Objetivo Global 2: Eliminar el hambre…
En la investigación de hoy, el concepto de hambre está
relacionado a la desnutrición pero es necesario distinguir ambas las cosas.
El hambre es la sensación que indica la necesidad de
alimento. Es lo que sentimos algunas horas después de la última comida. La
desnutrición es un estado patológico que se debe a una falta de ingesta de
alimentos, exceso de gasto calórico o consecuencia de una enfermedad.
La desnutrición afecta
principalmente a los niños y compromete su salud y su vida. La principal causa
es la pobreza.
Además de los niños, la
desnutrición también puede afectar negativamente la vida de las personas en
distintas dimensiones como la salud, educación y economía. De este modo,
conlleva mayores problemas de inserción laboral e incidencia de pobreza e
indigencia en la población, reproduciendo un círculo vicioso.
La desnutrición es el
reflejo de los diferentes estados de transición demográfica, epidemiológica y
nutricional de cada país, asociada a la situación socioeconómica y
vulnerabilidad social de su población.
Más de la mitad de los
países que padecen hambre en el mundo están localizados en Asia, América
Latina, Caribe y África. Un 75% de las personas desnutridas y de bajos ingresos
en los países en desarrollo se ubican en las zonas rurales, aunque hay indicadores
que demuestran que la incidencia del hambre en las zonas urbanas está
aumentando.
Los últimos datos de la
FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura,
apuntan que una de cada seis personas en el mundo padece de desnutrición. Con
la crisis de 2009, se estima que el hambre atingió a 1020 millones de personas.
Estudios realizados por el
Instituto de Investigación de Política Alimentaria (IFPRI) contrastan que
América Latina y Caribe son los mayores exportadores de alimentos del planeta y
producen cuatro veces más alimentos de lo que realmente necesitan. Sin embargo,
53 millones de personas padecen hambre en esa región, lo que representa un 10%
de su población mientras un 7% de los niños presentan un cuadro de desnutrición
crónica.
Según la Red Global de
Banco de Alimentos, 852 millones de personas no tienen una alimentación mínima
necesaria. Además, afirman que un niño muere de hambre a cada cinco segundos y
que la desnutrición mata más personas que el sida, la malaria y tuberculosis
conjuntamente.
Para combatir el hambre es
necesario tener herramientas de desarrollo, económicas y políticas, para
impulsar la producción agrícola y su productividad.
Actualmente existe una
herramienta de gestión ambiental llamada Evaluación Ambiental Estratégica (EAE)
que analiza las acciones estratégicas sobre el medio ambiente e introduce
criterios medioambientales en los procesos de tomas de decisión.
Algunos aspectos para el
desarrollo de la EAE son la participación pública (participación de la
población en las acciones propuestas), análisis de los impactos acumulativos y
efectos globales (centralización de las acciones en la población afectada y
distribución de responsabilidades a otros países y sectores económicos),
evaluación de efectos culturales (utilización de instrumentos para promover el
desarrollo sostenible en los países más pobres y con fuerte cultura indígena) y
por último, procesos de capacitación (participación de personal especializado
dentro de la propia administración).
Las últimas perspectivas a
largo plazo de la FAO prevén que la demanda de productos agropecuarios
continuará creciendo, aunque con lentitud, a una tasa de 1,4% hasta 2030.
Asimismo, se espera que el déficit comercial agropecuario de los países en
desarrollo aumente, lo que salta a la luz el consumo y las importaciones
crecientes además de políticas proteccionistas de los principales productos
industriales nacionales.
De mismo modo, se espera
que la población y los ingresos generados sigan creciendo y que la nutrición
mejore. No obstante, se sabe que la desnutrición disminuirá más lentamente. Se
estima que el número de personas desnutridas se reduzca a 440 millones hasta
2030. Si es así, este problema debe hacerse más manejable a través de
intervenciones políticas nacionales.
En síntesis, el hambre no
será eliminada en el plazo de 15 años, pero hay una fuerte tendencia a
reducirse. Los instrumentos y las acciones que vienen siendo aplicadas en favor
de su extinción están aportando resultados positivos y relevantes. Quizás tarde
más que 15 años, pero no estamos lejos de una realidad en la cual el problema
del hambre estará ausente.
Referencias
Bibliográficas:
Martínez, R.; Fernández, A. (2007). Impacto
social y económico de la desnutrición infantil en Centroamérica y República
Dominicana.
Comisión Económica para América Latina y
Caribe (CEPAL).
Trueba, I. (2006). El fin del hambre en
2025. Un desafío para nuestra generación. Mundi-Prensa Libros.
Viola, L. (2010). Hambre y desnutrición.
Asociación Civil Gota en el Mar.
Páginas Web:
El contenido de esta entrada fue extraído del blog MSD Idiomas Madrid, cuya autora Fernanda Medeiros trabaja como
Traductora Freelance además de estar muy involucrada en temas de
gestión de proyectos, nuevas tendencias de la economía, relaciones
internacionales y social media.
© Escrito por Fernanda Medeiros
(España/Brasil) el jueves 27/08/2015 y publicado por MSD Idiomas Madrid de la Ciudad de Madrid, España.
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