Los malos recuerdos, enquistados, generan situaciones como esta. Contaminado de bronca acumulada por aquel foul que le hizo Joaquín Larrivey en la jugada previa al gol de Vélez ante Huracán, que dejó sin título al equipo de Cappa, quiso buscar venganza tiempo después. Moreno y Fabianesi le puso una pelota profunda al ahora delantero de Colón, que estiró su pierna para intentar alcanzarla y, en la carrera, se chocó con el arquero del Globo. Foul. Como tantos otros. Y listo. Pero no. Monzón, enceguecido, creyó estar viviendo un replay de aquella última fecha del Clausura 2009: pateó al Bati, que estaba en el piso, y se quedó insultándolo. Germán Delfino no cobró penal simplemente porque había sancionado tiro libre a favor de Huracán. E, impecable, le mostró una amarilla a Larrivey por su imprudencia y la roja a Monzón por la agresión.
Esa expulsión terminó de encaminar un partido que Colón no entendía bien cómo ni por qué no estaba ganando. Es que el gol en contra de Juan Quiroga fue uno de los más insólitos de los últimos tiempos, una muestra clarísima de descoordinación para poner el empate transitorio con un cabezazo en el arco de Pozo. Con Damián Díaz (uno de los cinco mejores jugadores del torneo, es hora de decirlo) manejando los hilos, más la movilidad de Higuaín y el aporte de Bellone, el equipo de Gamboa fue un equipo. Y Huracán, una sumatoria de intenciones.
Larrigate...
No debe haber sido fácil para Larrivey volver a estar frente a su ex club tras la polémica del Clausura 09. La tribuna, emocionalmente desequilibrada por el amor a la camiseta (uno de los más genuinos, por cierto), lo insultó desde que se colgó la primera bandera. “Borombombón, el que no salta, es un traidor”, fue el canto de guerra. En la previa, tanto Monzón como el Bati tuvieron la valentía de revolver aquello que podrían haber dejado en un baúl. Y eso despertó los monstruos del dolor que aún hoy anidan en los corazones quemeros. “Seguramente Monzón está resentido porque siempre declara que no se pudo sacar aquella jugada de la cabeza, y obviamente que el hincha tampoco. Evidentemente quedó resentimiento y saltó por esa jugada”, explicó Larrivey luego del partido.
Un rato antes, el Bati había ignorado los silbidos atronadores que retumbaron cada vez que tocó la pelota. Y, en la segunda que tuvo, no perdonó: definición cruzada y a cobrar. No lo festejó. Unos dirán demagogia, otros racionalidad. Aunque nada lo va a redimir con esta gente. “El gol no lo grité porque acá viví muchas cosas, de las buenas y de las no tan buenas. Siempre quiero que le vaya muy bien al club y, porque nos dimos cosas mutuamente, no lo grité”, explicó el goleador. Pero el hincha tiene memoria activa. Y no olvida que tras la falta que le robó el título a Huracán ese hijo pródigo afirmaba que “no hubo falta. La decisión de Brazenas estuvo acertada”. Ahí puede encontrarse la clave del odio: negar lo que fue evidente. Así, el Larrigate tuvo otro capítulo.
© Escrito por JUan JOsé Marón y publicado por el Diario Deportivo Olé de la CIudad Autónoma de Buenos Aiers el viernes 13 de Noviembre de 2010.
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