Peronismo y población…
La Revista Barcelona satiriza la visión K de la clase media.
En Biopolítica,
Foucault sostuvo que los poderes impulsan la vida o terminan con ella. Los
políticos gestionan cuerpos, que junto al territorio y sus recursos naturales
son las herramientas que administran. Los seres humanos serían stock económico
para el mercado, y materia prima de la biopolítica.
No hay economía sin geografía ni política sin demografía. El
peronismo es un fenómeno político poblacional, que se nutrió y se nutre de los
cambios demográficos (mientras que el radicalismo en los últimos setenta años
los padeció). El peronismo siempre vio antes, tuvo la perspicacia de adueñarse
del voto femenino en los 50 y con idéntica lógica ahora quiere hacer lo mismo
con el de los jóvenes de 16 a 18 años (quienes agregarían 10% al total de
votantes en las elecciones de 2013) y con el de los extranjeros.
Cuando el radicalismo nace y llega al gobierno, a principios
del siglo pasado, la mayoría del país vivía en áreas rurales y la inmigración
interna era de habitantes de Buenos Aires hacia el interior. Cuando el
peronismo nace, la mayoría del país vivía en áreas urbanas y el flujo se había
invertido: era del interior hacia Buenos Aires.
Cuando Yrigoyen asume su primera presidencia, en 1916,
prácticamente no existía el Gran Buenos Aires: ochenta por ciento del poco más
de dos millones de habitantes se concentraba dentro de los límites de la Av.
General Paz. Pero ya cuando Perón asume su primera presidencia, los casi 5
millones de personas que habitaban el área metropolitana se repartían mitad por
mitad dentro de la Capital Federal y el Conurbano. Y cuando Cristina Kirchner
asume, el Conurbano ya era tres veces
más poblado que la Capital Federal, con 9 millones de habitantes, mientras que
dentro de los límites de la Av. General Paz se mantienen algo menos de 3
millones de personas.
Al llegar Néstor Kirchner al poder, había 2 millones de
habitantes menos en el Conurbano; y cuando Menem asumió, había en el Conurbano
5 millones menos de habitantes que hoy. Probablemente Alfonsín haya sido el
último presidente radical que pudo ganar una elección sin una “pata peronista”.
La hegemonía del PJ, que a veces se compara con la que tuvo el PRI en México
durante la mayoría del siglo XX, viene siendo un fenómeno creciente. Y salvo
una disrupción histórica, ningún candidato que no sea peronista podría aspirar
a ganar una elección salvo que lo apoye el PJ o una parte de él.
El voto del Conurbano se parece mucho al del noroeste
argentino, donde el peronismo
consigue los triunfos más
arrolladores. No se podría no relacionar ese hegemonismo del PJ con la mucho
menor participación de la población de clase media y media alta en esas zonas.
El radicalismo es un partido representativo de la clase
media, lo mismo que el Socialismo, la Coalición Cívica y hasta el PRO. La
revista Barcelona, en su última edición, satirizó la mirada que el kirchnerismo
tiene de la clase media al dibujar una familia tipo en un sillón frente a un
televisor, todos con un bolo fecal con ojos como rostro y un título que dice:
“¡Crece la impaciencia en la clase mierda y la mierda alta!”.
Otro fenómeno demográfico de consecuencias electorales es la
inmigración a la Argentina desde los países limítrofes. Siempre hubo un flujo
constante de paraguayos y bolivianos que engrosaba la población argentina, pero
desde la llegada del kirchnerismo ese caudal se incrementó, lo que también es
una señal del crecimiento económico de estos años.
Michel Foucault, en su libro Las palabras y las cosas,
escribió: “Desde luego, no sería posible evitar estas oscilaciones
(demográficas) que agravan sin cesar la miseria de las naciones ya pobres y,
por el contrario, aumentan la prosperidad de los Estados ricos. Los movimientos
de la población tienen un sentido opuesto al del numerario. Este va de los
Estados prósperos a las regiones de precios bajos; los hombres, en cambio, son
atraídos por los salarios elevados y van hacia los países que disponen de un
numerario abundante. Así, pues, los países pobres tienen la tendencia a
despoblarse; la agricultura y la industria se deterioran y la miseria aumenta.
Por el contrario, en los países ricos, la afluencia de mano de obra permite
explotar riquezas, cuya venta aumenta en la cantidad de metal que circula”.
A Foucault le faltó agregar nuevos móviles inmigratorios,
como los subsidios con los cuales la Argentina tentó a muchos vecinos a tener
sus hijos y construir su familia de este lado de la frontera donde, además, la
salud y la educación pública son mejores que en Paraguay o Bolivia. Realizando
el sueño de la Patria grande y, simbólicamente, el Virreinato del Río de la Plata.
Alimentar, educar y sanar a un contingente mayor es un
desafío para la actual generación de argentinos pero será una oportunidad para
el país en el futuro porque un mercado interno mayor y más joven le dará a
nuestra economía fortalezas.
Una de las explicaciones al crecimiento brasileño de la era
Cardoso-Lula-Dilma es demográfica: la tasa de natalidad bajó allí hace 25 años
y ahora Brasil se encuentra con una mayoría de la población joven pero en edad
laboral, que ya atravesó la escuela, aporta a las cajas de jubilación y no
consume salud pública porque no envejeció.
¿Qué partido sino el PJ sacará ventajas electorales de la
nacionalización de esta potenciada corriente migratoria regional?
Que los jóvenes de 16 a 18 años puedan votar beneficia
electoralmente al kirchnerismo porque a menor edad mayor sensibilidad a la
publicidad. Esto vale para la publicidad privada pero la publicidad política
está ampliamente dominada por el oficialismo. También es más fácil imponerles
un relato del pasado sesgado a los jóvenes porque no lo vivieron. Lo mismo a
los extranjeros cuando puedan votar.
Desde hace décadas, la Argentina viene cambiando su perfil
poblacional y el único partido que lo aprovecha es el peronismo. Desde el punto
de vista de los méritos electorales, merecen sus triunfos. Si fueran una
empresa privada, serían los que más se esfuerzan y afinan su estrategia.
© Escrito por Jorge
Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires el sábado 8 de Septiembre de 2012.
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