Resiliencia K… (*)
La presidenta otra vez
revierte la pérdida de aprobación. Foto: Cedoc Perfil
Cristina perdió 10 puntos
de aprobación por Nisman pero los va recuperando desde su discurso del
1-M.
La muerte de Nisman le hizo perder a Cristina Kirchner
casi diez puntos de aprobación, pero a partir de su maratónico discurso de más
de tres horas y media en la inauguración del año legislativo en el Congreso, el
1º de marzo pasado, comenzó a subir de nuevo y en algunas encuestas hasta un
punto por día.
Los analistas no lo pueden comprender: cada vez que se
precipita un evento muy negativo para su gobierno (Boudou, Báez, salto
devaluatorio, holdouts, Hotesur, ahora Nisman), parece comenzar su irreversible
declive, pero al poco tiempo ella logra regenerarse. Ante la repetición de cada
crisis, se presume que “ahora sí” no se recupera más y se encamina
inexorablemente hacia el rechazo generalizado, pero su resiliencia desafía una
y otra vez los pronósticos.
Cristina perdió 10 puntos
de aprobación por Nisman pero tras su discurso del 1-M sube un punto por día
Ella comparte con Scioli la capacidad de desorientar a
los encuestadores, porque se ven poco afectados por situaciones que a otros
políticos los pasarían a retiro. Y hay quienes piensan que si Cristina quisiera
realmente ganarle a la oposición y estuviera dispuesta a comerse el sapo de
disimular mientras el PJ elaborara un acuerdo amplio que incluyera a Massa como
gobernador de la provincia de Buenos Aires y a Scioli como presidente, la
oposición podría perder. Hay encuestas en el PRO que indican que, aun con un
acuerdo institucional con el radicalismo, en un eventual ballottage contra un
Scioli que tuviera a Massa en la provincia y a Cristina apoyando, Macri
perdería por cinco puntos.
No parece una alternativa muy posible pero quienes no la
descartan argumentan que si Massa se quedara sin aliados a nivel nacional y
Macri absorbiera la mayoría del voto opositor, parte del voto peronista de
Massa podría ir para Scioli sin grandes traumatismos.
Pero aun ganando la oposición, les queda el temor de una
Cristina que se presente para diputada y desde el Congreso conduzca la
oposición con una eventual primera minoría parlamentaria.
Hipótesis del futuro de Cristina hay para todos los
gustos: en Santa Cruz también se rumorea que podría ser la próxima gobernadora
e instalarse en Río Gallegos, pasando los fines de semana en su casa de El
Calafate, contigua al más lujoso de sus hoteles, Los Sauces. Pero en El
Calafate se imaginan más a Cristina viviendo en Nueva York que cerca de los
glaciares.
Lo lógico sería que residiera en Buenos Aires y, si
finalmente optara por ser sólo parlamentaria del Parlasur, fuera un día por mes
a Montevideo, donde funcionará su sede. Pero resulta extraño que alguien que se
esté por mudar dentro de poco más de nueve meses no haya comenzado la
adecuación del lugar donde irá a vivir. Y sospechan que algo en secreto se
pueda estar preparando.
En cualquier caso, sorprende que después de ocho años de
presidencia y doce años en el poder siga contando con una fidelidad que oscila
entre el 20% y el 30% de la población. El mismo fenómeno, ampliado, es Scioli,
quien también acumula ocho años de gobernador y doce con sus cuatro de
vicepresidencia. “Ser de teflón”, inalterable a las modificaciones del
ambiente, es el carácter distintivo de Scioli. Pero en cierto sentido parece
también –aunque más parcialmente– ser un atributo compartido con Cristina
Kirchner.
Más explicable es en el caso de Scioli, porque la adaptabilidad
es un recurso fundamental para quien se dedica a deportes extremos, como en
esos realities de supervivencia en lugares inhóspitos. Pero más raro en el caso
de una abogada, como la Presidenta.
Analistas del discurso explican que durante las más de
tres horas y media que habló en el Congreso la Presidenta cometió varios
errores, con las cifras, con las formas y hasta con algunos conceptos, pero que
la mayoría de los votantes tiene escaso interés por la política y una aun menor
formación, por lo que la ponderación de la actuación de la Presidenta está más
influida por “el cómo” que por “el qué”. En términos de Paul Watzlawick, autor
de Teoría pragmática de la comunicación humana, la enorme mayoría de las
personas coloca en los mensajes mucho más importancia al aspecto relacional que
al del contenido.
Cristina Kirchner, al hablar durante más de tres horas y
media, manteniendo una sintaxis encadenada y prácticamente sin leer, transmitió
la energía y la pasión de lo que llaman “un cuerpo sincero”. Por el contrario,
cuando Macri aparece abrazando a una persona carenciada a quien su gestión le
solucionó algún problema, no luce como “un cuerpo sincero”, transmitiendo
cierta incomodidad con la situación, mientras que a muchos peronistas se los
nota a gusto en esas circunstancias.
Abusando de la simplificación de la pragmática Escuela de
Palo Alto, Cristina Kirchner produce empatía a nivel metacomunicacional y no a
nivel del contenido. Lo mismo sucede con Scioli, escaso siempre en la espesura
de sus contenidos pero desbordante a nivel relacional.
Esa capacidad de reversión, de dar vuelta lo negativo y
resurgir, es compartida por Cristina y Scioli a pesar de provenir de escuelas
políticas casi opuestas.
Ella y Scioli comparten
la misma capacidad regenerativa frente a la adversidad: siempre lucen como
víctimas
La técnica que utiliza la Presidenta para volver a crecer
después de la muerte de Nisman es repetida: colocarse en papel de víctima que
tiene el aguante suficiente para reponerse y salir airosa una y otra vez de
cada crisis. La palabra crisis comparte con la palabra Cristina cinco de sus
seis letras. Scioli, al poner una y otra vez la otra mejilla, también asume el
papel de víctima que supera la adversidad. Aunque todo el mundo los vea muy
distintos en las apariencias, quizás hay elementos en común en la construcción
metacomunicacional de ambos.
(*) Resiliencia es la
capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las
tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo.
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