Relato engañoso…
CLARINBOXING. Dibujo:
Pablo Temes.
No todo lo que brilla es
oro. La prudencia oficial evitó el default. Pero la guerra por el 7D nubla la
mirada del Gobierno.
La situación fue
dramática. Por suerte, ante tanto dramatismo, la Presidenta por una vez
escuchó; finalmente comprendió lo
imprescindible de actuar con prudencia, de dejar de lado los gestos tribuneros
y de evitar expresiones más propias de patoteros que de un estadista. Todo
ello, agregado a un cambio de 180 grados en las proposiciones hacia los fondos
buitre, constituyó los ingredientes fundamentales que permitieron obtener un
fallo favorable en la Corte de Apelaciones de Nueva York que dispuso dejar en
suspenso hasta el 27 de febrero de 2013 el fallo del juez Thomas Griesa. De no
haber ocurrido eso, lo que hubiera sucedido habría puesto al país en una
situación de default técnico de consecuencias catastróficas para nuestra
economía.
La decrepitud moral de los fondos buitre está fuera de toda
discusión. Sin embargo, el problema no es la calificación moral de lo que
representan sino los fundamentos legales sobre los que asientan sus reclamos. Pues
es sobre ellos que fundan sus demandas en las cortes en las que se ventilan
este y otros casos. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha creído
hasta aquí que la mejor manera de pulverizar esas demandas era ignorándolas.
Ese fue un grueso error, como también lo fue creer que gritando aquí y allá que
nunca les pagarían un solo dólar los obligarían a un destino de resignación,
sin darse cuenta de que al decir eso lo que se estaba anunciando, en verdad,
era que se desoiría un fallo de un juez.
La Presidenta está mal
acostumbrada a que esto sea posible en este presente por el que atraviesa
nuestro país. Lo que no advirtió es que Nueva York no pertenece a la Argentina
y que allí las cosas son diferentes. El fallo de la Corte de Apelaciones de ese
distrito le ha dado tiempo al Gobierno para reiniciar las negociaciones con
esos fondos. Por lo tanto, la reapertura del canje habrá de ser un hecho. Eso
es lo que debió haberse planteado hace mucho tiempo. Como señaló Roberto
Lavagna, todo esto sucedió porque la Presidenta no cumplió con los pasos que se
habían establecido en el canje de 2005. Hay ahora una nueva oportunidad para el
país que el Gobierno no debe desaprovechar. ¿Habrá aprendido la lección?
Con todo, el episodio de
mayor gravedad institucional en la semana fue la presentación formalizada por
los camaristas del fuero Civil y Comercial –algunos de los cuales tienen una
conocida afinidad con el Gobierno– en la que denunciaron, ante la Comisión
Permanente de Protección de la Independencia Judicial de la Corte Suprema, las
presiones a las que vienen siendo sometidos por el Gobierno a través de la
larga serie de recusaciones que ha paralizado a esa rama del sistema judicial.
Esta denuncia, inédita en los casi treinta años transcurridos desde la recuperación
de la democracia, se ve agravada por el documento anexo que la acompaña, en el
que se lee un memorándum del ministro de Justicia, Julio Alak, con un
instructivo destinado a señalarles a los magistrados cómo deben fallar. Esta es
la concreción de uno de los actos de avasallamiento de la independencia de los
jueces más escandaloso de los que se tenga memoria. Ello ha dado origen a una
situación de denegatoria de Justicia que la Corte ha reconocido, que es
consecuencia de la guerra del Gobierno contra Clarín, y que tiene implicancias
ominosas que van más allá de este caso. Sin una Justicia independiente no hay
República.
Este es el contexo en el cual se entra a la semana decisiva que
lleva al 7D, a la que el Gobierno ha presentado como una fecha en la que se
refundaría la Argentina. En la Corte hay quienes esperan que el juez Horacio
Alfonso emita su veredicto esta semana. Otros lo ven dudoso y piensan que eso
ocurrirá después de la feria judicial. De todas maneras, los que conocen lo que
se dice en los pasillos ubican al juez como cercano al Gobierno y, por lo
tanto, descuentan que su fallo será adverso a Clarín.
Ese fallo, sea cual fuere
su contenido, no será firme y, por ende, dará pie a una apelación que llegará
inexorablemente a la Corte. Por lo tanto, el 7D nada debería suceder. Sin
embargo, en la Corte hay quienes creen que el Gobierno no respetará esta
premisa elemental de cualquier Estado de derecho y actuará de oficio,
procediendo a dar comienzo al desguace del Grupo Clarín. De ser así, la Presidenta
habrá visto concretado su anhelado sueño de destruir TN, uno de los objetivos
clave de la Ley de Medios. Será ése, además, el momento en el que el Gobierno
habrá dado un paso más en su cruzada por hacer de la Argentina un país lo más
parecido posible a la Venezuela de Chávez.
El último Aló Presidente
debería ser motivo de un análisis profundo por parte del numeroso equipo de
burócratas que manejan la comunicación presidencial. Algo raro, difícil de
definir, le está sucediendo a la Presidenta. Llama la atención la falta de
conciencia del real significado de algunas cosas que allí dijo. Básicamente
dos, relacionadas con su embate contra los jubilados que reclaman que se les
pague ni más ni menos que lo que les corresponde. La primera, cuando Fernández
de Kirchner señaló que “es muy fácil hacer justicia social con la plata del
Estado”. Pregunta: ¿Y con qué plata, si no la del Estado, hace justicia social
la jefa de Estado?
En realidad habría que decir que el Gobierno lleva adelante
una política de injusticia social cuando, en lugar de destinar la plata de la
Anses a pagar las sentencias favorables a los jubilados, desvía esos fondos a
propósitos de propaganda política como, por ejemplo, el Fútbol para Todos. La
segunda, cuando equiparó esos reclamos justos de los jubilados a los de los
fondos buitre. ¿Considerará, pues, que su madre, Ofelia Wilhelm, actuó como un
fondo buitre cuando demandó a la Anses por las deudas que el organismo tenía
con ella, demanda que tuvo un fallo favorable que, además, se pagó sin demoras?
Uno de los rasgos de la
enfermedad de poder es que quien lo padece cree que puede hacer o decir
cualquier cosa sin que ello tenga consecuencia alguna. Esa es la idea que
subyace en el “relato” en el cual sustenta la Presidenta buena parte de su gestión.
Hay que reconocer que hasta aquí la ha acompañado el éxito. Sin embargo,
debería tener en cuenta la famosa frase de Abraham Lincoln que dice: “Se puede
engañar a todos durante algún tiempo; se puede engañar a algunos todo el
tiempo; pero lo que no se puede es engañar a todos todo el tiempo.”
Producción periodística:
Guido Baistrocchi.
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