El alma de la foto…
La foto falsa de Chávez convaleciente planteó dos discusiones diferentes. Una ética: ¿se debe publicar una foto de alguien en ese estado? Y otra técnica: ¿cómo se puede llegar a publicar una foto errada en tapa?
Respecto del error, no
hay medio de comunicación que publique muchos contenidos durante muchos años y
por más serio que sea –comenzando por The New York Times– que sea infalible. Es
buena oportunidad para volver a disculparnos con los lectores recordando que
las dos principales revistas semanales de Editorial Perfil acumularon a lo
largo de sus veinte años de existencia una foto errada en tapa cada una de
ellas: Noticias, con alguien muy parecido a Máximo Kirchner cuando todavía el
hijo del entonces presidente no era tan reconocible como lo es hoy, y Caras,
con el doble de Luis Miguel usado por el cantante para despistar a sus
seguidores. Que no haya organización infalible no quita que los responsables de
los errores merezcan ser reprochados sin atenuantes y mucho más en un tema de la
importancia internacional como la salud de Chávez.
Pero la polémica más
importante y a la vez discutible es la ética. En la Argentina existe el
antecedente de la foto de Balbín en terapia intensiva publicada en 1981 por la
revista Gente, pero no es aplicable a este caso porque esa foto no sumaba
información relevante ya que la familia y los médicos de Balbín ofrecían partes
sobre el estado de salud del político. En el caso de Chávez, si la imagen
hubiera sido verdadera y reciente habría notificado sobre el estado de salud
del presidente de Venezuela, algo cuya información esconden tanto su familia
como los médicos que lo tratan.
Si la foto hubiera sido
verdadera, me inclino a considerar relevante su publicación, pero comprendo a
aquellos que puedan percibirlo como de mal gusto; hay un punto de encuentro
entre la ética y la estética. Asimismo, la sensibilidad frente a la muerte o su
proximidad no toca a todos de la misma forma, sumado a que los sentimientos de
simpatía hacia la persona fotografiada hacen que se piense distinto si la
imagen retrata a Kadafi moribundo en lugar de a Chávez intubado. Esto se hizo
evidente en el caso de la foto que publicó la revista Caras de Luis Alberto
Spinetta, meses antes de que muriera, caminando cuando salía de su casa, imágenes
habituales de los medios con todas las celebridades en ese trance, pero que en
este caso disgustaron de manera diferente.
Todavía queda esa idea
atávica de que la foto arrebata parte del alma del retratado, y lo que en las
tribus primitivas es explícito en nosotros se expresa de manera inconsciente.
Todos estos ejemplos de fotos controversiales se dieron en revistas y no en
diarios porque en el pasado reciente los diarios no publicaban imágenes a
color, y hace no tantos años ni siquiera las publicaban.
Luego queda la
subjetividad de quienes critican dependiendo de la simpatía o la antipatía que
sienten hacia ellos y se aprovechan para caerles encima. En el caso específico
de El País de España, resultaron muy poco elegantes los periodistas de otros medios
españoles que atribuyeron el error de El País a las reducciones de personal que
viene realizando esa publicación, cuando todos los diarios de ese país están
con procesos de ERE (Expedientes de Regulación de Empleo), protocolo que se
realiza junto al Ministerio de Trabajo para producir despidos masivos con
indemnizaciones reducidas.
Hace pocos meses me reuní
en Madrid con los directivos de los principales diarios españoles y todos están
con serios problemas económicos. Las críticas son más visibles sobre El País
sólo porque es el más grande. Su exceso de endeudamiento es producto de haber
comprado a su competidor en la televisión por cable y hoy esa empresa
–Sogecable– tiene más participación sobre el total de hogares con cable que
Cablevisión en Argentina. Los dueños de El País no contaron con una
pesificación, con la creación de los APE (acuerdos privados de deuda) más una
Ley de Bienes Culturales como contó Clarín a partir de la crisis de 2002 (vale
aclarar que no sólo benefició a Clarín sino, aunque en distintas proporciones,
a todos los medios). España está sufriendo una recesión como la de Argentina de
hace más de diez años pero, en sintonía con la Unión Europea, se niega a apelar
a medidas heterodoxas como las aplicadas aquí. El tiempo dirá si hicieron lo
correcto, pero en cualquier caso será un error sentirnos superiores porque hoy
nuestra situación sea más ventajosa.
Sobre la foto falsa de
Chávez, Cristina Kirchner escribió en Twitter: “Voy a desayunar. Como todas las
mañanas en la mesa pila de diarios argentinos y también ejemplar del diario
español El País. En su portada vi una foto. Me corrijo, eso no es una foto. Es
una canallada. ¿Quién fue el editor que autorizó la publicación? ¿Hablará de la
libertad de prensa? ¿Escribirá editoriales sobre ética, moral y buenas
costumbres y señalará con el dedo a su próxima víctima? Prensa canalla. No se
me ocurre otro adjetivo. Es igual en todas partes: El País en Madrid, The Sun
en el Londres de Murdoch. Aquí es el Clarín de Héctor Magnetto. Sobre esto no hacen
falta adjetivos, sobran y son demasiado conocidos”.
Tanto en el éxito como en
el fracaso, hay retroalimentación: en los momentos buenos todo tiende a salir
mejor, mientras que en los malos se empeora. Un buen ejemplo es este caso de El
País. A la media hora de haber impreso su edición española descubrieron el
error, ordenaron retirar esos ejemplares de los kioscos de Madrid y comenzaron
a imprimir una segunda edición sin esa foto. Pero en su desesperación olvidaron
que, por las cuatro horas de diferencia horaria con Argentina, podrían haber
impreso su edición sudamericana sin la foto falsa de Chávez que tanto indignó a
Cristina Kirchner.
© Escrito
por Jorge Fontevecchia el sábado 25/01/13 y publicado por el Diario Perfil de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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