Destituyentes...
Las razones de Moyano
para explicar el desbarajuste que armó eran, y son, endebles, esencialmente
insostenibles. Pero la retórica y los métodos del Gobierno fueron abominables.
Lo visto esta semana ratifica que la Argentina sigue retrocediendo casilleros,
apegada a su proverbial esmero para chapotear en el fracaso. En su versión
actual, en su escala, y dado su poder de fuego, los camioneros son, como
concentrado político-económico-sindical, hijos dilectos del kirchnerismo. Eran
poderosos y dañinos antes de 2003 y lo demostraron con paros salvajes y perfil
beligerante desde fines del gobierno de Menem y durante los dos años de la
Alianza. Pero ese poder se multiplicó sin límites desde 2003 a hoy. La causa
interpuesta como argumento de la huelga y movilizaciones desatadas es un
razonamiento insostenible.
El Gobierno decide mantener el actual mínimo no imponible
para cobrar el impuesto a las ganancias a quienes viven de su sueldo y no paga
asignaciones a millares de asalariados porque se le desfondó la caja. Las
explicaciones de este agujero social evidente van desde la ingenuidad hasta la
mala fe, pero al margen de sus aprietes de caja (el Gobierno atrapa 5.300 millones
de pesos este año por no ajustar el mínimo), el problema es en definitiva la
inflación. Cuando le mencionan el deterioro del salario que provoca la
inflación, Moyano balbucea y defiende ásperamente la vetusta estrategia de
pelear por aumentos que se pulverizan inexorablemente con esa exacción
inflacionaria. Lo dijo aquí Jorge Fontevecchia la semana pasada, en lapidario
diagnóstico: “La inflación es la madre de la mayoría de los problemas
actuales”. Para Fontevecchia, la Argentina es “un país que ama los excesos”.
Imposible desmentirlo.
¿Qué excesos? Por ejemplo, poner en la calle una
movilización basada en perfectamente legítimos reclamos salariales, pero
apelando a acciones directas, revela pasión por la desmesura. Sin embargo, aun
cuando los camioneros son gente pesada y ducha, no se puede negar que gozaron
de zona liberada durante casi una década. Esa metodología brusca y a menudo
plagada de acciones legales fue consentida por un Gobierno que
irresponsablemente pensó que jamás debería beber esa medicina. Quienes
sostuvimos durante años que era pernicioso avalar las transgresiones con
argumentos de solidaridad social fuimos groseramente injuriados y tratados como
trogloditas de la derecha “destituyente”, esa mítica palabra acuñada por
Nicolás Casullo. Ahora es el Gobierno el que habla de “extorsión”, pero su
credibilidad trastabilla. Se hicieron gárgaras con el mantra de no
“criminalizar” la protesta y ahora son acusados por Moyano de “gorilas” y
“antiperonistas”.
Esta intensa percepción de estar volviendo al pasado ya es
inocultable. El entero cuerpo político del justicialismo, de derecha a
izquierda, fuga hacia lo pretérito, donde cree encontrar ideas y argumentación
para los desafíos espinosos de 2012. El nombre de sus agrupaciones revela
devoción por los sarcófagos: La Gelbard, La Perón, La Cámpora, La Solano Lima,
el Evita, todos ellos muertos entre 1952 y 1984. Las peleas sin tregua dentro
del oficialismo también evocan el pasado más siniestro. Los principales
enemigos del Perón de 1974 se decían más peronistas que él. Pero si el anciano
general se describía en su ocaso como león herbívoro, es porque fue carnívoro
veinte años antes. ¿En qué se diferencia el comunicólogo Gabriel Mariotto,
arrojando ahora granadas contra Daniel Scioli, del gánster Victorio Calabró
acusando en 1975 al gobernador Oscar Bidegain de terrorista montonero?
Etiquetas diferentes, la misma praxis antropófaga. Retoños muy tardíos del
stalinismo de hace ochenta años, sólo creen en la conducción férrea, secreta y
vertical. Por eso pide una reforma constitucional que habilite la “re-re” de
Cristina gente como el fascista Luis D’Elía, el ex dirigente del PC Eduardo
Sigal y el profesor de Filosofía Ricardo Forster.
¿Por qué una cuestión que debería haber sido tramitada de
manera más inteligente, serena y razonable termina desmadrada, a los gritos y
en insalubre hipertensión? No es por falta de mayor poder comunicacional del
oficialismo, ni porque “alguien no comunica bien lo que está pasando”. Tampoco
se trata de que en el Gobierno haya descoordinación y no se hagan bien las
cosas. No son ésas, claro, las razones. Como subraya con ejemplar claridad
Rodolfo Rodil, en la Argentina se padece una “democracia débil, sin partidos y
sin controles”. Esa pavorosa indigencia institucional determina que, con su
teatralidad incontrolable, la Presidenta se apresure a volver al país
anticipadamente para encarar el conflicto con los camioneros. Sólo ella, nadie
más que ella, el país pendiente de las mágicas manos de ella, que se toma de
urgencia el avión para Río de Janeiro para apagar los fuegos. Lo mismo hizo
cuando canceló una gira por Alemania para evitar que Julio Cobos ejerciera la
primera magistratura unos días. Es la misma Argentina en la que Moyano,
furioso, declara un paro nacional de camioneros por TV la noche del miércoles y
lo levanta de apuro horas más tarde tras conseguir el 25,5% de aumento para sus
bien remunerados seguidores. La famosa “organización sindical” es un juguete de
utilería. En pocos países del mundo, con sociedades civiles relativamente
articuladas, se ejerce el poder de manera tan despótica y unipersonal como en
la Argentina. El mismo Moyano que da la primicia del luego levantado paro
nacional por TN agasajaba cálidamente al “compañero” Amado Boudou no hace
muchos meses.
Es legítimo preguntarse por qué la extorsión y chantaje que
esta semana denunció el Gobierno no eran llamados así años atrás. Lo dice con
su habitual claridad Liliana de Riz: la Argentina se hamaca siempre entre “el
ciclo de la ilusión y el desencanto”. Crece la certeza de que la deshonestidad
administrativa, las mentiras oficiales, las chapucerías administrativas y un
sinfín de incongruencias son atributos de un modelo que, si alguna vez existió,
es hoy una abstracción despintada y deshilachada.
© Escrito por Pepe
Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires el domingo 24 de Junio de 2012.
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