Los muchachos feministas…
Los muchachos feministas pensamos que las mujeres deben
ganar lo mismo que los varones cuando realizan igual trabajo o tarea. Y que no
es una excusa o argumento válido que a un padre de familia haya que pagarle más
que a una mujer sola, pues para eso existen las asignaciones familiares.
Los muchachos feministas pensamos que los ascensos deben otorgarse a las
personas que están más preparadas para un determinado puesto, sin importar si
se trata de un varón o una mujer, como también ambos tienen el mismo derecho a
capacitarse.
A los muchachos feministas no nos parece bien que sean siempre las mujeres
las que tengan que faltar al trabajo cuando los chicos se enferman, porque
siempre el nuestro es más importante que el de ellas.
Los muchachos feministas que somos padres pensamos que tenemos la misma
obligación que las mujeres de llevar a nuestros hijos al médico, de revisar sus
cuadernos o de asistir a las reuniones de padres del colegio. Aunque por razones
culturales o de conveniencia, muchas veces no lo hacemos.
Los muchachos feministas sabemos que tenemos que compartir las tareas
domésticas con nuestras mujeres que también trabajan, y que no es suficiente
con que simplemente las “ayudemos” o “colaboremos”.
Los muchachos feministas pensamos que las mujeres tienen derecho a decidir
sobre su salud sexual y reproductiva, y que el Estado y las leyes deben
adecuarse para respetar sus puntos de vista individuales.
Los muchachos feministas no toleramos que, bajo el argumento de los celos o
de una supuesta moral victoriana, haya varones que ejerzan de manera cotidiana
una tortura psicológica sistemática sobre las mujeres, coartando su libertad
para maquillarse, vestirse o arreglarse como les plazca. Por lo tanto no
aceptamos argumentos tales como “esa pollera es demasiado corta”, “ese escote
es demasiado pronunciado”, o “ese maquillaje es muy provocativo”.
Los muchachos feministas desconfiamos de los hombres que porque dicen “amar
demasiado a sus mujeres”, las someten permanentemente a escenas de celos
violentas, las acusan de cometer infidelidades que solo están en su fantasía, y
las persiguen sin pausa con el fin de comprobar el producto de su afiebrada
imaginación.
Los muchachos feministas no creemos en las disculpas recurrentes de los
violentos, que para dejar atrás una golpiza o una sarta de insultos llegan a
casa con un ramo de flores, renovadas declaraciones de amor infinito y eterno,
y la enésima promesa de un cambio de actitud definitivo.
Los muchachos feministas detestamos que haya varones que a través del
desprecio y la violencia diaria minan o destruyen la autoestima de sus mujeres,
hasta convencerlas de que solamente permaneciendo al lado de ellos lograrán escapar
de un destino de desgracia y miseria.
Los muchachos feministas aborrecemos a los hombres que amenazan a sus
mujeres con lastimar a sus hijos si no aceptan las condiciones de convivencia
que ellos les imponen, o si osan denunciarlos ante la justicia, o intentar
separarse o divorciarse de ellos.
Los muchachos feministas no soportamos que se le ponga la mano encima a una
mujer, aprovechando de manera cobarde la fuerza de machos, y por lo tanto
ejerciendo sobre ella violencia de género.
A los muchachos feministas nos desespera que casi todo los días en algún
rincón del país una mujer muera a manos de la locura asesina de un hombre, y
que todavía algunos medios de comunicación se refieran a estos femicidios como
“crímenes pasionales”.
A los muchachos feministas nos complace el apoyo generalizado que ha
recibido la marcha del 3 de junio bajo la consigna #NiUnaMenos por parte de
casi todos los sectores y personalidades políticas, pero nos preocupa que en
muchos casos pueda tratarse solamente de un reflejo oportunista en el contexto
de un año electoral.
Los muchachos feministas pretendemos que tanto los políticos como los
medios de comunicación se preocupen por los femicidios y la violencia de género
los 365 días del año, y que eso se traduzca en el apoyo a políticas concretas
para evitar tanta tragedia, y con presupuestos acordes para cumplir con los
objetivos trazados.
Los muchachos feministas estamos convencidos de que la violencia de género
y el femicidio son temas demasiado graves para dejárselos solo a las mujeres.
Por todo esto y seguramente mucho más, los muchachos feministas marchamos
junto a nuestras madres, hermanas, hijas, amigas y compañeras de trabajo el 3
de junio a la Plaza del Congreso y a todas las plazas del país en donde hubo
una convocatoria, donde dijimos muy fuerte: Basta de Femicidios. Ni una menos.
© Escrito por
Pablo Perelman, Economista especializado en temas
demográficos y de familia, el sábado
06/05/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
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