Año nuevo con
sorpresas…
"Basta de
arbolitos". Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.
Curiosamente, no fue el dólar la preocupación del
final de 2015. Inundación, prófugos y una nueva oposición que se va armando.
© Escrito por
Manuel Mora Y Araujo el martes 05/01/2016 y publicado por el Diario Perfil de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En la Argentina el año nuevo con nuevo gobierno no
siempre se asocia a expectativas tranquilas. Nuestros años nuevos, y la
temporada veraniega que los acompaña, suelen ser políticamente complicados.
Este de 2016 venía bien, con un gobierno nuevo dotado de energía
y espíritu activo, y
con las oposiciones y las corporaciones obstruyendo poco. Hasta que estalló lo inesperado: la fuga de los presos de la cárcel de General Alvear con su secuela de violencia y su carga de
inquietantes ramificaciones políticas y mafiosas. Sin hablar del drama de una parte del
país que se encuentra bajo el agua y con perspectivas inciertas de retornar a
la normalidad.
del drama humano, el problema de
las inundaciones remite en las percepciones de mucha gente de la ausencia
de una política medioambiental. Es un problema universal y no sólo
argentino, y como en muchos otros países, también entre nosotros tiende a
ocupar un lugar marginal en la agenda política. Pero la
problemática ambiental, fuera de agenda, reaparece este fin de año en la
política no sólo por el impacto de las inundaciones sino además porque la ex
presidenta Cristina de Kirchnercritica al presidente Macri por estar influido por la viuda de Douglas
Tompkins, a
raíz del tema de las represas hidroeléctricas en Santa Cruz –que es por sí
mismo un tema de política pública, y no uno menor–. La contraposición entre
desarrollo y medio ambiente como tema opositor.
La seguridad, el medio ambiente, las represas
hidroeléctricas, no parecían estar entre los mayores ejes temáticos de esta
transición política. Su irrupción en la agenda tal vez contribuya a
instalarlos. Y son, si se quiere, una buena señal, porque son
problemas que el país arrastra. Este año nuevo, la
inflación, los salarios, el tipo de cambio, podrían habernos
arruinado la fecha, pero no fue así. Por el contrario, y más allá del impacto
de la suba de precios en diciembre, ha prevalecido un clima de expectativas
positivas.
Un observador impresionístico no deja de advertir que
para estas fiestas volvieron a verse en las góndolas de los supermercados de
los barrios pudientes los consabidos fideos italianos y algunos otros productos
importados, lo que no significa nada pero en la Argentina es
una señal de “buen clima” de
consumo de las clases medias. El tipo de cambio no se espiralizó; el ajuste no estalló.
Dentro y fuera del país la situación política argentina despierta más interrogantes que certezas.
Dentro y fuera del país la situación política argentina despierta más interrogantes que certezas.
Siendo todavía escasos los hechos, las palabras adquieren
mayor significado. Al presidente Macri le hace un gran favor, sobre todo en el
ámbito internacional, la inusitada y desubicada reacción del
gobierno de Venezuela; ante
el mundo, y hasta en nuestra América Latina más “bolivariana”, le
suma a Macri y le resta a Maduro. Del mismo modo, algunos de nuestros
conocidos libretistas nacionales y populares no paran de sorprender. Días
atrás, José Pablo Feinmann publicó en Página/12 una pieza notable
por el compendio de ideas reaccionarias que combina, acusando a Macri de serla máxima expresión de la deshumanizada
modernidad capitalista y
a la vez de someterse acríticamente a las enseñanzas del gurú hindú Sri
Sri Ravi Shankar. No
se entiende qué puede tener eso de particularmente malo, aun si fuese cierto;
para Feinmann es inconsistente.
Mauricio Macri, quien asumió el mando con una referencia
a Arturo Frondizi, debe estar desorientado con
adversarios que lo acusan de estar influido por un líder ecologista o por un
líder espiritual. Si Macri esperaba ser atacado por
neoliberal, ahora puede dormir tranquilo.
Hasta ahora, no. El gobierno nacional podrá verse exigido
por la situación económica y social; eso lo veremos en los próximos meses, pero
no ha sucedido hasta ahora. Podrá verse sorprendido por acontecimientos como
los de estos días; pero todavía es temprano para arriesgar pronósticos acerca
de sus habilidades para capear temporales. De cómo se desarrollen los hechos en
esos frentes dependerá, en buena medida, la suerte de este gobierno. Pero
también dependerá de cómo se organicen y posicionen los grupos políticos
opositores. Y al respecto, el año nuevo comienza con buenos vientos
para el Gobierno.
La propensión del gobierno de Macri a hacer
uso de los DNU abre un gran signo de interrogación. Tal vez termine
concluyéndose que es una respuesta pragmática a necesidades
coyunturales; tal
vez, que responde a una estrategia política. Hay que esperar para ver. Mientras
tanto, el vasto espacio peronista entra en una etapa de redefiniciones. Se entiende que Cristina de Kirchner
tratará de mantener el liderazgo, pero no está todavía dicho si se tratará de
un liderazgo combativo –como los antikirchneristas suponen– o articulador –como le gustaría al peronismo
moderado–. Además, ese liderazgo ¿tenderá a fortalecerse o a diluirse con el
paso del tiempo? Más allá de algunas obvias posturas típicamente opositoras, el
peronismo exhibe estos días una amplia gama de matices; seguramente será
implacable ante eventuales errores del Gobierno, pero no está dicho que será
homogéneamente inflexible y destructivo a toda costa. Para muestra hay algunos
botones: en el plano de las palabras, declaraciones del senador Urtubey, o la
plataforma expuesta con claridad meridiana por Gustavo
Marangoni en La
Nación del pasado
miércoles.
En el plano de los hechos, el bastante sorprendente
experimento del municipio de La Matanza –con más población que muchas
provincias–, que concentra en la nueva gestión de gobierno local a un alto
número de funcionarios de las gestiones nacional y provincial anteriores.
No se descarta que termine sorprendiendo un
tipo de peronismo “orientado a la gestión”, que intente desafiar al macrismo a
competir en ese terreno donde se suponía que no encontraría competencia alguna.
Tal vez la nueva oposición se muestre también pragmática y empuje para la
actualización de la agenda de las políticas públicas, que en nuestra Argentina
habitualmente es definida por las circunstancias o por las ideologías y no por
las estrategias.
Feliz año
nuevo.
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