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domingo, 21 de julio de 2019

Duelo de aparatos… @dealgunamanera...

Duelo de aparatos…

URNA ET ORBI. Dibujo: Pablo Temes

Más organizado el oficialismo, más caótica la oposición. Campañas y especulaciones con resultados anteriores.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 21/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En investigación, una encuesta es un procedimiento que se utiliza para recopilar datos mediante un cuestionario –previamente diseñado– o conocer la opinión pública sobre determinado asunto.

En épocas electorales, las encuestas deberían ser utilizadas para saber qué temas preocupan a la sociedad y qué condiciones cree que debe reunir un candidato para que la represente, entre otros.

Luego de realizadas las encuestas, los políticos diseñan sus campañas, basándose en los intereses de la ciudadanía.

A través de las campañas, la ciudadanía conoce las propuestas de los diferentes espacios, para decidir –voto mediante– qué fuerza política logra cumplir las expectativas y/o proyectos de país deseados. Nada de eso ocurre en la contienda electoral argentina.

Todo parece indicar que la gran encuesta va a obtenerse a partir de los resultados que arrojen las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, las PASO.

Extremos. La lógica de campaña que predomina hoy es la de la polarización, es decir, reforzar los dos lados de la grieta: “Nosotros hacemos todo lo que refuerce de nuestro lado y ellos hacen todo lo que refuerce de ellos, porque está todo hiperpolarizado”, sostiene un hombre del peronismo provincial. Y agrega: “Ahora nos estamos hablando a nosotros mismos, nos vamos a ver las caras el 11 de agosto, vamos a ver cuántos soldaditos hay de un lado y cuántos del otro y qué quedó en el medio, y ahí vamos nosotros, por los márgenes de lo que quedó en el medio, lo más cercano a nuestro lado, y ellos harán lo mismo”.

Esta elección tiene un factor que ayuda a la polarización, el nulo protagonismo de la tercera fuerza.  Antes la elección estaba dividida en tres, hoy la torta se divide en dos. Entonces, así como crece Mauricio Macri, también crece el kirchnerismo y viceversa.

Este factor también lleva a que las posibilidades de corte de boleta sean inferiores a 2015. “Nuestra apuesta es al crecimiento de Macri. Mauricio tiene que crecer, cosa que la diferencia en la Provincia entre Fernández y Macri sea lo más chica posible, que nos permita poder defender la Provincia, que nos arrastre y que ese corte sea como máximo de 2 puntos y no de 6-7, como fue con Aníbal Fernández. Con eso tendríamos una victoria nacional y una victoria provincial”, augura un referente de Juntos por el Cambio.

Desde el punto de vista comunicacional, según analistas, batallar contra Juntos por el Cambio es una tarea compleja, “tienen equipos muy grandes que viene trabajando desde hace muchos años, con un orden y discurso unificado”.

Del otro lado –Frente de Todos–, “hay menos profesionalismo y un atenuante clave: son muchos sectores que se juntaron y están empezando a conocerse y están volviendo a tener la confianza que tenían antes –que en algún momento se había roto–. Entonces, ahora lo que se tiene es aparatos comunicacionales de Sergio Massa intentando hablar con aparatos comunicacionales de Alberto Fernández, Instituto Patria, Movimiento Evita, etc.”.

Toda esta pluralidad lleva a tener distintas miradas, por ejemplo, los primeros spots lanzados por el Frente de Todos –realizados por Tristán Bauer–, que hacían referencia al asado y a la mudanza, fueron muy criticados por un sector y muy bien ponderados por otros.

Más allá de los armados comunicacionales, lo que está claro en esta campaña es que cada sector quiere:

1) Retener a sus votantes: la creación de un Servicio Cívico Voluntario por parte del Gobierno pareciera evitar la posible fuga de votos hacia Gómez Centurión o Espert.

2) Captar desencantados: Alberto Fernández afirmando que “La Cámpora maduró”.

La batalla. Si bien para los armados políticos la PASO va a ser una “gran encuesta”, desde el oficialismo saben que la pelea más dura se da en la provincia de Buenos Aires.

De los 27 distritos del Conurbano, en 2015, en el ballottage, Cambiemos ganó siete, que fueron los pegados a la Ciudad de Buenos Aires, hacia el Norte (Morón, Tres de Febrero, San Martín, Vicente López, San Fernando, San Isidro y Tigre), en el resto perdió en todos.

Ahora, además tiene municipios más complicados de retener (Quilmes y Pilar), que es donde siempre le ha ido bien al peronismo, por ejemplo en la elección de noviembre de 2015, cuando Macri ganó el ballottage, Scioli ganó igual en esos distritos.

La estrategia de campaña de María Eugenia Vidal es mostrar lo que se hizo en materia de obras, salud y seguridad. En cambio, de aquellas cosas que hacen ruido la estrategia pareciera ser “no hacerse cargo”. Un ejemplo de ello es el intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo, quien ganó por el frente Cambiemos. Ahora –después de su polémica gestión y declaraciones– desde el oficialismo afirman: “Arroyo no es nuestro”, se despegan, dicen que el “valor agregado” de Cambiemos es la diversidad de voces, tiran la pelota para afuera.

Mientras que, desde la oposición, quienes van a tener un rol clave son los intendentes, “desmitificando” las obras.

En este sentido, el caso del Metrobus en San Martín y las gestualidades durante su inauguración dan cuenta de esto: “Nosotros reclamamos mucho para que llegue. Ellos no lo pensaban. En realidad, una de las promesas de campaña de 2015 era que llegue el Metrobus a San Martín, ellos pensaban que electoralmente les iba a ser fácil San Martín y no así Tres de Febrero, el tema es que les salió al revés, por eso Tres de Febrero tiene Metrobus desde 2017 y San Martín recién ahora, en campaña y omitiendo contar que falta el 40% de la obra”, afirman desde la Intendencia.

En el medio de las estrategias y análisis comunicacionales hay un factor clave: la gente. Pérdida de poder adquisitivo, desempleo, inflación. Por fuera de la gente, los políticos, hablando entre ellos.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.





sábado, 7 de junio de 2014

La gran editora... De Alguna Manera...


La gran editora...

LAUROS. Cristina Fernández. Foto: Pablo Temes

Como balance de su gestión quedarán los intentos por limitar a la prensa. Boudou, un caso ejemplar.

Yo tengo mucho más de lo que alguna vez pensé”, dijo Cristina. Y tiene razón. Es la primera mujer electa y reelecta presidenta de la Argentina. Además, fue esposa de un jefe de Estado como Néstor. Ni Perón ni Menem consiguieron tres períodos consecutivos de gobierno con el mismo apellido y proyecto. Hace rato que entró en la historia. En lo personal, tuvo dos hijos, tiene un nieto que se puede colocar vacunas carísimas contra el meningococo y una fortuna inexplicable que le va a permitir vivir llena de lujos a ella y a varias generaciones más.

Pero no todo es color de rosa. Cristina será responsabilizada junto con su marido fallecido de haber provocado la fractura social expuesta más importante desde los tiempos de Perón. Nunca el odio dividió tanto a los argentinos en períodos democráticos como ahora. Cristina lo hizo. Y Néstor también. Será su peor herencia: el veneno que inoculó y que sigue inoculando en las venas de la sociedad. No fue una exitosa abogada, ni una arquitecta egipcia. Pero va a tener que explicar ante la Justicia su complicidad con íconos de la corrupción como Lázaro Báez y Amado Boudou. Entre sus fracasos más notorios aparecen sus intentos frustrados de convertirse en la gran editora nacional. En el Día del Periodista, se puede decir que ella se comportó como una elefanta en el bazar de la comunicación.

Ningún integrante del matrimonio presidencial entendió jamás la lógica del periodismo. Humillaron a este oficio maravilloso creyendo que existían sólo dos posibilidades: tener escribas y mercenarios a sueldo o enemigos golpistas. Cristina jamás se tomó un respiro, y exploró todos los caminos posibles para hacer arrodillar a los periodistas ante su altar. Instalaron un inédito aparato de persecución y hostigamiento. Apelaron a todas las trampas y extorsiones posibles. Y no lograron su objetivo porque fueron contra la naturaleza misma de nuestro trabajo. Por eso, después de 11 años con un poder casi absoluto se quejan amargamente, como políticos primerizos, de que los diarios no les publican las buenas noticias como el calendario de vacunación o la moratoria jubilatoria.

Compraron medios, dueños de medios y alcahuetes de todo grupo y factor y no consiguieron capturar audiencias importantes. Dilapidaron fortunas en subsidios o regalos encubiertos para fogonear diarios de cuarta, revistas de quinta y programas de televisión o radio que no acusaron peso en la balanza. No les entra en la cabeza que la obsecuencia es enemiga del oficio. No saben que los cronistas disfrutamos de la adrenalina que se siente cuando se le toca el culo a un poderoso o se descubre algo que ellos trataban de encubrir. 

Esa es la esencia del periodismo. Su ADN crítico. Que un simple movilero que gana un sueldo modesto le pueda pegar a Ramón Díaz en River, a Cristina en el país o a Lázaro Báez pese a que haya transferido 22 millones de dólares de todos los argentinos a su cuenta en Suiza.

Les cortaron el chorro de la pauta publicitaria estatal a los que no se dejaron domesticar. Apretaron a los empresarios privados como nunca ocurrió para que anunciaran en sus diarios sin lectores y para que dejaran de colocar sus publicidades en los medios hegemónicos. Hasta hace poco, lo hicieron bajo cuerda y en forma reservada. Pero ahora Cristina lo blanqueó en una suerte de sincericidio o de confesión de ignorancia. Para ella, si una empresa pone un aviso en Clarín, La Nación o Perfil es porque adhiere a la campaña desestabilizadora. 

Es tan conspirativa en su vida que cree que todos son de su misma condición. No piensa con lógica ni sentido común que el negocio de los súper o los híper es vender azúcar o televisores y que tienen que avisarle a la gente sus ofertas, los precios de los productos y facilidades de compras que les dan. Para esa actividad básica y comercial no necesitan ideología. Necesitan que del otro lado haya lectores, oyentes y televidentes a los que dirigirse con su mensaje publicitario.

Igual que con el Indek patotero de Guillermo Moreno, intentan medir los ratings de la televisión con Tristán Bauer. Recién ahora Cristina podrá dormir tranquila con las planillas nacionales y populares que le dirán que al golpista de Jorge Lanata no lo ve nadie y que todo el mundo sintoniza a Víctor Hugo Morales. El rating de Cristina será una versión tecnológica del diario de Yrigoyen.

Camino al ocaso, tienen un plan. El cristinismo se encierra sobre sí mismo y produce actitudes más sectarias todavía. Sobreactúa su gesto. Amado Boudou acusa a los periodistas de hacer bien su trabajo, es decir conseguir información antes que los otros, y les exige algo que prohíbe la Constitución, que revelen sus fuentes. Ricardo Forster medirá la pureza ideológica del pensamiento, inspeccionará la partida de nacimiento intelectual del debate público.
“Forster es a la fábrica de las ideas lo que Boudou fue a la fábrica de billetes”, chicaneó con lucidez Julio Bárbaro. Corrupción temprana más stalinismo tardío, se podría resumir.

Los más descarados se movilizarán pasado mañana a Tribunales para respaldar a un “ladrón de cuarta”, como definió Elisa Carrió al vicepresidente. Pero la postal más patética que resume la decadencia es la incorporación de CN23. Un ganador de la década como Sergio Szpolski fue obligado, por la prepotencia del dinero fácil, a someterse en dos ocasiones por uno de sus principales enemigos.

Luis D’Elía lo acusó en su momento de ser “un perro sionista de derecha”. Sin embargo, ahora S.S. no tuvo más remedio que darle un programa en su canal para que difunda su discurso. Para que fomente el fusilamiento de opositores y defienda a Irán, “el más grande exportador de terrorismo del mundo”, según acaba de declarar el canciller canadiense, John Baird. Ni su socio, Matías Garfunkel, pudo comprender la profundidad de la sumisión. Tal vez por eso, Marcelo Tinelli tuiteó: “La Presidenta banca en la primera fila a un violento antisemita que niega el holocauso, es patético”.

Tal vez por eso, Cristina lo sentó en ese lugar. Luis D’Elía es el símbolo de la nueva era de un gobierno cada vez más chavista y menos popular. Hay una táctica: refugiarse entre los soldados verticalistas para volver al llano

© Escrito por Alfredo Leuco el Viernes 06/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.