Cacerolázaro…
Malos
tiempos K. Impiadoso retrato del declive de Cristina. Con un alerta
inquietante: falta lo peor.
¿Dónde
está Sergio Acevedo?
Renunció
a la gobernación de Santa Cruz en marzo de 2006. De sus medias explicaciones se
desprende que se negó a poner el gancho en las obras públicas de Néstor
Kirchner, Julio de Vido y Lázaro Báez. No quiso quedar pegado en ese “Triángulo
de las Bermudas” donde desaparecen millones de euros y aparecen milagrosamente
en Suiza. El periodismo está buscando a Acevedo para que aporte lo que sabe.
Tenía la confianza de Néstor y por eso fue su vice gobernador y su jefe de
inteligencia. Amigos cercanos al honesto abogado aseguraron a Perfil que su
silencio es consecuencia de las amenazas y aprietes que Acevedo recibió.
Fabiana
también sabe.
Es
necesario que la gobernadora de Tierra del Fuego agregue sus datos. Fabiana
Ríos escribió sobre Báez: “Nadie quiere hablar de él, pero todos lo conocen y,
sobre todo, saben que hay puertas que solo él puede abrir, por su cercanía con
el poder. Es amigo personal del presidente Kirchner y su entorno más cercano.
El Presidente pasa en su estancia sus días de descanso cuando pisa tierra
santacruceña. Es una pieza clave en la adjudicación de las obras públicas”. Es
obvio que Ríos no dijo esto ahora que está apenas recostada en el calorcito del
cristinismo. Fue en diciembre de 2005, 70 días antes de la renuncia de Acevedo
y una semana después de la primera denuncia contra Lázaro realizada por Elisa
Carrió que, en aquel momento era jefa política de Ríos.
Fue una columna en Perfil
que ayer sacó pecho con la primera nota que se escribió sobre Lázaro. Firmada
por Marcelo Dimango decía en su copete: “Nadie se anima a tomarle una
fotografía. Contrata un ejército de seguridad para su familia. Sus vecinos le
temen. No le gustan los flashes ni los periodistas. Dicen que es el socio del
presidente Kirchner”. Seis años y cuatro meses después todo se confirmó, y
Lázaro –sin ser Evita– volvió y fue millones. ¿Es o no Yabrán? Finalmente,
obligado por la realidad, Báez mostró su cabellera blanca en el hotel
Patagonia, y en su comunicado Nro.1 dijo que los testimonios de Fariña y
Elaskar fueron editados (una obviedad que ni esos malandrines dijeron) y le
preguntó a los reporteros gráficos: “¿Para qué tantas fotos, chicos?”
La
década ganada en Madero Center.
Parte
de la militancia que aún cree que millonarios enriquecidos con los dineros
públicos pueden liderar una revolución cuasi socialista están mortificados.
Temen que la construcción emblemática de los diez años de kirchnerismo en lugar
de ser el mausoleo de Néstor sea el edificio de Madero. Hay chicaneros de las
redes sociales que proponen una nueva agrupación llamada “Lombard Odier es la
patria liberada”. ¿Para cuándo la estatización de Madero Center? ¿O hay que
privatizarlo? Tenemos que recuperar la soberanía monetaria.
Cristina
sin voz.
Los
problemas de comunicación no son solo por la disfonía recurrente de la
Presidenta conseguida por retar a los gritos a sus ministros, según ella
confesó. Desde que Lanata hizo popular a Báez enmudeció el aparato de
propaganda y hasta el gabinete. Tanta concentración de poder de Cristina y
tanto castigo al que comete el mínimo error los han dejado sin voceros
creíbles. Un gobierno que tiene que recurrir a Mauro Viale se define a sí
mismo. Ni siquiera hubo una orientación clara para minimizar lo de Lanata o el
argentinazo callejero del 18A. Nada les dio resultado. Ocultar el tema llevó
más rating al molino de TN y El Trece. Frivolizarlo masificó el interés entre
el ciudadano menos politizado. Decir que el cacerolazo fue contra toda la clase
política fue una mentira ridícula. Un vozarrón radial, recién llegado por
interés a la política, dijo sin ponerse colorado que “fueron muchos más los que
se quedaron en su casa”.
Cristina es más inteligente que sus salieris. Si
creyera en su gente debería estar tranquila: le dicen que fue menos gente a la
marcha. Con su rigurosidad conocida, Nilda Garré dijo que en Capital caminaron
71 mil personas. Ni el INDEC lo hubiera hecho mejor. O Nik , que se burló
planteando que el Gobierno no cuenta la gente, la pesa. No tienen un liderazgo
común, vociferaban. Y es cierto. Solo coinciden en un par de cosas: jamás
votarían a Cristina, están hartos del abuso de poder y la prepotencia, quieren
vivir en libertad y son bastante más que ese 46% que sacaron en el 2011.
El
peronismo perdió la calle.
En
la batalla contra la 125, se podría haber explicado como un hecho coyuntural
difícil de repetir. Pero cientos de miles protestando en una asamblea popular
itinerante y en tres ocasiones en 7 meses, ya se transformó en un activo
ciudadano que antes era monopolio del peronismo. Cristina lo hizo.
Ficción
para todos y todas.
“El
país está al garete / nos roba un trucho con rodete”, decía uno de los carteles
más ingeniosos entre esa pasión de multitudes que estalló el jueves. Ironías
para Leonardo Fariña, que le dio para que tenga y guarde ficción a Lanata.
Igual no se va a salvar de pasar unos días en la cárcel, igual que su compañero
de “La Rosadita, Federico Elaskar, aunque por otras causas pendientes que
tienen en los tribunales.
El
suicidio institucional.
Aún
a riesgo de ser impreciso pienso que Dante Caputo es un intelectual honesto y
lo ubico en la democracia social y republicana. Nada más lejos de un corrupto y
golpista. Su texto publicado ayer en Perfil me inquietó porque no se trata de
un pensador alarmista. Manifestó su preocupación porque “a partir de los que
estamos viendo (no hay nada que imaginar) se creen situaciones de alta
inestabilidad política, que puedan llevar a otras locuras mayores, por ejemplo,
la interrupción institucional. El deterioro de nuestra organización
republicana, el conflicto, la protesta, las reacciones de unos y otros, la
insensatez de quienes tienen el poder político, puede transformar la fuga hacia
delante en un suicidio institucional. (…) Dios nos libre que la locura de la
presidenta Cristina Kirchner lleve a otros argentinos a una mayor”.
Todavía
falta lo peor.
El
deterioro económico, el desplome de la inversión, las reservas, el consumo y
los puestos de trabajo; la cabriola en el aire que tuvo que hacer la Presidenta
para recomponer con el Papa Francisco, la muerte de Chávez y el triunfo de
penal sobre la hora de Maduro, las inundaciones y la llegada de la “corrupción”
a los primeros puestos en todas las encuestas, conforman la realidad que Ella
prefiere ignorar por twitter. Es el momento más complicado para Cristina en el
poder, con excepción de la 125 y las elecciones de 2009. La noticia más grave
es que lo peor está por venir. El Gobierno aún no encontró su piso y está
cuesta abajo. Conclusión provisoria como todas: mientras más poder quiere concentrar,
Cristina más se debilita.
© Escrito por Alfredo Leuco el domingo
21/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
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