Expropiar rivales…
No hagan olas Daniel Scioli. Dibujo: Pablo Temes.
Cristina quiere
blindar ya el escenario electoral. La salida de Hadad y los próximos Eskenazi.
El plan sistemático para serrucharle el piso al gobernador
de Buenos Aires es de una magnitud impactante. No solamente por lo simbólico,
con Gabriel Mariotto y José Ottavis sentados en el palco de Vélez en primera fila,
dándole la espalda a Daniel Scioli. También porque han logrado esterilizar
todos los proyectos legislativos del gobernador y bombardear al ministro de
Seguridad Ricardo Casal desde la agrupación La Verbitsky, en la que milita
Nilda Garré. El que más claramente expresó el pensamiento de Cristina fue
Martín Sabbatella, que también tuvo una butaca muy cerca de la conductora:
“Scioli se disfraza de kirchnerista para heredar el proceso político y torcer
el rumbo tomado en 2003”.
El golpe más duro contra Scioli fue que Cristina haya
obligado a huir de los medios audiovisuales a Daniel Hadad. No logró que se
fuera sin un peso, pero estuvo cerca. Fue como quebrarle el espinazo mediático
a Scioli. El gran pecado de Hadad fue no sumarse a la ofensiva contra el gobernador.
Esta es la medida del cambio que representa Cristina respecto de Néstor. El ex
presidente tuvo a Moyano, Scioli, Hadad y los Eskenazi (y hasta a Clarín en un
primer momento) como aliados en su trepada para construir la legitimidad que
Menem le había negado. Cristina no los necesita más. Por el contrario, está
dispuesta a combatir contra ellos a los que identifica con el pasado.
“Unidos y organizados”, fue el lema del acto multitudinario.
“Unidos y organizados contra Moyano y Scioli”, dijo con sorna a PERFIL uno de
los organizadores. A Hugo Moyano ya le rodearon la manzana. Todos los días le
comen un dirigente. Pero Cristina no confía ni en Antonio Caló. Les gustaría
consagrar a Hugo Yasky, que ni siquiera pudo liderar la totalidad de la CTA. El
cuestonamiento de la legalidad y del quórum conseguido por el jefe cegetista es
la excusa que pronto parirá dos CGT como hay dos CTA.
En Vélez, Cristina marcó la cancha del futuro político.
Trazó la raya que divide claramente a los amigos de los enemigos. Mostró el
primer fotograma de la próxima película titulada: “Vamos por todo” o “Tarjeta
roja para los tibios”. Por eso expropió tanto los restos de la Justicia
independiente, como el Grupo Hadad y el 51% de las acciones de YPF. Lo
sufrieron en carne propia kirchneristas no suficientemente fanatizados como
Esteban Righi, Daniel Rafecas, Daniel Hadad y la familia Eskenazi. Pero es sólo
el comienzo. Después de empujar a Edenor y Edesur al abismo y el cuasi default,
seguramente le espera la misma medicina a Marcelo Mindlin, el primo del
canciller Timerman, que probablemente sea el próximo Eskenazi.
El formulario está escrito y sólo hay que agregarle los
destinatarios. Dice así: “No hicieron las inversiones, se llenaron de dinero y
vaciaron la empresa. Por lo tanto hay que recuperar la soberanía”. Se le puede
agregar el nombre que la Presidenta decida. ¿Gerardo Werthein será el Eskenazi
de Telecom? ¿O ser el socio oculto de Cristóbal López lo blinda por ahora?
Estela Carlotto le dijo al diario El País que ahora van por las mineras. Es
difícil establecer si fue una expresión de deseo, un anticipo informativo o una
mera confusión.
La Presidenta ya eligió su estado mayor. Máximo, su hijo, es
el verdadero jefe del gabinete que integran Carlos Zannini, Héctor Icazuriaga,
Guillermo Moreno y Axel Kicillof. La articulación de la militancia cristinista
quedó a cargo del grupo de los cuatro: Andrés Larroque, Edgardo Depetri, Emilio
Pérsico y Agustín Rossi, según el orden de afecto y confianza que les dispensa
Cristina.
Esta fractura expuesta, cargada de odios que atraviesa toda
la sociedad y a sus organizaciones, levanta dos trincheras de las que resulta
difícil correrse. Los que intentan caminar por el medio pueden morir en el
intento sin saber de qué lado salió la bala. Por ahora, el ejército cristinista
tiene una conductora férrea e inteligente, mucho dinero e iniciativa y se lleva
por delante a todos los que intenten ponerle algún límite. Eso, claramente,
erosiona la calidad institucional de la democracia. ¿Existe algún atisbo de
construcción no kirchnerista que equilibre los tantos con alguna chance de
alternancia? Allí es donde el gremialismo peronista tradicional que lidera
Moyano, la mayoría de los intendentes
bonaerenses con Sergio Massa a la cabeza, las estructuras históricas del
Partido Justicialista, que han sido desactivadas, confluyen en un rezo
cotidiano a Scioli.
No tienen otra posibilidad a la vista. Es su única
esperanza. Necesitan un jefe que demuestre más autonomía y que esté dispuesto a
jugar con una imagen positiva cercana a la de Cristina. Daniel Scioli siempre
se mostró leal al matrimonio Kirchner pero nunca antes sintió como ahora que le
comen los garrones. No es la primera vez que la gente que lo rodea promete que,
esta vez sí, Daniel Scioli va a pegar un puñetazo sobre la mesa y se va a
decidir a liderar el peronismo marginado, que sufre incluso que ni siquiera se
haya cantado la marchita en Vélez. Ver para creer. La falta de fondos para las
intendencias, la parálisis de muchas obras públicas porque los cheques no
llegan y los privilegios en todo el territorio para La Cámpora incrementaron el
clima de bronca. ¿Se pondrá Scioli al frente de ese movimiento? Peronista
náutico acostumbrado a flotar y ajedrecista por vocación, siempre manejó sus
tiempos y no le fue nada mal.
Cristina es la única argentina que tiene prohibido ser
candidata en las próximas presidenciales. La Constitución nacional es, por
ahora, un impedimiento. El cristinismo no tiene, y difícilmente tenga, otro
candidato. Su apuesta a los jóvenes que apenas son conocidos, el deterioro
definitivo de Amado Boudou, aunque judicialmente lo salven, y el temor que el
verticalismo les produce a los dirigentes para largarse solos, hace muy difícil
la aparición de cuadros relevantes.
Este es el principal desafío que Cristina deberá resolver
después de los comicios de medio tiempo. Con la posible candidatura de Alicia
Kirchner en la provincia no alcanza. La malversación de las estadísticas
públicas del Indec ha empezado a convertirse en fantasma que acecha la economía
real. No hay nadie sobre la tierra que crea que en la Argentina la pobreza es
sólo del 6,5% y que la indigencia casi no existe. Es una ficción que se
autodestruye cuando aparece la realidad que existe fuera de la cancha de Vélez
y lejos de la Unidad Básica Madero Center.
© Escrito por Alfredo
Leuco y publicado el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el
sábado 29 de Abril de 2012.
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