domingo, 22 de noviembre de 2015

Haciendo tiempo… @dealgunamanera...

Haciendo tiempo…


El futuro está en el futuro y habrá que llegar para confirmarlo. Quien asome de la final del 22N deberá jurar vestido de overall y por coche presidencial utilizar uno del Servicio de Bomberos.

Cada tres meses una citación altamente sensible sacude mi biografía: debo ir en persona a probar que estoy vivo. Levemente kafkiano este acto tiene lugar en un Banco y como ya se instaló en mi costumbre lo asumo con calma. De acudir o no, depende cobre una flaca jubilación que me obliga a no desactivarme. Este certificado de supervivencia que impone el Anses es, seguro, un adelanto de la civilización. Y, su instancia decisiva se asienta, como digo, en esta trimestral obviedad: demostrar que estoy vivo.

Son dos minutos. No duele. Pruebo mi identidad y veo cómo tras la reja, el cuidador del dinero manipula y verifica. El protocolo de este trámite siempre es grato y me atienden con una cortesía que llega a turbarme. Estimo que los empleados aprecian en mi cuerpo una fragilidad que mi cerebro no registra (o al menos no me informa). Esta curiosa disrupción me empuja a ser protagonista de una secuencia que se convirtió en mi clásico trimestral. No bien Ingreso a la sucursal, y sea corta o larga la cola, me abren el paso como si se tratara de un obispo, una ex presidente o cosa así. Esta atención casi hospitalaria se evidencia más cuanto mayor es el número de clientes en espera. Es este caso, el privilegio de ser atendido en primer lugar me avergüenza un poco. Supongo que se trata de una pulsión obrera que guarda mi persona. Un clic que me alegra llevar.

Solo una vez (julio de 2014) varió la escena de mi peregrinación al Banco. Una mujer con beba en brazos iniciaba la fila por lo que me situé detrás de ella, a la espera. Al indicar el cajero que el siguiente debía ser yo, cedí el beneficio a la madre quien no quiso aceptarlo. Insistí, también ella y la puja trivial se zanjó con argumento oportuno: “su beba debe pasar antes que nosotros”. Hubo sonrisas de conformidad en la fila, adhesión ante la que (no lo ví, pero lo se) “me puse colorado” Una frase que ya no se usa, pero que por añosa podría también servirme de prueba de supervivencia (en este caso, guardada en el subsuelo del lenguaje)

Y prosigo. Tras comprobar mi existencia en el mundo el cajero me devolvió la cédula saludándome con una onda, además de buena, expansiva.

–Cuidesé, don. ¡Lo espero el 31 de enero, eh!.

Su deseo y su gesto resultaron tan fantásticos que me vi impulsado a no se donde y sin saber cómo. Lo cierto es que al salir fui sorprendido por un calor espeso que me mareó. Un diariero me ofreció asiento y vaso de agua. Durante unos minutos permanecí entubado, como la vez que descendí a un refugio atómico, en Zurich. Al reponerme lo primero que pregunté fue donde estaba y que día era. La respuesta casi me noquea. El deseo del cajero proseguía su curso glorioso: “estaba” en Buenos Aires y “era” 20 de enero de 2016. Siendo así, vivía y coleaba, ahora con flamantes 86 cumplidos en un diciembre que mi memoria no guardó. En pocos días más debería volver al Banco a renovar mi crédito de vida. Y agradecer al cajero, claro.

No me fue fácil sostener el suceso. Cosa es decirlo y otra habituarme a sorpresa tan inmensa. Dudé, compré un diario y me interné en la plaza a pensar y confirmar. Y allí, cual pequero que morosamente vistea su chance, chequeé el calendario del celular. Un 2016 flamante se paseaba vacío por la agenda virgen. Abrí el periódico, y nomás de arranque, me atraparon dos noticias de tapa. En Canadá habían verificado que los medicamentos falsos (placebos) respondían mejor que los normales, lo que complicaba “la aprobación de nuevos fármacos”. Fue un primer glup. 

El siguiente título me hizo alzar la vista hacia la Capilla Sixtina del jacarandá y quedar en Babia. Los chinos habían concretado otro trasplante de cabeza seccionándola del cuerpo de un donante cadavérico. El Adán en emergencia había mostrado leves temblores vitales durante cinco minutos. La prensa mundial se plagiaba a sí misma en la frase “Pequeño paso de un neurocirujano pero gran paso de la humanidad”. La primicia me sacudió con tres glups.

Pero… ¿Y el país? ¿Qué había sucedido en el país desde aquel 30 de octubre en el Banco? No era justo anteponer la peripecia privada al flash sobre lo sucedido después del 22 de noviembre. La inquietud del lector era también la mía y con avidez comencé a recorrer las páginas.

Di primero en títulos genéricos como “Macri en Berlín”, “Scioli en Italia”, ansiedad que pronto aquietaron dos subtítulos: “El presidente negocia ayuda alemana”, uno, y “Abren sucursal de La Ñata en Toscana”, el otro. El tamaño de estos futuribles me dejó sin aire. También leí que los ministros ya no eran de un solo partido y que la mayor parte de las noticias se ocupaban de urgencias sociales en arrastre. Más rápido pasaba de hoja en hoja más datos aumentaban mi estupor. Fuera como fuese ya nada sería normal. Un susto me rizó los nervios. 

Recordé un cuento inglés en donde un apostador de carreras encuentra un sábado un diario del día siguiente con los nombres de los caballos ganadores. Tras una noche de Insomnio acude el primero al abrirse las ventanillas. Esa tarde no para de apostar y ganar libras con pala. Al salir del hipódromo siente el peso de una piedra en el pecho, de detiene jadeante y acaba desplomado sobre el asfalto. El periódico que llevaba cae a su lado y una ráfaga repentina mueve sus páginas. Cuando se aquietan queda visible la de la sección Necrológicas y en ella, la primicia que no llegó a leer el día anterior.

Nunca me gustaron las carreras de caballos. El futuro está en el futuro y habrá que llegar para confirmarlo. Las palabras han sido dichas y ahora hay que llenarlas. Se acabó el verso. Quien asome de la final del 22N deberá jurar vestido de overall y por coche presidencial utilizar uno del Servicio de Bomberos. No tendrá minuto que perder.

Desactivar conflictos será misión de cada día. Al país nunca se le había prometido un paisaje político tan amplio y atractivo como el escuchado en 2015. Ahora se trata de convertir la esperanza social en historia cotidiana. Espero vivirlo. O seguirlo desde el Purgatorio. Al paso que va, para entonces Francisco ya le habrá puesto wifi.

© Escrito por Esteban Peicovich el jueves 12/11/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Épica K vs. "Revolución de la Alegría"... @dealgunamanera...

El primer acto opositor del PJ…

“País Barrio Parque”, metáfora de Scioli del modelo de Macri. Cedoc

Parecería que el discurso que Scioli asumió es porque considera irremediable que el FpV pase a la oposición mañana.

“En qué te has convertido Daniel” tiene múltiples significados. La puesta en palabras de la genuina sorpresa que muchos analistas sienten frente a un Scioli que abandonó su perfil conciliador y se fue transformando –cada vez más– en un agresivo atacante. La de un Macri que usa la frase para sobrarlo durante el debate colocándose en una posición de superioridad como lo haría un hermano mayor frente a un afecto descarriado. La de los paranoicos que piensan que el kirchnerismo –aprovechando que las encuestas perdieron credibilidad al errar en primera vuelta– prepara un sofisticado fraude electoral para que Scioli le gane a Macri por pequeña diferencia justificando lo que no sería previsible por ese cambio violento de estrategia con la campaña negativa. O, y quizás la más plausible de todas las interpretaciones, que Scioli asumió el discurso opositor porque considera irremediable que el Frente para la Victoria pase a la oposición a partir de mañana, y no está tratando de mejorar su performance electoral sino de posicionar mejor el sector que él representa para el día después.

No hay una lucha estética entre un grasa y un cheto: Macri era el hijo de un tano con plata para los ricos

Un Scioli que le hablaría al futuro diciendo de alguna forma: “yo les avisé” para cuando Macri tome medidas antipopulares pueda reaparecer, él mismo o alguien del Frente para la Victoria, con un discurso a lo Lilita Carrió, pero invertido. Como si Scioli se estuviera despidiendo del traje de candidato seductor para colocarse el de representante de la oposición a un gobierno nacional de Macri prácticamente ya electo.

La estrategia esperable de un candidato en el debate previo a las elecciones sería que tratara de seducir a quienes podrían también tener alguna simpatía con su contrincante. En un texto clásico del análisis del discurso titulado La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación política, Eliseo Verón explicaba que en el campo discursivo de lo político durante un debate  se plantea una lucha entre  enunciadores donde “el desdoblamiento se sitúa en la destinación”: un destinatario positivo y otro negativo. El vínculo con el destinatario positivo reposa en creencia presupuesta de quien “participa de las mismas ideas, adhiere a los mismos valores y persigue los mismos objetivos que el enunciador”, denominado protodestinatario y a quien el enunciador podría llamar “nosotros”. El destinatario negativo sería el contradestinatario y es un inverso del anterior, a quien el enunciador llama “ellos”. Pero la parte más importante de la audiencia de un debate político es aquella que no entra en ninguna de estas dos categorías: el paradestinatario a quien el enunciador debe convencer apelando a un discurso del orden de la persuasión. Polemizar con el contradestinatario reforzará el vínculo con el protodestinatario, pero poco haría por convencer al paradestinatario.

Esa fue la estrategia de Scioli, y las encuestas –independientemente del resultado, donde todas coinciden en dar ganador a Macri, aunque ahora son menos creíbles– muestran que Scioli estaría perdiendo dos puntos en la tercera semana de noviembre  (tras el debate y el progresivo aumento de la virulencia discursiva de Scioli). Las encuestas también muestran  que salvo los votantes de Del Caño, los electores consultados de todos los otros candidatos presidenciales de la primera vuelta se vuelcan en mayor proporción a optar por Macri que por Scioli, incluso los votantes de Adolfo Rodríguez Saá.

Durante el debate la kinestesia de Scioli lució nerviosa, lo que los analistas del discurso llaman “un cuerpo no sincero”. Probablemente se sintiera más cómodo ejerciendo el papel que  representaba más genuinamente su condición, porque es cierto que el padre de Macri fue más rico que el de Scioli, pero sería desproporcionado calificar de pyme a la Casa Scioli de electrodomésticos que alcanzó para ser socia de Romay en  Canal 9, cuando siendo el único privado condensaba el rating que hoy suman El Trece más Telefe. Scioli contó que iba a buscar a su novia Carmen Barbieri al teatro, cuando ambos tenían 18 años, en una coupé Mercedes-Benz.

Es cierto que los gustos de Scioli siempre fueron más populares, pero tampoco se podría decir que estemos frente a una confrontación estética entre un grasa y un cheto porque Macri nunca fue considerado por las familias tradicionales de la Argentina como un representante de su grupo social, sino que siempre fue visto como el hijo de un inmigrante italiano que hizo plata.

Pero más allá de lo que sean de verdad cada uno, es probable que Scioli al calificar a Macri de un “creído de Barrio Parque” haya comenzado a bautizar la época que viene. Y así como el menemismo fue “pizza con champán”, y al ascenso económico de los kirchneristas lo sintetizó Puerto Madero, quizás Barrio Parque pueda terminar siendo el símbolo del macrismo.

Hay una lucha entre lo estoico y lo hedónico, entre la severa épica K y “la revolución de la alegría” de Macri

La confrontación de estilos entre Scioli y Macri pasa más porque Scioli asume el papel estoico del sufriente, el que se esfuerza, supera adversidades y todo le cuesta. Mientras que Macri, al que todo le fue saliendo bien en la vida, es hedónico y le gusta el clima de fiesta.

Exageradamente la confrontación que los antiguos griegos expresaban entre lo apolíneo (la moderación y la armonía) y lo dionisíaco (el exceso, Dioniso es Baco para los romanos) y que Nietzsche interpretó libremente como la lucha de la norma y lo racional (apolíneo) contra la embriaguez creadora (dionisíaco).

Ya hace tres domingos la tapa de Perfil publicó las conclusiones de neurocientíficos sobre la pulsiones reflexivas y emocionales que impulsaban a los votantes de Scioli y de Macri respectivamente (http://e.perfil.com/mente-votante).

Mañana veremos si los argentinos finalmente se cansaron de la severa épica K y prefieren la “revolución de la alegría”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 21/11/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




sábado, 21 de noviembre de 2015

Eliminatorias Rusia 2018. Colombia 0 vs. Argentina 1... @dealgunamanera...


Argentina venció a Colombia y revivió en Barranquilla…


Por la cuarta fecha de las Eliminatorias, el equipo de "Tata" Martino venció por 1 a 0 a la selección "cafetera", con un gol de Biglia. En el segundo tiempo, entró Dybala y pegó un tiro en el palo.

En una tarde muy calurosa, Argentina le ganó 1 a 0 a Colombia en el estadio Metropolitano de la ciudad de Barranquilla por la cuarta jornada de las Eliminatorias Sudamericanas Rusia 2018.

Los primeros minutos fueron favorables a la selección local, que logró elaborar un buen ataque para que James quedara frente a Romero. Pero el colombiano no le pegó bien y la pelota salió al lado del palo.

Argentina se recuperó y a los 10 minutos logró meter un buen ataque. Mascherano habilitó a Di María, que desbordó por izquierda y tiró un centro atrás. No llegó a tiempo Higuaín y el balón terminó por arriba del travesaño.

Luego, una gran jugada de Biglia, con la colaboración de Banega y un centro de Lavezzi, terminó con el primer gol de Argentina a los 20m, que definió el propio Biglia.

Colombia sintió el golpe y a partir de allí perdió el control del balón. Atacó, sí, pero Argentina salía de contra y así preocupó al local. Sobre todo, a los 40m, cuando Higuaín metió un pase fantástico para Di María... que "el Fideo" no pudo definir (cara a cara con Ospina, la tiró a un costado).

En el segundo tiempo, Colombia salió con todo. Con Cardona por Teo, el equipo de Pekerman se mostró más decidido. Por el lado de Argentina, la apuesta fue el contragolpe. Así, Martino sacó a Lavezzi y puso a Dybala para tratar de ganar en velocidad cerca del área.

El pibe de Laguna Larga le dio aire fresco a la selección. Porque el ex-Instituto se mostró muy activo y tuvo dos chances claras. De contra, quedó solo frente a Ospina y la mandó a guardar, pero el juez de línea consideró que fue offiside.

Y luego, sobre el final, recibió en el medio del área, se desmarcó y cuando remató, la pelota dio en el palo.

Síntesis

Colombia: 0

David Ospina; Helibelton Palacios, Cristian Zapata, Jeison Murillo, Frank Fabra; Alexánder Mejía, Daniel Torres, Macnelly Torres; James Rodríguez; Teófilo Gutiérrez y Carlos Bacca. Director técnico: José Pekerman.

Argentina: 1

Sergio Romero; Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi, Ramiro Funes Mori, Marcos Rojo; Lucas Biglia, Javier Mascherano, Ever Banega; Angel Di María, Gonzalo Higuaín y Ezequiel Lavezzi. Director técnico: Gerardo Martino.

Gol, primer tiempo: 20m, Biglia (A).

Cambios: ST, al comenzar, Luis Muriel por Macnelly Torres (C); 12m, Edwin Cardona por Gutiérrez (C); 24m, Paulo Dybala por Higuaín (A); 32m, Adrián Ramos por Mejía (C); 33m, Gino Peruzzi por Mercado (A) y 39m, Enzo Pérez por Lavezzi (A).

Arbitro: Carlos Vera (Ecuador).

Estadio: Roberto Meléndez (Barranquilla).

© Publicado el martes 17/11/2015 por http://mundod.lavoz.com.ar de la Ciudad de Córdoba, República Argentina.






Los miedos… @dealgunamanera...

Los miedos…


El miedo a lo largo de la historia de la humanidad ha sido un factor determinante como represor de las capacidades liberadoras de los pueblos, pero también, y esa dialéctica es lo que lo convierte en fascinante, ha sido clave como constructor de rebeldías sociales inimaginables poco tiempo antes que las mismas sucedieran.


Los miedos provocaron insurrecciones heroicas y también retraimientos que la humanidad pagó caro. El miedo nos paraliza pero el miedo también nos hace dignos cuando lo desafiamos.

Una interminable e insufrible campaña electoral acaba de terminar. Camino al balotaje del 22 se ha mostrado todo el repertorio posible de miedos que atraviesan al país. Temores que vienen de muy lejos y que se renuevan adaptándose a los nuevos tiempos.

Efectivamente, los miedos tienen su propia historia en Argentina. Una historia cargada de significados y momentos culminantes del país. El miedo en estas tierras ha sido uno de los alienantes más poderosos.

A un miedo bizarro a perder cosas que en realidad nunca se consiguieron en la década ganada, apuntó la campaña de Scioli.

Del otro lado, se realizó una campaña de buena onda y buenos modales, mientras los Medios opositores al Oficialismo, con maestría y disimulo en muchos casos, “ayudaron” apelando también a los miedos. Miedos de otras características, pero miedos al fin.

Los unos invocaron a los miedos de los más humildes por la posibilidad de la pérdida de planes sociales y los otros irritaron a los sectores medios y altos con el discurso de la perpetuidad del “populismo opresivo”. 

Así la campaña de los miedos fue perversamente clasista en sus enunciados, aunque ambas propuestas políticas y sus respectivos candidatos finalmente perjudiquen a la mayoría de los asalariados argentinos.

Por eso este domingo no importa por quién votan los argentinos. Sí importa dejar atrás los miedos cuando se entre al cuarto oscuro y fundamentalmente, cuando se salga de él. 

Que sean votos de aviso, de control, de estricto seguimiento de lo que va a hacer el que finalmente gane la elección y tenga que gobernar.

Hay que dejar en claro y para siempre, que se va a recordar todo lo que dijeron que iban a cambiar, por si no se cambia. Y que se va recordar todo lo que dijeron que no iban a hacer. Por si se hace.

Miedos que tengan los que callaron, nacieron y crecieron políticamente en los noventa. Miedos que tengan los que usan el aparato del Estado para tirárselo por la cabeza al que critica, disiente o compite desde otro espacio político. 

Miedos para los que gobiernan la ciudad más rica de Argentina y dejan crecer la mortalidad infantil y las villas miseria. 

Miedos para los que gobernaron la Provincia de Buenos Aires y la convirtieron en una tierra de nadie poblada por millones de excluidos.

Miedo que tengan los que mienten cuando hablan sobre la democracia. Porque creen poco en ella.

Miedo que tengan los que hablan de pobreza medio atragantados para no tener que hablar de desigualdad. O los que hablan de desigualdad pero destruyeron el INDEC para no admitir que la agravaron.

Construir una república y una democracia exigente es una lucha constante para que los miedos los tengan quienes gobiernan.

Es lo más ajustado a los tiempos que vivimos para decir con otras palabras lo que decía el inmortal revolucionario francés Saint Just en los tiempos irrepetibles de la Revolución Francesa: “la república es la destrucción de lo que se le oponga”.

Después de dos siglos, sus palabras siguen teniendo vigencia. Y sus ecos son el miedo más sano que creó la democracia, para que retumbe en los oídos de los poderosos.

© Escrito por el Diputado Nacional Roy Cortina el jueves 19/11/2015 y publicado en Roy Cortina



Argentina es bipolar... @dealgunamaenra...

La salud mental de Cristina Fernández, a debate…

Presidente de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner

Un libro insiste en que la líder argentina es bipolar y ella lo niega. El autor, antikirchnerista, asegura que la presidenta padece cinco trastornos mentales.


Argentina es bipolar. Y para sus detractores, la presidenta Cristina Fernández también. Tras más de doce años de gobiernos del matrimonio Kirchner, el país ha quedado dividido, polarizado entre kirchneristas y antikirchneristas, como evidencia la campaña electoral para elegir la semana próxima al sucesor de Fernández. Los medios de comunicación no son ajenos a esa polarización.

Nelson Castro es uno de los periodistas más populares de Argentina. Desde sus programas de radio y televisión fustiga diariamente a la presidenta y al Gobierno. Acostumbra a mirar fijamente a la cámara y hablar directamente a la mandataria. Pero además Castro es médico neurólogo, lo que le ha permitido especializarse en la salud de los mandatarios argentinos, escribiendo libros sobre las enfermedades de Evita o el general Perón. Su última obra, Secreto de Estado (Sudamericana), está dedicada a la salud de Fernández y está resultando muy polémica porque asegura, sin un ápice de duda, que la presidenta padece bipolaridad y otros trastornos mentales.

"La enfermedad más importante que tiene es la atrofia frontal, una afección que produce trastornos de conducta, que genera conductas desinhibidas", dice Castro a La Vanguardia, aunque asegura que esta patología no provoca la bipolaridad pero está "asociada". El periodista explica que "los médicos que la trataron dicen que la conducta de Cristina es el producto de cinco factores: estrés, bipolaridad, síndrome de Hubris, atrofia frontal y narcisismo; hay de todos estos un poquito".

Excepto en el caso de la atrofia del lóbulo frontal, los otros cuatro trastornos ya habían sido diagnosticados por Castro basándose en fuentes médicas próximas a la Casa Rosada. En el caso concreto de la bipolaridad, la revista Noticias ya lo había publicado en el 2006. La publicación tampoco identificó a su fuente, pero luego trascendió que se trataba del psiquiatra Alejandro Lagomarsino, que supuestamente había tratado a Fernández. Sin embargo, Lagomarsino no puede confirmarlo porque falleció de cáncer en el 2011. Otro argumento para quienes no tienen dudas de la bipolaridad de la mandataria es que su hermana, Giselle Fernández, sí padece esa enfermedad.

Ahora Castro se basa en el testimonio anónimo de otro psiquiatra, colaborador de Lagomarsino. Evidentemente, los cinco trastornos de la conducta mencionados no favorecen a Fernández, especialmente viniendo de uno de sus más mediáticos detractores. El síndrome de Hubris, por ejemplo, puede definirse como la adicción al poder o delirios de grandeza. No obstante, Castro defiende su profesionalidad y no cree que haya violado ningún código de ética médica escribiendo el libro, alegando que la salud de un presidente es un "asunto de estado". Además, el periodista deja claro: "Yo no soy el que violó el secreto o no", trasladando ese asunto de conciencia a sus fuentes médicas.

Para defender su libro, Castro enumera cómo se manifiestan esos supuestos trastornos mentales. "Afectan al egocentrismo de Cristina, al culto a su personalidad excesiva, su poca aptitud para tolerar opiniones dentro de su Gobierno contrarias a la suya, su tendencia a tomar decisiones sobre temas que conoce poco, su manejo centralista del poder, la falta de reuniones de gabinete, su tendencia a creer que la realidad es como ella cree que es y a creer que las opiniones que son distintas a las de ella son opiniones de gente ignorante", asegura Castro.

Por su parte, Fernández, que nunca se había referido en público a su supuesta bipolaridad, reaccionó hace unos días, denunciando una "campaña cloaca" contra ella y contra el candidato kirchnerista. No sólo negó que sea bipolar, sino que criticó la estigmatización de los enfermos mentales y defendió a quienes sufren esa patología refiriéndose a su hermana, sin citarla.

"Sabiendo que en mi familia tengo una persona muy inteligente que se enferma, porque son tan brutos que creen que los bipolares son locos. Los bipolares son enfermos que tienen una gran dosis de inteligencia y que tratados con su medicación son excelentes. Dicen que Einstein era bipolar, ¿no? Lamento, podría parecerme a Einstein, pero no soy bipolar", zanjó Fernández.

© Escrito por Robert Mur el domingo 16/11/2015 y publicado por el Diario La Vanguardia de la Ciudad de Barcelona, España.

  

La historia del "Nieto 95", Federico Cagnola Pereyra o Hilario Bacca... @dealgunamanera...

El nieto 95 denuncia desprotección del Estado y lucha por llevar el nombre que tuvo por 37 años...

Hilario Bacca nació el 27 de febrero de 1978 en la ESMA. Facebook

Hilario Bacca o Federico Cagnola Pereyra nació en la ESMA. Se siente “perseguido” por H.I.J.O.S. y no respetado por Abuelas. Por qué dice que no aparecen todos los nietos.

Hilario Bacca nació el 27 de febrero de 1978 en la ESMA y a sus 37 años está inmerso en una batalla judicial por conservar su nombre. Para Abuelas de Plaza de Mayo él es Federico Cagnola Pereyra, el nieto recuperado número 95, hijo de Liliana Carmen y Eduardo. No obstante, él se crió con Cristina Mariñelarena y José Ernesto Bacca, de quienes afirma ser “su hijo del corazón”.

Desde los 4 años que el matrimonio le contó que no era su hijo biológico. Alrededor de los 11, cuando en la escuela empezó a estudiar la historia argentina, comenzó a sospechar cuál podría ser su origen por su año de nacimiento. “Mis padres me proponían acercarnos a alguna entidad para saber sobre mi origen. Siempre fue mi decisión no hacerlo”, explicó en diálogo con Perfil.com. En 1997 se fue a estudiar a Buenos Aires donde recibió los primeros llamados de la asociación H.I.J.O.S.: “Allí empezó el martirio de mi vida”, cuenta.

En el 2008, tras la “persecución” que él dice haber sufrido por parte de la agrupación H.I.J.O.S y “allanamientos en su propia casa”, se le realizó un estudio de ADN compulsivo que terminó revelando su verdadera identidad. En 2013, el Tribunal Oral Federal Nº 4 porteño condenó a seis años de prisión a Mariñelarena y Bacca, sus 'apropiadores'. La misma pena recibió su entregadora Inés Graciela Lugones, viuda de Guillermo Minicucci, el jefe del centro clandestino El Vesubio. En ese momento, también se solicitó su inscripción a un juzgado civil de Federico Cagnola Pereyra. “Lo que yo pido es incorporarle a mi vida esta historia, sumarle a Hilario Bacca todo lo necesario, pero sin hacerlo desaparecer. Quieren matar subjetivamente a alguien que ya existe, que está acá”, lamenta.

Este mes, la Cámara de Casación dio lugar al pedido de la querella y fiscalía para que se resuelva el cambio de identidad en el fuero penal y no en el civil, como se había dictado en la primera sentencia. “Yo quedo directamente perjudicado puesto que demandan al TOF4 que ellos mismos tienen que hacer mi cambio de identidad. Me impiden a mí que pueda reclamar mis propios derechos, que pueda ser parte. Me inhabilitan a tener el derecho de plantear mi posición. Lo que hace Casación es imponerme una mordaza legal”, denuncia.

“Pido que alguien se ponga en mis zapatos. Entiendo que pueda ser una causa de estado y de orden social y público, la obligatoriedad del encuentro por la verdad, pero eso ya pasó. A esta altura de mi vida en democracia me quieren hacer desaparecer como Hilario Bacca y quieren hacer nacer un Cagnola Pereyra que para mí no existe, es terrible”, relata sobre el proceso judicial. “La fiscalía y Abuelas consideran que cada vez que soy nombrado como Hilario Bacca se sigue cometiendo un delito por ser una partida de nacimiento apócrifa. El planteo que yo le hice a los jueces del TOF4 es que me siento en una persecución y con el mismo tipo de procedimientos que vivieron Liliana y Eduardo (sus padres biológicos) en la época de la dictadura”, agrega. “Estamos preparando el recurso para ver si nos admiten el caso en la Corte Suprema”, adelantó sobre sus intenciones de llegar hasta el máximo tribunal de ser necesario.

Luego que la Defensoría se negó a ofrecerle un abogado, el TOF4 enviará un oficio al Colegio de Abogados: “Yo vengo negándome a pagar a un abogado para que me defienda en esta causa donde el mayor responsable es el Estado, donde no puede ser que sea una víctima para el tribunal, un número para las Abuelas, un trofeo de guerra para el pueblo y que no tenga un derecho mío que sea válido, porque vale más el derecho de cualquiera que el mío”. Y precisa: “No hay nadie en el Estado que me defienda”.

Relación con la familia biológica

Conoció a sus abuelas biológicas el 8 de septiembre de 2008 en la audiencia en la que se informó de su verdadera identidad. Eran la titular de Abuelas de Plaza de Mayo Filial La Plata, Jorgelina "Coqui" Azzarri de Pereyra, por parte materna y Nilda Cagnola, por el lado de su padre. “Cuando yo los conocí en 2008 les doy lugar por un pedido de mi mamá y mi papá. Si hubiera sido por mí no les hubiera dado bola. Armamos un vínculo al principio sano y de bastante cariño. Coqui me hablaba de defender a Liliana pero yo alegaba que no era necesario atacar a mis padres en el proceso de defensa de su hija. Tuve muchas peleas con ella. Hay una posición facilista de levantar el dedo y acusar al otro”, detalla.

El contacto con su abuela biológica materna se rompió tras el juicio debido al testimonio que ofreció durante el proceso judicial. Hace un año volvieron a reencontrarse pero la titular de la filial de Abuelas en la Plata falleció el 30 de septiembre pasado sin haber conseguido restablecer el vínculo con su nieto: “En una de las últimas charlas le dije que no la juzgaba, le aclaré que no estaba enojado con ella pero cada cual hace lo que hace y eso tiene consecuencias y que yo no la elegía para mi vida”, explica.

Según Hilario, la forma de ser fue la razón principal por la que no consiguió conectar del todo con su abuela biológica materna: “Fui al velorio por una cuestión de educación, pero me incomodó la situación porque me sentí observado. Lo único que me paré un momento delante del cajón a mirarla y sentí que no me quedó nada pendiente con ella y que la vida no nos permitió conocernos porque siempre hubo tanta porquería en el medio, tantos rencores, ella tratando de convencerme que mis viejos habían hecho las cosas mal y ella siempre conectada con la tragedia y yo en una posición distinta que tiene que ver más con mi profesión por ser acompañante terapéutico, de tratar de sumar y conectarme con lo lindo. Le decía 'contame qué música escuchaba, no cuántas horas estuvo torturada', devolveme una imagen de vida aunque esté muerta'”.

Y contrapone esa reacción con la de su abuela paterna biológica Nilda: “Ella nos invita a almorzar a mí y a mi mamá todos los meses, aunque por la distancia sólo fui una vez. Eduardo continua siendo un desaparecido (no hallaron el cuerpo) pero ella explica que tuvo dos opciones; se volvía loca para que apareciera y descuidaba a su otro hijo Daniel o se dedicaba ser una madraza con él. Una abuela se conectó con la muerte y con la pérdida (descuidando a sus otros hijos, Alejandra y Marcelo) y la otra se dedicó a conectarse con lo que tenía y hasta logró un duelo simbólico sin cuerpo”.

“Toda mi familia biológica paterna en ningún momento hubo una cuestión maliciosa para con mis padres, todo lo contrario, mi tío Daniel agradeció la educación que recibí y la persona en la que me habían convertido. Sin apuntar los cañones directamente a mis viejos cosa completamente distinta al discurso de Coqui, pero bueno a mí me parece que hay tantos remordimientos y tantas cuestiones internas donde es mucho más fácil poner el odio en otro lugar, depositarlo en otros lados”.

El caso de Hilario Bacca puede sentar un importante precedente y alentar a otros que quizás se encuentran en una situación similar. “Si quieren que aparezcan los 400 nietos que faltan que se les garanticen unos derechos. Los que aparecen muchos son los que les tocaron historias menos bonitas, yo estoy convencido de que hay 200 Hilarios por ahí. Que aman a sus papás. Para saber de su identidad tienen que estar dispuestos a que sus padres vayan presos y a que ellos de un día para el otro dejen de ser quienes son, y si están casados y tienen hijos lo que implica a nivel trámite y a nivel subjetivo, del ser”, consigna.

Trató de hacer entender a la entidad de Abuelas esa idea al trabajar durante un tiempo en la filial de Mar del Plata: “Les dije que dejen que uno se busque, que se encuentre y ahí se va armando y sumando lo que se puede, no somos nenes de 5 años, somos todos cuarentones”. En ese sentido, resume: “Hay un descuido muy grande. Hay un abandono a nivel psicológico de lo que le pasa a uno, pero hay una demanda muy fuerte, social porque todos vienen a decirte cómo tienes que vivir”.

© Escrito por Bárbara Defoix el viernes 20/11/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Abuelas biológicas. Nilda Cagnola y Jorgelina Pereyra. Cedoc

 La titular de Abuelas de Plaza de Mayo Filial La Plata, Jorgelina "Coqui" Azzarri de Pereyra, abuela materna biológica. Abuelas de Plaza de Mayo