Carpetazos…
País niño. La Presidenta, bailarina, y Darín, marinero.
Después de lo de Darín
hay en los actores menos predisposición a hablar porque temen que el
kirchnerismo y la misma Presidenta respondan a cualquier crítica con un
carpetazo recordando aspectos no deseables de su biografía. Bien lo saben los
empresarios que sintieron su rigor antes: el habla es plata, el silencio es
oro. No sólo le pasó a Darín, a quien Cristina Kirchner le recordó su problema
aduanero con una 4x4, también a Eliseo Subiela cuando, después de decir que no
podía comprar dólares para ir a un festival de cine, la AFIP salió a denunciar
irregularidades impositivas porque, según ellos, figuraba como astrólogo y
lustrabotas. Otro caso reciente, aunque no de un artista, es el de Jorge
Toselli, quien por quejarse del efecto negativo del cepo al dólar en la
actividad inmobiliaria vio cómo la AFIP difundía públicamente que no habría
presentado la declaración de impuestos de su empresa desde hacía tres años.
El “carpetazo”, tirarle a alguien con la parte de su pasado
para denunciar su actual impostura, no
es sólo una técnica kirchnerista. El uso del archivo es una herramienta
habitual del periodismo, muy útil para descubrir inconsistencias. La propia
Beatriz Sarlo cuando estuvo en el programa oficialista 6, 7, 8 le paró el carro
a Barone con su famoso “a mí no” y le recordó que el periodista militante había
trabajado para Neustadt.
La crítica ad hominem (responder atacando a la persona y no
su idea) es tan vieja como la humanidad. Lo que el kirchnerismo agregó de
singular fue que no pocas veces miente al denunciar pecados falsos en su
esencia o en su descontextualización. Si dijera toda la verdad no habría muchas
más quejas que las estéticas, las cuestiones de estilo, ser “comadrona de
barrio”, como le achacó Sarlo a la Presidenta por su tendencia a la chicana al
responder, o morales por su mayor poder.
La técnica
kirchnerista ejerce una réplica que se podría sintetizar en “usted nos
acusa de mentir (la impostura K) cuando su pasado muestra que usted es tan
trucho como nosotros”.
Al recibir el Premio Perfil a la Libertad de Expresión en
2011, Horacio Verbitsky dijo que los periodistas no teníamos que ser tan
sensibles a las críticas que recibíamos de los medios oficialistas. Algo así
como que si tenemos la lengua tan filosa debemos bancarnos las heridas de otras
lenguas filosas, o en porteño de antaño: “Calavera no chilla”.
Pero este carpetazo a Darín llamó más la atención que los
otros, en parte porque no fueron la AFIP ni los medios oficialistas los autores
materiales de la lapidación simbólica del crítico, sino que la mismísima
Presidenta ejecutó la tarea con sus propias manos de principio a fin.
Esa atención especial tiene diferentes explicaciones. Entre
otras, que para el Gobierno lo simbólico es más importante que lo real, que las
puestas en escena son acciones primordiales de gobierno y que el apoyo de los
actores es uno de sus mayores capitales. Desde esta lógica, que el principal
actor argentino critique el modelo produciría más daño que si lo hiciera un
Premio Nobel o un presidente de otro país.
Pero de tanto prestar atención a lo simbólico sobre lo real,
confunden apariencia con realidad, investidura con encarnadura, los personajes
de sus películas con el propio Darín, persona que en su vida real puede no
tener la misma ideología que refleja la mayoría de sus interpretaciones.
En uno de los 8.758 comentarios de la página de Facebook de
la Presidenta, Osvaldo Contreras Iriarte escribió el viernes: “Buen actor, buen
director. ¿Y qué más? Ex pareja de Susanita y actual amigo. Dime con quién
andas y te diré quién eres.”
Peor fue el comentario en la página de la Presidenta de
Esther Peñaranda: “Nunca me gustó Ricardo Darín, y tenía razón. No tiene ni
idea del país en que vive, pues vive en una burbuja en un mundo irreal. Está
casado con Florencia Bas que es de la ciudad de San Nicolás, el padre de esta
chica es médico, el hermano es médico y tienen campos. No hay que ser
inteligente para darse cuenta en qué sitio está Darín, es decir con la
Oposición, los chacareros, con el PRO, etc. ¡Ah! me olvidaba comentarles que la
hermanita de Darín, Alejandra, también está casada con un médico, o sea está todo
dicho. Son fachos enmascarados que se la dan de buena gente.”
Ser médico o chacarero es sinónimo de facho y Darín (como
pasó con los seguidores K de Lanata hace
unos años) “parecía una cosa pero es otra”.
Al revés de estos comentarios, el texto de la respuesta de
Cristina Kirchner a Darín resulta mucho más respetuoso de lo que surge al leer
los extractos de los medios que naturalmente ponen el acento sobre la
controversia. Y está muy bien escrito. La Presidenta sería una gran periodista.
Es una lástima que no utilice su capacidad de comunicación para hacer
verdaderas conferencias de prensa: hasta Putin debutó haciendo su primera
conferencia de prensa este 2013.
Pero no es a Darín sino a los medios a quienes
verdaderamente ataca. Cristina escribió: “Seguro que sus múltiples ocupaciones
y compromisos propios de un artista exitoso le restan tiempo para una
observación más completa de la realidad, pero no se preocupe, tampoco es culpa
suya, seguramente los medios que usted lee no publican esa información”.
Le molestó que Clarín amplificara las declaraciones y
titulara: “Darín: Que alguien me explique el crecimiento patrimonial de los
Kirchner”. Y que TN lo repitiera cada media hora (son expertos). De allí que en
las redes se jugara con la similitud entre las palabras Darín-Clarín. Dos
semanas antes Darín ya había hecho declaraciones duras en PERFIL donde decía
que le gustaría vivir en otro país (en la edición de ayer, PERFIL volvió a
reproducirlas: http://e.perfil.com/darin).
Extendiendo la recomendación de Verbitsky, habría que
pedirles a los actores que soporten las réplicas y no se autocensuren, que
critiquen con coraje, nadie muere por un carpetazo, es un mito como aquel de
que ningún político resistía tres tapas de Clarín en contra.
Participar del debate público tiene sus costos, pero es casi
una obligación para aquellos a quienes la sociedad colocó en una posición de
privilegio.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 13/01/2013 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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