sábado, 29 de noviembre de 2025

Sobre el crédito de los bancos de Wall Street... @dealgunamanera...

 Sobre el crédito de los bancos de Wall Street: fue culpa del señor Bessent que no llegaran…


Scott Bessent. Dibujo: Pablo Temes

La activación del préstamo por US$ 20 mil millones que los bancos privados de Wall Street analizaban para asistir a la Argentina quedó frenada por las demoras y recelos del Tesoro estadounidense, que no logró garantizar un esquema financiero y político de largo plazo. La falta de respaldo obligó a recurrir a un REPO de apenas US$ 5 mil millones para cubrir el vencimiento de enero, mientras el gobierno de Milei enfrenta exigencias del FMI, del Tesoro y del mercado para acumular reservas y reducir el riesgo país.

© Escrito por Carlos Burgueño, Periodista. Lic. en Ciencia Política. Máster en Economía y Sociología, el sábado 29/11/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El problema de la demora en la activación del préstamo por US$ 20 mil millones que un grupo de bancos privados norteamericanos iba a otorgar a la Argentina no fue responsabilidad de las entidades comandadas por JP Morgan. Las dificultades principales provinieron de la falta de celeridad y claridad en la aplicación de las garantías necesarias para activar el crédito puente desde el Tesoro de los Estados Unidos. Fue la repartición que maneja Scott Bessent la que no logró, en tiempo y forma, generar el respaldo financiero y político indispensable para que los bancos privados de Wall Street diseñaran el mecanismo de activación del crédito. Por eso, el dinero disponible para la Argentina para afrontar los US$ 4.300 millones que el país debe pagar el 9 de enero próximo –por los vencimientos de los Bonares y Globales reestructurados en octubre de 2020– provendrá de un más modesto mecanismo de REPO (Repurchase Agreement) por unos US$ 5 mil millones. Sin intervención del Tesoro y con garantías propias de las entidades financieras.

El problema está en Buenos Aires, donde la posibilidad de un default es real.

Luego, y tal como adelantó este diario, habrá que negociar durante el segundo semestre del año si se puede reactivar el apoyo por los US$ 15 mil millones restantes, para garantizar los tres pagos que le quedarán al gobierno de Javier Milei en el resto de su gestión hasta diciembre de 2027. Y si este dinero provendrá de la reactivación del préstamo de los bancos privados que operan en Wall Street o si se deberá recurrir al mercado financiero internacional voluntario de colocación de deuda, para lo cual la Argentina deberá garantizar un riesgo país inferior a los 400 puntos básicos, como máximo.

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El problema de Bessent para ser garante de la emisión de deuda surgió a comienzos de noviembre, y es estrictamente político. La deuda negociada con los bancos privados estaba diseñada, en principio, para una duración de diez años. Esto quiere decir que vencería teóricamente en enero de 2036. Hasta ese momento debía coexistir el pasivo con garantía del Tesoro de los Estados Unidos. El problema técnico surgió cuando, legalmente, se debía implementar un esquema de garantías financieras que permaneciera durante veinte semestres, asegurando que el país cumpla con los pagos. Si no lo hiciera, sería el Tesoro el encargado de cubrir ese eventual default local.

Ese lapso excede la gestión de Javier Milei y de su equipo económico, aun cuando eventualmente fuera reelegido por otros cuatro años en 2027. En ese caso, su mandato se extendería hasta diciembre de 2031, cinco años antes del vencimiento de la vida útil del bono emitido por los bancos norteamericanos con la venia del Tesoro. Para entonces, las eventualidades políticas de ambos países son un misterio.

Aventurar si en Estados Unidos continuará un gobierno republicano que mantenga la garantía es relativamente más sencillo, dada su institucionalidad probada. El problema está en Buenos Aires, donde la posibilidad de un default –por el pésimo currículum financiero internacional criollo (tres desde 1983)– hace que la alternativa de un incumplimiento esté siempre al acecho. Y que la necesidad eventual de la presencia del Tesoro sea permanente. Si el país entrara en una crisis financiera y requiriera un rescate de esta deuda, debería dar explicaciones Bessent y su equipo, quienes además deberían diseñar un esquema de seguros para cubrirse monetaria y legalmente ante una eventual trapisonda local.

Para los períodos políticos futuros, nada asegura que un signo político contrario al actual –en cordial convivencia con los republicanos de Washington– se mantenga en el tiempo. Y, según trascendió, había cierta reacción negativa de Bessent y su equipo a garantizar por un período tan extenso la posibilidad de un default argentino motivado por un cambio de signo político o una crisis que impidiera cumplir con los compromisos diseñados con JP Morgan.

Este cruce de dudas retrasó el diseño del préstamo por US$ 20 mil millones y dio lugar a la creación de un REPO más modesto.

La idea de Caputo era presentar antes de fin de año el acuerdo con los bancos privados, mostrar que el temor al potencial default de la gestión Milei estaba disipado y que había llegado el momento de volver al mercado financiero internacional de deuda voluntaria. Sin embargo, no podrá ser. En el mejor de los casos, el pago de enero se concretará con dinero que solo alcanzará para cumplir ese vencimiento con los bonistas.

La estrategia del Ministerio de Economía era aún más optimista, y sostenía que tampoco sería necesario aceptar el préstamo securitizado por el Tesoro: que, con solo presentarlo, automáticamente se abrirían para Finanzas los “cielos celestes” de la colocación internacional de deuda. En definitiva, los US$ 20 mil millones de los bancos privados más los US$ 20 mil millones del swap con el Tesoro sumarían unos US$ 40 mil millones que Caputo exhibiría en la vidriera internacional, garantizando un interés bajo en una colocación voluntaria de bonos públicos; mejorando plazos y montos respecto de la reestructuración de Guzmán, en la que se negoció una tasa del 3,07%.

Para tener una referencia de lo lejos que se está hoy de aquel porcentaje, la Argentina pagaría algo más del 9% anual en dólares.

La estrategia de Economía era optimista: no era necesario aceptar el préstamo.

Ahora, Luis “Toto” Caputo deberá trabajar a destajo en una estrategia que incluya un cambio drástico en la política cambiaria del primer semestre. Para el período sojero de 2026 (entre marzo y julio), Economía deberá mostrar una clara tendencia a la compra de dólares y al aumento de reservas del Banco Central. Es un requisito tripartito e ineludible: lo exige el FMI, el Tesoro de los Estados Unidos y los mercados financieros. Tanto Kristalina Georgieva, como Bessent y los técnicos de J.P. Morgan que trabajaban en el préstamo, se lo dejaron en claro al Palacio de Hacienda.

Si aun así se necesitara todo o parte del dinero de Donald Trump para el segundo vencimiento, el del 9 de julio de 2026, habría dos opciones: un simple swap de monedas (intercambio de pesos por dólares sin registrar deuda en los pasivos del Estado) o una recompra de bonos en poder del Estado a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad.

Lo importante de ambas alternativas es que, según la visión oficial y la de la mayoría de los analistas, no requerirían una ley, ya que técnicamente no implican nueva deuda: solo recambio de vencimientos cortos por largos. Pero para eso, hay que replicar la tasa de Guzmán: 3,07%. De lo contrario, en términos reales habría mayor endeudamiento. Salvo que el 9 de enero se pague con reservas. Algo que no podrá ser.



domingo, 23 de noviembre de 2025

Negociaciones - Era de contradicciones en el seno del poder de LLA… @dealgunamanera...

Negociaciones - Era de contradicciones en el seno del poder de LLA…

No creo en las Karinas, pero que las hay, las hay. Dibujo: Pablo Temes.

La irrupción de Adorni y Santilli en un rol negociador no termina de hacer más fluido el diálogo con otros sectores. 

Escrito por el Doctor Nelson Castro el domingo 23/11/25 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

Son días de negociaciones políticas febriles. Es una dinámica poco vista a lo largo de los dos primeros años del gobierno de La Libertad Avanza. “Es distinto de lo que pasaba cuando hablábamos con Francos”, señalaba esta semana uno de los representantes provinciales que participan de esta ronda de conversaciones. En verdad, el problema no era el exjefe de Gabinete; el problema era Javier Milei.

Era él quien no cumplía con lo que se prometía en esos encuentros. Esa actitud del Presidente parece haber cambiado después del 26 de octubre. Es que el triunfo electoral lo dio no solo la reconfirmación de su poder sino también la comprensión de que el camino de la confrontación puede servir para ganar una elección, pero no para gobernar. No ha sido menor para arribar a esa conclusión la posición del gobierno de los Estados Unidos, cuyo apoyo fue clave para generar el marco de estabilidad económica que hizo posible superar un estado de zozobra que estaba poniendo en riesgo tanto la economía como la gobernabilidad. “Al Presidente no le quedaban muchas opciones: o cambiaba y abría la cancha o la gestión se le iba a hacer cuesta arriba, aun con el buen resultado electoral”, sentenció un allegado a un gobernador del Norte.

El rol de Guillermo Francos ha pasado ahora a ser desempeñado por el ministro del Interior, Diego Santilli. Por ahora, Manuel Adorni acompaña. Santilli, formado en el peronismo, tiene el know how que exige su cargo. Siempre ha sido un hombre hábil, con soltura política y capacidad de negociación. Los que conocen las internas del Gobierno señalan que esa capacidad de dialogar y de entender el quid de la negociación política está inquietando al ministro de Economía, Luis Caputo. Los gobernadores piden plata a cambio de apoyar las reformas que pretende implementar Milei. Es lo que hacen siempre, gobierne quien gobernare. Esa metodología disgusta profundamente a Caputo quien, en estas horas, salió fuerte en las redes a desmentir un artículo publicado en The Wall Street Journal en el que se informaba que la asistencia a la Argentina por parte de los bancos estadounidenses rondaría los 5 mil millones de dólares y no los 20 mil millones que se habían anunciado. “Nunca hablamos con los bancos de un rescate de 20 mil millones. Es una operación más, con la sola intención de generar confusión”, escribió. Ante tal manifestación, fue imposible no recordar que, hace tan solo un mes, el ministro dijo en LN+ que había “un swap de 20 mil millones. Y estamos trabajando en otra facilidad por otros 20 mil millones, y ya lo dijo el secretario del Tesoro” (sic). Caputo se siente con el poder suficiente como para aspirar a que toda negociación política esté lejos de incomodar o poner en riesgo sus objetivos. Es lógico, luego de tantos elogios derramados por el primer mandatario.

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Es decisiva la floja imagen del primogénito de los Kirchner en sus apariciones.

En medio de esta circunstancia, las internas dentro del oficialismo están lejos de haber cesado. Karina Milei avanza mientras Santiago Caputo retrocede. La hermana del Presidente está empeñada en moverse intensamente en lo que es su objetivo: la conformación del partido a nivel nacional. La prioridad absoluta es la elección presidencial de 2027. El Jefe necesita seguir acumulando poder a nivel federal para contar con apoyo local en cada una de las provincias. Hay quienes dicen que aprendió la lección y que ya no busca confrontar en aquellos territorios donde le resultaría más fácil apoyarse en aliados circunstanciales. Solo el tiempo se encargará de mostrar si este cambio de actitud es realmente cierto. “Karina aprendió muy rápido a construir y manejar el poder. Lo ejerce de forma bastante brutal y siempre se ha sentido más cómoda sin ceder un centímetro de terreno. Difícil que eso cambie”, aseguró un opositor moderado que tuvo que padecerla en carne propia.

La ventaja crucial con que cuenta el oficialismo a la hora de afianzar su poder es que tiene enfrente a un peronismo desmembrado e incapaz de encontrar una figura detrás de la cual encolumnarse. Axel Kicillof no termina de convencer y, a estas alturas, se parece más a una figura de transición que a una oportunidad de peso con chances reales de competir en 2027. Los problemas que atraviesa la Provincia y la necesidad de conseguir financiamiento para hacer frente a sus propios vencimientos desnudaron las internas que condicionan al gobernador; en primer lugar asediado por La Cámpora. El mandatario provincial no hace caso a los incrédulos y sigue adelante con su juego de confrontación directa con Milei. La interna entre los Kirchner y el ex mimado de la señora condenada sigue teniendo de rehén al peronismo bonaerense. “No podemos continuar viviendo del pasado; hasta que no nos saquemos de encima el relato de los tiempos grandiosos de Cristina, el partido no terminará de salir del pantano y no tendremos la oportunidad de ser competitivos ni ahora ni en el 27”, graficó uno de los intendentes que le sirven de soporte al gobernador. El territorio sigue siendo la apuesta más fuerte de Kicillof, dispuesto a enterrar a su otrora jefa política. La intrascendencia de Máximo Kirchner al frente del PJ local condiciona sus posibilidades en las próximas elecciones por el control del partido. La paciencia se terminó y la floja imagen del primogénito de los Kirchner en sus últimas apariciones públicas fue decisiva.

Hace solo algunos meses, La Libertad Avanza no imaginaba el cierre de año auspicioso que tendrá. Una oportunidad única que el presidente Milei no debería dejar pasar.