El
cartero de Vicente López que recorrió el mundo en moto…
De vuelta en casa: Mariano
Albornoz en la playa de Vicente López, con su Yamaha. Recorrió 115 mil
kilómetros a través de 42 países en su moto.
Visitó 42 países. Mariano
Albornoz hizo 115 mil kilómetros en una Yamaha que no supera los 80 por hora.
© Escrito por Jorge
Sánchez el domingo 24/07/2016 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Explorar nuevos
horizontes y conocer los imponentes paisajes que ofrece el mundo es un sueño
que puede ser común a cualquier alma aventurera. Mariano Albornoz (31), cartero y vecino de Vicente López,
lo pudo hacer realidad: con su moto, “La Prima” –en honor a su perro–, recorrió
más de 40 países de tres continentes diferentes en poco menos de tres años.
La lista de países que vieron pasar a Mariano y su moto
es extensa: son 42, en un total de 115.000 kilómetros de recorrido. Desde
algunos de los más turísticos como Alemania, Holanda, Francia o Japón, hasta
otros que al escuchar su nombre cuesta dilucidar en qué continente se
encuentran, como Moldova y Uzbekistán.
“Rusia fue uno de los países más interesantes por
descubrir, no sólo por ser el más grande del mundo, sino por su gente, tan
particular. Nunca me voy a olvidar cuando Oleg, presidente de un motoclub que
me recibió en Rusia, me mostró un mapa gigante explicándome las distancias y
caminos que llevaban de San Petersburgo o Moscú al interior del ex país
comunista. Y otra enseñanza que me dejó es que nunca hay que negarle un vodka a
un ruso”, indica entre risas.
“Otro lugar que me marcó fue Mongolia. Allí, muchas de
las cosas que tenía en la cabeza se me dieron vuelta. Me sentía como si hubiese
retrocedido cien años en el tiempo, no sé cómo explicarlo. Me di cuenta que
para vivir no hace falta tener esos supuestos lujos de occidente. Y si nos
dejamos llevar por la obsesión del consumo estaríamos transitando el camino
equivocado”, recuerda reflexivo.
Muchos aprendizajes y sobre todo una visión que no pueden
tener todos acerca del mundo: “Conocí personas fabulosas a lo largo del camino,
transité desiertos, selvas, lagos. crucé montañas, mares y océanos pero por
sobre todo he visto gran parte del planeta en el que vivimos, y eso es lo más
bello de todo esta movida que hice”, asegura.
Y señala: “Mucha gente me preguntó si era rico, si tenía
empresas o si mi familia era adinerada. Pero yo les dije que nada de eso. Todo
depende de uno, el sol, las rutas y los ríos son los mismos para todos. La
única diferencia está en como lo ves vos”.
Un pilar importantísimo a la hora de incursionar en
sociedades y culturas diferentes fueron los cientos de personas que comparten
su misma pasión por el motociclismo y lo ayudaron a lo largo de todo el
trayecto: “A medida que iba avanzando la gente era cada vez más hospitalaria.
Era difícil comunicarme ellos pero me esperaban en las rotondas de cada ciudad
para que no me pierda. Cosas así marcaron la diferencia”, cuenta.
El punto final de su viaje fue en Japón. Tras problemas
por papeles tuvo que emprender la vuelta: “Voy a estar un tiempo acá, para
después ver cómo continuar con lo que me faltó recorrer, desde Turquía hacia el
sudeste de Asia cruzando Medio Oriente e India. Mientras tanto estaré aquí como
uno más del montón paseando desapercibido por el barrio, pero al ver una moto
llena de calcomanías sabrán que es la mía”, avisa.
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