Minuto a minuto...
Construyendo el futuro. Dibujo:
Pablo Temes
Actitudes polarizadas para una incertidumbre hasta
el último voto. El dólar, centro de todo.
Al día de hoy, todas las encuestas auguran
que la elección del domingo que viene la ganaría Mauricio Macri. Creer que eso significa que el resultado
electoral está definido constituye un error grosero. Nada está definido
aún. No son pocos los que decidirán su voto recién cuando estén en el cuarto
oscuro frente a las dos boletas: la de Scioli y la de Macri.
El duro presente electoral de Daniel Scioli lo obliga a luchar todos los días contra un
frente interno que lo castiga sin cesar. “Lo que nos están haciendo
Cristina y La Cámpora no tiene nombre”, se sinceraba un alfil del candidato en
los últimos días de la semana que pasó. El exabrupto de Axel Kicillof contra Sergio Massa y, por carácter
transitivo, sus votantes, los nombramientos escandalosos en cargos públicos de
militantes de La Cámpora, los dichos diarios de Aníbal Fernández y el
comunicado del ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, responsabilizando a la gestión de Scioli
por las inundaciones que están frenando la construcción de las vías del tren a
Mar del Plata, fueron verdaderos mandobles que sacudieron la campaña del
candidato del FpV, a los que hay que sumar las tomas de terrenos en Merlo y el
problema que le genera la dura circunstancia de una situación económica
complicada que se ha hecho ya indisimulable.
Por eso, Scioli se ha visto obligado a reconocer
la existencia del cepo cambiario, de la inflación, del efecto nocivo que
sobre los salarios tiene el mal llamado mínimo no imponible y sus escalas de
aplicación, de lo negativas que para la producción agropecuaria resultan las
retenciones, y un largo etcétera causado por el combo de desatinos producidos
por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Por el lado de Cambiemos se
vive un momento de expectación. Sabedores de lo que señalan todas las
encuestas, todavía no ganaron. “Esto es como un partido de fútbol: se define en
el último segundo del último minuto”, señala una voz desde las entrañas del
PRO. Por eso, Macri y su entorno bajan diariamente la consigna referente a la
necesidad de no caer en actitudes triunfalistas. Uno de los temas sobre los
cuales se insistirá mucho en esta semana final de la campaña es la correcta
fiscalización del comicio y del escrutinio, sin cuya existencia no hay chance
de victoria alguna.
De cara a un eventual gobierno, hay al
interior de Cambiemos un intenso ir y venir sobre las medidas económicas a
implementar inmediatamente después del 10-D. La expectativa existente en torno
al levantamiento del cepo genera discusiones entre el
candidato y sus principales espadas económicas. No todos comparten la idea de
la metodología del shock. La devaluación por sí sola no soluciona los
desbarajustes de la economía argentina. Ya se vio durante el ajuste cambiario
que implementó Kicillof en enero de 2014.
Macri, por su parte, mantiene contactos
frecuentes personales con Sergio Massa, transformado no sólo en un gran elector sino también en
un guardián de la gobernabilidad. Ese es un rol de suma importancia que habrá
de jugar en la gestión de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires y, por
supuesto, la de Macri si es que gana la elección del próximo domingo. Lo que no
está definido aún es qué tipo de acuerdo se buscará. “Lo que Mauricio debería
buscar son acuerdos parlamentarios de tipo institucional. Si lo que persigue,
en cambio, es atraer nombres para ocupar cargos, la cosa será más difícil”,
señala un hombre de la cercanía de Massa.
Debe recordarse que en enero de 2014
devaluó axel Kicillof, pero fracasó.
En el medio de todo esto se ubica la
Presidenta, cuyo norte político es claro: retener la mayor cuota posible de
poder después del 10 de diciembre. La desesperación es tal que ya las formas no
importan. Así, militantes de La Cámpora que van de aquí para allá con el objeto de llenar
vacantes existentes en las distintas reparticiones del Estado, la creación de
nuevas dependencias, nombramientos insólitos de nuevos embajadores y designaciones
de fiscales y jueces representan el repertorio de medidas que la Presidenta
está adoptando en estos últimos días de frenesí.
Estas actitudes de Fernández de Kirchner
están causando un creciente malestar en distintos sectores del peronismo, que ven
con un disgusto cada vez más difícil de ocultar esta presencia de La Cámpora
que les es totalmente ajena. Hay voces que han decidido no callar más esta
situación que se les hace insoportable: es el caso del gobernador reelecto de
Salta, Juan Manuel Urtubey, cuyo disconformismo se ha escuchado sin
eufemismos.
Ante semejante panorama, el hecho más
importante de esta pobre campaña electoral habrá de ocurrir hoy: será
el debate que Macri y Scioli mantendrán esta noche en la Facultad de Derecho de
la UBA. El hecho constituirá, además, un hito histórico no sólo por ser el
primero que tendrá lugar en la Argentina sino porque, además, fijará un
precedente del cual no se podrá retroceder.
Lo fundamental del debate no radica en
quién lo gana. Al respecto, el primer debate presidencial de la historia –que
tuvo lugar el 26 de septiembre de 1960 en los estudios de la CBS en Chicago y
fue protagonizado por Kennedy y Nixon– marcó lo relativo de su
incidencia en el resultado electoral, ya que para quienes lo vieron por
televisión el ganador fue Kennedy, mientras que, para los que lo escucharon por
radio, el vencedor fue Nixon.
La importancia del debate presidencial
trasciende lo electoral porque cobra la dimensión de un acto de docencia
cívica, en el que queda consagrada la diversidad de las ideas y las propuestas,
representativas de la pluralidad que constituye la esencia de la convivencia
democrática, atributo perdido durante los largos años del kirchnerismo en el
poder que el país debe recuperar cuanto antes.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito por Nelson Castro el domingo
15/11/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
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