jueves, 4 de octubre de 2007

El resentimiento...

El resentimiento...

El resentimiento es una extraña fantasía de dolor que quizá mantenemos con la esperanza de que otra persona venga a disculparse, a reconocer su error. La otra persona tiene sus propios argumentos y razones o justificaciones para haber obrado como lo hizo y nuestro resentimiento no va a cambiarlos. Si esa manera de obrar, que nos dolió tanto, es verdaderamente un error del otro, él mismo estará sufriendo las consecuencias aun cuando aparentemente no lo demuestre, ya que es difícil saber lo que pasa en el corazón de otro ser humano.

El poeta norteamericano Longfellow decía: “Si nosotros pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, podríamos encontrar en la vida de cada uno de ellos tanta pena y tanto sufrimiento, que sería suficiente para desarmar cualquier hostilidad”.

Cuentan que una vez un hombre llegó a su casa y encontró que había sido saqueada por ladrones. Sintió hondo pesar por lo que le había sucedido y, después de hacer el recuento de las pérdidas, se llenó de rabia, frustración e impotencia y, sin embargo, al reflexionar, se dio cuenta de que, fuera de intensificar las precauciones, era muy poco o nada lo que podía hacer por recuperar sus bienes o encontrar a los ladrones.
Entonces dijo: “ya que me robaron mis bienes, no voy a permitir que me roben mi tranquilidad y mi paz”. Y decidió olvidarse del asunto.

Que nos hagan un agravio no significa nada, a menos que insistamos en recordarlo.

Autor anónimo

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