Ensoñación…
Michelle Obana
Tuve
suerte. Me tiré el lance y me salió bien. Le pedí a Michelle Obama que me
respondiera algunas preguntas para mis lectores, aquí en la Argentina. La
primera dama de los Estados Unidos aceptó. Confieso que admiro profundamente a
esta mujer de 48 años. Su historia es conmovedora.
¿Qué significa ser la
primera dama del país más poderoso del planeta? Servir como primera dama es un
honor, un privilegio extraordinario. Viene de una familia humilde, de gente de
trabajo, y ha llegado a la Casa Blanca. ¿Cómo se atraviesa por esa experiencia?
Mire, mi padre enfrentó numerosos desafíos en su vida. Padecía de esclerosis
múltiple y trabajaba en la planta potabilizadora de agua en nuestra ciudad.
Casi nunca faltó al trabajo. El y mi madre estaban resueltos a darnos a mí y a
mi hermano la educación con la que ellos sólo pudieron soñar. Y en un país
donde estudiar en la universidad cuesta mucho, ¿cómo pudieron hacerlo? Cuando
mi hermano y yo finalmente entramos a la universidad, nuestros aranceles se
pagaban con nuestros créditos estudiantiles y por becas, pero papá sin embargo
insistía en pagar una pequeña porción del arancel de su bolsillo y cada
semestre se proponía pagar a tiempo, incluso endeudándose cuando no le
alcanzaba. Estaba tan orgulloso de poder mandar a sus hijos a la universidad
que se aseguraba de que nunca quedáramos sin inscribirnos si su cheque no
llegaba a tiempo.
¿Por qué era tan
importante para su padre, un trabajador municipal, que ustedes estudiaran en la
universidad? Porque como para muchos de nosotros, ésa era la medida de su éxito
en la vida: ser capaz de parar la olla decentemente para poder sostener a su
familia. ¿Sus orígenes y escenarios familiares son parecidos a los de su marido
Barack, no es cierto? Barack fue criado por una madre que luchaba para llegar a
fin de mes, y por abuelos que ayudaban cuando su mamá lo necesitaba. No
envidiaban a nadie, ni les importaba que otros tuvieran mucho más que ellos.
Creían simplemente en la fundamental promesa norteamericana: incluso si uno
empieza con poco, pero trabaja duro y hace lo que debe hacer, debe poder vivir
una vida decente y asegurar una vida mejor para sus hijos y sus nietos. Así nos
criaron.
¿En qué se parecen su
vida y la de su marido a las de sus padres y abuelos? Aprendimos de esos
ejemplos dignidad y decencia. Nos enseñaron que importa mucho más trabajar duro
y parejo que el dinero que se gane. Que ayudar a los demás significa más que
salir adelante uno solo. Nuestros viejos nos enseñaron a ser honestos e
íntegros. Importa mucho decir la verdad. No es bueno tomar atajos. Lo
importante es ser fieles a nuestros valores. Bueno, pero ¿para el
norteamericano medio acaso no importa tener éxito? El éxito no sirve a menos
que uno llegue a él de manera recta y justa. Nos enseñaron a ser agradecidos y
humildes. Supimos gracias a ellos que mucha gente tuvo que ver con nuestros
logros, desde maestros y profesores que nos inspiraron, a trabajadores de
maestranza que limpiaban nuestras aulas en el colegio.
¿Y cómo se relacionan
esas experiencias con la vida en la Casa Blanca? Cuando se trata de reconstruir
la economía, Barack piensa en mi viejo y en su abuela, en el orgullo que siente
un asalariado tras una dura jornada de trabajo. Y cuando se trata de
proporcionarles a nuestros hijos la educación que se merecen, sabe que, como yo
y muchos, él nunca podría haber estudiado en la universidad sin ayuda
financiera. ¿Vivían de manera muy austera? Me podrá creer o no, pero la verdad
es que cuando estábamos recién casados la suma combinada de nuestras cuotas
mensuales para pagar el crédito estudiantil era mayor que el monto de la hipoteca
de nuestra casa. ¡Eramos tan jóvenes, estábamos tan enamorados y teníamos
tantas deudas! ¿Piensa que la de ustedes es una demostración del mítico
american dream? Barack sabe qué es el sueño americano porque lo ha vivido. Cree
que cuando uno trabaja duro, hace bien las cosas y toma en cuenta las
oportunidades, usted no cierra esa puerta detrás de él. Para él, el éxito no
consiste en cuánto dinero uno acumula sino en la diferencia que uno produce en
las vidas de la gente.
Ese matrimonio que vive
hace cuatro años en la Casa Blanca y viaja en el Air Force One, ¿en qué se
diferencia de lo que fueron como jóvenes afroamericanos tratando de salir de la
pobreza? Amo en Barack que nunca haya olvidado cómo comenzó su vida, que
podamos confiar en que hará las cosas que dice que va a hacer, incluso cuando
es pesado, especialmente cuando es muy duro hacerlo. Eso amo en él, que nunca
piense en términos de “nosotros” y “ellos”. No le importa que seas demócrata,
republicano, o ninguna de ambas cosas. Entonces, ¿cómo llegaron adonde llegaron
viniendo de donde venían? Llegamos a la Casa Blanca gracias a gente como mi
padre y la abuela de Barack, hombres y mujeres que se dijeron “puede que no
tenga la posibilidad de hacer realidad mis sueños, pero tal vez mis hijos podrán.
Tal vez mis nietos podrán”.
Ya casi sobre la fecha en
la que su marido será votado para permanecer o no cuatro años más en la
presidencia de los Estados Unidos, ¿cuáles son sus emociones y ansiedades? Hoy
sé por experiencia que si verdaderamente queremos dejar un mundo mejor para
nuestros hijos e hijas, si queremos darles las bases para que sus sueños y
oportunidades estén a la altura de sus proyectos, si queremos infundirles el
sentido de esas posibilidades sin límites, su convicción de que aquí, en los Estados
Unidos, siempre hay algo mejor delante de nosotros mientras estemos dispuestos
a esforzarnos en pro de esa meta, entonces tenemos que trabajar como nunca
antes, volver a unirnos y apoyar al hombre en el que se puede confiar para que
éste, nuestro gran país, siga avanzando: mi marido, el presidente Barack Obama.
Obviamente, Michelle
Obama no me concedió una entrevista. Esta fue una licencia periodística. Sus
“respuestas” literalmente son sus palabras en la convención del Partido
Demócrata de esta semana en Charlotte, Carolina del Norte. El copyright del
concepto sobre el cual trabajé este reportaje “fraguado” pertenece a Juan
Carlos de Pablo, cuyos “diálogos” con muertos ilustres los domingos en La
Nación son una valiosa marca registrada. Todo lo que Michelle Obama sostiene
choca de manera colosal con los usos y costumbres de la Argentina, donde la
cultura del esfuerzo, el rigor de las obligaciones y la ética de las
responsabilidades son rasgos minoritarios. ¿Alguno de ustedes podría imaginar
estas palabras en boca de Cristina Fernández?
©
Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el sábado 8 de Septiembre de 2012.
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