La operación mediática del periodismo y la
SIDE para salvar a Báez...
Las grietas quedaron expuestas. Fue después del Fariña-gate que desnudó Jorge Lanata y que involucró al siempre sospechado Lázaro Báez.
A partir de entonces, la locura mediática
llegó a los lugares menos pensados. Por un lado, el grupo Clarín llevó la historia
a una hipérbole de bombardeo de información insistente, como si se tratara de
un tema relevante a los intereses de la sociedad.
Por el otro, puntuales periodistas a sueldo
de la Secretaría de Inteligencia —ex SIDE— montaron una vergonzosa operación a
efectos de “farandulizar” la denuncia efectuada por Lanata.
A esos efectos, se conjuraron Rolando
Graña, Facundo Pastor, Gustavo Sylvestre y Mauro Viale. Luego se agregaron
Jorge Rial y Luis Ventura. Casi todos, cobran interesantes salarios por parte del
Dirección de Reunión Interior de la Secretaria de Inteligencia, Fernando Pocino.
Bajo un libreto armado por Carlos “Chino”
Zannini, secretario de Legal y Técnica del kirchnerismo, todos siguieron al pie
de la letra una actuación casi perfecta del plan oficial. “Casi”, sí; pero no
perfecta.
El primer tópico que levantó sospechas fue
el sintomático silencio que se dio durante todo el lunes pasado. El mutismo fue
tal que ni siquiera los siempre activos blogueros K se dejaron ver ese día.
Al mismo tiempo, comenzaron los reservados
contactos entre Zannini y Leonardo Fariña a efectos de pergeñar el culebrón que
se vería 24 horas más tarde. No sería en cualquier canal, sino en América TV,
perteneciente a los operadores Daniel Vila y José Luis Manzano. Ambos siempre
sedientos de negocios con el Estado.
Luego llegaría uno de los momentos más
vergonzosos para el periodismo vernáculo: la sorprendente defensa periodística
de las figuras de Fariña y el financista Fernando Elaskar, ambos asesorados por
otro oscuro personaje, el abogado Fernando Burlando.
El encargado del trabajo sucio fue Graña,
por instrucciones directas y precisas de Zannini. Él fue el que “bajó línea” a
los periodistas arriba mencionados para que avanzaran en el plan de
“farandulización” de la investigación de Lanata y, al mismo tiempo, blanquear
las figuras de Fariña y Elaskar.
La estrategia jamás tuvo que ver con la
protección de estos últimos, sino con la necesidad de detener la curiosidad
periodística —y judicial— sobre la figura de Lázaro Báez, quien a su vez puede
llevar hasta los incómodos rastros de Néstor y Cristina Kirchner.
Todos, cada uno a su manera, actuaron su
papel estelar en esta pieza. Eso sí, lo hicieron tan desprolijamente que hasta
copiaron sus argumentos entre sí a la hora de desacreditar el informe de
Lanata. La postal cruda de la operación llegó de la mano de Mauro Viale, quien
no solo colaboró en la farandulización del caso, sino que además criticó al
conductor de Periodismo Para Todos con duros e innecesarios calificativos. Toda
una sobreactuación que nadie le había pedido en realidad.
Así fue, en resumidas cuentas, cómo se
llevó adelante esta operación que se armó en plena Casa Rosada y que contó con
la participación de periodistas de la talla de Graña, Pastor, Viale y
Sylvestre. Un verdadero muestrario de lo que es el antiperiodismo.
No obstante ello, a pesar de todo lo
ocurrido, la ciudadanía no le termina de creer a Fariña y menos aún a Elaskar.
¿Cómo dar fe a un cambio de discurso tan repentino y sugestivo de ambos
personajes?
Más allá de la prueba concreta, la
ciudadanía insiste en respaldar a Lanata y a creer que la corrupción dentro del
oficialismo es un hecho.
Mañana, Periodismo para todos promete
evidencia concisa sobre esta misma trama. Más allá de lo que se muestre, la
sociedad ya ha dado su veredicto: Báez es culpable y la corrupción oficial es
innegable.
No es poco.
© Escrito por Christian Sanz el sábado 20/04/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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