El adviento del Marketing…
Queremos compartir con ustedes una nota muy especial de
nuestro Director Ejecutivo, Mariano Fernández Madero, con motivo de estas
fiestas.
© Escrito por Mariano
Fernández Madero y publicado por la Asociación Argentina de Marketing el lunes
02/01/2017 en http://www.aam-ar.org.ar
En la era Cristiana, el adviento, era el tiempo litúrgico de la preparación
para conmemorar, pero también para resignificar en nuestra vida, cada nueva
“venida” de nuestro Mesías.
Ese Tiempo de Adviento está representado por las 4 semanas anteriores a la
navidad. En la era del Marketing y de internet creo que también debemos estar
en tiempo de adviento, porque debemos prepararnos desde los contenidos, pero
también, estar preparados desde la actitud, para estar “despiertos” al
“llamado” de los consumidores, y así como las 4 velas del Adviento cristiano
deben prenderse de a una por semana y se debe reflexionar y prepararse una a
una, creo que a las 4 “P” del Marketing
tradicional hay que prenderles 4
Velas que representen las “V” de la Corona de Adviento del Marketing y
donde cada una de esas 4 “V”
iluminen la inteligencia y el hacer de cada una de las 4 “P” y así como en la corona de adviento, el círculo representa el
principio y el fin como una relación continua de amor de Dios y de nosotros con
él, el círculo de nuestras relaciones con los clientes no debe tener fin ni
principio, sino propósito de bien y de respeto.
Y digo de los clientes y no de
nuestros clientes, porque creo que debemos reflexionar en esta manera de
confundir posesión con tenencia, porque no está bien que busque poseer amigos,
más bien debería tener amigos, porque no son un título de propiedad que poseo
sin más, porque al igual que los clientes, no son nuestros, solo los tenemos, y
como las estrellas, todos las tenemos para disfrutar, pero no son nuestra
posesión, las tienen todos.
Creo que a la “P” de Producto,
debería iluminarla la primera “V” que es la Vela de la Verdad, para que nos libere de la tentación del
engaño y del “marquetín” y en su lugar, fabriquemos productos que sean Bienes,
para los consumidores.
Creo que a la “P”
de Precio, debería iluminarla la segunda “V” que es la Vela del Valor, para que nos libere de la tentación de la
plusvalía y ofrezcamos Bienes a precio justo.
Creo que a la “P” de Plaza, debería iluminarla la
tercera “V” que es la Vela de la Visibilidad, para que nos libere de la
tentación del ocultamiento y distribuyamos nuestros Bienes lo más
universalmente que podamos, para que los puedan tener idealmente todos los que
lo necesiten.
Creo que a la “P” de
Promoción, debería iluminarla la cuarta “V” que es la Vela del Verbo, para que nos libere de la tentación de hablar
con la mentira del “garketing” y en vez, comuniquemos los atributos de nuestros
productos por medio de una palabra auténtica y una voz sincera, que inspire a
través de lo que digo y se sustente por medio de los valores que vivo.
Que
busque informar, a la vez que transformar para bien, las diversas realidades
del mundo, del que vamos a ser protagonistas como actores del Marketing.
En esta era de las interconexiones y la instantaneidad, así como las ramas
verdes de la corona de adviento representan al Verde como color de esperanza,
de vida y de unión con las gracias que recibimos y recibiremos de Dios, y las
manzanas rojas representan los frutos de esa relación de amor, verdad, vida, y
abundancia, los vínculos que queremos tener con los consumidores necesitan
construirse, y si de verdad los amamos necesitamos vincularnos, no solo con sus
bolsillos, sino también con sus circunstancias, con sus necesidades, con sus
emociones y desde buenas intenciones.
¿Desde dónde hacemos lo que hacemos? eso
es lo que nos hace fervientes, porque tenemos fe en la capacidad para
vincularnos y somos vivientes de esa fe, si nos sacamos las cargas excesivas y
liberamos espacios para estar llenos de alegría verdadera y de vínculos
verdaderamente vinculantes.
En estos tiempos de adviento del Marketing, para innovar debemos animarnos
a incursionar otros caminos para salir de nuestros desiertos de valores, de
nuestros desiertos de monotonía, de nuestros desiertos de atención del otro, de
nuestros desiertos de vínculos verdaderamente vinculantes y animarnos así a
atravesar esos desiertos por nuevos caminos, hasta encontrar ese nuevo mundo
que no será tanto de atributos como de relaciones, que no será tanto de solo
decir o solo hacer, sino de decir haciendo.
El amor no es solo un sentimiento,
el amor es un arte y como todo arte, se puede aprender a amar, la fe sin
embargo es un don. A los que sientan que la gente no tiene fe en el marketing,
propongámosle vivir este tiempo de adviento del Marketing y mostrémosle que, a
la ciencia del marketing podemos aplicarle técnicas que lo hagan más eficiente,
pero no podremos nunca dejar de aprender el arte de mirar y entender, como amar
a los demás a través de producir bienes, que cubran sus necesidades o
satisfagan sus deseos y lograr así el tan anhelado respeto y el tan soñado amor
de los consumidores por nuestras Marcas.
Derramando valores y ejemplos a todos
las personas que intervienen en el proceso desde antes de la producción, hasta
después del consumo. Porque la Misión última del Marketing es mejorar la
calidad de vida de las personas a través de lograr bienes sustentables.
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