 10 o 15 años y el
100% de nuevos suministros en los próximos 20 o 30 años. Si las políticas se
presentan más moderadas, este resultado podrá ser logrado dentro de 40 o 50
años.
Definitivamente, el reto de tener todo el planeta suministrado por
energía sostenible provenientes del VAS no es un sueño lejano, sino un proyecto
que ya está en marcha. El futuro donde esta tecnología nos alcanzará tardará
algo más que 15 años, pero sucederá. El ritmo dependerá de las políticas de
cada país, pero seguramente, los países pioneros serán brindados por la mejora
de la calidad de vida de su población y a la vez disminuirán el impacto del
carbono en el medio ambiente.
Referencias bibliográficas:
Mark Z.
Jacobson; Mark A Delucchi (2010). Energía Sostenible: Objetivo
2030. Revista Investigación y Ciencia, Enero, pp. 20-27.
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