Intimidad del viaje papal...
Francisco orando en el Muro de los Lamentos.
Crónica exhaustiva de un momento inolvidable. El mensaje del Sumo
Pontífice. Anécdotas, kilos de más y rol histórico.
Al escribir la columna ya es
la medianoche en Tel Aviv. Sin embargo, el día comenzó temprano y en Roma. Eran
las 8 de la mañana en punto –hora local– cuando el papa Francisco ascendió
sonriente por la escalerilla delantera del vuelo 7000 de Alitalia que lo
llevaría a Amman, la capital de Jordania, en el comienzo de su histórico viaje
a Tierra Santa. En la aeronave, los 69 acreditados –entre periodistas, camarógrafos
y fotógrafos– vivíamos con creciente ansiedad el comienzo de una travesía de
alto significado religioso, político y emocional.
Estoy sentado al lado de la
corresponsal de The Wall Street Journal, Deborah Ball, y de su fotógrafo. Al
ver mi credencial de periodista argentino, comienza a hacerme un pormenorizado
interrogatorio sobre los días en que Francisco era el cardenal Jorge Bergoglio.
Para cuando termina, ya estamos en vuelo. No habían pasado veinte minutos
cuando uno de los asistentes de la oficina de prensa del Vaticano, Mateo Bruni,
nos pidió que tomáramos asiento porque el Papa se disponía a saludarnos. Casi
al instante llegó el Santo Padre acompañado de su vocero, el padre Federico
Lombardi.
Francisco lucía relajado y
sonriente. Está rejuvenecido. Se lo ve feliz. Habló poco pero claro: el
propósito de su visita a Medio Oriente es que, a través de su liderazgo
internacional, la Iglesia tenga un rol activo en el complejo proceso de paz que
no termina de alumbrar en esa región. Lo veo bien. Tiene un rostro rozagante.
Eso sí, está con algunos kilos de más.
Tras referirse a ello,
comienza su caminata por el largo pasillo del avión. Saluda a cada integrante
del cuerpo de prensa que lo acompaña y, cuando llega a nosotros, lo que emerge
de su boca en forma espontánea es una bendición para los argentinos, lo que
queda registrado en el micrófono de Radio Continental, única radio de la
Argentina acreditada en el vuelo papal.
Ubicado detrás de mí está
Henrique Cymerman, del Canal 2 de Israel. Cymerman, junto con el rabino Abraham
Skorka, tuvo una participación muy importante en la génesis del viaje. “Fue
después de una entrevista que le había realizado en la residencia de Santa
Marta. Entonces el Papa me pidió que me quedara a almorzar, luego de lo cual
tuvimos una charla que duró casi una hora. En ella él nos preguntó al rabino
Skorka y a mí qué podía hacer para contribuir al proceso de paz en Medio
Oriente. Ahí surgió la idea del viaje, sobre el que nos pidió que nos
pusiéramos a trabajar”. Cymerman nos señala que es el primer periodista israelí
que viaja en un vuelo papal. Cuando el Santo Padre se encuentra con nuestro
colega, la conversación se centra en tareas que sobrevendrán al viaje. El Papa
quiere ver hechos.
Al lado de Cymerman viaja
Imad Freij, periodista católico de origen palestino. Imad es el primer
periodista de Palestina que viaja a bordo de un vuelo papal. Está emocionado y
mucho más cuando, al conocerlo, Francisco lo bendice y también bendice una cruz
que lleva siempre consigo. Nada parece ser casual. La nota que junto con Sergio
Rubin hicimos para TN fue emocionante.
A bordo del avión está
también Andrea Tornielli, uno de los periodistas vaticanistas más calificados.
Andrea, que supo predecir el triunfo del cardenal Bergoglio en la votación de
los cardenales durante el dramático cónclave de marzo de 2013, tiene conceptos
muy elogiosos hacia la labor del Papa y se empeña en destacar los cambios
profundos que ocurren en la así llamada curia romana, el corazón de la
estructura institucional de la Iglesia.
Cuando Francisco termina de
saludar a todo el cuerpo de prensa, estalla un aplauso caluroso que él responde
con una sonrisa.
El Papa viene de una semana
compleja. Se mezclaron allí el affaire de la terraza para el jet set durante la
ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, el escándalo del
lujoso piso del ex secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y el bochornoso
episodio de la carta de salutación por un nuevo aniversario de la Revolución de
Mayo dirigida a la Presidenta.
Nada de ello lo ha turbado en
relación con su objetivo: el de iniciar un camino de activa participación en el
proceso de paz de Medio Oriente.
Arribamos a Amman en hora. Es
un mediodía de cielo claro y sol radiante. Un viento cálido nos acompaña
durante toda la jornada.
El primer acto es la
ceremonia de recepción en el Palacio Real, algo que parece salido de Las mil y
una noches. El rey de Jordania –en un inglés impecable– le da una cálida
bienvenida. “Su liderazgo moral es de enorme importancia para el proceso de
paz”, le señala el monarca jordano. En su respuesta, Francisco destaca el papel
trascendente de Jordania en asegurar al menos un refugio para todos los
ciudadanos sirios que no tienen otra opción que la de huir de su país a causa
de la feroz guerra civil que viven. Los refugiados son personas sin presente y
sin futuro, que además se han quedado sin pasado.
El Santo Padre repetirá los
mismos conceptos con un énfasis creciente tanto en la misa en el Gran Estadio
de Amman –donde unos cincuenta argentinos vistiendo la camiseta de la selección
de fútbol lo vivan a rabiar– como en el sitio sagrado del bautismo de
Jesucristo. La imagen de los chicos que viven en los campos de refugiados es
conmovedora. En esta zona del río Jordán conocemos al padre Hugo, un cura
mendocino que desde hace 18 años vive en la región y está a cargo de una
escuela a la que asisten niños y jóvenes víctimas del desamparo.
No se observa aquí el baño de
multitudes que hubo en Río de Janeiro. En esta zona del mundo, las comunidades
cristianas y católicas son minoría. En la Palestina gobernada por Hamas, las
cosas no son fáciles para los cristianos. La intolerancia religiosa hizo que
allí la comunidad cristiana –que era de unas tres mil personas– se haya
reducido a la mitad.
Muchos de ellos tratarán de estar mañana (por hoy domingo)
en la misa del Papa en Belén. Viven la presencia en el lugar del Santo con la
esperanza de que eso ayude a cambiarles la vida para mejor.
La paz entre Israel y
Palestina constituye la clave para el proceso de paz en Medio Oriente. El
entonces cardenal Bergoglio trabajó muy fuertemente y con éxito por la
integración religiosa entre judíos y musulmanes. Ojalá que el mismo éxito
acompañe al hoy papa Francisco en su misión de paz. Será un hito mayúsculo que
el mundo agradecerá en el devenir de un papado que ya es histórico.
©
Escrito por Nelson Castro el Domingo 25/05/2014 y publicado
por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las fotos:
Los videos:
Visita al Río Jordan.
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