El día que Maradona transformó una esperanza en
amor…
¿Cuándo
nació la pasión entre el 10 y el Napoli? Hoy se cumplen 30 años de un partido
que cimentó uno de los romances más extraordinarios de la historia del fútbol.
En la vida es difícil identificar el momento exacto en
que nace un amor. En el fútbol parece más sencillo: muchísimos amores estallan
en apenas una tarde. Si bien no fue repentino, el de la ciudad de Nápoles con
Maradona fue uno de los más pasionales que se haya visto en una cancha. ¿Y
cuándo nació? ¿Con la llegada del 10 a mediados del 84? No, la ciudad lo
recibió con esperanza, pero también con la resaca del pánico por un descenso
evitado por un pelo. ¿Con algún Scudetto, la copa UEFA, la Supercopa italiana? No, el
amor ya era sólido e irrefrenable.
No es una locura pensar que hoy, 24 de febrero, se
cumplen 30 años del
nacimiento del amor entre Maradona y el Nápoli.
Diego había llegado a Nápoles en julio de 1984, justo
después de que el club se salvara por un punto de irse a la serie B. Lo
recibieron como una garantía para dejar esos apuros atrás, como un lujo para un
club poco acostumbrado a ostentar, pero la posibilidad de un campeonato estaba
en la mente de pocos. Y el comienzo del torneo ratificó esa idea.
Napoli, con Maradona, debutó con una derrota 3-1 ante el
Verona de Galderisi, que al final saldría campeón. Luego llegó un empate contra
Sampdoria y una goleada en contra ante Torino. La primera vuelta de aquel
campeonato vio al equipo del sur italiano con apenas 8 puntos (todavía sumaban
dos las victorias) y los fantasmas
del descenso, aún con Maradona en la cancha, volvieron a aparecer.
La segunda rueda, ya en enero de 1985, comenzó con las
mismas penurias: empates sin goles ante Verona y Sampdoria, victoria
ajustadísima sobre Torino, empate ante Como...
La liga italiana mostraba la magia de Platini en la
Juventus, los goles de Altobelli en el Inter y la sorpresa de un Hellas Verona
con un par jugadores que serían figuras en el Mundial de México (como el danés
Elkjær Larsen o el alemán Briegel, quien aparece en todas las fotos de la final
de México corriendo infructuosamente a Burruchaga antes del tercer gol
argentino). Pero de Maradona, poco. Y del resto del Nápoli, casi nada.
Por eso, el 24 de febrero del 85, cuando Napoli recibía a
un maltrecho Lazio, los más de 70 mil hinchas que fueron al estadio San Paolo
seguían mirando con aprensión la parte de abajo de la tabla. Pero algo, ese
día, cambió. La esperanza por lo potencial se transformó en amor por la
certeza. Maradona, ese día, fue Maradona.
Diego hizo tres goles, y un cuarto fue anulado por una
"Mano de Dios" que, esa vez, el árbitro no compró. Uno de los tantos
fue con una media vuelta repentista que, a 40 metros del arco, llevó la pelota
a un ángulo.
Otro fue olímpico.
Napoli ganó 4 a 0 y el técnico de Lazio, el argentino
Juan Carlos Lorenzo, fue un fusible que Maradona hizo saltar por los aires.
Diego Maradona cristalizó así su mejor producción desde
que se incorporó al fútbol italiano y fue ovacionado por los simpatizantes del
Napoli después del
amplio triunfo.
Fue bastante más que eso. Fue el nacimiento de un amor en
Nápoles.
Y después...
Napoli triplicó en esa segunda rueda la cantidad de
puntos que había reunido en la primera. Maradona fue el segundo goleador del
torneo, detrás de Platini. El Napoli encabezó la tabla de recaudaciones del
campeonato. Y si bien el equipo ni siquiera clasificó a una copa continental,
la escalada del final del torneo, con la magia del 10, fue el germen para lo
que llegó después: dos campeonatos locales, una copa UEFA, una Supercopa
italiana. Y un romance que, con vaivenes e incluso algunos desengaños, sigue
vivo hasta hoy.
© Escrito por Guillermo dos
Santos Coelho el martes 24/02/2015 y publicado por el Diario Clarín de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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