Más pobreza y de mayor profundidad…
Se
conocieron los datos de pobreza e indigencia y produjeron el impacto
tradicional en estos casos: indignación y olvido en un plazo de 48 horas.
© Escrito por
Artemio López, Director de Consultora Equis, el sábado 01/10/2016 y por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Del conjunto de información obtenida, un dato central pero no analizado en
los medios oficialistas u opositores es el de las chances efectivas que tiene
una familia pobre o indigente de abandonar la carencia. No se trata de la
incidencia de la pobreza (cuántos pobres hay) sino la brecha de pobreza que
refleja cuán pobres son los pobres.
Por tanto, la brecha proporciona una idea de la profundidad de las
carencias de ingreso o consumo que definen una situación de pobreza. Es decir,
representa el déficit promedio de ingreso de la población total para satisfacer
las necesidades mínimas de bienes y servicios de todos sus integrantes
(expresado como proporción de la línea de pobreza), donde el déficit de la
población que no es pobre es cero por definición y permite imaginar las
dificultades relativas de un proceso de desempobrecimiento en una formación
económico social cualquiera...
Por caso, está claro que si existen 13 millones de pobres pero el promedio
de ellos requiere un 10% adicional al ingreso mensual que reciben sus hogares
para superar la carencia, la situación socioeconómica es sustancialmente
distinta a si esos mismos 13 millones de pobres requieren 40% más de ingreso
familiar para dejar de ser pobres.
Pues bien, el neoliberalismo que gobierna desde el 10 de diciembre del año
2015 no sólo aumentó la incidencia de la pobreza –hay más pobres e indigentes–
sino que profundizó la brecha. Hoy los hogares pobres e indigentes perdieron
chances de abandonar las carencias respecto a diciembre de 2015. ¿Cuánto es hoy
la brecha de pobreza e indigencia? El ingreso mensual promedio de los hogares
pobres según el Indec, se ubicó en el segundo trimestre del año 2016 en $
8.051. Así los 2,2 millones de hogares pobres relevados quedaron a $ 4.800 en
promedio de reunir los $ 12.851 necesarios para salir de la pobreza, o sea
manifiestan una brecha de pobreza del 38%, que expresa el porcentaje de ingreso
adicional requerido por el hogar entre lo efectivamente recibido y el necesario
para acceder a la canasta.
En otras palabras por cada $ 100 que reciben los hogares pobres, debieran
recibir $ 138 de ingreso mensual para abandonar la pobreza.
Otro tanto sucede con los 425 mil hogares indigentes a los que les faltaron
$ 1.955 para llegar a los $ 4.930 que se valuaba para ese trimestre la canasta
alimentaria básica que pondera el Indec, materializándose una brecha de
indigencia de 39%.
Y en este punto una reflexión adicional. El beneficio de política social
central para superar la indigencia o bajar la brecha de la carencia es sin duda
la AUH, que impacta sobre 3,6 millones de menores de 18 años.
De hecho los niveles de indigencia se desmoronaron en el país a partir de
su implantación en el año 2009, ubicándose por debajo del 3% lo que llevó a
Juan Carr de Red Solidaria, a señalar que ya en 2013 “nunca se estuvo tan cerca
del hambre cero” para agregar cuán Luis de Góngora de la malaria: “de cada 23
personas, una no tiene la comida garantizada, mientras que en Latinoamérica,
una de cada 14, y en el mundo, uno de cada siete. Estamos el doble mejor que
América Latina y el triple peor que el mundo”.
Macri devaluó, quitó retenciones a productos que directamente inciden en la
mesa familiar y como frutilla del corso puso de contralor de precios a un
secretario supermercadista. ¿Resultado? generó una inflación de alimentos del
60%, rubro al que los hogares indigentes dirigen todo su ingreso.
En otras palabras, las decisiones de política económica del gobierno
nacional licuó el poder adquisitivo de un dispositivo central de transferencia
de ingresos sobre las familias pobres e indigentes como la AUH, enviando
literalmente al hambre a 1,5 millones de ciudadanos, de los cuales, recordemos
750 mil son menores de 18 años.
¿Conclusión de nueve meses del ciclo de recomienzo del neoliberalismo en
Argentina? Sucedió lo obvio: más pobreza e indigencia y mayor profundidad de
ambos indicadores, más brecha y muchas menos chances de superar las carencias
por parte de las familias afectadas. La historia vuelve a repetirse, estimados
lectores de Perfil.
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