Malvinas hoy: la distancia cultural es tan amplia
como
la "desconfianza kelper"...
Infografía
Malvinas hoy...
El columnista de Perfil vivió allí este 2 de abril y
transmitió su programa radial desde las islas. Aquí su relato y análisis,
mezcla de política y color local.
La vivencia de estar en la capital de las
Islas Malvinas es única. Aquí se experimenta la presencia de la soledad. Este
es un lugar absolutamente alejado del mundo. En esta ciudad viven 2.500 almas
que no olvidan ni por un solo segundo el horror que para ellos significaron los
74 días que pasaron desde el 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982, que fue
el lapso durante el cual las tropas argentinas ocuparon las islas.
El error y el horror que representó esa
guerra han producido un daño gigantesco a las aspiraciones de la Argentina de recuperar
este territorio. Hasta esa fatídica fecha del 2 de abril de 1982, reinaba en
los kelpers un sentimiento de afecto y gratitud hacia nuestro país, que la
mayoría –por no decir la totalidad– de los argentinos desconocíamos. El vuelo
semanal de LADE, la pista del aeropuerto construida por el Ejército Argentino,
el abastecimiento de combustible a través de la YPF de entonces, la atención médica de muy buena
calidad que se brindaba a los isleños en los hospitales públicos de Comodoro
Rivadavia y de Buenos Aires, son datos, hechos y circunstancias que aquí se
recuerdan con afecto y con la nostalgia y el pesar de lo que será muy difícil
que alguna vez vuelva a ser igual. El sentimiento de gratitud y de afecto hacia
la Argentina
era enorme; por eso mismo fue que aquí dolió tanto el desembarco y la ocupación
de las islas por parte de las tropas que mandó la dictadura militar. Los
kelpers que aún siguen queriendo a nuestro país lo repiten todo el tiempo.
El paisaje de las islas es de una
significativa belleza. La nada que lo habita es sencillamente conmovedora. En
el medio de esta nada se eleva Puerto Argentino, una ciudad que experimenta una
bonanza económica que daría envidia a más de uno. Aquí todo el mundo tiene
trabajo y, a pesar de que la vida no es barata, nadie pasa necesidades. Aquí la
gente se siente feliz con el tipo de vida que hace. Es una vida particular. En
esta ciudad de calles angostas y limpias, transitadas por muy poca gente –ya
sean las 9 de la mañana o las 9 de la noche- y en las que el silencio es
estrepitoso, no hay ni cine ni teatro.
Allí el 2 de abril es, obviamente, un día
de malos recuerdos. Por eso es una fecha a la que se la ignora, lo que no
equivale a decir que se la olvide. Al acto que encabezó Cristina Fernández de
Kirchner en Ushuaia nadie le prestó atención. La radio local sólo lo mencionó.
El día de conmemoración para los kelpers es
el 14 de junio. Ese es el día de la liberación. El 1 de abril hubo un homenaje
a los reservistas que intervinieron en la defensa de la ciudad el día del
desembarco que fue muy intenso. Prácticamente toda la ciudad se reunió
alrededor del monumento a los caídos para rendirles tributo. Ese día el enojo
hacia la Argentina
emergió con toda la fuerza, circunstancia que sufrimos en carne propia y que
puso en serio riesgo la transmisión de mi programa Primera Mañana, por Radio
Mitre, en lo que constituyó la primera transmisión de un programa de una radio
de la Argentina
originado en las Islas Malvinas. En efecto, la realización de esta transmisión
fue algo de gran impacto tanto aquí como en el resto del país, que enojó a
algunos kelpers que albergan sentimientos manifiestamente hostiles hacia los
argentinos. Esto dio pie a una intensa presión sobre quien aportó el salón en
el que se montó el estudio de Radio Mitre en Puerto Argentino, en donde se la
sintoniza por aire con una notable claridad. Finalmente, el afecto hacia la Argentina por parte de
esa persona nacida en las islas pudo más y la transmisión logró concretarse
para emoción nuestra y de todo el equipo que participó de estas transmisiones
históricas, tanto allí como en Buenos Aires.
Además de los 2.500 habitantes de Puerto
Argentino, en el resto de las islas Malvinas viven otras 2.500. De ellas, 2.000
habitan la base militar de Mount Pleasant, de los que 1.500 son militares y
500, civiles. Los 500 habitantes restantes se distribuyen por el resto de las
dos islas principales, Gran Malvina y Soledad.
Las Malvinas están atravesando un momento
de una singular bonanza económica. Los crecientes ingresos provienen de tres actividades principales: la
pesca, que representa el 40%; la lana, el 10% y el turismo el otro 50%. La
perspectiva por la posible explotación de petróleo es enorme. Los aspectos que
serán determinantes para concretarla o no son tres: el impacto ambiental, la
carga impositiva y la factibilidad económica del negocio. Si todo esto se logra
compatibilizar, se abre para los kelpers un futuro de promisión que los hará a
todos ricos.
Más allá del horror de aquellos 74
inolvidables, la guerra nos hizo un gran favor, reconocen los kelpers. Desde
entonces las cosas mejoraron mucho para ellos. Lo más importante es que eso les
permitió alcanzar status de ciudadanos británicos plenos.
Políticamente se vive en un estado
democrático puro que hace recordar a la Grecia de la Acrópolis. El
gobernador es designado desde Londres y es, en general, un embajador de
carrera. Lo secunda un Consejo Parlamentario integrado por 8 miembros que son
elegidos directamente por el pueblo. Hay un detalle singular: los partidos
políticos aquí no existen. El único intento que se hizo para crearlos ocurrió
hace unos años y fracasó rotundamente. Por lo tanto los ciudadanos y ciudadanas
que integran el Consejo son plenamente independientes y su elegibilidad depende
del nivel de prestigio o liderazgo que tengan cada uno de ellos entre sus
conciudadanos.
Hay aquí una estación de radio que
transmite la mayor parte programación de la BBC y un incipiente canal de televisión que sólo
emite, por ahora, unas pocas horas los fines de semana. Hay en la radio quien todavía vive y recuerda
vívidamente el momento en el que las tropas argentinas hicieron su irrupción en
sus estudios y tuvieron a quienes en esos momentos se desempeñaban allí,
tirados al suelo boca abajo, con alguien sobre ellos apuntándoles.
La base militar de Mount Pleasant, que está
ubicada a 50
kilómetros de Puerto Argentino, tiene reminiscencias de
los años de la guerra fría. El personal que allí se desempeña no tiene
prácticamente ningún contacto con la población malvinense. Mount Pleasant es un
coto. Los soldados, además de no tener contacto con la población, no tienen
mayor idea sobre las islas. Por eso es que el príncipe Williams estuvo allí
pero no tuvo el más mínimo contacto con los kelpers.
El problema de la droga aquí no existe. El
del alcoholismo, en cambio, sí. Se toma mucho y los fines de semana mucho más.
Ver a jóvenes alcoholizados en las cercanías de los dos o tres pubs que hay es
lo normal. El alcohol logra que la gente se sincere, explica con llana
franqueza el padre Michel, el párroco de la iglesia católica que tiene una grey
de unos cien fieles practicantes, quien agrega que el chisme es el combustible
que moviliza la sociedad: aquí todo el mundo sabe todo de todo el mundo.
La educación constituye una herramienta
esencial para el desarrollo presente y futuro de las islas.
El jardín de infantes, a partir de los 4
años, la escuela primaria y la escuela secundaria son obligatorios. La escuela
es pública y gratuita. Durante la escuela primaria, los chicos que no viven en
la ciudad reciben, cada dos días, la visita en su casa de un maestro cuya tarea
se complementa por medio de Internet a través de un programa interactivo
especialmente diseñado. A partir de la escuela secundaria, ya el alumno que
vive en el campo es obligado a trasladarse e instalarse en Puerto Argentino. A
tales efectos hay dormitorios especialmente dedicados a los adolescentes en los
que se alojan y comen.
Una vez que el alumno termina el secundario
está habilitado para dar el examen que se exige para ingresar a las
universidades del Reino Unido. Si el aspirante lo aprueba accede a proseguir la
carrera que desee en cualquier universidad del Reino Unido, para lo cual el
gobierno de las islas paga la matrícula, el hospedaje, los libros y las comidas
del alumno quien, por otra parte, no tiene ninguna obligación de regresar a las
islas. No obstante, lo que se está comenzando a apreciar es que más del 50% de
los estudiantes que se gradúan deciden volver a Malvinas.
La docencia es una de las profesiones mejor
pagas de las islas. Esto responde a una decisión política que se tomó hace unos
años de elevar la calidad de la educación. Así es que el salario mensual de un
maestro es de unas 3.000
libras, lo que le garantiza un muy buen nivel de vida.
En general, se comprueba aquí un profundo
respeto hacia los veteranos de guerra argentinos. Todos los que recuerdan los
horrores de esa guerra, tienen presente en su memoria como una de esas postales
del horror las penurias que nuestros soldados conscriptos debieron padecer durante
aquel traumático trance.
El cementerio de los caídos argentinos en
Puerto Darwin emociona. Esas tumbas son el testimonio más cabal de la tragedia
de aquella guerra absurda. El cementerio está ahora bien cuidado. Cada tumba
está coronada por dos rosarios. Allí se percibe la inmensidad de la muerte y el
sonido del viento que nunca cesa y el de los rosarios chocándose entre sí. La
escena es conmovedora.
Salvo el caso del ex canciller Guido Di
Tella, en los 30 años que han pasado de la guerra la clase política argentina
no ha pisado las islas. Pienso que es un grueso error. La barrera más
importante a vencer es la cultura. Desde ese punto de vista a las Malvinas y a la Argentina las separa un
océano. Los kelpers desconfían de todo lo que la dirigencia política expresa
sobre las islas. No es para menos. A lo largo de estos 30 años se han
encontrado con que un día un gobierno los quiere seducir y otro día, otro
gobierno los ignora. Un día un gobierno amenaza con cortarles el vuelo de LAN y otro día, inesperadamente, ese mismo
gobierno propone la idea de establecer tres vuelos de Aerolíneas Argentinas
entre Buenos Aires y Puerto Argentino. Un día ese mismo gobierno los amenaza
con un bloqueo destinado a impedir el ingreso en los puertos sudamericanos a
los barcos que porten la bandera de las islas y otro día el mismo gobierno les
promete que habrán de escucharse sus opiniones. Cuál es la verdad, se preguntan
muchos de los que aquí quieren ser escuchados.
Hay hechos que son muy llamativos que
deberían generar una profunda reflexión por parte de la dirigencia política de la Argentina en general.
Como lo mencionamos, uno de ellos es que en los 30 años de nuestra reganada
democracia, con la excepción de Guido Di Tella, durante su desempeño como
canciller del ex presidente Carlos Menem, nadie tomó la iniciativa de visitar
las islas para contactarse con sus autoridades y, fundamentalmente, con la gente. De haberlo hecho y de haber encarado
el tema de Malvinas con criterio de políticas de Estado, podrían haber tenido
una visión más exacta de la realidad que aquí se vive, sin la cual va a ser muy
difícil encontrar una manera de comenzar a derribar la muralla cultural que hoy
separa a los kelpers de la Argentina. Mientras esa muralla exista va a ser
muy difícil que pueda existir alguna posibilidad de una negociación seria sobre
la soberanía de las islas.
Estando allí he aprendido a querer más a
este territorio.
Estando allí he podido apreciar en toda su
profundidad la tragedia de aquella guerra y el dolor que produce lo absurdo de
todas esas muertes, las de nuestro lado y las del otro lado.
Estando allí he podido valorar en toda su
dimensión el heroísmo y el estoicismo de nuestros soldados.
Estando allí he podido tener una real
noción de lo mucho que padecieron quienes debieron enfrentar una geografía tan
bella como agreste y un clima extremo y castigador. Allí el frío, el viento y
la lluvia congelan el alma.
Por decir todas estas cosas es que durante
toda esta semana hay quienes buscaron descalificarme con términos que fueron
desde traidor a la patria hasta cipayo. Es una muestra más de los avatares a
los que nos exponemos los periodistas en la Argentina actual. Es, en
definitiva, el precio de contar los hechos como son. La triste verdad es que
hoy las Islas Malvinas están muy lejos de la Argentina. Y como
decía la canción, no es triste la verdad sino que no tiene remedio.
La vivencia de estar en la capital de las
Islas Malvinas es única. Aquí se experimenta la presencia de la soledad. Este
es un lugar absolutamente alejado del mundo. En esta ciudad viven 2.500 almas
que no olvidan ni por un solo segundo el horror que para ellos significaron los
74 días que pasaron desde el 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982, que fue
el lapso durante el cual las tropas argentinas ocuparon las islas.
El error y el horror que representó esa
guerra han producido un daño gigantesco a las aspiraciones de la Argentina de recuperar
este territorio. Hasta esa fatídica fecha del 2 de abril de 1982, reinaba en
los kelpers un sentimiento de afecto y gratitud hacia nuestro país, que la
mayoría –por no decir la totalidad– de los argentinos desconocíamos. El vuelo
semanal de LADE, la pista del aeropuerto construida por el Ejército Argentino,
el abastecimiento de combustible a través de la YPF de entonces, la atención médica de muy buena
calidad que se brindaba a los isleños en los hospitales públicos de Comodoro
Rivadavia y de Buenos Aires, son datos, hechos y circunstancias que aquí se
recuerdan con afecto y con la nostalgia y el pesar de lo que será muy difícil
que alguna vez vuelva a ser igual. El sentimiento de gratitud y de afecto hacia
la Argentina
era enorme; por eso mismo fue que aquí dolió tanto el desembarco y la ocupación
de las islas por parte de las tropas que mandó la dictadura militar. Los
kelpers que aún siguen queriendo a nuestro país lo repiten todo el tiempo.
El paisaje de las islas es de una
significativa belleza. La nada que lo habita es sencillamente conmovedora. En
el medio de esta nada se eleva Puerto Argentino, una ciudad que experimenta una
bonanza económica que daría envidia a más de uno. Aquí todo el mundo tiene
trabajo y, a pesar de que la vida no es barata, nadie pasa necesidades. Aquí la
gente se siente feliz con el tipo de vida que hace. Es una vida particular. En
esta ciudad de calles angostas y limpias, transitadas por muy poca gente –ya
sean las 9 de la mañana o las 9 de la noche- y en las que el silencio es
estrepitoso, no hay ni cine ni teatro.
Allí el 2 de abril es, obviamente, un día
de malos recuerdos. Por eso es una fecha a la que se la ignora, lo que no
equivale a decir que se la olvide. Al acto que encabezó Cristina Fernández de
Kirchner en Ushuaia nadie le prestó atención. La radio local sólo lo mencionó.
El día de conmemoración para los kelpers es
el 14 de junio. Ese es el día de la liberación. El 1 de abril hubo un homenaje
a los reservistas que intervinieron en la defensa de la ciudad el día del
desembarco que fue muy intenso. Prácticamente toda la ciudad se reunió
alrededor del monumento a los caídos para rendirles tributo. Ese día el enojo
hacia la Argentina
emergió con toda la fuerza, circunstancia que sufrimos en carne propia y que
puso en serio riesgo la transmisión de mi programa Primera Mañana, por Radio
Mitre, en lo que constituyó la primera transmisión de un programa de una radio
de la Argentina
originado en las Islas Malvinas. En efecto, la realización de esta transmisión
fue algo de gran impacto tanto aquí como en el resto del país, que enojó a
algunos kelpers que albergan sentimientos manifiestamente hostiles hacia los
argentinos. Esto dio pie a una intensa presión sobre quien aportó el salón en
el que se montó el estudio de Radio Mitre en Puerto Argentino, en donde se la
sintoniza por aire con una notable claridad. Finalmente, el afecto hacia la Argentina por parte de
esa persona nacida en las islas pudo más y la transmisión logró concretarse
para emoción nuestra y de todo el equipo que participó de estas transmisiones
históricas, tanto allí como en Buenos Aires.
Además de los 2.500 habitantes de Puerto
Argentino, en el resto de las islas Malvinas viven otras 2.500. De ellas, 2.000
habitan la base militar de Mount Pleasant, de los que 1.500 son militares y
500, civiles. Los 500 habitantes restantes se distribuyen por el resto de las
dos islas principales, Gran Malvina y Soledad.
Las Malvinas están atravesando un momento
de una singular bonanza económica. Los crecientes ingresos provienen de tres actividades principales: la
pesca, que representa el 40%; la lana, el 10% y el turismo el otro 50%. La
perspectiva por la posible explotación de petróleo es enorme. Los aspectos que
serán determinantes para concretarla o no son tres: el impacto ambiental, la
carga impositiva y la factibilidad económica del negocio. Si todo esto se logra
compatibilizar, se abre para los kelpers un futuro de promisión que los hará a
todos ricos.
Más allá del horror de aquellos 74
inolvidables, la guerra nos hizo un gran favor, reconocen los kelpers. Desde
entonces las cosas mejoraron mucho para ellos. Lo más importante es que eso les
permitió alcanzar status de ciudadanos británicos plenos.
Políticamente se vive en un estado
democrático puro que hace recordar a la Grecia de la Acrópolis. El
gobernador es designado desde Londres y es, en general, un embajador de
carrera. Lo secunda un Consejo Parlamentario integrado por 8 miembros que son
elegidos directamente por el pueblo. Hay un detalle singular: los partidos
políticos aquí no existen. El único intento que se hizo para crearlos ocurrió
hace unos años y fracasó rotundamente. Por lo tanto los ciudadanos y ciudadanas
que integran el Consejo son plenamente independientes y su elegibilidad depende
del nivel de prestigio o liderazgo que tengan cada uno de ellos entre sus
conciudadanos.
Hay aquí una estación de radio que
transmite la mayor parte programación de la BBC y un incipiente canal de televisión que sólo
emite, por ahora, unas pocas horas los fines de semana. Hay en la radio quien todavía vive y recuerda
vívidamente el momento en el que las tropas argentinas hicieron su irrupción en
sus estudios y tuvieron a quienes en esos momentos se desempeñaban allí,
tirados al suelo boca abajo, con alguien sobre ellos apuntándoles.
La base militar de Mount Pleasant, que está
ubicada a 50
kilómetros de Puerto Argentino, tiene reminiscencias de
los años de la guerra fría. El personal que allí se desempeña no tiene
prácticamente ningún contacto con la población malvinense. Mount Pleasant es un
coto. Los soldados, además de no tener contacto con la población, no tienen
mayor idea sobre las islas. Por eso es que el príncipe Williams estuvo allí
pero no tuvo el más mínimo contacto con los kelpers.
El problema de la droga aquí no existe. El
del alcoholismo, en cambio, sí. Se toma mucho y los fines de semana mucho más.
Ver a jóvenes alcoholizados en las cercanías de los dos o tres pubs que hay es
lo normal. El alcohol logra que la gente se sincere, explica con llana
franqueza el padre Michel, el párroco de la iglesia católica que tiene una grey
de unos cien fieles practicantes, quien agrega que el chisme es el combustible
que moviliza la sociedad: aquí todo el mundo sabe todo de todo el mundo.
La educación constituye una herramienta
esencial para el desarrollo presente y futuro de las islas.
El jardín de infantes, a partir de los 4
años, la escuela primaria y la escuela secundaria son obligatorios. La escuela
es pública y gratuita. Durante la escuela primaria, los chicos que no viven en
la ciudad reciben, cada dos días, la visita en su casa de un maestro cuya tarea
se complementa por medio de Internet a través de un programa interactivo
especialmente diseñado. A partir de la escuela secundaria, ya el alumno que
vive en el campo es obligado a trasladarse e instalarse en Puerto Argentino. A
tales efectos hay dormitorios especialmente dedicados a los adolescentes en los
que se alojan y comen.
Una vez que el alumno termina el secundario
está habilitado para dar el examen que se exige para ingresar a las
universidades del Reino Unido. Si el aspirante lo aprueba accede a proseguir la
carrera que desee en cualquier universidad del Reino Unido, para lo cual el
gobierno de las islas paga la matrícula, el hospedaje, los libros y las comidas
del alumno quien, por otra parte, no tiene ninguna obligación de regresar a las
islas. No obstante, lo que se está comenzando a apreciar es que más del 50% de
los estudiantes que se gradúan deciden volver a Malvinas.
La docencia es una de las profesiones mejor
pagas de las islas. Esto responde a una decisión política que se tomó hace unos
años de elevar la calidad de la educación. Así es que el salario mensual de un
maestro es de unas 3.000
libras, lo que le garantiza un muy buen nivel de vida.
En general, se comprueba aquí un profundo
respeto hacia los veteranos de guerra argentinos. Todos los que recuerdan los
horrores de esa guerra, tienen presente en su memoria como una de esas postales
del horror las penurias que nuestros soldados conscriptos debieron padecer
durante aquel traumático trance.
El cementerio de los caídos argentinos en
Puerto Darwin emociona. Esas tumbas son el testimonio más cabal de la tragedia
de aquella guerra absurda. El cementerio está ahora bien cuidado. Cada tumba
está coronada por dos rosarios. Allí se percibe la inmensidad de la muerte y el
sonido del viento que nunca cesa y el de los rosarios chocándose entre sí. La
escena es conmovedora.
Salvo el caso del ex canciller Guido Di
Tella, en los 30 años que han pasado de la guerra la clase política argentina
no ha pisado las islas. Pienso que es un grueso error. La barrera más
importante a vencer es la cultura. Desde ese punto de vista a las Malvinas y a la Argentina las separa un
océano. Los kelpers desconfían de todo lo que la dirigencia política expresa
sobre las islas. No es para menos. A lo largo de estos 30 años se han
encontrado con que un día un gobierno los quiere seducir y otro día, otro
gobierno los ignora. Un día un gobierno amenaza con cortarles el vuelo de LAN y otro día, inesperadamente, ese mismo
gobierno propone la idea de establecer tres vuelos de Aerolíneas Argentinas
entre Buenos Aires y Puerto Argentino. Un día ese mismo gobierno los amenaza
con un bloqueo destinado a impedir el ingreso en los puertos sudamericanos a
los barcos que porten la bandera de las islas y otro día el mismo gobierno les
promete que habrán de escucharse sus opiniones. Cuál es la verdad, se preguntan
muchos de los que aquí quieren ser escuchados.
Hay hechos que son muy llamativos que
deberían generar una profunda reflexión por parte de la dirigencia política de la Argentina en general.
Como lo mencionamos, uno de ellos es que en los 30 años de nuestra reganada
democracia, con la excepción de Guido Di Tella, durante su desempeño como
canciller del ex presidente Carlos Menem, nadie tomó la iniciativa de visitar
las islas para contactarse con sus autoridades y, fundamentalmente, con la gente. De haberlo hecho y de haber encarado
el tema de Malvinas con criterio de políticas de Estado, podrían haber tenido
una visión más exacta de la realidad que aquí se vive, sin la cual va a ser muy
difícil encontrar una manera de comenzar a derribar la muralla cultural que hoy
separa a los kelpers de la Argentina. Mientras esa muralla exista va a ser
muy difícil que pueda existir alguna posibilidad de una negociación seria sobre
la soberanía de las islas.
Estando allí he aprendido a querer más a
este territorio.
Estando allí he podido apreciar en toda su
profundidad la tragedia de aquella guerra y el dolor que produce lo absurdo de
todas esas muertes, las de nuestro lado y las del otro lado.
Estando allí he podido valorar en toda su
dimensión el heroísmo y el estoicismo de nuestros soldados.
Estando allí he podido tener una real
noción de lo mucho que padecieron quienes debieron enfrentar una geografía tan
bella como agreste y un clima extremo y castigador. Allí el frío, el viento y
la lluvia congelan el alma.
Por decir todas estas cosas es que durante
toda esta semana hay quienes buscaron descalificarme con términos que fueron
desde traidor a la patria hasta cipayo. Es una muestra más de los avatares a
los que nos exponemos los periodistas en la Argentina actual. Es, en
definitiva, el precio de contar los hechos como son. La triste verdad es que
hoy las Islas Malvinas están muy lejos de la Argentina. Y como
decía la canción, no es triste la verdad sino que no tiene remedio.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito
por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
el sábado 7 de Abril de 2012.
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