Lejos de las cámaras y la vorágine del show, Ángel Cappa tuvo su despedida en el corazón de Zavaleta, ahí, donde siempre será bienvenido, donde nace todo eso que lo hizo gigante, en el potrero, con el pueblo y con la pelota, porque “el fútbol es alegría o no es nada”, según escribió de puño, letra y aerosol en la pared de ladrillos aledaña a la canchita.
Frente a más de cien chicas y chicos del Fútbol Popular y ante todos los vecinos que conforman la asamblea de
No importaba quién era de Boca, ni quién de River, ni quién de Huracán, ni quién de San Lorenzo. El homenaje encontró a todo Zavaleta unido, y Cappa lo celebró: “Uno no se salva solo, pero si nos juntamos y peleamos en equipo seguro que podremos. Nos robaron en la última fecha del campeonato y nos demostraron que siguen empecinados en pisotearnos los sueños. Siempre, a los pueblos, a los humildes, nos impiden crecer pisoteándonos los sueños, porque quieren hacernos creer que no podemos aspirar a grandes cosas. Pero no. Tenemos que rebelarnos contra eso que dicen, y luchar todos juntos”. Luchar, porque algunos no quieren, no quieren una sociedad más justa, ni un fútbol con valores. Y entonces, tampoco quieren un Cappa en el medio: “Es lógico que hayan querido acabar con ese Huracán, porque si no corrían el riesgo de que muchos otros equipos quisieran jugar a ese fútbol”.
Convocado por el colectivo
Parecía suficiente, parecía demasiado. Cappa en el potrero, participando de la asamblea, escribiendo una pared con aerosol y disfrutando de una despedida que, en realidad, era un modo de no despedirlo. Parecía un montón, pero hubo más. “En realidad, también vengo a darles una gran noticia: las tres categorías mayores se irán de viaje a Chapadmalal, y los más chiquitos viajarán a conocer el mar en febrero”. Sí, la sorpresa del cierre de año organizado para los chicos, por los propios vecinos de
Empapados de alegría, las pibas y pibes volvieron al silencio catedrático, para que Robín, de 16 años, le entregara a Cappa una camiseta firmada por todos los chicos del barrio. No sólo la recibió con emoción. Y no sólo se la llevó puesta. Antes de irse, festejó esta victoria, por encima de cualquier árbitro y cualquier resultado: “Muchos creían que yo no había ganado, pero acá tienen: esta camiseta para mí es mucho más importante que ganar”.
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