Sucesores y desheredados...
ATREVIDOS. Daniel Scioli. Dibujo: Pablo Temes
Si no hay re-re, los candidatos K no tienen chapa.
Scioli y Massa tejen su proyección 2015 lejos de la Presidenta.
Medio en broma, los
peronistas bonaerenses dicen que la agrupación La DOS son las iniciales de
Daniel Osvaldo Scioli y también, la más pragmática, “Daniel o Sergio”. Son los
que apuestan en contra de Cristina y quieren subirse al barco del gobernador o,
en su defecto, al de Sergio Massa. Son apenas dos puntas del iceberg que está
asomando a medida que la Presidenta consolida la “democradura” envenenando la
economía y la convivencia, y asaltando la justicia. El 8N y el 7D provocan
tempestades cargadas de incógnitas. Pero hay algunas certezas.
Por ejemplo, que
el elefante del peronismo se puso a caminar. En estado de asamblea permanente,
el PJ olfateó que es muy probable que en 2015 haya nuevamente un presidente
peronista, como ocurrió en la mitad de los años desde aquel 4 de junio del ’46,
cuando ganó la fórmula Perón-Quijano. El justicialismo gobernó en 22 de los 29
años de democracia recuperada. Tal como lo describió Juan Carlos Torre, el
peronismo funciona como la totalidad del sistema político, con oficialismo y
oposición en el mismo envase. Es una vidriera donde hay candidatos disponibles
para las corrientes ideológicas que soplan en cada época y también para los
reclamos locales, en este caso de mayor racionalidad y diálogo. El resto, por
ahora, muestra líderes sin partido y partidos sin líderes, como dice Sergio
Berensztein.
La foto actual demuestra
que si se habilita la reelección, Cristina se sucederá a sí misma. Pese a su
pobre gestión, hoy es imbatible. Pero si el oficialismo no logra forzar la
reforma constitucional para diseñar un traje a la medida de la Presidenta, la
lucha será entre el Partido Justicialista y el movimiento Unidos y Organizados.
Este conglomerado, que
funciona como escudo de Cristina, carece de candidatos taquilleros porque está
diseñado con verticalismo a su imagen y semejanza. Jóvenes de clase media sin
experiencia e invictos en triunfos electorales propios, en la universidad;
movimientos sociales muy atados al clientelismo, con algunos dirigentes que
desbordan imagen negativa como Luis D’Elía y otros dirigentes que han perdido
en las urnas varias veces en sus distritos pero se comportan como inspectores
ideológicos para garantizar la pureza de gobernadores e intendentes que ponen
los votos y la gestión.
Con la otra camiseta
podrían jugar Daniel Scioli, Sergio Massa, José Manuel de la Sota y, en menor
medida, Roberto Lavagna y Hugo Moyano. Entre Scioli y Massa, el que se atreva a
romper primero y en el momento justo se colocará en la pole position. Tres
integrantes del equipo económico que acompañó a Eduardo Duhalde ya trabajan con
el intendente, que se mueve entre sus pares cosechando lealtades. Se cansaron
de esperar a Scioli y creen que nunca pegará el salto.
Tres ex ministros de
Duhalde y Néstor Kirchner creen lo contrario. Que Scioli, fiel a su estilo
náutico, seguirá flotando hasta que la historia vuelva a tocarlo con la varita
mágica. Pepe Scioli, que actúa como constructor entre el no kirchnerismo,
confía en que su hermano se convierta en “Mandela, porque nos va a unir a todos
los argentinos” y está convencido de que “el kirchnerismo se terminó con el
cacerolazo del 13S”. El periodista Pablo Ibáñez asegura que Sergio Massa recitó
en varias ocasiones la siguiente frase, que actúa simultáneamente como promesa
y exorcismo: “Yo no voy a ser el Reutemann bonarense”. Es que el dos veces
gobernador santafesino nunca se atrevió a pelear por la presidencia.
A Scioli y a Massa los
une casi toda su historia política y que Cristina les hizo la cruz: jamás serán
sus herederos. Productos de la incubadora de Carlos Menem, fueron dirigentes de
todos los gobiernos peronistas: con Duhalde, Néstor y Cristina. También
comparten el desprecio de la Presidenta que los ubica a la derecha de su
proyecto y los acusa de ser “neoliberales”. A Daniel le tiene más paciencia
porque lo necesita pero a Massa apenas lo tolera cuando no hay más remedio
institucional.
Jamás olvidará sus
confesiones en la Embajada de los Estados Unidos, donde describió a Néstor
Kirchner con una virulencia inédita: “Psicópata perverso y cobarde, producto de
su complejo de inferioridad”. De eso no se vuelve ni siquiera en el peronismo.
Alberto Fernández definió
la diferencia en el matrimonio presidencial con cuatro palabras: “Néstor
sumaba, Cristina expulsa”. Mas aún, Néstor hablaba con todos y Cristina habla
sola y no escucha a nadie. Cristina es más vengativa y sus rencores duran más
tiempo. Su lista negra crece todos los días con leales que tira a los leones
sin dar explicaciones. El caso más reciente y misterioso es el de Gabriel
Mariotto. Pocos jugaron tanto su pellejo para obedecer a Cristina y, sin
embargo, hoy transita por la Siberia patagónica. Otros como el gobernador
Daniel Peralta, que enfrentó duramente el embate de la Presidenta, hoy tienen
más chances de ser indultados. Los grandes maltratadores de la política suelen
actuar así. Al que se agacha para hacer una reverencia se le suben a los
hombros y al que se planta se lo revaloriza por su coraje.
Se dice que Néstor eligió
cinco veces a Scioli (vicepresidente, gobernador, vice del PJ, diputado
testimonial y otra vez gobernador como mandato post mórtem) y que Cristina
eligió a Martín Sabbatella, quien supo ser un duro enemigo de los pejotistas
bonaerenses. Eso levantó una gran resistencia. Igual que el viraje conservador
de la Ley Antiterrorista o la complicidad con el sindicalismo menemista
(Cavalieri sentado al lado de Abal Medina es un dato), o que la seguridad la
maneje el coronel Sergio Berni y no el diputado Marcelo Saín, o la ley
propatronal de riesgos del trabajo, que fue defendida con pasión por un
diputado de matriz comunista como Carlos Heller. Dijo que fue una forma de “derogar
el andamiaje impuesto por el neoliberalismo en materia laboral”. Si fuera
cierto eso, sería más difícil de explicar cuáles fueron los motivos que
impulsaron tanto a la UIA como al macrismo a apoyar la norma con su lobby y su
voto en soledad al Frente para la Victoria.
¿Desde cuándo el partido
neomenemista y “Macri basura, vos sos la dictadura”, como gritan los
camporistas, comparten ideológicamente una ley con Cristina? Esos jóvenes
diputados debieron tragar un sapo amarillo difícil de digerir.
Alguna vez Cristina puso
a Alemania como modelo de país. Hoy nuestro norte es Venezuela. De Merkel a
Chávez hay un abismo y un salto al pasado. Algo muy extraño está pasando en el
poder. Cristina mantiene su luto y su recuerdo por Néstor pero, a dos años de
su muerte, prácticamente no queda nada en pie de lo que su marido construyó.
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