sábado, 9 de junio de 2018

Muchachos, este FMI no es el mismo… @dealgunamanera...

Muchachos, este FMI no es el mismo…

Imagen: Pati /Jorh

La política argentina vio pasar una ola tras otra de supuestos ganadores eternos que al final no duraban ni dos años. Macri fue el dios del neoliberalismo en el 2015. Pasaron dos años, ya fue desalojado del podio luminoso y va siendo una sombra que hunde al país. Es el punto de inflexión donde las gigantografías de la política transmutan en figuritas. Pero tuvo tiempo para el desastre, para dejar un futuro de rodillas. El Fondo Monetario fue duro con el país pero leal con su agente. No le perdona ni un dólar a la Argentina y le impuso condiciones imposibles, pero concedió un plazo de gracia insólito que protege a Macri hasta las elecciones del 2019.

© Escrito por Luis Bruschtein el sábado 09/06/2018publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Fue un punto de partida” festejó Mauricio Macri al brindar con un grupo de periodistas por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Hace dos años y medio que está en el gobierno y ahora recién habla de “punto de partida”. Pero el punto de partida real fue su primer gran triunfo en el Senado, la guillotina que dividió al peronismo, el 29 de marzo de 2016, cuando se autorizó al gobierno a endeudarse para pagar a los fondos buitre. Solamente se opusieron 16 senadores. Solamente 16 se negaron a que el país recorriera el despeñadero del endeudamiento que desembocó en este esperpento del Fondo que enajena el futuro. 

Además del sabor amargo que le quede en la boca a los legisladores que, presionados por coyunturas puntuales, levantaron la mano para acompañar el proyecto que habían presentado los radicales, el PRO, más el GEN de Margarita Stolbizer y el Frente Renovador de Sergio Massa, incluso para estos senadores también, la experiencia que puede servir para el futuro es no dejarse arrastrar por las olas de triunfalismo que pasan como tormenta de verano. Ni siquiera se trata de convocar ese momento para dividir, cuando lo que se necesita es sumar. Pero esa experiencia nefasta tiene que servir por lo menos para poder diferenciar en todas las coyunturas, lo esencial de lo secundario. Esa votación dirimió un punto esencial arrastrada por la inercia de la coyuntura.

Habrá que reivindicar a los 16 que resistieron esa presión, que soportaron los discursos hegemónicos que los acusaron de facciosos, que sufrieron el ataque de los medios y periodistas oficialistas que los acusaron de oposicionistas y obstruccionistas, o que los hostigaban por defender una causa “populista”, una causa que consagraban como perdida y desprestigiada. Ya con el diario del lunes puede decirse que esos 16 senadores dieron cátedra para los futuros legisladores.

Las Madres de Plaza de Mayo representan casi en forma bíblica esa máxima. Fueron resistencia en lo esencial contra un poder absoluto que parecía eterno. La política tiene que aprender de esas experiencias que le han costado sangre sudor y lágrimas. No se trata de rigidez maximalista ni de convertir a la política en puramente testimonial. Se trata de ser conscientes de esa diferencia entre lo esencial y lo secundario y poder desarrollar una política con principios, que puede negociar, hacer acuerdos, retroceder o avanzar pero sin renunciar a sus valores básicos.

En el llano de la sociedad está la mitad más uno que votó este engendro. Personas que van a sufrir por haber votado lo que llevó a sellar el acuerdo con el Fondo. Personas cuyo voto condenó a todos los demás a sufrir las consecuencias de esa decisión. Hay una mitad más uno que empieza a subir –o ya lo viene haciendo– al tren fantasma de la desilusión. Hay dos jubilados sentados, uno junto al otro. Y los dos están sufriendo por el precio de los remedios, el recorte de las prestaciones y el sablazo a sus haberes. Ya no llegan a fin de mes. Son el blanco central de los ajustes. Se achicarán aún más. Los dos están sufriendo ese castigo. Pero seguramente, uno de ellos, además está sufriendo por la culpa de haber votado a sus verdugos y debería sufrir también por lo que está sufriendo  su compañero de banco.

Acá no hubo 54 contra 16. Hubo 51 contra 49. Por primera vez en la historia la derecha conservadora había logrado seducir a esa mayoría que ahora transita el purgatorio de la desilusión para algunos, del arrepentimiento para otros o de la terquedad. Ya dejó de ser una mayoría satisfecha. Las encuestas dicen que el 70 por ciento de la sociedad no respalda el acuerdo con el FMI. Allí está una parte importante de esa mayoría exigua del 2015. 

Transita el momento de la desilusión. Todavía no relaciona su voto y el acuerdo con el Fondo. Tratan de encontrar respuestas en las mismas corporaciones mediáticas que los sedujeron para decidir su voto y encuentran los mismos argumentos: la pesada herencia y “éste no es el mismo FMI”.

La desilusión deberá traspasar esa pared para convertirse en pulsión positiva. Pero en la disputa de poder, el poder económico erigió su trinchera estratégica en ese lugar, sobre ese muro de manipulación de la información y construcción de sentido, incluso para la desgracia por parte de las grandes corporaciones de medios. Si llueve excremento tendrán una construcción simbólica que ayude a bailar bajo la lluvia. En algún momento el poder de la virtualidad empezará a resentirse pero su duelo mítico con la realidad no tiene un saldo absoluto.

La exigencia central del Fondo para conceder el stand by es bajar el déficit de 4,30 por ciento del PBI a 2,70 en un año. Para esta gente, reducir el déficit no es recaudar más, sino gastar menos. Son pocos lugares donde se puede gastar menos en el presupuesto y todos tienen que ver con lo social: obra pública, educación, salud, salarios,  pensiones y jubilaciones. Achicar los 3200 millones de dólares que implican esas exigencias quiere decir, miles de despidos, congelamiento salarial, achicamiento de pensiones y jubilaciones, decadencia de escuelas y hospitales.

Cuando el déficit fiscal pasa los cuatro puntos, se considera que una economía está en crisis. Se dijo que el déficit que dejaba el kirchnerismo era de siete puntos y que el gobierno lo hizo bajar a 4,30 en el primer año. No se entiende cómo puede bajar el déficit cuando se sacan retenciones y se recauda menos por la sensible baja del consumo más un tarifazo que no saca subsidios. Para cualquiera que sepa sumar y restar, medidas de ese tipo en cualquier lugar lo que producen es aumentar el déficit por la gran caída de la recaudación sin que haya recuperación del consumo. A pesar de que Cambiemos hablaba de siete puntos, los organismos internacionales ubicaron el déficit fiscal del año 2015 en 2,7 por ciento. Otros organismos hablan de 3,2. Pero no más.

Si después de todas las medidas que bajaron la recaudación, el déficit llegó al 4,3, es evidente que el kirchnerismo había dejado un buen margen para que el déficit creciera por lo menos dos puntos. Según la consultora Ferreres, en el último año del gobierno de Cristina Kirchner la economía creció 1,7 por ciento, la industria 1,1 y la inversión 1 por ciento. Para el FMI, el crecimiento fue del 1,5 por ciento. Las famosas tasas chinas de los años anteriores habían bajado pero no había estancamiento ni caída, ni siquiera para fuentes que no eran kirchneristas, como las que se señalan.

En cambio, las cuentas de este gobierno de radicales y conservadores son alarmantes: el déficit fiscal asciende al 4,30 por ciento, si se le agrega el 2,30 que se va por deuda externa, más el 1 por ciento de la deuda provincial, más el 1,70 de déficit cuasifiscal por Lebacs, el total de la sangría llega al 9,30 por ciento del PBI. Y si se hace la cuenta incorporando la última devaluación del peso, el agujero negro que abrió este gobierno es pavoroso. Los neoliberales más ultras hacen estas cuentas para presionar por más ajuste y achicamiento del Estado. Pero al mismo tiempo exponen el fracaso de las políticas que quieren impulsar, porque Macri no es comunista ni keynessiano.

Son procesos que van en el mismo sentido. Destrucción de la economía, subordinación a los organismos financieros internacionales, caída de la imagen de Macri, aumento del malestar social con el gobierno y un lento pero progresivo descongelamiento en la oposición peronista y no peronista. No hay elementos en dirección contraria a este proceso de desgaste acelerado del gobierno y de recomposición lenta de la oposición. Todo fluye en detrimento del gobierno conservador. Pero al mismo tiempo la deudodependencia de una economía, que desde que asumió Cambiemos acentuó su espiral descendente, esparciendo pobreza real y no virtual, cerrando miles de pequeñas y medianas industrias y comercios y recortando salarios y jubilaciones, plantea un cuadro muy deteriorado para el que aspire a asumir en el 2019.

Argentinadas… @dealgunamanera...

Argentinadas…

Fondo, mentiras y fideos… Dibujo: Pablo Temes

Volvimos al FMI asustados por la corrida. Macri y CFK, siempre la ‘pelea de Fondo’.

© Escrito por Roberto García el sábado 09/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

De tanto insistir con la necesidad de un Plan B, finalmente apareció el Plan B. Se importó del exterior, una matriz que el FMI distribuye desde hace décadas, ahora con una leyenda políticamente correcta que la señora Lagarde repite cada vez que auxilia a un socio: el nuevo plan corresponde al país firmante, a su autoría intelectual, no proviene del organismo. Obvio: le importa el resultado, se prescinde de las medidas para alcanzarlo. Casi la filosofía del chino Deng Xiao Ping: “No me importa si el gato es rojo o negro, lo que me importa es que capture ratones”. De ahí que, en el compromiso del FMI, se permitan excepciones como el destino de una reserva para emergencias sociales, caballito sobre el que jineteará Macri para no mostrarse insensible ante la población. Nada nuevo: hasta al Plan Austral de Raúl Alfonsín se le admitió un desvío en apariencia intolerable para la ideología del dador del préstamo: el control de precios.

Traiciones.

Lo del Plan B es una traición a la ruta del abecedario: jamás hubo un Plan A. Y el nuevo acomodo a normas internacionales de la economía supone, además, una experiencia cercana al milagro si logra concluir con cierta decencia profesional: la apelación al FMI fue producto del susto cambiario, de la corrida o “turbulencia” –según la jerga oficial–, no de la reflexión concienzuda o del apartamiento minucioso de otras alternativas. Una argentinada más, de acuerdo con la traducción al inglés, disfrazada como si fuera el invento del dulce de leche o del colectivo, y que el Gobierno promueve como si hubiera ganado el Mundial de Fútbol.

Cuenta con algunas ventajas el ensayo: la devaluación ya fue hecha, la caída del PBI ya había empezado hace tres meses, también la reducción del déficit para este año, hasta se renueva el carry trade y el héroe de la administracion será Luis Caputo por conseguir el regreso a los mercados celebrando nuevos créditos de dos fondos privados (resta, inclusive, la materialización de un swap con China). Una cobertura digna de Houdini que imagina un rebote para el próximo año, sin fecha precisa, luego de atravesar un largo y agitado desierto de austeridad, o el invierno alsogarayano, dos meses con alta inflación (junio y julio) y gente clamando en las calles por las condiciones siniestras que impone el FMI. Otra argentinada, esta vez del bando contrario: nunca desde ese  sector se preguntaron por las condiciones que antes exigían los bancos y a tasas obscenamente superiores.

La crisis por la suba del dólar movilizó sueños en la oposición ante las elecciones de 2019, desató candidaturas dormidas y postulantes redivivos, enérgicos, que guiados por las encuestas favorables a la continuidad de Macri los obligaban a pactar con el oficialismo. Se diluyó esa supremacía, el Presidente se desplomó y hasta el menos relevante de los cuzquitos se animó a participar del asado

Ese vértigo repentino, sin embargo, ahora se oscurece: el acuerdo con el FMI modifica en parte el tránsito de esa ecuación y garantiza otro modelo de competencia más restrictiva, menos abierta: renueva la grieta, polariza de nuevo entre dos dirigentes, Macri y Cristina, tal vez excluya a la multitud de aspirantes que se habían hecho los rulos con un protagonismo inesperado. Pero la lista se constituyó en el interregno: De la Sota prometió lanzarse en un mes, a su vuelta de una temporada sanitaria en España, un Massa tímido se comprometió a anotarse, hace dos noches, si reúne los consensos. Aparece tan humilde y comprensivo que hasta provoca sospechas. Urtubey reconoce que se atrasó en plantear su voluntad de candidato, al menos frente a Pichetto, el primero que se atrevió a romper el cascarón.

El más reciente de los postulantes ha sido Lavagna padre, quien consintió el anuncio de Eduardo Duhalde propiciando esa aventura. Hasta le costaba decirlo por su cuenta.

Bailando.

La fórmula de Duhalde se completa con el animador Tinelli como postulante a la gobernación de Buenos Aires. No es lo que desea el conductor de “Bailando”: si decidió presentarse, si lo acompañan los hados de los sondeos, si toma clases sobre políticas de Estado y reitera consultas a especialistas, considera que su destino político debe ser superior, sin detenerse en el ámbito bonaerense. Todos, a pesar de discrepancias personales, dispuestos a inscribirse en una interna que determine al ganador. Casi ninguno acepta que en esa confrontación intervenga Cristina. El argumento: no pertenece al peronismo. Más: muchos consideran su proscripción, lo cual medido en antecedentes favorece a la dama, ya que el propio Perón se fortaleció en el apartheid. Al rol de víctima siempre le sacó jugo.

Sin embargo, esta explosión de postulantes tropieza ahora con una pinza, las derivaciones del acuerdo con el FMI. Por un lado, el bando que invita a sostener el Plan (Macri) y, por el otro, aquellos que pugnarán por derrumbarlo (Cristina). Dos núcleos sin espacios para los grises, derrengados unos con el orden y la estabilidad, los otros deshilachados en la carestía con movilizaciones, paros y piquetes. Dos mundos, dos personas, ajenos abstenerse. Inclusive, con la posibilidad de que cierta violencia urbana –epicentros previstos para la cita del G20 o un diciembre ardiente para las fiestas– se enmarañe, intransigente, entre ambas tendencias y desplace al resto que predica amor, paz y entendimiento.

Para el G20 y las fiestas de fin de año se sospechan acontecimientos graves, clave que anima al Gobierno para otorgarle prioridad a la seguridad (más gendarmes, por ejemplo, o compra de sofisticado material telefónico semejante al que le atribuían a Milani, aquel militar preferido de la viuda de Kirchner). A Cristina parece seguirla en la protesta social  una izquierda con utopías prerrevolucionarias y grupos vecinales al Papa que se quejan de que a Ella la persiguen tribunales condicionados por el Gobierno con el caso Nisman. Estiman que no hay fechas fijas para el reclamo social, que será un continuado en lo queda del año.

Curiosamente, entonces, volverían al enfrentamiento una Cristina del 30% como piso y un Macri con proporciones semejantes. El FMI lo hizo y, en ese dilema electoral, ambos destacan un mismo temor, se inquietan por una Justicia que los aguarda detrás de la esquina, angustia perpetua de los que no están en el poder. En eso también están juntos.



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viernes, 8 de junio de 2018

Cómo Argentina pasó de vender bonos a 100 años a un rescate del FMI… @dealgunamanera...

Cómo Argentina pasó de vender bonos a 100 años a un rescate del FMI…

Mauricio Macri.

El crédito del FMI a Argentina demuestra que a veces, en los mercados financieros, los recuerdos pueden ser fugaces. El año pasado, Argentina vendió bonos a 100 años, uniéndose a un selecto club de países con la confianza para pedir prestado por un período tan prolongado. Pero este jueves, el Fondo Monetario Internacional acordó con el Gobierno de Mauricio Macri darle una ayuda crediticia ‘stand by’ de 50.000 millones de dólares a un plazo de tres años. Principalmente, para ayudarlo a combatir una crisis cambiaria y limitar el daño adicional a la economía argentina. En primer lugar detonado por un peligroso estallido de confusión en el mercado.

© Escrito por Andrés Tovar el viernes 08/06/2018 y publicado por la Revista Cambio16 de la Ciudad de Madrid, España.

Se espera que los fondos del crédito del FMI a Argentina estén disponibles desde el 20 de junio. Asimismo, se espera que, en forma inmediata, se concrete el primer desembolso por unos 15.000 millones de dólares. Éstos van a reforzar, según la Hacienda argentina, las partidas presupuestarias y las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

También incluye metas de inflación, con las cuales se guiará el Banco Central dentro de un régimen de tipo de cambio flotante. 17 % para 2019, 13 % para 2020 y 9 % para 2021. Un punto clave.: En el período 2018-2021, Argentina deberá reducir su déficit en 19.300 millones de dólares.

Argentina deberá devolver cada uno de los desembolsos de este préstamo en ocho cuotas trimestrales. Con tres años de gracia y con tasas de interés variables -que van del 1,96% al 4,96%-. 

¿Pero qué salió mal?

Cuando Macri llegó al poder a fines de 2015, juró deshacer las políticas económicas populistas de su predecesora Cristina Fernández de Kirchner. Principalmente de los controles de divisas, las restricciones comerciales y el fuerte gasto gubernamental. En ese momento, el país enfrentaba una inflación de dos dígitos, grandes déficits y acceso limitado a los mercados internacionales de capital. Los inversionistas le dieron a Macri cierto margen de maniobra porque una devaluación del peso argentino, tasas de interés más altas y recortes incómodos a los subsidios del gobierno estaban entre los cambios difíciles pero necesarios que el presidente prometió.

Pero luego el gobierno y el banco central cometieron un error, a los ojos de los inversores. En Argentina, la alta inflación es un problema crónico. La tasa de inflación anual superó el 20% el año pasado. Por ende, la segunda más alta en la región, solo detrás de Venezuela. Sin embargo, a fines del año pasado, el gobierno redujo sus metas de inflación. Principalmente apuntó a una tasa de 15% este año, en lugar de entre 8% y 12%. En consecuencia, empujó hacia fuera el objetivo para bajar el precio al 5% desde 2019. Hasta 2020. Esto fue seguido en enero por el banco central, que redujo las tasas de interés hasta el 28%, un movimiento curioso para los legisladores que buscan dominar la inflación.

Lo que siguió fue una venta masiva en el peso, que se ha acelerado en los últimos días. La moneda ha perdido más del 20% de su valor frente al dólar en lo que va de año, estableciendo mínimos récords sucesivos frente a la moneda estadounidense.

Y llegó el crédito del FMI a Argentina

Todo esto está pasando en la misma Argentina que ha incumplido su deuda ocho veces en los últimos 200 años, incluido el mayor incumplimiento soberano de la historia en 2001. También en la misma donde, hace meses atrás, los inversores decidieron que era una buena idea prestarle a la nación sudamericana durante 100 años.

En la previa, el Gobierno de Macri ha evitado hablar de “crisis”. Por el contrario, afirman que el plan es “consistente y sostenible económica, social y políticamente”. Asimismo, que buscará una “convergencia más rápida” al equilibrio fiscal y reducir la inflación.

No obstante, es un camino políticamente complicado para Macri. Muchos en Argentina todavía culpan al FMI por la severa crisis económica del país a comienzos de siglo, que dejó a enormes sectores de la población desempleados y en la pobreza. En consecuencia, el regreso al FMI esta semana se ha encontrado con algunas protestas callejeras. Existe una preocupación entre algunos inversionistas. Principalmente, que las consecuencias políticas de ir al FMI podrían hacer más difícil para Macri continuar con sus reformas económicas. Un temor que está ayudando a bajar el peso, a pesar del potencial salvavidas del FMI.

Frente a ello, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dijo que Argentina debe “entender” que la solución a los problemas del país “depende de los argentinos y que no hay magia. El crédito del FMI a Argentina ayuda. Pero que resolvamos nuestros problemas depende de nosotros”.

Mientras tanto, el tema seguirá en la agenda. Ya la oposición argentina expresó su “preocupación”. En consecuencia, pidió que sea tratado en el Parlamento.


martes, 5 de junio de 2018

La disyuntiva del aborto (I)... @dealgunamanera...

La disyuntiva del aborto...


No puedes abortar. Tampoco puedes tener muchos hijos. Tienes que cuidarte. Pero tampoco puedes andar con condón en la cartera, eso es de puta. Y no puedes ser puta. La mujer se tiene que preservar. Sino, ningún hombre va a querer casarse contigo.

No salgas con ropa corta, apretada, transparente, escotada, ropa de puta. Así, estás pidiendo que abusen de ti. Después un tipo pasa y te toca y todavía quieres reclamar. No seas zorra. No seas promiscua.

El hombre actúa por instinto. No lo provoques. No quieres merecer que te violen. Pero, si te violan, no puedes abortar. La criatura no tiene la culpa.

Cuando salgas a un bar, no puedes tomar. Después te emborrachas, te pasa algo, y todavía reclamas. Tomar es de ordinarias. Tienes que ser rectita. Sino ningún hombre te va a querer. A los hombres no les gustan las mujeres que viven en la calle. Pero tampoco vivas encerrada en tu casa, porque así no vas a conseguir novio.

No te acuestes en la primera cita. El hombre no se casa con la mujer que coge de primera. ¿Cómo que no te quieres casar? Toda mujer se quiere casar. Ya hace un año que te casaste, ¿y? ¿Para cuándo el bebé? Toda mujer tiene que tener hijos.

Pero no engordes después de tener hijos. Al hombre no le gusta la mujer gorda, dejada. No te puedes descuidar. Pero tampoco adelgaces mucho. Al hombre le gustan las curvas.

¿Cómo que no te gustan los hombres? No puedes ser lesbiana. Las lesbianas son promiscuas. Las Bi son todas sinvergüenzas. Andan con esas pendejadas de ser lesbianas o Bi porque nunca se las cogieron bien.

Hay que casarse, tener hijos, tener un cuerpo que encaje en el patrón de belleza y estar bien arreglada. Al hombre no le gustan las mujeres desarregladas. Después te caga, y tú todavía reclamas.

También tienes que trabajar. ¿Las mujeres no querían tener derechos? Hay que trabajar igual que los hombres, pero ganar menos. El hombre se siente inferior si la mujer gana más. Y, si por acaso, ganas más que él, no le digas a nadie, así no lo haces sentir mal.

Estudia. Al hombre no le gusta la mujer ignorante. Pero no estudies mucho. Con que te recibas está bien. No precisas de posgrado, maestría, doctorado, esas cosas. Al hombre no le gusta la mujer que quiere ser más inteligente que él.

El Feminismo es cosa de putas. No puedes ser puta. Si quieres igualdad, anotate en el ejército. Que no te guste el fútbol ni los videojuegos, ni nada de esas cosas de hombres. Al hombre no le gusta la mujer que quiere saber más de deportes que él. La mujer solo quiere saber de esas cosas para llamar la atención de los hombres.

Al hombre no le gusta la mujer que vive llamando la atención. Al hombre no le gusta la mujer que se pone a discutir sobre cosas de hombres. Después sufres algún tipo de violencia y todavía pretendes reclamar.

No seas puta. No seas puritana.

Ten hijos, pero solo cuando te lo permitan.

No engordes. No seas muy flaca. No quieres que te violen o te den una paliza. Ponte en tu lugar. No te pongas a exigir derechos.

Ubícate. No cuestiones. No reclames. Cumple tu rol de mujer. Tu rol de novia. Tu rol de esposa. Tu rol de madre.

¡Qué papelón! No cojas, a no ser que sea para tener hijos. No hagas nada de lo que tengas ganas.

No seas feliz. No pienses. Y si es posible... ¡Ni existas! 

Anónimo.

© Publicado el domingo 29/04/2018 en el muro de la Red Social Facebook de Himura Kuranay Ciudad de Trujillo, República del Perú.




domingo, 3 de junio de 2018

Julio César, el populista… @dealgunamanera...

Julio César, el populista…

Ulises…

Durante el nazismo se montó muchas veces El mercader de Venecia, porque era una obra antisemita; también fue recitado miles de veces por los antifascistas el soneto 66 de Shakespeare. Es que Shakespeare era todo el género humano, inventó la personalidad humana.

© Escrito por Raúl del Pozo el jueves 05/04/2018 y publicado por el Diario EL Mundo de la Ciudad de Madrid, España.

Ésa fue la conclusión de Harold Bloom en El canon occidental. El crítico que escandalizó al mundo no sabe si Dios creó a Shakespeare, pero está seguro de que Shakespeare nos creó a nosotros. Después de mamarse 38 obras, Bloom quedó hipnotizado por el Bardo. Considera a Falstaff el monarca absoluto del lenguaje y a Julio César, la tragedia perfecta. La leyó en la escuela secundaria y, cuanto más la leía, más prendado y agarrado quedaba; y eso que Julio apenas dice 150 versos en tres escenas, pero da nombre a la obra. "Es la figura más grandiosa que Shakespeare ha representado nunca".

Voltaire cree que el Cisne de Avon es un arlequín, un bufón, lleno de soberbia asiática, que no sabía latín ni griego y entró a saco en Plutarco para plagiarlo. Shakespeare estaba enamorado de la Roma antigua, donde se desarrollan varias tragedias. Y también de la Italia posterior: con Romeo y Julieta, en Verona; y Otelo, El Mercader, en Venecia.


El discurso más demagógico en Julio César es el de Marco Antonio: "Mirad aquí: aquí está él mismo, despedazado como veis por los traidores", exclama. El personaje menos populista es el de Coroliano. Ahora, cuando el huracán populista, nacionalista, xenófobo, ha barrido la bota, han caído en la cuenta de que lo que les ha pasado no es nuevo: tiene más de 2.000 años. Lo inventó Julio César. 

Como antes los Graco, el emperador se puso al frente de la manifestación del pueblo, distribuyó trigo gratis entre los plebeyos, grabó su imagen en las monedas. El poder se le subió a la cabeza y quiso gobernar por encima del Senado. Bruto, su hijo secreto, exclama: «Nuestros antepasados nos han enseñado que no se debe soportar a un tirano, aunque sea nuestro padre».


Se ha estrenado Julio César una vez más en América y la función se representará en todo el mundo: en China, en Europa... La gira es del británico TNT Theatre Britain. El director de la compañía ha declarado que Julio César es el mejor thriller político que jamás se haya escrito. O sea, que Shakespeare y César, por inventar, han inventado hasta el populismo, esa nueva casta política antieuropea, antisistema, a la que le huelen mal los emigrantes y hasta los napolitanos.


Ya advirtió Borges: "Que la Historia hubiera copiado a la Historia ya era suficientemente pasmoso; que la Historia copie a la Literatura es inconcebible". En este instante, la política está copiando a la Historia y a la Literatura.




Errores de cálculo… @dealgunamanera...

Errores de cálculo…

El Gobierno no detectó a tiempo la corrida por el dólar y el voto contrario en el Congreso.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los gobiernos suelen creer que la realidad es coincidente con su hipótesis más favorable. La frase, atribuible al lúcido análisis de Rosendo Fraga, encaja perfectamente con lo que hasta aquí ha sido la creencia del presidente Mauricio Macri y de parte de su entorno, y refleja el pensamiento enancado en lo más rancio del oficialismo, que está atrapado en un presente que lo contradice y que no previó ni imaginó.

Macri hace del optimismo un credo.

Es muy bueno ser optimista. Pero el verdadero optimista es aquel que, teniendo clara conciencia de la realidad, opera sobre ella para mejorarla.

Cuando el Presidente dice “lo peor ya pasó”, lo que demuestra es desconocer esa realidad. Para millones de argentinos, lo peor no pasó sino que está pasando ahora. Y entre muchos de esos hay quienes votaron a Cambiemos y hoy se encuentran atravesados por sentimientos de desilusión y entendible enojo.

“Yo estaba presente cuando Luis Caputo le dijo a Mauricio que el financiamiento externo estaba terminado”, confiesa un referente fundacional de Cambiemos que, salvo por su condición de hincha de River, no tiene diferencias con Macri. Sin embargo, nadie apreció la seriedad de esa advertencia y, cuando la realidad mostró lo duro de sus consecuencias, la tardía reacción del Gobierno fue ineficaz: la corrida cambiaria, que aún no ha cesado, se había instalado.

Imprevisión.

Lo mismo ocurrió con las tarifas. Nadie del círculo que rodea al Presidente se tomó la molestia de abrevar en la experiencia del ajuste tarifario de 2016. Los únicos que lo advirtieron fueron Elisa Carrió y el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, a quienes, por lo que se vio, no tomaron en serio. “Le dije a Mauricio que este ajuste era suicida”, confesó la diputada a quien el presidente desoyó.

Hubo otros errores. Uno de ellos –clave– fue creer que los senadores justicialistas actuarían como soldados de los gobernadores peronistas dialoguistas y les obedecerían ciegamente. Eso sucede cuando el peronismo está en el poder. Cuando el peronismo está en el llano y carente de liderazgo interno, los comportamientos son otros. Hubo además en ese bloque cansancio por sentirse socios solo en las noticias negativas y turbación cuando se les endilgó ser títeres de Cristina Fernández de Kirchner.

Otra cosa que nadie puede entender es la ausencia absoluta en el debate público del ministro de Energía, Juan José Aranguren. El debió haber salido a hablar para rebatir los argumentos de la oposición y para responder los cuestionamientos de mucha gente que no puede pagar sus facturas. “El problema de Aranguren es que no puede salir a hablar porque una persona que dice que tiene el 80% de su patrimonio fuera del país porque todavía ‘no cree en la Argentina’ carece de autoridad moral”, explica una voz del oficialismo.

Él tendría que haber sido el vocero de tarifas, haber salido a explicar cuál era la propuesta del Gobierno, cuáles son las perspectivas, por qué no se puede dar marcha atrás, y por qué el Gobierno sigue insistiendo en que las tarifas vayan por un ascensor y los salarios vayan por la escalera. Pero, claro, no tiene credibilidad ante la sociedad.

El Gobierno debe ahora retomar la iniciativa y replantear muchas cosas frente al presente y el futuro.

La clave pasará –una vez más– por la economía. La inflación está desbordada. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es ahora prioritario. Viene un tiempo de recortes. Habrá una desaceleración de la obra pública. Se congelarán vacantes en los distintos niveles de la administración pública. “Por necesidad y por vocación política tenemos que seguir convocando a todos”, afirma un hombre de la cercanía del ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

No hay otra alternativa para un gobierno que tiene minoría en ambas cámaras del Congreso y solo 5 de los 24 gobernadores del país, y que acaba de hacer una convocatoria al acuerdo nacional a partir de la cual, después del acuerdo con el Fondo Monetario, se empezará a elaborar el Presupuesto 2019. En medio de la batalla parlamentaria por el tema tarifario, el Presidente perdió una oportunidad de generar un ámbito acuerdista ya que, más allá de haber criticado la aprobación de la emergencia, podría haber elogiado que, al mismo tiempo y en la misma sesión, la oposición haya votado tres proyectos de ley del Ejecutivo para “modernizar y agilizar” el Estado derivados de un DNU firmado a comienzos de año y que no tuvo aprobación parlamentaria.

Desafíos.

Macri sabe que debe estabilizar la economía este año para tener aspiraciones en 2019. El peronismo también tiene un desafío. El Gobierno le dejó servida en bandeja una victoria política que el justicialismo no desaprovechó. Fue lo que buscó consciente de que, desde un punto de vista técnico, sus propuestas eran inviables. El veto anunciado del Presidente les dio, paradojalmente, vía libre para aprobar alegremente una ley que sabían que era devastadora para las arcas fiscales.

Lo más significativo de todo este episodio para el PJ es que, de repente y gracias a los muchos errores cometidos por el oficialismo en estos últimos dos meses, se encontró con que la posibilidad de disputar el poder con chances de ganar en 2019 ya no luce como una utopía. Para eso necesita la unidad. El discurso del senador Miguel Ángel Pichetto dejó en claro que la unidad del peronismo tiene en CFK un escollo hasta ahora insalvable. Sus críticas a la ex presidenta no fueron casuales. Tuvieron como objetivo no solo hacer memoria de la desastrosa política energética –si es que hubo alguna– implementada a lo largo del kirchnerato, sino también marcarle la cancha.

Desmenuzado todo este análisis, lo que queda en el sedimento es la ciudadanía con sus problemas. Y se supone que la actividad política tiene como objetivo solucionarlos.  

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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