miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cromañon... Ni la bengala ni el rock and roll… De Alguna Manera...

Ni la bengala ni el rock and roll…


Con la masacre de Cromañon consumada quienes suelen instalar los discursos dominantes de la sociedad comenzaron a darle respuestas a la sociedad, la que a esa altura todavía se encontraba  aturdida por la magnitud del daño generado.   

Los primeros misiles fueron dirigidos al rock chabon o barrial, movimiento musical suburbano de incipiente crecimiento a partir de la década de los noventa que venía a romper con las partituras y las metáforas de los grandes músicos de nuestro rock nacional, para contar la cotidianeidad de los pibes de los barrios donde la política noventista más daño había hecho.

La estigmatización de este movimiento rockero se agudizó tremendamente con la masacre de cromañon, donde se señaló como primeros responsables a los negros que curten esa cultura: “Esto en el Colon no podía pasar porque ahí asisten artistas y gente bien, no como los cabezas que escuchan rocanrol” era, en resumidas cuentas, el mensaje que se bajaba a la sociedad.

Convertidos en seres marginales se instalaron mentiras que aun hoy siguen instaladas, como la que decía que en el baño había guardería de niños. Pensémoslo.  Estos negros tienen muchos hijos, son tan cabezas que van esos antros con sus pibes y, como si fuera poco, los hacinan en los baños. El discurso cerraba de manera perfecta, lástima que es una mentira atroz que buscaba poner la lupa en las víctimas y no en los victimarios. 

Así fue que se elaboró la teoría de la “futbolización del rock”, cuyo argumento central gira en torno a la cuestión del aguante y de las banderas, los canticos, la pertenencia barrial y, en ese momento, las bengalas (que hasta hoy se usan en las canchas, ya no en los recitales).

Siempre esa lectura de los jóvenes tuvo cierta cuestión tendenciosa que buscaba reunir y señalar todos los comportamientos “antisociales” y colocarlos en el centro de la escena, dejando en un segundo (o tercer) plano las responsabilidades de los señores de traje y corbata. Es un dedo que señala siempre al eslabón mas débil de la cadena para luego cortarlo y que para lograr tal fin, omite contar, por ejemplo, que una gran parte de los chicos fallecidos salieron con vida de Cromañon y fallecieron al volver entrar al local en su intento de ayudar a otros.

Después nos quedamos sin lugares para ir a ver bandas, para los grupos chicos fue dificilísimo mantenerse en la escena. A esa altura éramos todos peligrosos. Algo parecido a lo que pasa con el fútbol, donde por esos grupos “que todos conocemos” nadie puede ir de visitante a la cancha y en algunos clubes no se puede ir ni de local, aunque en el caso del rock, siempre los más peligrosos fueron los dueños de los boliches, bah… en el fútbol pasa lo mismo.

Yo, hijo de una profesional y un comerciante, clase media sin problemas materiales, cuarta generación quemera de mi familia, egresado de una secundaria católica salesiana, blanquito y bien nutrido fui a despedir el año con mis amigos a Cromañon. A ver una banda que casualmente había escuchado por primera vez ese año o el anterior, viajando a Córdoba a ver Huracán. De pura suerte los ocho que fuimos logramos salir con vida, una vida muy distinta a la que teníamos hasta ese entonces, pero vida al fin.

Estuve casi dos años prácticamente sin ir a la cancha, desinteresado de casi todo lo que antes me interesaba, hablando casi exclusivamente de Cromañon. Tratando de desarticular estos discursos, malditos, que solo suman más dolor al dolor. Buscando justicia y haciendo ejercicio de memoria.   

Siempre recuerdo que mi viejo, después de un largo abrazo, me dijo, esa misma noche en la esquina de La Rioja y Rivadavia que me había estado buscando entre los chicos fallecidos y que veía que todos éramos iguales “todos eran pibes, de la misma edad, todos teñidos de negro, pantalón corto, en cuero, todos eran como vos hijo… les miraba las piernas haber si encontraba tu tatuaje de Huracán”.

Somos todos iguales. Como en la tribuna. No importa si venimos de La Matanza, de San Isidro, de Parque Patricios, La Boca, Congreso o Recoleta. Todos somos personas y tenemos derecho de ir a un recital o a ver un partido de futbol y volver a casa.

Hace 10 años 194 personas perdieron la vida. Ellos son víctimas de la codicia de empresarios y políticos, de personas inescrupulosas y siniestras que piensan más en el dinero y en el negocio que en las personas. No los mató ni la bengala ni el rock and roll, los mató la corrupción y es nuestra obligación como sociedad recordar. Recordar siempre. Saber que nos pudo tocar a todos y que nadie está a salvo de ser víctima de los efectos directos de la corrupción.

Estas líneas buscan rendir homenaje a los pibes que ya no están, especialmente a Pablo, a Maria, Gerardo y a Laurita, hinchas de Huracán que alientan desde arriba y a todos los quemeros, que estuvimos ahí y que hoy nos damos el lujo de poder festejar este gran año que tuvo Huracán.


© Escrito por Tago Barea el miércoles 31/12/2014 y publicado por Patria Quemera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


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