lunes, 3 de agosto de 2015

Radioaficionados: la primera red social… @dealgunamaenra...

Radioaficionados: la primera red social que aún sobrevive a Internet y los teléfonos celulares…


Un hobby que no pierde vigencia. En Argentina todavía hay 16 mil radioaficionados que tienen la licencia al día. Como si fuera Facebook y Twitter, se conectan con gente de todo el mundo. Son clave para asistir en tragedias y desastres naturales.

El término "redes sociales" se usa casi exclusivamente para definir los nuevos vínculos que surgieron con Internet, como Facebook, Twitter y las mil variantes que se ponen de moda. Son la "nueva gran cosa" del mundo moderno. Pero hay redes sociales que llevan un largo camino promoviendo vínculos entre personas de todo el mundo. Los radioaficionados son una de estas redes sociales que perduran en el tiempo, una suerte de club entre fanáticos de la radiofonía, un hobby particular, lleno de historias emotivas y de rituales propios.

En Argentina, hay más de 16 mil radioaficionados con la licencia al día y 135 radioclubes en todo el país. Es una actividad que los acompaña durante buena parte del día –sí, como si fuera Facebook– pero que también tiene un perfil solidario. En las inundaciones de La Plata y de Santa Fe, por ejemplo, cuando no había comunicaciones, los radioaficionados estaban ahí para dar ayuda y asistir a las autoridades en la coordinación de los operativos de rescate.

Para este mundo con reglas propias, ser radioaficionado supone una carta de presentación, un valor agregado que implica camaradería, solidaridad y hospitalidad. En una tarde en el Radio Club Argentino, las historias de encuentros con otros radioaficionados se multiplican por cada socio.

Este es el objetivo primario de la actividad. Navegar por el dial en busca de una respuesta, empezar a hablar e intercambiar información. Tan sencillo como eso. Una suerte de paradoja, porque es una actividad solitaria que busca un contacto del otro lado. Y el certificado oficial de cada vínculo que hace un radioaficionado es una "tarjeta QSL", una especie de tarjeta postal que se intercambia con cada uno de los radioaficionados que se hizo vínculo.

Es una actividad regulada por el Estado. Para tener la licencia hay que hacer un curso y hay diferentes categorías (inicial, novicio, intermedio, general y superior).

El curso inicial requiere unos tres meses y, entre otras destrezas, los aspirantes deben aprender telegrafía.

Pero también se aprenden reglas no escritas. Por ejemplo, que en las comunicaciones hay tres temas que no se pueden tocar: "no se puede hablar de política, de religión y no se pueden hacer comunicaciones para sacar un provecho económico", explica Lucas Maiorov (ver Testimonio).

Nota de Lucas Maiorov
"Es un hobby caro. Bueno, todos los hobbies son caros, implican un gasto", dice Carlos Linares (58), radioaficionado desde los 15 y socio del Radio Club Argentino. Un equipo usado básico, como para empezar a transmitir puede costar entre 3 y 5 mil pesos. Hay otros más evolucionados, nuevos, por 1.500 dólares. Pero también muchos de los clubes tienen equipos que se pueden prestar a los aficionados para que den sus primeros pasos. En general siempre fue una actividad más de hombres, pero en los últimos tiempos se han sumado muchas mujeres. De todas maneras, hay cierto declive. En 2008 había más de 23 mil radioaficionados.

"La actividad siempre sigue vigente. Ha disminuido porque había mucha gente que era radioaficionada por necesidad, porque no tenía otro método para comunicarse", dice Gonzalo Fernández, del Buenos Aires Radio Club.

"Inicialmente es un hobby como cualquier otro. Lo haces sin poder explicarlo. Después te vas dando cuenta que es mucho más que eso", dice Fernández. Es uno de los organizadores del HamFest, una feria en donde se presentan equipos, innovaciones, encuentros con otros clubes. Un lugar en donde muchas voces y muchos vínculos se vuelven reales.

"Esto es para curiosos, inquietos. Te permite hacer amigos, conocer lugares, geografía. Hay islas muy pequeñas, desconocidas para la mayoría de la gente, pero estoy seguro que todos los radioaficionados sabemos en donde están, porque seguro que algún 'loco' amigo nuestro llevó equipos para transmitir", dice Fernando, otro de los socios.

Como cada viernes, hay actividad en la sede del Radio Club Argentino. Los socios van llegando. Algunos hablan de equipos, otros organizan las tarjetas que llegaron desde todas partes del mundo. Uno de los socios sube a un altillo, en donde está una de las transmisoras, y difunde un boletín con los datos y las actividades del club. Afuera, miles de otros aficionados escuchan. Una red social que sigue vigente. 


© Escrito por Diego Geddes el lunes 03/08/2015 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 2 de agosto de 2015

El odio… @dealgunamaenra...

El odio…


Nike es la cultura”, cantaba el Indio Solari en los 90 (“Vas corriendo con tus nikes / Y las balas van detrás / Lo que duele no es la goma sino su velocidad...”). Tiempos de pizza, champán y “zafar”, palabra clave del menemismo. ¿Cuál será la del kirchnerismo? “Justicia”, como reclamo y reparación, fue la más escuchada en alta voz. Frente a tribunales, en los actos de la AMIA, en las marchas por Nisman. Ni olvido, ni perdón, “justicia” dicen los familiares de las víctimas en la tele. “Pido justicia”, “quiero justicia”. “espero justicia”. 

“El odio es la cultura”, sería la canción de estos años (“Vas persiguiendo la justicia/ y los delincuentes van detrás/ lo que mata no es la verdad sino la impunidad”). Se ve en el fútbol. De tanto odiar al visitante se lo hizo “desaparecer” y los barras empezaron a odiarse entre ellos. Se lee en las crónicas policiales. El robo de un auto o un celular acaba en asesinato aun cuando la víctima no se resiste. O cuando linchan a un ladrón, o le dan una paliza brutal a un pibe en la puerta de un boliche. Se escucha en la calle. Dos autos que se rozan, un piquete que corta, y del odio salta una chispa que incendia todo.

En los foros de las redes sociales, en el maltrato personal, en la violencia de género. El odio que se transpira hierve en un río de lava espesa que corre por debajo de nuestra historia. Ciega, quema, desangra, destruye. ¿Desde cuándo? ¿Eramos así? ¿Fuimos siempre así?

Sé de un hombre grande que recuerda cuando, siendo un niño, los que regalaban juguetes de la fundación Evita se lo negaron porque, le dijeron, “tu papá no es peronista”. Y sé también que el dirigente sindical Julio Piumato estuvo casi siete años en la cárcel durante la dictadura, al mismo tiempo que otros delegados gremiales peronistas, como Gerardo Martínez, de la Uocra, eran informantes de los servicios de inteligencia de los militares y denunciaban a sus compañeros. Y sé de un hombre perseguido por el “vigilante político” de su barrio porque no quería llevar luto cuando murió Evita. Y sé que después de 1955, se prohibió hasta nombrar a Perón.

En el fondo de esa memoria hay un cruce de odios ancestrales. Perón, militar golpista, admirador del fascismo, derrocado por un golpe de Estado militar, se transforma en un símbolo civil de las fuerzas democráticas para enfrentar a la dictadura. El odio reencarnó con el matrimonio Kirchner, colaboradores, aprovechadores o cómplices según se mire de la dictadura militar, reconvertidos luego en “heroicos” millonarios liberadores de pobres. La peronista, como toda telenovela, se funda en la necesidad de recrear el odio para dividir y reinar con amor.

Miren el aviso de campaña. El peronista Felipe Solá acusa al peronista Aníbal Fernández de promover a los narcos. La vieja consigna “Liberación o dependencia” actualiza su sentido en el “Drogas sí o no” que propone Solá. Pero en octubre los verás a todos –Boudou, De Vido, los señores feudales de las provincias, Forster, González, Verbitsky, Menem, los que antes privatizaron y luego estatizaron YPF, Aerolíneas, y en el trámite se quedaron con la diferencia–, a todos los que decían odiarse, votando a Scioli y Karina, en fotos que evocan a Perón y Evita, a Néstor y Cristina, en nombre del amor.

El cóctel del odio se toma para olvidar. Lleva dos cucharadas soperas de traición y de promesas incumplidas que se revuelven como fracaso en más de un 25% de amargo obrero desocupado. Otro poco de ilusión perdida que deja en la boca ese criollo sabor a frustración, y una medida del deseo de lo que hasta ahora nunca jamás sucedió.

Cada día, en algún momento, la realidad te saca el increíble Hulk que todos llevamos dentro. Porque mueren pibes desnutridos, o se los condena a la miseria infinita, al paco, a la violencia, al crimen organizado, a morir por un celular, por viajar en tren, por querer vivir. Y encima, cada mañana, personajes miserables como Aníbal Fernández, Kunkel o Diana Conti hablan y echan odio a la inflamable hoguera del dolor.

© Escrito por Carlos Ares, Periodista, el sábado 25/07/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Contar la vida… @dealgunamanera...

Contar la vida…


Línea de tiempo. Entrevistas. Martes y jueves a las 23 por Canal 7. Conducción: Matías Martin. Producción: TV Pública y Endemol. Dirección: Guillermo Vittori.

Un programa de entrevistas: nada más, nada menos. Un género conocido, transitado, criado y crecido desde los inicios de la televisión pero cuyos secretos, como una misteriosa femme fatale nadie termina de conquistar por completo.

Todos los periodistas preguntan, todos los conductores conducen pero no todos saben plantear ese pacto por el que el otro aceptará el recorrido indagatorio sobre su vida. Porque, está claro, “la” entrevista no es un alud de interrogaciones a un ministro ni la frase robada a una estrella a la salida del teatro por más rimbombantes que resuenen en altavoces.

Su condición y su fin es la intimidad de a dos, aun la montada en un estudio de televisión, por la noche, con luces bajas, en aparente soledad de confesionario.

¿Se logra? Depende. Al igual que una obra teatral cada día en escena ante públicos y humores diferentes, nunca se sabe si lo que hizo efecto ayer, lo hará mañana, si falló el timing o si eso de la química entre las partes fluyó o quedó atascado en el primer no del entrevistado. De la misma manera que “el cliente siempre tiene la razón”, cualquiera es digno de una entrevista (Franco Torchia las hacía por la calle a quien le pagara 5 pesos, para el canal Digo) y un buen profesional debería saber sacarles agua a las piedras.

Entre nos, las brujas existen y los entrevistados insípidos también. Pero ni siquiera eso arruina el acto: la entrevista, además de seducción, es competencia deportiva y dejar al otro en offside es otra parte divertida del juego.

Todo este preámbulo no tiene más sentido que el decir que la segunda temporada de “Línea de tiempo” es una buena noticia para la tele. Porque valoriza la palabra del otro en su contenido y no en los rebotes del rating, porque el invitado está ahí ocupando esa silla para ser escuchado sin la obligación de vender una frase corta en el mercado mediático.

El conductor y periodista Matías Martin –que el año pasado reconoció que tuvo que derribar prejuicios propios y ajenos para aceptar participar en la TV pública– hace algo increíble: deja hablar. Su personaje es pasar casi inadvertido, tirar algo sin énfasis y esperar con una semisonrisa. Protegido por el paraguas de su buena onda, no se disfraza de incisivo y sabe recrear un clima imposible en la tele que es la “naturalidad”.

Salvo porque sale dos veces por semana –en lugar de lunes a jueves, como en 2014–, el programa se mantiene igual, con dos secciones que se suman a la pregunta-respuesta: la línea de tiempo, un resumen de archivo del recorrido del invitado; y tres preguntas grabadas realizadas, cada una, por tres famosos.

Pasaron por “Línea de tiempo” desde Titi Fernández a Diego Torres y este año arrancó con el imbatible Ricardo Darín. No importa quién, Martin logra que parezca fácil lo que muchos llamarían documento inédito.

© Escrito por Leni González el martes 30/06/2015 y publicado por la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Recuerdos del futuro… @dealgunamanera...

Recuerdos del futuro…

Conduciendo a Mr. Scioli. Carlos Zannini. Foto: Pablo Temes

De Carlos S. Menen a Cristina Fernández de Kirchner. El escenario de fin de ciclo, con recesión y Brasil en baja, se parece al pre De la Rúa. Qué hacen los candidatos.

El dato más fuerte que surge de la actualidad política ocurrirá dentro de una semana. Ese día –domingo 9–, con los resultados del engorroso escrutinio provisional que se prevé, marcará el comienzo del fin de Cristina Fernández de Kirchner en el poder.

Aquejada de una faringolaringitis aguda –es una afección que la padece a repetición debido a un reflujo gastroesofágico que actúa como factor predisponente– descargó sus rabietas y exhibió sus obsesiones a través de sus tuits. Emergió en ellos su particular interpretación de la realidad vernácula e internacional. En lo referente a los acuerdos entre los Estados Unidos e Irán y a su posible semejanza con el memorándum entre este último país y el nuestro afloró una mezcla de peras con manzanas notable e inquietante. El atentado terrorista contra la AMIA es un hecho de una naturaleza absolutamente distinta al pacto que signaron las potencias mundiales con el régimen de Teherán.

La campaña electoral es de una pobreza más que franciscana. Todo pasa por la figura del candidato y su contacto personal con la gente. Casi no hay más. Las ideas faltan. Los debates, también. En las últimas dos semanas, Daniel Scioli se la pasó anunciando nuevos ministerios; hasta ahora van cuatro: Derechos Humanos, Economía Popular, Transporte, Ciudad y Territorialidad. ¿Cuántos más habrá? ¡Qué fácil sería gobernar si la solución para cada uno de los problemas que afectan a un país dependiera de la creación de un ministerio! Lo que sí se puede asegurar es que esas nuevas estructuras representarán una mayor cantidad de empleados públicos. Un dato curioso: el nombre del Ministerio de Economía Popular tiene reminiscencias de aquella economía popular de mercado con la que Carlos Menem bautizó al plan económico engendrado bajo los auspicios de Bunge y Born a comienzos de su primer mandato.

Superados el susto de la elección en la Ciudad de Buenos Aires y el cimbronazo del cambio de discurso del PRO, Mauricio Macri enfrenta el desafío de remontar la empinada cuesta que constituye la provincia de Buenos Aires. Aun equivocándose mucho, todas las encuestas lo muestran con una enorme dificultad para penetrar y revertir significativamente la tendencia a favor del oficialismo. El sistema de boletas y sus dimensiones alejan muchísimo la posibilidad del corte de boleta, hecho que favorece objetivamente a Scioli.

Al día de hoy, Sergio Massa viene tercero y lejos. Su rol variará dependiendo de si hay segunda vuelta o no. Esa es una alternativa en la que Scioli no quiere pensar y mucho menos hablar.

Males propios y ajenos. Mientras tanto, los avatares de la economía están sacudiendo crecientemente esta última parte de la gestión del actual gobierno. Sobre los males propios se han agregado los provenientes de la crisis que se vive en el Brasil. Este condimento le ha incorporado mayor zozobra al presente. El gobierno de Dilma Rousseff atraviesa una difícil situación política, siendo ello producto de una encrucijada en la que confluyen dos elementos determinantes: la corrupción y el ajuste. A partir de esa conjunción se han generado dos consecuencias malas para su administración: un desorden cambiario que ha llevado a una devaluación significativa del real y a una conflictividad política que pone a Rousseff a tiro de un eventual juicio político, hecho que en el Brasil tiene historia.

Sobre ese contexto complejo del principal vecino comercial del país cabalga hoy en día nuestra economía. El problema que amenaza con agravar las cosas es que de aquí al 10 de diciembre venidero no será tomada ninguna medida de fondo en busca de alguna corrección. El Gobierno se mantendrá en sus postulados y defenderá su accionar a capa y espada. La tarea pesada quedará para el próximo presidente. Se habrá de repetir así un escenario muy similar al que se produjo entre el gobierno de Carlos Menem y el de la Alianza. Fernando de la Rúa recibió una crisis en ciernes impulsada por el desequilibrio de las cuentas fiscales y la devaluación del real que, a manera de una bomba de tiempo y sumada a la impericia de aquella administración, generaron las condiciones para el estallido ocurrido en 2001.

En la semana habló Axel Kicillof. “Será un diputado más”, responde Scioli cuando le preguntan por el futuro del actual ministro de Economía. Algunas de las cosas que dijo el futuro diputado crearon tal confusión que al día siguiente debió salir a aclararlas. En uno de sus párrafos, Kicillof habló del “club de los devaluadores”, y pidió a empresarios, banqueros, e industriales que no hablen de retraso cambiario porque cuando lo hacen “joden a la gente”. Es verdad que hay algún sector del empresariado argentino que aún cree que todos los problemas de la economía local se resuelven con una devaluación. Otros, en cambio, ya se han dado cuenta de que esa medida aislada no sirve para ninguna otra cosa que para ahondar los problemas. Lo curioso de Kicillof es que, al hablar, lo hizo como si él nada tuviera que ver con un marco devaluatorio, cuando, en verdad, las cosas son exactamente al revés. Primero porque él era ya ministro cuando se produjo la fuerte devaluación de 2014, que, como fue realizada sin el acompañamiento de una cohorte de medidas destinadas a corregir la inflación, no sirvió para reactivar la economía. Segundo, porque el Gobierno devalúa el dólar oficial todos los días.

Tercero, porque forma parte de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, que ha producido, a lo largo de sus ya casi ocho años al frente del Poder Ejecutivo, una fuerte devaluación de la moneda argentina. Cuando la Presidenta llegó al poder, el valor del dólar se ubicaba alrededor de los tres pesos. Hoy, el dólar oficial –difícil de conseguir– está a 9,20. En el llamado “relato” del kirchnerismo, la mentira es la verdad.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

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© Escrito por Nelson Castro el domingo 02/08/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Temas claves del nuevo Código Civil y Comercial... @dealgunamanera...

Siete temas claves del nuevo Código Civil y Comercial...


La norma reformula conceptos como matrimonio, convivencia, hijos, sucesiones o herencias. La responsabilidad del Estado.

Dalmacio Vélez Sarsfield creó, a fines del siglo XIX, primero un Código de Comercio que se sancionó en 1859 y luego uno Civil, que entró en vigencia en 1869. Eran los tiempos de las carretas, con un concepto de familia conservador y en el que lo más moderno en comunicaciones era el telégrafo. El 1º de agosto de 2015, 146 años después, entra en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial (CCC), que como señaló Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema de Justicia y uno de los responsables de la nueva legislación junto con la vicepresidenta de la Corte Elena Highton de Nolasco y la jurista mendocina Aída Kemelmajer de Carlucci, “es un Código del siglo XXI que se inserta en un sistema complejo, caracterizado por el dictado incesante de leyes especiales, jurisprudencia y pluralidad de fuentes. Lo importante es que el Código defina los grandes paradigmas del derecho privado a través de principios que van estructurando el resto del ordenamiento, y ésa es la proposición metodológica central de este nuevo Código”.

Aprobada el 1º de octubre de 2014 por la Cámara de Diputados tras su paso por el Senado, la norma reúne 2.671 artículos que abarcan desde cómo se compone una sociedad comercial a la adopción. O los derechos humanos, que antes no existían como concepto relevante en el Código, que presentaba pautas para regir la vida en sociedad en derechos privados. La Constitución Nacional establece grandes principios y éste CCC, al estar referido a ella, incorpora conceptos modernos y establece otras reglas.


Para llegar a la redacción final, el CCC atravesó desde la redacción (de la que participaron 109 personas), denuncias por presiones de legisladores, la opinión de la Iglesia Católica, audiencias públicas y cambios en la redacción original por parte del Poder Ejecutivo. Aún hoy, se alzan voces críticas sobre su redacción final. Lo que no se discute es que rige desde hoy en todo el país.

Un cambio necesario. De las carretas de Vélez Sarsfield a la protección de la intimidad en internet hay un abismo en todos los órdenes. Aunque se dice que las leyes siempre van detrás de los cambios sociales, en este caso el accionar de la Justicia había sido durante años regido por el Código de 1869 más la jurisprudencia y la doctrina locales, más los derechos que emanan de la Constitución Nacional y los tratados internacionales. Pero en muchos casos dependía de cada juez, al fallar, el uso de fuentes distintas al Código Civil. El nuevo CCC incorpora los artículos constitucionales, por lo que los magistrados no podrán desentenderse de ellos.


Además, incorpora a las reglas los estándares y los principios. Esto suscitó algunas críticas, como explica Patricio Nazareno, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de San Andrés: “Cualquier norma conecta un caso con una solución: te chocan el auto, te tienen que pagar. Algunos critican la forma de regular, cuál es el movimiento jurídico intelectual detrás de los estándares y los principios, ya que en esos casos el nuevo Código no dice qué tiene que hacer el juez”. “Da un amplio margen de intervención a los jueces, que lo van a usar de acuerdo con sus características e ideología. E incorpora muchas normas federalmente, pero creo que se deben tener en cuenta las particularidades de cada lugar”, agrega Leonardo Glikin, abogado especialista en Planificación Patrimonial y Sucesoria y director de CAPS Consultores.

Equidad y protección. Matrimonio, convivencia, hijos, sucesiones, herencias: todo se reformuló. “El nuevo Código viene a responder una necesidad de actualización sobre la base de nuevas generaciones con nuevas maneras de conducirse en la vida”, detalla Glikin. “Propende a la regularización del estatuto jurídico desde dos perspectivas: otorgando la posibilidad de que la convivencia dé terminados derechos amparados por el orden público, el primero es la protección universal de la vivienda. Por un lado, en caso de que exista un acuerdo convivencial registrado la vivienda no va a poder ser vendida ni hipotecada sin el consentimiento del otro conviviente. Y por otro lado, la defensa de la vivienda frente a los acreedores, similar a lo del bien de familia. Esto permite acuerdos amplios respecto de temas patrimoniales y no patrimoniales. Hay una exageración en nuestra realidad de la litigiosidad para evitar que los acuerdos sean posibles, con una corriente que evita las conductas preventivas que le hacen daño a la sociedad. El nuevo Código trata de evitar situaciones de violencia y de desamparo”, explica Glikin.


Respecto del matrimonio, el CCC brinda la posibilidad de optar por el régimen de separación de bienes o de sociedad conyugal, “pero creo que un defecto es que sólo se puede llegar a un acuerdo según el inventario y sobre el régimen patrimonial. El inventario de lo económico es algo que se hace antes de casarse para evitar que luego se quede uno con lo que le corresponde al otro. La convivencia da mayor libertad a las personas de hacer acuerdos preventivos al matrimonio”, dice Glikin, refiriéndose a lo que se conoce como acuerdos prenupciales.


Frente a una separación, el CCC toma en cuenta temas que eran fuente de injusticia en muchos casos. “Una de las novedades del nuevo régimen incorpora que el cuidado de los hijos y del hogar tiene que ser considerado un valor económico. El 30% del ingreso del hogar es por el aporte de quien se queda cuidado a los hijos. El CCC recoge situaciones muy injustas, como por ejemplo, que uno de los dos estudie soportado por el otro, y luego uno se queda con una profesión y a lo mejor a la otra persona que aportó no le queda nada. El CCC toma en cuenta todo el aporte, con las compensaciones matrimoniales, y esto es muy importante porque hasta el Código anterior se hablaba de alimentos y hoy se contemplan otros factores”, enumera Glikin.

Divorciarse ahora es más simple, pero no tanto como para que se denomine exprés. “Es en realidad el divorcio ‘no exprese’, porque no necesita expresión de causa. No hay que explicar nada, no hay que esperar tiempo, sino presentarse unilateralmente con el solo requisito legal de presentar una propuesta de convenio regulador. Esta no expresión de causa va a generar consecuencias no deseadas, porque así como es un valor el hecho de que dos personas en crisis no estén condenadas a continuar juntas, el nuevo régimen va a generar situaciones muy abruptas donde no hay un espacio previsto para el duelo”, alerta Glikin.

La reforma más importante desde el punto de vista de la sucesión es que se amplía la voluntad testamentaria, pasando del 20% a la tercera parte del patrimonio y quienes tienen padres vivos y no tienen hijos pasa de un tercio al 50% del patrimonio. La manera en que actualmente se resuelven estas situaciones es a través de un fideicomiso, que si bien puede ser impugnado permite que los padres lo dispongan y que uno disponga del patrimonio como quiere. “Este cambio resulta muy importante porque para la sociedad argentina la disponibilidad del 20% era muy escasa, al punto que sólo el 15% era testamentario y la mayoría era de personas que no tenían hijos. Esto hará que más gente decida hacer una planificación sucesoria”, agrega Glikin.

El costado comercial. Daniel Roque Vítolo, director del Departamento de Derecho Económico Empresarial de la facultad de Derecho de la UBA, explica que en materia de sociedades comerciales el nuevo CCC modifica 25 artículos de los 389 originales de la Ley 19.550. “Las reformas son sustanciales desde el momento en que el nuevo Código reserva la figura y la estructura de las sociedades sólo para las empresas, derogando el régimen de sociedades civiles.

Ello quiere decir que –en principio– sólo se admitirá la creación de sociedades bajo la Ley 19.550 en el caso de que en ellas exista una empresa subyacente y, además, se flexibiliza la organización empresarial, al permitirse la creación de sociedades atípicas, libres y simples, bajo las normas y cláusulas que acuerden las partes, sin ajustarse a los tipos previstos en la ley, y se eliminan las duras sanciones que se imponía a las sociedades irregulares y de hecho”.
Según Vítolo, la reforma favorece las sociedades entre cónyuges, y la posibilidad de reactivar o reconducir sociedades disueltas o en estado de liquidación, siempre que sean económica y socialmente viables.


“Otra novedad es que se admite la creación de sociedades unipersonales, aunque sólo bajo el tipo de sociedad anónima y con una compleja estructura de administración y fiscalización, pues se requiere como mínimo un directorio compuesto de tres miembros y una comisión fiscalizadora integradas por tres síndicos, lo que permitirá limitar la responsabilidad y dar funcionalidad operativa a los grupos empresarios y a las empresas inversoras multinacionales, creando o manteniendo sociedades subsidiarias totalmente controladas. Pero no debe descartarse que el pequeño y mediano empresario busque recurrir a las sociedades unipersonales valiéndose indirectamente de las normas que regulan las sociedades simples, libres o residuales, constituyendo sociedades unipersonales atípicas”, dice Vítolo.

Luis Combal, abogado especializado en derecho comercial y seguros, aclara que “el CCC incorpora leyes como la del Fideicomiso, pero la Ley del Seguro no se ha tocado. Los contratos de seguros no fueron afectados: la relación entre compañía y asegurado queda igual. Puede afectar la parte de prescripción, que en la Ley de Seguros es de un año y en la de Defensa del Consumidor es de tres años”, explica, y advierte que “las discusiones serán más por el tema de las deudas en dólares. Pero la jurisprudencia será la que marque el camino”.

Daños, reparación y prevención. El capítulo tercero tiene 73 artículos en un esquema orgánico, que está sistematizado, de normas en responsabilidad civil.

El punto neurálgico es la introducción de la noción de prevención del derecho de daños. Antes estaba anclado en el resarcimiento a la víctima. El CCC dice que las funciones de la responsabilidad civil son la reparación y la prevención, y la prevención tiene autonomía: están en pie de igualdad”, destaca María Guadalupe Martínez Alles, profesora de Derecho de Daños de la Universidad de San Andrés. “No hay casi explicación de esta función de prevención, y ésta es una de las partes en las que no hay alto grado de consenso, porque no parece que sea tan claro cómo va a funcionar porque son normas súper abiertas”, agrega Martínez Alles. Principios como deber de no dañar, de prevenir, de dar reparación plena e integral se derivaban del artículo 19 de la Constitución y hoy están positivizados en el NCC, aunque junto con los estándares dejan un amplio campo para el juez. “Por ejemplo, el interés razonable.

Cuando establece qué hace el juez, que puede actuar de oficio, le da funciones de ponderación al juez. La reparación y la prevención queda en la interpretación del juez. Aquí va a haber cambios en el rol del juez y las acciones que se van a iniciar. Esta acción no tiene que estar ligada a otra acción, antes era accesoria y ahora es autónoma. Por ejemplo, María Belén Rodríguez, que pidió a Yahoo! y Google que se desvinculara su imagen de sitios pornográficos, hoy podría acceder a una acción preventiva sin necesidad de hacer una acción por daños”, dice Martínez Alles. “Cuando está en juego la libertad de expresión, el juez deberá limitarse en los dos derechos, el de la intimidad y el de la libertad de expresión. Hay que apelar a la razonabilidad de la aplicación de los jueces, que tienen mayores facultades de prevención”.

Uno de los cambios que realizó el Poder Ejecutivo a la redacción original fue el de reducir la responsabilidad del Estado, como al no obligarlo a responder por concesionarios de servicios, como transporte. “El Ejecutivo dijo que lo que es responsabilidad del Estado sale del ámbito del Código Civil y se regula por el derecho administrativo. El impacto de esto es que va a haber distintos regímenes de responsabilidad del Estado de acuerdo con la jurisdicción. Es una diversidad de regímenes de responsabilidad del Estado; se va a regular por cada jurisdicción y serán los administrativistas y no los civilistas los encargados de litigar”, concluye Martínez Alles.

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·         Reforma del Código Civil.

© Escrito por Victoria Pellegrinelli el sábado 01/08/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 1 de agosto de 2015

Oscar Martínez: "Seguir echándole la culpa a la Dictadura es un verso"... @dealgunamanera...

Oscar Martínez criticó al Gobierno: "Seguir echándole la culpa a la Dictadura es un verso"...

Oscar Martínez. Fotografía: Virtual Press

El actor se mostró muy desconfiado sobre el futuro de la Argentina luego de tres períodos de kirchnerismo y cuestionó los modos de Cristina Kirchner. "La Presidente por momentos me parece intolerable", aseguró.

En una entrevista realizada con Clase Ejecutiva -suplemento de El Cronista-. Oscar Martínez mostró la desconfianza que siente por la Argentina, causada principalmente por la actualidad política. Luego de una pregunta sobre su trabajo en la exitosa Relatos Salvajes y La Patota, entre otros filmes, confesó que no tendría problemas en irse del país. Ese comentario desnudó su disconformidad con el gobierno kirchnerista, su discurso y la figura de la presidente Cristina Kirchner.

"Estoy cansando del clima que respiro, no me gusta, la controversia permanente, la inseguridad, el riesgo, el no poder proyectar", comentó Martínez y su visión para el futuro, de cara a las elecciones presidenciales de octubre, no es la mejor: "No me resulta muy alentadora ni tengo grandes expectativas de la Argentina poskirchnerista. 

Me parece que la democracia tiene deudas enormes; que no hemos evolucionado, al menos a como a mí me hubiera gustado; que seguimos siendo una sociedad hipócrita y responsable de muchas de las cosas de las que nos quejamos, como cuando escuchás que a Carlos Menem no lo votó nadie. Yo no lo voté ninguna de las dos veces, y tuve mucha exposición pública durante esos años donde incluso expresé mi desacuerdo con el menemismo todas las veces que pude. Ahora pareciera ser que nadie formó parte de su gobierno, incluidos muchos actuales funcionarios que sí estuvieron".

El "relato kirchnerista" es algo que también molesta al actor. "A esta altura, seguir echándola la culpa a la dictadura es un verso: después de 30 años de democracia, seguir con estas desigualdades sociales, seguir con temas que se agravan -como la distribución de la riqueza, la enseñanza y la salud pública, el narcotráfico, la inseguridad atroz, la miseria y otras facturas pendientes- ya no se le puede echar la culpa a nadie", explicó y siguió con sus críticas: "La democracia fraudulenta que vivimos por decretos de necesidad y urgencia modificó cosas sustanciales, como haber privatizado las empresas del Estado. 

Y éste Gobierno ha hecho el único sistema que garantiza el disenso, y lo que uno puede reclamar es el respeto por las minorías. Eso es lo más interesante que tiene la democracia: garantizar el disenso, que todos estemos representados en los poderes públicos. Tengo la esperanza de que cambie el clima político, pero creo que el gobierno que venga va a estar muy condicionado socialmente por los últimos tres períodos del kirchnerismo, desde los subsidios hasta el estado de la ANSES, el Banco Central, la deuda internacional, los bonistas, la corrupción generalizazada ¡Ufff! El que venga no la tiene nada fácil, sea del partido que fuera".

¿Qué piensa de Cristina Kirchner? "La figura de la Presidente me ha irritado mucho, ¡muchas veces! Me irrita su personalidad, el discurso permanente confrontativo, el ninguneo de la oposición, el populismo, la demagogia,. Me siento subestimado. La invocación de los años '70 sin la severa crítica yo no la suscribo, no la compro, me parece letal para la argentina. 

Creo que hemos retrocedido muchísimo: concebirse en la función pública como el dueño del estado, creyendo que uno es portador de la verdad absoluta, y que todos los demás son traidores a la patria, me parece lamentable, creo que no nos hace bien. Tampoco suscribo la política económica y me parece una locura que Irán y Venezuela sean nuestros aliados. En cuando a la figura de la presidente, por momentos me resulta intolerable".

Además, opinó sobre la posición que tomaron muchos colegas, apoyando la gestión del kirchnerismo en los últimos 12 años: "Creo que el Gobierno, con toda intención, cooptó a gente notoria para que sean poleas de transmisión de su doctrina. Y hay gente que se ha comprometido, se ha enfervorizado y fanatizado mucho, aunque la mayoría de los actores no suscribimos. Yo puedo discutir desde otro plano, pero me interesa que un actor actúe. No suscribo a este modelo, y estoy muy lejos de poder hacerlo por muchas razones que no vienen al caso. 

Considero que a un artista -sea escritor, músico, pintor, dramaturgo, actor- no le conviene embanderarse tanto. Lo más importante es conservar la independencia de pensamiento y no fanatizarse porque, con este u otro gobierno, se correr el riesgo de terminar adhiriendo a cosas que, por disciplina ideológica, uno no probaría de otro modo. El mayor compromiso de cualquiera de nosotros es con la verdad. No soy el único que piensa de esta manera. Y respecto de los compañeros que eligieron embanderarse, tendrán los beneficios y los costos que eso significa".

© Publicado el viernes 31/07/2015 por el Diario el Cronista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.