Oligarquía
castrense...
La
República Bolivariana de Venezuela es gobernada por una administración militar
con fachada civil.
Como
norma cotidiana, primero la información y después la opinión. La noticia viene
de Venezuela, bautizada como República Bolivariana de Venezuela, en donde, de
acuerdo, a las últimas informaciones, se supo que de acuerdo a las nuevas
designaciones del gobierno de Nicolás Maduro, hay más generales y almirantes,
que cargos disponibles en el estamento militar, por lo que dichos oficiales
permanecerán sin funciones, porque no hay dónde ubicarlos. Ningún problema para
el presidente Maduro: este
año, nombró a 229 coroneles y capitanes de navío de las diferentes Fuerzas
Armadas, rebautizadas como Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Venezuela
es gobernada por una administración militar con fachada civil. Es bueno tomar en cuenta las
comparaciones que llegan de Caracas, porque en 2006, cuando Hugo Chávez Frías
vivía y era “comandante supremo” intangible, apenas fueron ascendidos siete
oficiales a general de división, porque hasta ese momento el régimen todavía
respetaba la norma según la cual se podían ascender o dar de baja a oficiales
de alto rango cuando se producían vacantes por retiro. Pero la Ley Orgánica de
la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, hizo lo inaudito: inventó dos nuevos
escalafones. A los dos existentes, que son como los del Ejército Argentino, General
de Brigada y General de División, agregó el escalafón de Mayor General y
General en Jefe. Con cuatro diferentes niveles de generalato, los candidatos
son mucho más numerosos.
De
hecho, en la Constitución de 1999, Chávez elimino el Senado y armo una Asamblea
unicameral. Venezuela, que había vivido desde 1958 hasta 1998 con gobiernos
civiles, elegidos democráticamente, pasó a tener ese parlamento unicameral
dominado por el gobierno. En consecuencia, las decisiones de ascenso en las
Fuerzas Armadas, comenzaron a ser adoptadas directamente por el “comandante
supremo”. Ahora, la
noción, evidente, ostensible, de que se trata de un gobierno militar con
fachada civil, no puede ser negada. Es increíble,
desconcertante y bastante patético que solo unos escasos nuevos generales y
almirantes podrán ocupar puestos de mando, porque no hay dónde ponerlos. ¿Qué
hace en consecuencia el régimen de Maduro, que trabaja y funciona sobre la base
de la apoyatura militar? Trasladará a cargos claves en el Gobierno a muchos de
estos nuevos oficiales de alta graduación, y otros quedarán sin destino; en
verdad, como dicen los comentarios periodísticos provenientes de Caracas, muy
pocos terminarán ascendiendo en su carrera militar.
Además,
hay una evidente utilización del Ejército para los negocios de la nueva
oligarquía que ha agrupado su poder en torno de Maduro. Un caso notable: parece italiano
pero seguramente debe ser hijo de italianos, el general Giuseppe Yofreda, que
era Comandante General de la Aviación ahora fue designado presidente de una
llamada Corporación Venezolana de Comercio Exterior, un aparato burocrático
armado por Maduro para controlar las importaciones del Estado a una tasa
sobrevaluada, inexistente en la realidad, de 6, 30 bolívares por dólar. Este
Yofreda, aún cuando maneje una administración civil, va a ser mucho más
poderoso que los generales, almirantes y brigadieres, porque será el individuo
que recibirá en la mano los dólares baratos del Estado, y de esa manera podrá
volcarlos – como ya se ha demostrado tantas veces – al mercado negro, en donde
en lugar de 6,30 bolívares, se transa a un valor 12 superior.
En
este punto, no creo equivocarme en que hoy se ha creado en la Venezuela
supuestamente revolucionaria, una oligarquía castrense, que ha consolidado un
estado militar. No
es siquiera el caso de Cuba, porque a partir de 1959, la entonces llamada
Revolución Cubana literalmente disolvió a las viejas Fuerzas Armadas
“burguesas” del régimen dictatorial de Fulgencio Batista, y creó las Fuerzas
Armadas Revolucionarias. En Venezuela simplemente le han agregado el apelativo
de “bolivarianas”, pero aún
cuando hayan pasado 15 años, sigue siendo esencialmente el aparato militar del
que formó parte el propio Chávez. En el 52% de los estados
en que se divide Venezuela militares ocupan el cargo de gobernador cuando no
son ministros o presidentes de la Asamblea Nacional, que es el parlamento
unicameral.
Toda
la fraseología bolivariana ha insistido en la existencia de una supuesta
revolución, una toma del poder por los pobres, un gobierno de las mayorías,
cuando en verdad Venezuela es gobernada por un régimen militar del que Nicolás
Maduro es apenas un mascarón de proa. No era lo mismo el caso de Chávez, que siendo un hombre
fuerte y siendo un caudillo popular, era también una criatura de las Fuerzas
Armadas, de las que siempre sintió orgullo, y cuyo uniforme vistió hasta su
muerte.
Maduro
no puede ponerse un uniforme verde oliva, ni engalanarse con condecoraciones
militares, porque era sencillamente un conductor de ómnibus en Caracas hasta
hace no más de 20 años. Pero eso no importa: la realidad aparentemente civil
del gobierno venezolano es una farsa, no es un gobierno civil, representativo
de las instituciones y de la totalidad de esa sociedad.
El
de Venezuela, el de Nicolás Maduro, es hoy, sencillamente, un régimen militar
en cuyo núcleo íntimo se ha consolidado una oligarquía, intrincadamente ligada
al negocio de la compraventa de dólares, y a los fenomenales ingresos que le
deja, como toda la vida, la renta petrolera a la pobre Venezuela.
© Escrito por Pepe Eliaschev el Viernes 11/07/2014 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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