viernes, 14 de agosto de 2015

Marketing: Segmentación de Mercado... Lo lúdico, un segmento en alza… @dealgunamanera...



En la Argentina, hay una industria de entretenimientos que crece, más allá del Día del Niño, y en la que los videojuegos, los de mesa y los de salón, con diferentes presentes y perspectivas, son protagonistas. 
"No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar”. La frase de George Bernard Shaw bien podría aplicarse al ADN argentino. Lúdicos por naturaleza, en el país hay una industria de entretenimientos que crece y que tiene diferentes actores: los videojuegos, los de mesa y los de salón. Algunos emergiendo; otros, vigentes gracias a los más tradicionalistas y nostálgicos. Pero todos son protagonistas. Y más en estos días, en vísperas del Día del Niño.

De la mano de Preguntados, que en los Estados Unidos estuvo número uno en el Apple Store durante más de dos meses, la industria nacional de videojuegos llegó a codearse con los gigantes del mercado. No fue casual. En los últimos años, la Argentina emergió como exportador de esta tecnología: la industria factura más de $ 300 millones al año, cuenta con unas 50 empresas, el 70% radicadas en Buenos Aires, y emplea a 2.000 profesionales, según la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos de la Argentina (ADVA). El 95 % de lo desarrollado se exporta, principalmente a los Estados Unidos, Europa y Asia, y se estima que desde 2008 la industria creció 350% en facturación y en empleados.

“De 2002 a 2007, el negocio nació con la exportación de servicios para empresas. Pero ahora estamos en un viraje hacia la producción de juegos propios. Es una etapa de transición. Ahí está la verdad del negocio”, remarca Miguel Martín, director de la AVDA. Favorecida por la aparición de nuevas plataformas digitales de distribución, los videojuegos online pasaron a ser un producto de consumo masivo. Y en este nicho fue donde el mercado argentino más se afirmó. Le siguen las elaboraciones para PC y, escalones por debajo, el desarrollo de juegos para consolas.

“En América latina, la Argentina fue punta de lanza en el desarrollo de videojuegos; pero Brasil, Chile, Colombia y Uruguay también están progresando. No nos podemos dormir”, agrega.

En medio del boom digital, hay otro sector de la industria lúdica que sigue vigente: los juegos de mesa. Si bien la llegada de la tecnología generó temor entre sus protagonistas, las fichas, los dados y los tableros, que tuvieron su apogeo en los 70, nunca se fueron. 

Ajeno a las pantallas, con el plus de crear momentos entre familiares y amigos, el sector factura $ 130 millones al año y ocupa el 11% de la facturación total de la industria del juguete ($ 1.181 millones en 2014), según la Cámara Argentina de la Industria del Juguete. 

Este nicho, que de algún modo se vio beneficiado por las trabas a las importaciones, reúne a 10 empresas que emplean unas 350 personas y en los últimos dos años creció un 56% en pesos. El Día del Niño y Navidad representan el 75% de las ventas.

El terror como receta del éxito.

Agustín Cordes siempre fue un ‘gamer’. En 2006, con 26 años, su vida profesional cambió. Ese año salió al mercado Scratches, un juego de misterio y terror para PC, que se convirtió en uno de los primeros éxitos locales en el mercado global. Vendió más de 250.000 unidades y se exportó a 12 países. “Fue un auténtico juego de garage, se hizo con tiempo, lo desarrollamos más de tres años. Sabíamos que era bueno, pero la respuesta nos tomó por sorpresa”, reconoce Cordes, que en ese momento era parte de Nucleosys, un emprendimiento que llevó adelante junto a Alejandro Graziani, y, años después, formó Senscape, que comparte con Pablo Forsolloza, Pablo Cordes y Juan Caratino.

En Senscape todos los cañones apuntan a Asylum, “el sucesor espiritual de Scratches”, según su creador, que también se lanzará para PC. El juego, que lleva un par de años de desarrollo, necesitó de una inversión de u$s 120.000, que fue recolectada vía crowdfounding. “El objetivo es ir por más. Aspiramos a superar las 15.000 unidades”, apunta.

El perfil de la industria de videojuegos local ya no es el de exportar servicios. “Hay que apuntar a la producción. Hay una calidad de trabajo impresionante y grandes talentos”, indica Cordes, que cree que las restricciones en el comercio exterior fueron “una traba más que una ayuda” para la industria.
Fabricantes de emociones

Candelaria y Agustín Mantilla se definen como “fanáticos de todo lo lúdico”. Allá por 2008, aburridos de ver los mismos tableros, tarjetas y fichas, decidieron crear su propio juego. Así nació El Erudito, el primero de los diez de su propia autoría que hoy conforman el porfolio de Juegos Maldón. “En el mercado no había renovación y teníamos algo que aportar. La consigna fue sencilla, hagamos el juego que nos gustaría jugar: interesante, amplio, lindo”, cuenta Candelaria Mantilla.

Para crear El Erudito, un juego de razonamiento ilustrado por Liniers, los hermanos invirtieron $ 100.000 para comercializar 2.000 unidades, que recuperaron en menos de un año. En siete años vendieron más de 120.000 juegos. La empresa cuenta con 8 empleados y facturó $ 3 millones en 2014.

Dentro sus 10 opciones, hay juegos de razonamiento, cultura general, de temáticas específicas (cine, fútbol, música), de creatividad, de estrategia y tres infantiles, que se comercializan en librerías, supermercados y jugueterías en volúmenes similares. ¿El último lanzamiento? El Macanudo. ¿El próximo? El Ilustrado. “Cada producción requiere de unos seis meses. Las reglas es lo más complicado. Es un proceso largo de ensayo y error”, resalta Mantilla. Lúdicos y curiosos de nacimiento, los hermanos también se especializan en formatos de juegos digitales, gráficos y presenciales; además, desarrollan productos personalizados para empresas.

Una pelea contra la tecnología.

Hay otra industria lúdica, más pequeña, que, mirando con recelo a los avances tecnológicos, aún subsiste gracias a los más tradicionalistas. Luis y Jorge Cerminati son dueños de Lacer, una empresa familiar que desde 1990 se dedica a la comercialización de pools, metegoles, pingpong, flippers y fichines; entro otros clásicos juegos de salón que tuvieron su auge a mediados de aquella década y que aún perduran en el tiempo. “El negocio de los entretenimientos responde a la moda, es muy cambiante. El entretenimiento no va desaparecer nunca, solo cambian las formas, no queda otra que amoldarnos”, reconoce Luis Cerminati.

Lacer, con sede en Remedios de Escalada, provee de sus productos al sector comercial y, en menor medida, al particular. Anualmente comercializan entre 100 y 80 mesas de pools y metegoles, el fuerte del negocio. “Son juegos mecánicos, cada partido es único e irrepetible, por eso se mantienen en el tiempo”, asegura. La compañía, que cuenta con cinco empleados, produce mesas de pools profesionales; entre carpintería, ensamble, detalles estéticos y de tapizado, la fabricación de una mesa demanda tres días.

Los fichines y los flippers, en cambio, son parte de la historia. “Afectados por los videojuegos, pasaron de moda. Ya casi no se venden”, agrega Cerminati. Atrás quedaron también los años gloriosos del sector. “El mercado se fue achicando, y también los proveedores. Quedamos cuatro o cinco empresas que trabajamos seriamente. Nuestro boom fue entre el 1998 y el 2003, exportábamos a Chile, Uruguay, Estados Unidos y Alemania”, recuerda, nostálgico, Cerminati.

© Escrito Juan Landa el jueves 13/08/2015 y publicado por el Diario El cronista Comercial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.






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