domingo, 20 de enero de 2013

Cristina & Héctor... Víctimas... De Alguna Manera...


Víctimas…

LLORONES. Magnetto y Cristina Kirchner, cada uno en su papel, logran adhesión emocional cuando "lloran la carta".

La contratapa de ayer trató sobre si el peronismo se mantendrá unido en 2015 o la irrupción kirchnerista significará un cisma definitorio. El caso de Darín también hubiera servido de ejemplo para esa columna. Actores es un sindicato que en las últimas cuatro décadas nunca había sido conducido por un peronista. Incluso les escapa a los moldes y a las denominaciones peronistas porque, a pesar de que negocia las paritarias, se llama Asociación, y a su conductor, en lugar de secretario general, se lo denomina presidente. Tuvo líderes radicales y de partidos de izquierda, pero peronistas, no. Hoy, la titular de Actores –la hermana de Darín– es kirchnerista, y la mayoría de sus afiliados es abiertamente oficialista. Este pequeño ejemplo es una muestra de las diferencias que existen entre el peronismo tradicional, el de la marcha, de los sindicatos obreros, del conservadurismo popular, y el kirchnerismo.

Pero el caso Darín es también un buen ejemplo para el tema de la contratapa de hoy sobre cómo, de la misma forma que durante muchos años, se fuera de izquierda o de derecha, la mayoría prefería sentirse peronista, en la Argentina actual, se sea kirchnerista o antikirchnerista, la mayoría prefiere ubicarse en el lugar de víctima. Lo que incluso vale tanto para Magnetto como para Cristina Kirchner; el primero, víctima de quienes atentan contra la libertad de prensa, y la segunda, víctima del ataque de los monopolios.

Ser víctima es ser argentino, y no por casualidad el mejor actor argentino –Darín– es un experto en interpretar papeles que no están marcados por el éxito. Es lógico que, al ocupar Hollywood el espacio del cine de triunfadores, al nuestro le resultara más interesante especializarse en lo que quedaba vacante, que el perdedor que “la da vuelta” sea el género paradigmático de nuestra producción cinematográfica, y hasta que se haya retroalimentado con la actualidad de nuestro país haciendo verdadero aquello de que la realidad copia y supera a la ficción.

Cuando Alejandra Darín salió a bajar los decibeles de la polémica sosteniendo que su hermano y la Presidenta estaban del mismo lado, no se refería a que Ricardo Darín fuera kirchnerista; de hecho, votó por Binner y muchas veces antes ya había criticado al kirchnerismo, sino a que la Presidenta y el actor ocupaban espacios similares en el imaginario colectivo. Ambos enfrentaban fuerzas superiores a las propias, pero se las ingeniaban para superarlas y juntos podrían ser socios fundadores de la Asociación Anti Garcas, los despoderados que les ganan a los que tienen poder.

Cuesta imaginar a Magnetto en el papel de víctima, pero Lanata (otro argentino de pura cepa) lo sintetizó al decir que él siempre defendía al más débil y que en la pelea entre el Gobierno y Clarín, el más débil era Clarín. En la contratapa del 1º de diciembre, titulada “El problema de Cristina”, se desarrolló la importancia que tiene la vulnerabilidad en la empatía y el apoyo de los demás, y cómo la vulnerabilidad en que dejó a Cristina Kirchner la inesperada muerte de su marido fue central en el crecimiento y en la recuperación de su popularidad. De la misma forma que, de tanto atacar el Gobierno a Clarín, despertó la solidaridad hacia Clarín aun de quienes habían sufrido su poder.

La recreación fotográfica de Magnetto y Cristina Kirchner llorando que acompaña esta columna habría que interpretarla en clave de lunfardo porteño clásico, donde llorar es vender. Cambalache dice “el que no llora no mama”, concepto que se repite en “llorar la carta”. Cuando Clarín pudo, en sentido metafórico, llorar, despertó algunos sentimientos positivos. Lo mismo Cristina Kirchner: cuando instala que la atacan poderes superiores y metafóricamente llora, se hace más querible. La que todo lo puede produce rechazo. Lo mismo los personajes de Darín que se hacen queribles a pesar de sus múltiples defectos por sus debilidades y no por sus fortalezas.

El Darín de verdad, el de la polémica con Cristina Kirchner, como no podría ser de otra manera, es doblemente víctima y prima donna de las víctimas. Primero es víctima del ataque de la Presidenta y luego de los medios que lo usaron. Pobres medios, culpables de todo, llegará el día en que volverán a ser queridos de tan machucados. ¿Habrá que hacer los reportajes sin título? Porque ningún título podrá nunca sintetizar todo un reportaje, entonces siempre seremos acusados de usar al entrevistado recortándolo.

Refiriéndose a la réplica de Cristina Kirchner, Darín también dijo: “El que me quiera transformar en enemigo del pueblo, yo no lo soy, que mire para otro lado”. Es casi imposible para un actor mantener el cariño de la mayoría del público (el pueblo) e ir en contra de lo políticamente correcto. El kirchnerismo, igualmente sensible a esa necesidad, trabaja el vínculo con los actores también en ese plano. La solidaridad de los actores con el kirchnerismo no es sólo por las reivindicaciones sindicales, los subsidios o los contratos que el Gobierno generó, sino también por poner al Gobierno en el lugar del pueblo.

Se cuenta que en la España de Franco en las corridas el toro representaba al pueblo y el torero, al Estado, porque el primero era la víctima del segundo y por eso, cuando sucedía lo inesperado, y el toro corría al torero, el estadio aplaudía más que nunca. El kirchnerismo logró, mucho más a menudo que otros gobiernos, colocar al Estado en el lugar del pueblo, ser la víctima que “la da vuelta” y supera a poderosos que lo exceden. Si Clarín lograse lo mismo y llegara a 2015, aun maltrecho, lo más íntegro posible, podría tener la oportunidad de colocarse en ese papel de la víctima que genere más simpatía.

Pero la Argentina como país quizá recién pueda “darla vuelta” cuando, como en otros países, el triunfo no requiera tantas coartadas para no generar rechazo.

©Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 20/01/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



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