jueves, 6 de septiembre de 2012

Santa Cruz está que arde... De Alguna Manera...


Santa Cruz: golpe oficial a Peralta y embestida contra la prensa...

"Sólo hay que tenerle miedo a Dios y a mí... un poquito". Cristina Kirchner.

Cristina y una peligrosa apuesta contra la República. "Hay un sector que quiere cargar en mi espalda el fracaso del modelo". Esas proféticas palabras fueron pronunciadas por el gobernador Daniel Peralta el sábado pasado y fueron el preludio de lo que ocurriría horas más tarde, cuando Cristina Kirchner lo acusó de haber ordenado un puntilloso seguimiento sobre su persona.

La acusación oficial, aunque disparatada, no carece de paradojas: el kirchnerismo ha instaurado en la Argentina todo un sistema de espionaje hacia periodistas, empresarios y referentes de la oposición. No es algo nuevo, Tribuna de Periodistas lo reveló en el año 2006 con lujo de detalles gracias al aportes de un relevante funcionario del Poder Ejecutivo: "Existen terminales de computación denominadas DVCRAU que funcionan incansablemente en la oficina que la SIDE posee en Av. de los Incas 3834, más conocida como 'Ojota' (Observaciones Juciciales). En esa dependencia no sólo se suelen escuchar conversaciones, sino que se suelen interceptar otro tipo de comunicaciones como los correos electrónicos y las señales de fax. Desde allí surgen reportes que son enviados directamente a una de las oficinas de presidencia de la Nación y que sólo pueden ser leídos por pocos funcionarios de la extrema confianza del primer mandatario (Néstor K). Estos informes se complementan con los datos surgidos de otras fuentes que el kirchnerismo utiliza para informarse de todo lo que sucede a su alrededor", se publicó en esos días.

Un año después, los datos fueron refrendados por el ingeniero Ariel Garbarz a través de una entrevista que le fue realizada por revista Noticias. Allí, el especialista admitió que funcionarios del kirchnerismo le habían admitido que se "pinchaban" teléfonos de diversas personas a través del referido equipo DVCRAU, el cual "hacía las pinchaduras" y "estaba conectado con el cable de fibra óptica que sale de la sede de la SIDE en la Avenida de los Incas, en Belgrano. Ahí funciona la OJOTA, la Oficina de Observaciones Judiciales que es la que se encarga de intervenir los teléfonos".

Frente a lo antedicho, ¿cómo puede Cristina hacer un señalamiento como el que ha hecho en las últimas horas? ¿Por qué nunca dio explicaciones sobre las acusaciones del Garbarz?

Pensar que la Presidenta de la Nación más poderosa de la historia argentina pueda ser víctima de un intento de espionaje llevado a cabo por un grupo de periodistas de pocos recursos, junto a espías que forman parte de una dependencia que fue desmantelada en 2011, es de una puerilidad que abruma.

¿Acaso nadie le dijo a Cristina que el Departamento de Inteligencia provincia (DIP) fue disuelto por Peralta el 1º de marzo de 2011? ¿Sabrá la mandataria que este fue creado en 1972 por el tío de Néstor Kirchner, en años de la dictadura de Agustín Lanusse?

Las contradicciones llegan a la hilaridad más increíble: durante los tres períodos de “Él” como gobernador de Santa Cruz e incluso luego de que llegara a la primera magistratura, el DIP siguió vigente y con su estructura intacta. ¿Tanto tardó el kirchnerismo en percatarse de que era un organismo siniestro?

Se insiste, aunque moleste: las acusaciones que Cristina ha hecho en las últimas horas no tienen el más mínimo sustento, aunque sí un claro objetivo. Dos en realidad: embestir contra un medio crítico como es OPI Santa Cruz —se pergeña incluso una dura denuncia judicial— y hacer un golpe institucional contra Peralta.

A ese respecto, debe mencionarse que OPI ha cometido un grave error: el de trabajar con gran profesionalidad, echando luz en cuestiones que a la Presidenta le molestan, y mucho. Dos de los hechos que la fastidiaron ocurrieron en las últimas semanas. El primero, cuando OPI descubrió que se había reunido en secreto con su contador y escribano, los fantasmales Víctor Manzanares y Leandro Albornoz.

El segundo suceso que fastidió a Cristina se dio cuando OPI reveló los inesperados desperfectos del Tango 01, que obligaron a Presidencia de la Nación a contratar un charter privado. "¡Por culpa de ese hijo de p..., vamos a salir en todos lados!", habría dicho la mandataria cuando vio al fotógrafo de esa agencia retratar el momento.

Minutos antes, uno de sus custodios le había dicho crudamente: “Señora, una de las turbinas no enciende y dicen los técnicos que en prevención debemos suspender el vuelo”. La furia cristinista era incontenible.

A partir de ese momento, comenzó el plan para destruir a OPI —de la mano de los "medios satélite" del kirchnerismo, como Página/12, Tiempo Argentino, Télam, y otros— y, al mismo tiempo, avanzar varios casilleros en el plan para eyectar a Peralta del poder santacruceño. Es una trama que anticipó TDP con lujo de detalles el pasado 19 de julio:

No casualmente, en estas horas el oficialista secretario de Seguridad, Sergio Berni, se encuentra en Santa Cruz comandando un operativo de patrullaje de Gendarmería en el marco del paro policial que dejó desiertas las calles de esa provincia durante las últimas dos semanas.

La aparición de Berni no es síntoma de nada bueno: se trata del mismo funcionario que, merced a una bolsa repleta de dinero, comandó una de las operaciones más sucias contra el macrismo en el Parque Indoamericano, a fines de 2010.

En esta oportunidad, el secretario ya mostró las cartas que usará contra Peralta. Lo hizo al advertir que el envío de personal de fuerzas de seguridad nacionales no implicará en absoluto que la Casa Rosada resuelva el conflicto de fondo. En plena conferencia de prensa —en la que no permitió al gobernador siquiera sentarse a su lado— Berni aclaró que será Peralta quien deba hacerse cargo de solucionar el paro policial.

Las palabras del funcionario no son aisladas ni casuales, sino parte del inconsciente cristinista. Pocos saben que su diálogo con la Presidenta es constante y directo, sin intermediarios.

Mal que le pese a Peralta, Berni es el ejecutor del plan que ha instruido Cristina en estas horas, el cual incluye su propio aislamiento por parte de todo el arco oficialista santacruceño.

Los otros encargados de llevar adelante la "operación cerrazón" son Máximo Kirchner, Julio De Vido, Carlos "Chino" Zannini, y el empresario Lázaro Báez. De Vido, por caso, se encuentra reunido en estas horas con un grupo de intendentes santacruceños con los que coordinará un nuevo plan de obras para la provincia, obviamente sin darle participación a Peralta.

Basta observar el papel que en estas horas juega Berni para comprender que el plan se lleva adelante con la precisión de un relojero suizo. El secretario de Seguridad es el sicario que ha elegido el kirchnerismo para erosionar la figura del gobernador santacruceño. En ese marco se entienden sus intimaciones a Peralta de “abstenerse" a seguir haciendo algo que jamás ocurrió: "monitorear" a Cristina.

No es el único frente que deberá sortear el mandatario provincial. En estas horas, dos alternativas se discuten en Casa de Gobierno de Buenos Aires. Primera: ahogar económicamente a Peralta, promoviendo de esa manera el atraso de los sueldos y el pago de las obligaciones financieras. Segunda alternativa: promover el juicio político contra el mandatario a través de la legislatura provincial, copada por La Cámpora. Debe recordarse que, de los 24 legisladores que allí se desempeñan, 22 pertenecen al Frente para la Victoria y la mayoría responde directamente a Buenos Aires.

Concluyendo

Lo que ocurre en estas horas en Santa Cruz es de una gravedad republicana pocas veces vista con anterioridad. ¿Cómo es posible que se utilice el aparato del Estado para perseguir al periodismo en lugar de resolver cuestiones de mayor relevancia, como la inseguridad y la pobreza? ¿Hasta dónde llegarán los señalamientos contra quienes no comulgan con el "modelo"?

La democracia vive sus peores horas; el periodismo también. La ciudadanía se muestra hoy rehén de la discrecionalidad de una mujer que solo parece moverse a través del capricho personal, sumado al desconocimiento republicano. No se puede comprar dólares, no se puede importar insumos, no se puede siquiera protestar públicamente. ¿Hay acaso alguna diferencia entre la Argentina y Venezuela?

Nadie sabe aún hasta dónde llegará la escalada oficial, pero una cosa es segura: la virulencia está lejos de cesar en el mediano plazo. “Estamos en un año no electoral, ¿qué nos espera en 2013 entonces?”, advirtió, no sin tino, un colega de diario La Nación. 

Parecieran quedar pocas alternativas frente a lo que viene. Tal vez haya que cruzar los dedos y esperar a que algún ministro o secretario se anime a hacer recapacitar a Cristina, obviamente a riesgo de ser destruido por el maligno aparato estatal.

Fuera de esa alternativa, no queda mucho más. Solo resistir ante lo inesperado y hacer lo que mejor saben los hombres de fe: esperar un milagro.

 © Escrito por Christian Sanz y publicado por Tribuna de Periodistas el jueves 6 de Septiembre de 2012.


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