La noche que terminó la carrera de Sinéad O’Connor…
El 16 de octubre del 92 se dio una de las silbatinas más feroces en la
historia del rock. Sinéad O´Connor enfrentó uno de los escándalos más brutales
tras enfrentar a la Iglesia.
© Publicado
por http://www.guioteca.com miércoles 02/03/2016 de la Ciudad de Santiago de Chile,
Chile.
Sinéad O´Connor era una muñeca, en sus años de juventud. Pero las
apariencias engañan. La niña venía recargada de una infancia dura en las
ciudades heavys de una Irlanda siempre al borde del estallido. No era
precisamente una princesita. Tras unos iniciáticos años rodeados del éxito
masivo, todo dio un vuelco en un programa de TV famoso de EE.UU.
El 3 de octubre de 1992, Sinéad se plantó ante las cámaras del Saturday
Night Live. Los corazones americanos suspiraron con la idea de ver a la
muñequita cantando como los dioses canciones sobre su corazón roto. Pero Sinéad
tenía otra idea, aunque los dioses sí tenían algo que ver (al menos, sus
representantes en La tierra, según ella).
Mientras cantaba a capella “War”, de Bob Marley, Sinéad modificó una frase
y rompió una foto del Papa Juan Pablo II, arrojando los restos a cámara. No era
un ataque a la persona del Papa, sino su modo de denunciar los repetitivos
abusos sexuales en las iglesias. Las líneas de teléfono se saturaron de
llamados enfurecidos. Pero allí no terminaría todo.
Apenas dos semanas después, un Madison Square Garden colmado festejaba un
tributo a Bob Dylan. Sinéad estaba invitada y, cuando tocó su turno, salió a
escena a cantar “I believe in you”. Una silbatina feroz cayó sobre ella. El
progresista público neyorquino prefería seguir haciendo la vista gorda antes
que aceptar los horrores avalados por la religión. Kris Kristofferson se acercó
y le dijo “no permitas que los bastardos te depriman”. A la muchacha ni hacía
falta decirle aquello. Sinéad cambió los planes y comenzó a cantar “War” con
una furia encendida, casi escupiendo la letra a los dinosaurios espectadores.
La noche terminó en desastre. La relación entre los americanos y O´Connor jamás
pudo reponerse.
Con altibajos, la carrera de Sinéad tuvo idas y vueltas, sin recuperar el
esplendor anterior a esa noche triste. Años después, las noticias de abusos
sexuales en las iglesias recorrieron el planeta entero, recibiendo condena casi
unánime en cada sitio remoto. Sólo resistieron un puñado de imbéciles. Tal vez
alguno de ellos estuvo esa noche en el Madison.
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