Nada es casual...
El dador José Ottavis. Dibujo: Pablo Temes.
Contradicciones
oficiales y malas decisiones afectan la economía. Ahora, otro escándalo en
ciernes.
Nada es casual. El mal manejo de la economía que viene haciendo el Gobierno
ha llevado a que la crisis se agrave. Como es norma, cuando se entra en la
dinámica de una crisis a la que no se la combate desde sus causas, lo que se
observa es que la efectividad de las medidas que se implementan es siempre
fallida. Se ingresa así en un verdadero círculo vicioso del cual salir es cada
vez más difícil y costoso.
Hay una realidad innegable: a pesar de las fuertes restricciones impuestas a
la compra-venta de dólares, la fuga de divisas no se detiene. En medio de este
revuelo, al Gobierno se le ha ocurrido la idea de iniciar la batalla cultural
por la “desdolarización”. Si hay un escenario poco adecuado para iniciar
semejante cruzada es el del presente, con la desconfianza en aumento. Cuando
alguien quiere comprar un dólar y no puede hacerlo, está ante la evidencia
irrefutable de que algo no anda bien. Para peor, están las conductas que bajan
desde el poder que muestran un apego al dólar que no es diferente al del resto
de la población. Las cifras son contundentes: la Presidenta tiene ahorros que
superan los US$ 3 millones.
Al Gobierno le cabe, otra vez, la aplicación del famoso dicho “haz lo que yo
digo pero no lo que yo hago”. Esta postura, un clásico K, ahuyenta cualquier
estímulo a llevar adelante una cruzada por la “desdolarización”.
En una de las tantas falacias con las que se pretende distorsionar la
realidad, desde el Gobierno salieron a repetir que sólo entre el 11% y el 12%
de la población ahorra en dólares, dando a entender que la escasez no tiene un
alto impacto. Las cosas son diferentes: la cantidad de artículos importados que
son necesarios para la manufactura de muchos productos nacionales hace que su
fabricación esté hoy seriamente afectada.
El viernes, el Gobierno reaccionó con furia ante la información de un
proyecto destinado a imponer la pesificación progresiva de ciertas
transacciones comerciales. Hubo allí una sobreactuación del viceministro de
Economía, Axel Kicillof, quien se dedicó a descalificar a Clarín y a El
Cronista. Sin embargo, tres fuentes distintas del Palacio de Hacienda
confirmaron la existencia de borradores con ideas acerca de cómo implementar la
pesificación de una parte de la actividad económica. En ese mismo tren se habla
de la abolición de la prohibición para indexar los precios que contemplaba la
ley de convertibilidad.
Por lo demás, esas tres fuentes confirman las desavenencias entre el
ministro Hernán Lorenzino y Guillermo Moreno y señalan el temor de la
Presidenta por la continua salida de dólares.
Para agregar más confusión, están las palabras del jefe de Gabinete, Juan
Manuel Abal Medina, quien en su floja exposición ante la Cámara de Senadores
habló de la necesidad de “desdolarizar” la economía: en los hechos equivale a
hablar de la pesificación. En igual sentido se expresó el senador Aníbal
Fernández. Por eso, resultó insólita la diatriba de Kicillof, como si el
Gobierno se hubiera desmentido a sí mismo.
A causa de este zafarrancho, es que en el mundillo de banqueros, economistas
y empresarios se habla de la “mala praxis” del equipo económico. Se coincide
allí en que el desastroso manejo de la economía ha acabado por hacer de un
inconveniente una crisis de la que nadie sabe cómo se saldrá.
En el colmo del absurdo, ahora se anuncia que las casas de cambio, tras el
apriete al que las sometió Guillermo Moreno, acordaron vender el dólar paralelo
a $ 5,10. “Si no cumplen, el lunes les mandamos la AFIP con los perros, la
Gendarmería Nacional y todo lo que se les ocurra”, les dijo a sus
interlocutores, con su habitual “amabilidad”, el secretario de Comercio.
Es
decir que, a partir de mañana, el Gobierno convalidará como legal a lo ilegal.
El déficit fiscal es el gran agujero que está en la base del problema que
hoy padece la economía. A este problema se agrega el de la inflación. Esta
combinación, sumada al cepo cambiario, está llevando a la economía a un proceso
de progresivo enfriamiento. Se entra así en un círculo vicioso. La polémica ley
de reforma impositiva que aprobó la Legislatura bonaerense la noche del jueves
es un ejemplo de ello. Traerá aparejado una mayor presión impositiva no sólo
sobre el campo sino también sobre toda la comunidad, como consecuencia del
impuesto sobre los Ingresos Brutos. Así y todo, la provincia de Buenos Aires
seguirá enfrentando un fenomenal rojo de sus cuentas fiscales que la obligará a
endeudarse más. Curiosa contradicción esta del endeudamiento provincial en el
medio del desendeudamiento del cual no se cansa de hablar la Presidenta.
Como si faltara algo para hacer todo más complejo, se instaló la sospecha de
un posible pago de coimas para lograr la aprobación de la reforma impositiva.
Hay que recordar que, hace una semana, el vicegobernador Gabriel Mariotto había
producido un gran revuelo cuando habló de “valijas que iban y venían” en la
Legislatura provincial para la aprobación de las leyes.
En la desmentida que el vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense,
José Ottavis –quien dicho sea de paso está denunciado ante el Juzgado Nacional
de 1era. Instancia en lo Civil N° 26 por la posible existencia de fraude
procesal o electoral por una supuesta falsificación de domicilio– hizo en el
programa de Víctor Hugo Morales, en la que terminó por reconocer que el celular
de la foto es suyo, lejos de aclarar, oscureció. Los fantasmas de la Banelco
que tanto daño institucional le hicieron al país hace once años vuelven a
posarse sobre el escenario político de una provincia que, como la de Buenos
Aires, tiene una fortísima impronta nacional. Además, todo esto lleva implícita
una situación de sospecha que afecta a La Cámpora. “Que se hagan cargo ellos de
esto que no la deja bien parada a la Presidenta”, le dijo Daniel Scioli a
alguien de su cercanía ayer por la mañana.
Finalmente, en las últimas horas sucedieron dos episodios repudiables. Uno
fue la agresión que sufrieron un camarógrafo y un cronista del programa 6,7,8
por parte de alguno de los participantes del cacerolazo del viernes en Barrio
Norte. El otro, la violenta irrupción de un grupo de personas aparentemente
vinculadas con La Cámpora en un bar de Villa del Parque, donde Horacio
Rodríguez Larreta, jefe de Gabinete del Gobierno porteño, dialogaba con un
grupo de vecinos. Son hechos de intolerancia reminiscentes de un pasado que no
debemos repetir.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito por Nelson
Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
el sábado 2 de Junio de 2012.
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