Consejos para futuros (y
actuales) periodistas...
Andrew Vachss lo dijo mejor que
nadie: “El periodismo es lo que mantiene la democracia. Es la fuerza para el
cambio social progresivo”. A fuerza de repetición, esa frase ha perdido sentido
de ser a lo largo de los años.
La polarización de la prensa en
los últimos tiempos, solo tiene un damnificado: la sociedad, especialmente
aquella que busca informarse. ¿Cómo creer en medios que no se mueven un ápice
del discurso de la Casa de Gobierno? ¿Cómo dar fe al periodismo que se muestra
opositor al extremo de inventar información?
Esa es la situación que hoy vive
la Argentina, con medios que se encuentran a los extremos de la desinformación.
Ergo: ¿Cómo creer en lo que publican?
Algo similar ocurre con los
portales de noticias alternativos, tan proclives a hacer escandalosas
operaciones de prensa, siempre rentadas. Abundan en la web y son fácilmente
identificables porque carecen de publicidad y están colmados de artículos
periodísticos sin sustento.
En particular, el crecimiento de
esos sitios es inversamente proporcional al decaimiento de la calidad de la
prensa en general. El resultado de ello puede verse a simple vista: ríos y ríos
de información poco confiable en Internet.
El periodismo está lejos de ello,
nada tiene que ver con lo que se ha descripto. Solo basta una simple premisa
para ser un buen hombre de prensa: ser honesto.
Se puede escribir mejor o peor;
trabajar en un medio más o menos relevante. Sin embargo, no es eso lo más
importante: para ser un periodista íntegro lo que vale es ser una persona de
bien.
A ello hay que agregar un
condimento imprescindible: la pasión. Quien busque hacerse millonario con el
ejercicio del periodismo, se ha equivocado de profesión.
El hermoso arte de informar es
solo para quienes amen llevarlo a cabo, solo por el hecho de hacerlo. No hay
más que eso.
Hay que decir que no es poca
cosa. Lograr ser un periodista creíble, al cual la ciudadanía recurre a la hora
de informarse, es todo un logro. Pocos lo logran en verdad.
La mayoría naufraga en el mar de
la mediocridad o el descreimiento social. Por ello, el desafío descansa en las
nuevas generaciones de periodistas, muchos de los cuales hoy persisten en
concurrir a puntuales escuelas de periodismo y universidades.
A ellos va dirigida esta columna:
primero, para que sepan que será un camino de espinas, no de rosas. Segundo,
para que no decaiga su fe en lograr un mundo mejor.
De ustedes depende, ni más ni
menos.
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