"China 3.0"...
China 3.0
Cómo será el mapa internacional cuando Beijing asuma su liderazgo. La disputa con Estados Unidos. Un imperio y dos imperios. El ascenso de Brasil y la India. ¿El mundo se olvidó de la Argentina o la Argentina se olvidó del mundo?
“Estados Unidos ha sido la única superpotencia desde el fin de la Guerra
Fría, pero su dominación global se ha debilitado desde la crisis financiera de
2008. La configuración internacional actual está en transición desde la
unipolaridad con Estados Unidos como el único actor líder hacia la bipolaridad
con China, emergiendo en los próximos diez años, como una contraparte menos
poderosa de Estados Unidos”. China 3.0, publicado el mes pasado por el Consejo
Europeo de Relaciones Exteriores.
El mundo verá en las próximas décadas la confrontación entre Estados Unidos
y China por la hegemonía mundial. Desde un punto de vista lógico, hay tres
salidas para esa lucha: la victoria china, el empate o el triunfo de Estados
Unidos. Esta última opción parece muy improbable, a menos que suceda un
derrumbe chino, cuyos motivos, hoy, no se insinúan.
De manera que, puestos a observar los asuntos del mundo, deberíamos prestar
atención para ver si nacen en China fuerzas incontenibles que llevarán al país
a dominar las relaciones mundiales, a la vez que miramos con cuidado los signos
de renovación o decadencia que puedan darse en Estados Unidos. Un imperio o dos
imperios.
Existe una opción distinta para la que deberíamos estar preparados. Pueden
nacer novedades en la organización mundial que lleven a que el tipo de orden
mundial que conocimos en la historia no se repita en el futuro.
Hasta ahora, tuvimos tres tipos de naciones: las imperiales, que imponían
su dominio; las altamente evolucionadas; y el resto, que agrupaba a la mayoría,
con diversos grados de progreso. Las denominaciones cambiaron, pero siempre
tuvimos un mundo en que éstos eran los tres grupos básicos.
En nuestro tiempo, han aparecido naciones que no podrían pretender
hegemonías mundiales, pero que mantienen un ritmo de desarrollo importante y
que probablemente lleguen a ser líderes regionales. Serán actores de peso en el
tablero mundial, no dependerán de imperios, su influencia y su liderazgo serán
fuertes en sus regiones, pero no impondrán el dominio sobre otros países. India
y Brasil serían dos casos típicos.
Si se produjera una configuración mundial de este tipo (potencias
mundiales, líderes regionales y resto del mundo), las derivaciones para las
políticas exteriores de los Estados deberían ser, en ciertos casos,
importantes. Recuerdo muy bien la dificultad de imaginar nuestra política
exterior e interior en la época de la Guerra Fría.
Por ejemplo, para despejar la sospecha de que estoy hablando de categorías
abstractas, nuestra estabilidad democrática (¡nada menos!) podría haber estado
en peligro si Cuba no hubiese cesado el apoyo al Frente Patriótico Manuel
Rodríguez, la fuerza insurgente chilena. Fue necesaria una visita a Cuba en
1986 y una extensa conversación con Fidel Castro para que cesara el envío de
armas al Frente Manuel Rodríguez.
En el ejemplo de Chile se ve la importancia que los asuntos exteriores
tienen para los interiores. Sin embargo, este dato contrasta con la ignorancia
que existe en nuestro país por los temas del mundo y los inmensos efectos que
tienen en nuestra existencia, colectiva e individual. Lo que pasa en el planeta
casi entra en la categoría de relleno informativo.
La pasividad en el caso que cité habría sido la antesala de la catástrofe.
Del mismo modo, no imaginar ahora cómo actuar en estos escenarios, de los que
aquí sólo hacemos un boceto, traerá consecuencias peligrosas. ¿Nuestra política
exterior tiene algo que ver con los escenarios que se describen en este
panorama? ¿Acaso hemos realmente pensado toda la potencialidad del vínculo de
Brasil, incorporando el ascenso de ese país? Nadie plantea esos posibles
caminos ni nadie exige que existan políticas sobre estas cuestiones.
En estos meses hemos visto algunos hechos, en China y Estados Unidos, que
pueden mejorar nuestro dibujo del futuro. En Estados Unidos se insinúan cambios
que forman parte de una lenta evolución, sin ruido y sin transformaciones
súbitas. Hay indicios de que puede terminar el largo período de dos grandes
mitos estadounidenses. El primero, en su sociedad, el american way of life,
donde parecía que todos podían acceder al sueño del consumo masivo, autos
modernos e inmensas casas (sostenido en realidad por un gran endeudamiento de
hogares y empresas). El segundo, el “destino manifiesto”, donde ese país era el
pueblo elegido que decidía lo que era bueno o malo en el resto del mundo.
Hoy pareciera que se inicia la
reconsideración de esas fantasías. George W. Bush ayudó a precipitar la
realidad. Su nefasta administración exacerbó las fragilidades intrínsecas de
Estados Unidos. La gran crisis de 2008 despertó la conciencia de que el país no
era omnipotente y eterno. A partir de allí, la realidad de un mundo más
complejo y real comenzó a mojar sus costas.
A su vez, China ha iniciado una gran reflexión acerca de su futuro
político. Ya no se trata de su transformación económica y comercial ni de su
carrera por el cambio tecnológico y militar. Ahora bajan las cartas del juego
esencial, la construcción política de la sociedad.
Hace unas pocas semanas se publicó China 3.0, una compilación de autores chinos sobre esta cuestión. Es la
primera vez que se habla de la ambición política china y su manera de concebir
de la organización de la sociedad.
Entre los autores, el director de Asuntos Globales, Pan Wei, sintetiza la
etapa que se cierra y la que se abre en China. “Para 2049 finalizará el
renacimiento de la civilización china y comenzará la era de la modernización,
que tiene otro sentido que el occidental. Para nosotros, esto implica un país
fuerte como cualquiera de Occidente y una población rica como cualquiera de
Occidente […]. Tendremos una democracia con características chinas, más
libertad de expresión con menos individualismo. El multipartidismo divide y no
se ajusta a una sociedad cohesionada como la china”.
Estados Unidos comienza a repensarse; China, a imaginar la sociedad de su
futuro. Brasil anuncia sus planes de defensa para 2030 y asume, con prudencia,
el papel de potencia regional. Vamos hacia un mundo nuevo, que, en estas arenas
exteriores, parece inquietar a pocos. Me parece que no es tan grave que el
mundo haya olvidado a la Argentina como que la Argentina haya olvidado al
mundo.
© Escrito por Dante Caputo y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo
23 de Diciembre de 2012.
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