El ‘caso Nisman’
desvela los agujeros de la justicia y la política argentinas...
Protesta en Buenos
Aires por el 'caso Nisman'. Foto: N. PISARENKO (AP)
Tres meses después,
la investigación se bloquea en medio de una guerra de poder. Los agoreros lo
dijeron desde las primeras horas de aquel 18 de enero: nunca sabremos quién
mató a Alberto Nisman, el fiscal de la causa AMIA, el peor atentado de la
historia de Argentina y uno de los más sangrientos del mundo, con 86 muertos.
Tres meses después, la mayoría de los argentinos piensa que lo mataron, y no se
suicidó, pero también creen que nunca se sabrá quién fue.
El pesimismo se ha
instalado en la sociedad con noticias constantes sobre el caso que generan aún
más confusión. Y sin embargo el asunto sí ha tenido un efecto claro: ha puesto
en primer plano la parte oscura de un país donde los servicios secretos están
más cuestionados que nunca; la justicia libra una profunda batalla interna
entre jueces y fiscales K (cercanos a los Kirchner) y todos los demás, y se
produce en público, casi a diario, una guerra entre la fiscal del caso, Viviana
Fein, y la exmujer de Nisman, la juez Sandra Arroyo Salgado. Esto impide tres
meses después saber mucho más de lo que se conocía el primer día. Los agujeros
negros que vinculan la política, la justicia y los servicios secretos, de los
que siempre se hablaba en privado, han quedado en un primer plano.
La única certeza de
momento es que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha conseguido
sobrevivir de manera notable al caso Nisman. La imagen del fiscal, designado
para la causa AMIA por los Kirchner, está hundida después de que se supiera que
tenía una nutrida cuenta bancaria no declarada en Nueva York y se conocieran
detalles de su vida privada, filtrados por la propia policía. Su demanda contra
la presidenta por el pacto con Irán agoniza en los tribunales, y ahora ha
recaído en un fiscal cercano a los Kirchner.
“La presidenta cayó
cinco puntos en febrero por Nisman y los recuperó en marzo. El asunto ha ido
perdiendo relevancia para la sociedad”, explica Eduardo Fidanza, director de la
encuestadora Poliarquía. “La estrategia de embarrar la cancha ha funcionado. Es
como el tango de Discépolo Cambalache, todo se iguala por abajo. El prestigio
del fiscal está hundido con las revelaciones. Además, el poder judicial tiene
bajo prestigio en Argentina”, sentencia Fidanza.
De hecho el
oficialismo, y su candidato más fuerte, Daniel Scioli, recupera fuerza día a
día en este año electoral clave. La muerte de Nisman descolocó al Gobierno y le
hizo pasar uno de sus peores momentos, pero ha conseguido darle la vuelta y
ahora quien está siendo investigado es el propio Nisman y su familia, por
posible lavado de dinero —el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, ha llegado a
aconsejar públicamente a la fiscal que detenga a la madre del fallecido— y
también un personaje clave, Antonio Stiusso, el todopoderoso hombre fuerte de
los espías argentinos.
Su relación con
Nisman era muy estrecha —el fiscal intentó llamarle varias veces antes de
morir— y la presidenta atribuyó la denuncia del fiscal contra ella, presentada
la misma semana en la que murió, a una maniobra de Stiusso, al que ella había
despedido un mes antes. Ahora todo el poder se ha vuelto contra él, y tiene
varias causas pendientes en la justicia, una de ellas iniciada nada menos que
por un amigo del Papa, Gustavo Vera, un concejal de Buenos Aires. Stiusso se ha
marchado de Argentina y está ilocalizable. Ha mandado ya el mensaje de que no
volverá con este Gobierno.
El caso Nisman ha
dado pues un giro completo y ahora perjudica a quienes lo iniciaron, pero sobre
todo ha dejado claro a todos los argentinos que los agujeros oscuros de los que
siempre se habló en privado están bien a la vista.
© Escrito por Carlos E.
Cué el sábado 18/04/2015 y publicado por el Diario El País de la Ciudad de
Madrid, España.
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