viernes, 8 de agosto de 2008

¿Un “sincericidio”?...

Ocurrió en Montevideo.

El legislador K, un hombre clave del kirchnerismo a quien Cristina Fernández de Kirchner se encargó de distinguir y mencionar en uno de los actos públicos que encabezó en la Casa Rosada con posterioridad a la votación del Senado, se sinceró. “Cobos le ha hecho un enorme favor al país. En las horas previas a la votación en el Senado, Néstor insistía con una visión triunfal de la votación, diciendo que él notaba que la sociedad había producido un cambio copernicano. La percepción distorsionada que los Kirchner tienen de la realidad es increíble”, afirmaba el atribulado legislador.

La decisión de ordenar la no asistencia a la Exposición Rural de los Granaderos y su fanfarria así como también la de la Escuadra Azul de la Policía Federal, sumado al levantamiento de los stands previamente acordados de varias provincias que responden al oficialismo, y los de la Secretaría de Agricultura y el INTA, son evidencias no sólo del nivel de enfrentamiento del Gobierno con el campo sino también de la decisión de continuar con la concepción confrontativa con el sector, al que el Gobierno considera como un enemigo. Pero, además, estos hechos son la muestra de una concepción profundamente feudal y, por ende, antirrepublicana del país. Todos estos organismos mencionados se mantienen con los impuestos que paga toda la ciudadanía. Por lo tanto, no son propiedad exclusiva de ningún sector en particular. La Presidenta no es la dueña de cada una de estas estructuras sino la administradora de estos bienes, los que deben estar a disposición de toda la sociedad, independientemente del color o simpatía política de sus integrantes. El desplazamiento de funcionarios clave de la DGI que venían investigando una serie de operaciones sospechosas de empresarios vinculados a los Kirchner, en Santa Cruz, está generando mucha inquietud, incertidumbre y temor al interior de ese organismo. ¡¡¡Atención con este asunto!!! La reunión de la semana Los rostros serios del jefe de Gabinete, Sergio Massa, y del ministro del Interior, Florencio Randazzo, dando el parte informativo de la reunión “sin adjetivaciones hacia personas o conductas” (sic), fue la muestra clara de la tensión reinante durante la reunión entre Cristina Fernández de Kirchner y Julio Cobos. Hubo allí cuatro personas. Se ordenó no tomar fotos. Tras el frío “buenas tardes”, ni Massa ni Randazzo abrieron la boca. La Presidenta estaba tensa. Su bronca afloraba por doquier. Hubo mucho, pero mucho enojo. “Fue como una reunión de un matrimonio después de una separación en la que o se habla del pasado o se habla del futuro. La Presidenta eligió hablar del pasado”, contó alguien que conoce al detalle lo allí sucedido en esa tarde noche de miércoles. Los reproches presidenciales no se limitaron al “por lo menos me hubieras avisado que ibas a votar en contra”. Hubo más. “¿Sabés las cosas que no vamos a poder hacer como consecuencia de tu voto en contra?”, le espetó Cristina Fernández de Kirchner a Julio Cobos, quien también recibió una reprimenda por haber organizado aquella reunión con los gobernadores que, hay que recordarlo, fue boicoteada por el matrimonio presidencial en los días previos a la sesión del Senado. Cobos, por su parte, no se quedó callado. No sólo contestó que “le había avisado de su voto negativo a Alberto Fernández”. También hizo constar sus quejas hacia la manera como la Presidenta encaró y manejó todo el conflicto. Cobos le manifestó que estaba de acuerdo con las retenciones pero que deberían haber sido cuidadosos con las alícuotas. Agregó que no había estado de acuerdo con los cortes de ruta y el desabastecimiento y que eso se lo había expresado a los representantes de las entidades rurales. Le hizo saber a la Presidenta que él también estaba pagando un costo alto por su decisión frente a los ataques que viene recibiendo por parte de sectores del kirchnerismo. Señaló el error del Gobierno al haber mantenido una actitud de intransigencia, apostando a una estrategia del todo o nada, y no dejar ninguna puerta abierta para una negociación que, sin derogar el proyecto, hubiera permitido la búsqueda de alternativas consensuadas. “Sin consenso no se logra nada”, sentenció Cobos. Dejó claro que el país se había pacificado después de su voto. Marcó la equivocación estratégica de dejarle el camino despejado a la oposición para machacar sobre el tema de la inflación, siempre negado por el Gobierno. Criticó los malos manejos del INDEK. Le pidió a la Presidenta que el Gobierno cambie sus formas. Sonrisas, no hubo. Afecto, tampoco. Hoy, la concertación vía Cobos está rota. Lo marcó muy bien la Presidenta en su contradictorio discurso en el acto que compartió con el intendente de San Martín, Ricardo Ivoskus, en el cual estuvieron también los jefes comunales de San Isidro, Gustavo Posse, y el de Vicente López, Enrique García. Ambos son radicales K no cobistas. “De aquí en más habrá que hablar de los radicales ultra K. En fin, los Kirchner son unos fenómenos para dividir”, rezongaba un radical de siempre que confesaba, a la vez, no saber ya “qué es ser radical”. Al interior del Gobierno las cosas siguen revueltas. La relación entre Sergio Massa con Florencio Randazzo no es la mejor. Un ejemplo ilustra bien esto. En los días pasados Massa habló de la necesidad de recuperar la credibilidad del INDEK. Esta fue una crítica clara a Guillermo Moreno a quien, al día siguiente, Randazzo salió a elogiar. Por esto es que el ministro del Interior todavía se sigue preguntando la razón por la que los Kirchner no lo eligieron a él para ocupar la Jefatura de Gabinete. “Randazzo es el que les pone el pecho a las balas y uno de los que ha quedado más dañado por el conflicto entre el Gobierno y el campo. A Chivilcoy, su lugar de origen, se le hace difícil volver. En cambio a Massa lo dejan para dar las buenas noticias”, expresaba una de las voces que conoce el significado político de cada movimiento dentro del Gobierno. Nota al pie: Sobre Moreno hay que detenerse en los dichos de dos ex funcionarios clave de esta administración: Uno, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández; el otro, el ex ministro de Economía Martín Lousteau. El primero, frente a un grupo de sus seguidores, lo descalificó duramente; El segundo dijo que era de una ineficiencia implacable. La interna del PJ está que arde. La definición de peronistas “recuperables y no recuperables” que dio Néstor Kirchner cayó muy mal. Uno de sus destinatarios fue Felipe Solá. Su respuesta dio lugar a otro entredicho con el Gobierno. El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires está siendo el centro de mucha atención. Un dato poco sabido es que, en los días más calientes del conflicto, Luis D’Elía le acercó al ex presidente en funciones la idea de nombrarlo a Solá como secretario de Agricultura. Kirchner dijo no. Solá está hablando con todos. En ese todo está Eduardo Duhalde. “Felipe tiene 40 años de peronismo. No va a dejar el partido. No es su objetivo el de hacerle la contra al Gobierno. En el tema de la resolución 125 votó negativamente basado en sus convicciones. Su idea es la de seguir en el bloque marcándole al Gobierno las cosas que considere erróneas”, completan quienes saben de los desplazamientos del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires. Solá siempre tuvo una muy buena relación con Massa. Con Randazzo la cosa se complicó. “Durante los días calientes del conflicto con el campo, el ministro del Interior no le atendía el teléfono a Felipe. Ahora, ¡Oh sorpresa! el día que asumió Massa, que coincidió con el cumpleaños de Solá, Randazzo lo llamó para saludarlo”, cuentan esas mismas fuentes. Y agregan “…Para que se entienda lo que está pasando dentro del peronismo bonaerense, hay que recordar que a fin de año deberían haber internas. De lo que allí pase dependerán las candidaturas para las elecciones legislativas del año que viene. Y, después de la derrota del Gobierno en el Senado, todo el mundo está activo tratando de reubicarse.” En el medio de todo esto se produjo la primera conferencia de prensa que la Presidenta dio en sus primeros ocho meses de gestión. Sólo una situación de notable anormalidad puede transformar a un hecho habitual de la vida republicana, como es la conferencia de prensa, en un acto de trascendencia política extraordinaria. Para que ello ocurriera concurrieron las gestiones de Sergio Massa y el oportunismo político. Fue una buena manera de contrarrestar el efecto del acto de la Sociedad Rural y el discurso de su presidente, Luciano Miguens, que hubieran acaparado las tapas de todos lo diarios de hoy. Vamos a los conceptos de la Presidenta.

Hubo
un acto de sinceridad: Moreno. ¿Un “sincericidio”, tal vez? La Presidenta confirmó que Moreno es Kirchner. Y el respaldo a Moreno significó el aval a todo lo que Moreno representa. ¡Inquietante! Reiteró que, si todo comenzara otra vez, insistiría con la resolución 125. Es decir, de autocrítica, ni hablar. Negó cualquier tipo de objeción al funcionamiento actual del INDEK. Por lo tanto, seguiremos con índices inflacionarios dibujados. Dijo que “no hay que dramatizar” en relación al voto de Cobos en el Senado. ¿Y entonces, cómo se entiende la dura reunión llena de reproches que tuvo el miércoles con el vicepresidente? Negó el doble comando en alusión al rol de Néstor Kirchner. Es decir que el ex presidente seguirá en funciones. Como se ve, una vez más, Cristina Fernández de Kirchner confirmó que es “el cambio que no cambia” sin darse cuenta que, al fin y al cabo, ése es su principal problema.

© Escrito por Nelson Castro en el Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el domingo 3 de agosto de 2008.

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