Momento estratégico…
Grito munchiano oficial. CFK. Dibujo:
Pablo Temes
De cómo el Gobierno elija cerrar el
conflicto por la deuda dependerá la suerte de su último tramo de poder.
La caída de la actividad económica no cesa; la caída de las reservas del Banco Central,
tampoco. Los empresarios sostienen que el Gobierno ha desarrollado una
infraestructura legal para sostener el relato y cuidar la caja, a fin de
ocultar la falta de dólares. El mecanismo que se ha decidido implementar para
el caso del pago
anticipado de las importaciones es la reducción del tiempo
máximo para demostrar el ingreso aduanero de los bienes adquiridos de 360 a 120
días. Esta medida, que afecta directamente los procesos industriales, parece
haber sido redactada por alguien que nunca pisó una planta industrial. Veamos
un ejemplo: cuando una empresa tiene necesidad de una nueva matriz, solicita el
diseño al proveedor internacional; éste envía los detalles, que terminan de
definirse luego de un proceso de perfeccionamiento en el que interactúan ambas
partes. Todo esto insume un tiempo no menor a los cien días. Una vez
consensuado el diseño, llega el proceso de fabricación, para enviar
posteriormente el producto a puerto internacional, a la espera de la carga en
el contenedor, y encarar finalmente la etapa de navegación. Todo el proceso
puede demorar hasta un año.
Por eso, la nueva normativa es una clara maniobra para desalentar importaciones ya que
resulta imposible demostrar el ingreso de la mercadería en un plazo de 120
días. La traducción fuera de los límites del relato es clara: faltan dólares para sostener la
producción. Por todo ello, en los ámbitos empresariales se
espera el año 2015 con desesperación, con la esperanza de que se solucione la
disputa con los holdouts. Saben que sin ese arreglo los dólares seguirán
faltando. “El tiempo que resta de aquí hasta ese momento será como atravesar el
desierto del Sahara con una sola cantimplora”, grafica un representante de los
importadores, de diálogo frecuente con el Gobierno.
Los números que se necesitan para sostener “el relato”
chocan con lo angustiante de este presente que vive el Banco Central, cuyas
reservas son un poco más de US$ 27 mil millones. A esto hay que restarle los
US$ 5.500 millones que se deben en concepto de pago de importaciones, los US$ 7
mil millones de encajes bancarios y los US$ 2.700 millones que Axel Kicillof le
dijo a Alejandro Vanoli que van a ser utilizados de aquí hasta fin de año para sostener
el dólar y desalentar las expectativas devaluatorias. Todos estos gastos dan un total cercano
a los US$ 15 mil millones. De ahí la urgencia del Gobierno por
solucionar el tema con los fondos buitre y obtener financiamiento
internacional.
Conscientes de la inexorable realidad que obliga a buscar
un acuerdo con los holdouts que, además, contemple el fallo del juez Griesa, en
el Ministerio de Economía se discute cómo instrumentar esta iniciativa y
hacerla compatible con el “relato”.
“Es cierto que el Gobierno está intentando por todos los medios
pagarles a los buitres y al resto de los holdouts; antes de
enero es imposible”, señala un economista afín al kirchnerismo que estuvo
reunido esta semana con funcionarios clave del equipo de Kicillof. Las opciones
que se estudian en el Ministerio de Economía son dos: la primera es una
propuesta que implique una quita en el capital; la segunda, el pago de la
totalidad de los US$ 1.600 millones combinando elementos que impliquen evitar
la pérdida de reservas. La idea que prevalece es ofrecer bonos de la deuda a
cinco años o alguna propuesta similar a la que se le hizo a Repsol por YPF.
El punto más importante para el Gobierno es, una vez
caída la RUFO (Right Upon Future Offers), sumar a la mesa de negociaciones a
todos los holdouts. Esto significa incluir al 7% que no litigó, porque según se
ha testeado la mayoría de ellos estaría dispuesta a aceptar una quita con tal
de cobrar y cerrar rápidamente el tema. A este 7% se lo conoce como los “me
too”, debido a que si se pagasen en efectivo los US$ 1.600 millones a los
buitres, se sentaría un precedente para ellos de manera que puedan exigir lo
mismo sin litigio alguno.
En este momento existen dos dudas que desvelan al
ministro de Economía y a su equipo: una es si los fondos buitre aceptarán sumar
a la mesa a ese 7% restante; la otra es si los fondos buitre, a causa de su
espalda financiera, se apoyarán en la sentencia judicial favorable para estirar
el conflicto incluso hasta la llegada del próximo gobierno.
Todo esto es manejado con absoluta reserva y gran celo
por Kicillof, quien se enojó mucho con Vanoli cuando se enteró de la reunión
que mantuvo durante su viaje a Washington con un grupo de banqueros
estadounidenses, en la que con gran imprudencia hizo conocer la determinación
del Gobierno de arreglar con los holdouts y pagarles lo que ordena el fallo de
Griesa.
Por lo demás, la semana estuvo dominada por lo que
seguramente será la estrategia que el Gobierno utilizará para navegar por las
procelosas aguas de su final de ciclo: meter miedo en la sociedad contra los
opositores. Tal actitud demuestra dos cosas: la primera, lo terrible que será
para el kirchnerismo su alejamiento del poder; la segunda, no haber aprendido
nada de la historia argentina. A ninguno de los gobiernos que echaron mano de
ese recurso le fue bien. “Después de mí, el diluvio” es una frase célebre
atribuida a Luis XV. Con sus dichos, agregados a los de Alex Freyre, José
Alperovich y Daniel Scioli, la Presidenta parece empeñada en emular la conducta
absolutista de aquel rey de Francia de triste fama.
Producción periodística: Santiago Serra.
© Escrito por Nelson Castro y
publicado el domingo 19/10/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
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