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domingo, 20 de octubre de 2013

Reportaje a Hermes Binner... De Alguna Manera...


“Todos estamos expuestos a un acto criminal”…

Inseguridad. “Hoy estamos frente a una realidad que deja en la población la sensación de que si han podido contra la figura del gobierno...” Foto: Pablo Senarega

Después del ataque al gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, el candidato a diputado por el Frente Progresista Cívico y Social habla de la inseguridad local y mundial. Contesta a las críticas de Agustín Rossi: “No aportan ninguna solución”, dice.

El atentado sufrido en la casa de Antonio Bonfatti, gobernador de Santa Fe, marca un tiempo de una violencia muy particular. Incluso, no recordamos (en tiempos cercanos) un hecho de estas características: catorce balazos disparados contra el domicilio de un gobernador.
—Sí –reflexiona Hermes Binner, hoy candidato a diputado por el Frente Progresista Cívico y Social–, ¡incluso pasa a ser un atentado con disparos que ingresaron donde se encontraba con su señora viendo televisión! Estaban viendo jugar a Argentina… Creo que esto marca una situación de una gravedad inusitada. Fíjese que hoy estamos frente a una realidad que deja en la población la sensación de que si han podido contra la primera figura de gobierno… bueno, quiere decir que todos estamos expuestos a un acto criminal de esta naturaleza. Y si miramos lo que nos ha ocurrido treinta años atrás, creo que tenemos que empezar a encarar las cosas y los hechos con mayor diálogo y consenso. Creo que la mejor manera de honrar la democracia es justamente aprovechar esta situación para mejorar la convivencia entre los argentinos. Nosotros hemos firmado, con varios gobernadores en ejercicio de gobierno, un Acuerdo de Seguridad Democrática a nivel legislativo pensando que justamente este acuerdo tendría que ser convertido en ley. Lamentablemente esto no ha ocurrido.
 
—¿En qué año se firmó?
—En diciembre de 2009, y ese acuerdo tenía tres partes sustanciales: una, la necesidad de diálogo entre las policías provinciales y federales (tengamos en cuenta que hablamos de delitos complejos), y la otra tiene que ver con la integración (en un mapa de delitos) de la acción que debe llevarse adelante para frenar las consecuencias de otros delitos y, en lo posible, prevenirlos. También le mencionaría la necesidad de generar un ente formado por representantes de todas las fuerzas políticas y también de toda la sociedad civil y de las personalidades de organizaciones sociales. Me refiero al ámbito académico, y la idea sería generar un ente permanente de diagnóstico y prevención acerca de grandes delitos.
 
—¡Hay tantos! ¿A cuáles se refiere específicamente?
—Desde ya, a la trata de personas, al delito económico… no olvidemos el delito de guante blanco, pero, sobre todo, al delito del narcotráfico, que, como sabemos, es un delito federal.
 
—Se ha hablado mucho de que el atentado contra el gobernador Bonfatti es obra del narco.
—¡Por eso mismo se lo decía! Hoy no hay sospechosos detenidos. Hay, sí, sospechosos en general sobre los cuales está actuando la policía. Nosotros entendemos que ese organismo nacional debe ser creado lo antes posible. Realmente algo imprescindible. Y, también, que esa ley que tenía que confirmarlo duerme en algún cajón. Realmente sería importante que este proyecto pudiera llevarse a la práctica.
 
—Aquí en Buenos Aires, en un primer momento, sentimos que se daba una gran solidaridad con el atentado hacia Bonfatti. El ministro de Defensa, Rossi, fue hasta Santa Fe. Pero luego la actitud de Rossi no fue tan convincente cuando le dijo a usted, como líder del Frente Amplio, que era “responsable de incubar en Santa Fe la problemática del narcotráfico y permitir la connivencia policial con ese delito”. Usted incluso le dijo “¡no conoce el tema o está obrando de mala fe!”, ¿no es cierto?
—Quien hace una apreciación de esa naturaleza, en vez de solidarizarse, entra en una idea que no convence en cuanto a la necesidad de formar una fuerza común. Sobre todo tratándose de un ministro de la Nación. Creo que ésta realmente es una situación incomprensible.
 
—Y usted, Binner, cuya mirada fue siempre la de un hombre equilibrado y con buenos resultados en su mandato, ¿cómo califica, en este momento, a la seguridad que tenemos en el país?
—Usted sabe que la seguridad es hoy un problema planetario, mundial. Hoy tenemos situaciones al borde de perder todo control, que probablemente tengan un punto de partida que se ha agravado (según lo subrayan todos los indicadores) con el atentado a las Torres Gemelas. Como se sabe, a partir de allí se incrementaron los controles en todos los aeropuertos y en muchos espacios, pero es evidente que, al no haber una coordinación, una puesta en valor del problema, las acciones resultan débiles y los resultados casi nulos.
 
—Volviendo al plano general que usted mencionaba, el atentado a las Torres cambia la historia del mundo. Por lo menos la historia del siglo XXI. Pero todo esto, trasladado a un ámbito tan sereno como la provincia de Santa Fe, ¿cómo se explica?
—Bueno, ¡también es porque la provincia de Santa Fe es la única que tiene estadísticas sobre este tema! Usted ve que no se compara con ninguna otra provincia, pero estamos en la situación de que las expresiones de algunos funcionarios nacionales hablan precisamente con falta de consideración acerca de un gobierno que no pertenece a su mismo color político. Y esto se refleja en muchos aspectos: en las partidas presupuestarias que retraen el 15% a la coparticipación federal. Se nota también en los planes de vivienda: llegan fondos para iniciar la obra pero, luego, nunca para terminarla. Con lo cual, es la provincia la que debe afrontar estos finales. Esto también se ve en el número de escuelas que aparecen en el plan “Mil Escuelas”, que, por Santa Fe, prácticamente pasó de largo. Pocas escuelas y que, además, están muy por debajo de las necesidades que existen. Por ejemplo, hay que reemplazar muchas viejas escuelas con edificios que han quedado como testimonios de un pasado.
 
—Debo confesarle, doctor Binner, que me llamó la atención también que el ministro Rossi los mencionara a usted y al gobernador Bonfatti como responsables de “incubar” los problemas del narcotráfico en Santa Fe y permitir la “connivencia policial” con ese delito. Son palabras muy fuertes.
—Sí, es una pena que el ministro de Defensa de la Nación haga esas apreciaciones porque él nos conoce mucho. ¡Hemos participado juntos en el Frepaso y conocemos plenamente lo que pensamos cada uno de nosotros! De manera que él… no sé a qué obedecen esas palabras, sin aportar tampoco ninguna solución sino solamente críticas. Y más aun en tiempos preelectorales. ¿Cuál es el sentido de esto? Estoy convencido de que Rossi no cree en lo que dice.
 
—Bonfatti también se mostró tan apenado como usted. Cuando comentó estas expresiones, dijo que “le dolía mucho advertir en algunos sectores de oposición al Frente Progresista la intención de sacar una tajada política”. No mencionó a Rossi, pero claramente se refería a sus declaraciones. ¿No cree usted, Binner, que indudablemente la cercanía de las elecciones hace subrayar un tema determinante como éste?
—No, no. Yo creo que no. La decisión de voto de la gente ya está confirmada en el 95% luego de lo ocurrido con las PASO. La experiencia breve (pero experiencia al fin) con las PASO ha definido la tendencia que seguramente se va a dar seguramente en las elecciones generales. Nosotros siempre estamos esperando alguna denuncia de este tipo, como ocurrió en su momento con otros funcionarios: la cuenta en Suiza no declarada… son cosas que empañaron las elecciones.
 
—¿Usted se refiere a la acusación (luego desmentida) hacia Enrique Olivera?
—Por ejemplo, ¿no? Creo entonces que tenemos que trabajar en un camino diferente. Un camino donde sumemos, un camino en el que pensemos los argentinos que estamos convencidos de realizar un trabajo común. Bueno, ¡entonces tenemos que ponernos en marcha! Por eso el Acuerdo de Solidaridad Democrática.
 
—Y volviendo a un tema tan recurrente como el de la seguridad, hace un momento usted nos brindaba detalles acerca de cómo es la formación de un muchacho que ingresa hoy a la Policía en Santa Fe. Incluso la comparación con tiempos anteriores es muy fuerte.
—Antes que nada, quiero señalar que nosotros no somos improvisados en materia de gobierno. Tampoco lo hemos sido en la construcción de una fuerza policial. Entonces le recuerdo que lo primero que hemos llevado adelante son reformas en las que, en el marco de “asuntos internos”, los policías pasaban a disponibilidad y luego volvían al servicio activo en otra ciudad. Un día estaban en Rafaela y, a la mañana siguiente, ¡en Venado Tuerto! Esto dejó de ocurrir desde que sacamos la responsabilidad política de la propia fuerza. Y lo que se puso en marcha fue, precisamente, que todos aquellos policías que incurrían en algún delito resultaran exonerados, pasados a retiro o suspendidos, pero ninguna de estas circunstancias fueron decididas dentro de la fuerza. Este fue un punto de partida que generó naturalmente algún ruido, pero que tuvo que ser aceptado como una decisión del gobierno y un pedido de la ciudadanía. A partir de esto pusimos en marcha (como primera acción de gobierno) la creación del Ministerio de Seguridad y del Ministerio de Justicia.
 
—Creo recordar que usted lo dispuso apenas elegido gobernador de Santa Fe.
—Sí. En la primera reunión de gabinete lo planteamos y se resolvió crear estos ministerios, que luego fueron apoyados por la legislatura. Esto generó entonces la aplicación de las políticas que veníamos preparando para llevar adelante una acción renovadora de la Policía. En el ámbito de la Justicia también ocurrió lo mismo. Por lo tanto, hoy tenemos un sistema penal moderno, ágil, que en su totalidad se pondrá en funcionamiento el 10 de febrero del año próximo pero que está demostrando también, en la elección de los jueces, la abstención de la participación en esta elección del Poder Ejecutivo. De forma tal, vamos constituyendo un Poder Judicial que surge precisamente de la evaluación que hace la Academia y de la que hacen los colegios profesionales acerca de la actitud y los conocimientos que demuestra cada uno de los postulantes del Poder Judicial. También se genera aquí una protección hacia los propios postulantes, puesto que lo que resuelve el Consejo de la Magistratura es tomado por el gobernador y enviado a la legislatura para su aprobación.
 
—¿Y en cuanto a la reforma policial?
—Bueno, aquí hemos avanzado también en la conformación de una nueva policía. Ahora ya no basta con haber terminado la enseñanza primaria, sino que es indispensable contar con el secundario completo para poder aspirar a ser policía. Se han dejado de lado los tres meses de formación para reemplazarlos por dos años con, incluso, una beca para aquellos que no puedan superar sus dificultades económicas. Además, existe la posibilidad (para quienes sientan realmente vocación policial) de acceder a la Tecnicatura en Seguridad impartida por la Universidad del Litoral y la Universidad de Rosario. Fíjese usted que en estas reformas estamos recién con una segunda promoción, y estamos trabajando por la nueva incorporación (que ocurre en este período del año) para el estudio de la Tecnicatura. Por supuesto que todo esto va a llevar tiempo. ¡Estas cosas no pueden hacerse de un día para el otro! Pero en la medida en que se vayan retirando o jubilando los antiguos policías, estas nuevas camadas se irán incorporando, por supuesto, con la nueva forma de selección que acabo de detallarle.
 
—¿En qué momento los muchachos cuentan con el uso de un arma?
—Cuando salen a la calle ya en función de policías, claro. Y esto ocurre luego de dos años de formación.
 
—Justamente sobre este tema tan fundamental, nos alarma observar en todo el país la presencia de los “ni”. Es decir, jóvenes que ni estudian ni trabajan y que son, por desgracia, un elemento de peso en la delincuencia juvenil.
—Imagínese que si miramos el Observatorio de la Universidad Católica veremos el trabajo fantástico que hace Agustín Salvi para lograr un diagnóstico real de lo que significa el estado de la niñez, de la juventud y de la sociedad en su conjunto. Y realmente nos encontramos con un problema muy serio, que no se aborda solamente con acciones de seguridad. Aquí necesitamos pensar en la educación. Una educación de calidad. Pensar en la salud: una salud que cubra todas las necesidades de un ser humano, y ésta es la tarea a la que estamos abocados. Es decir, ver en lo social que es necesario incorporar a la población a una vida digna. Que pueda tener acceso a la vivienda, al estudio y, desde ya, al trabajo. Es decir que un joven pueda pensar en conformar una nueva familia, y esto se logra con una planificación en el tiempo. Por eso cuando nosotros abordamos el tema de la inseguridad lo pensamos en forma integral. Porque, fíjese usted, aquí hay un diagnóstico: en una casa en la que hay una persona que no tiene trabajo o alguien que ha abandonado la escuela (y cuando digo “casa” generalmente nos referimos a un rancho) encontraremos una serie de problemas. Un abuelo que nunca trabajó. Un padre que tampoco lo hizo. Niñas embarazadas a los 10 o 12 años… en fin, una serie de problemas que hacen que la sociedad enfrente situaciones muy duras de vida y de inclusión social. Porque, mire, si no hay política de inclusión social paralela a las políticas específicas de seguridad, el problema no se va a resolver. Y esto es, de acuerdo con los indicadores que tenemos, una situación que lejos de solucionarse se va agravando. No lo digo para alarmarnos, sino para tomar decisiones. Y las decisiones siempre son complejas porque el problema de la pobreza es muy complejo.
 
—¿Qué índice de pobreza tiene Santa Fe?
—Estamos cerca del 20%. Y si hablamos de los niños, uno de cada tres niños vive en hogares pobres. Con Bonfatti hemos transitado muchísimo por este problema incluso como profesionales, atendiendo durante muchos años los consultorios médicos de las villas, y conocemos bien la realidad de la pobreza, pero me refiero a una pobreza digna en la que el ascenso social era posible.
Trabajaban la madre y el padre. Compraban un terreno en 120 cuotas y allí se instalaban construyendo progresivamente una vivienda. Hoy, esa movida social no existe más. El que cae en la villa está condenado a vivir en esa villa casi por el resto de su vida. Por eso nosotros queremos abordar el problema integral de la pobreza. Y aquí son fundamentales los temas del trabajo y de la educación. El trabajo porque nos hace dignos, y la educación porque nos hace libres.
 
—Pero también, Binner, lo hemos observado preocupado por el tema político.
—Efectivamente, si hay hoy un problema conflictivo le diría que es el político. ¿Por qué? Bueno, nos estamos acostumbrando al gobierno de las personas y, en cambio, ¡deberíamos acostumbrarnos al gobierno de las instituciones! Son situaciones absolutamente diferentes. Los personalismos agobian. La posibilidad de tener instituciones que brinden participación y permitan resolver problemas ayudan a la convivencia, y le diría que la participación es un derecho que tiene la población.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guiñazú el domingo 20/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


 

sábado, 13 de julio de 2013

Agencia Nacional de Seguridad... De Alguna Manera...


Cómo funciona la Matrix que nos espía…

De ciencia ficcion. La NSA tiene cinco sedes para almacenar y desencriptar cantidades siderales de bytes. En Maryland funciona la más grande. En Utah crearán otra. Foto: Cedoc

Agencia Nacional de Seguridad.  En la mayor central de inteligencia de EEUU, una súper computadora y 20.000 agentes procesan datos mundiales.

Para los agentes y analistas de inteligencia que trabajan en el cuartel general de Fort Meade en Maryland, las siglas de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) significan otra cosa: “Never Say Anything”. En ese lugar, a unos pocos kilómetros de Washington, se erige la mayor central de espionaje de los Estados Unidos, un monstruo orwelliano capaz de interceptar, almacenar y descifrar cantidades siderales de bytes de datos que fluyen en telecomunicaciones de todo el mundo.

La base de la NSA en Fort Meade es el espacio físico donde funciona el sistema de espionaje global que reveló el “topo” Edward Snowden, ahora refugiado en Moscú. La información recogida en Latinoamérica y otros continentes viaja a toda velocidad hacia ese centro neurálgico, donde casi 20 mil expertos clasifican, procesan y desencriptan datos sensibles “para el bien de la Nación”.

Como la Matrix, el panóptico de la NSA tiene su arquitecto. Cuando Snowden aún era un ignoto analista informático en Hawai, la revista Wired –el mensuario sobre cultura tecnológica más prestigioso de los Estados Unidos– entrevistó a William Binney, ex director y fundador del programa de la Agencia para la automatización de sus redes de monitoreo en el mundo entero. Desencantado con las prácticas ilegales de la NSA, el funcionario abandonó su puesto en 2001.
Entrevistado hace seis meses por el periodista James Bamford, autor del libro The Shadow Factory: The Ultra-Secret NSA from 9/11 to the Eavesdropping on America, Binney explicó por primera vez y con detalle cómo funciona el sistema de espionaje mundial que él mismo diseñó durante la administración Bush, y que Barack Obama heredó y potenció.

El programa Prism, célebre desde que se supo que fue utilizado para espiar a países latinoamericanos, es un complemento para llenar “espacios en blanco” del software creado por el experto en criptografía.

Según la descripción de Binney, por los servidores y routers de Fort Meade circula información de todo tipo, desde mails privados y llamadas telefónicas hasta búsquedas de Internet y transferencias con tarjetas de crédito. Para la intercepción, la NSA pinchó centrales de recepción de datos ubicadas en los Estados Unidos y conectadas con el resto del mundo a través de fibra óptica submarina. Para ello contó con la colaboración de gigantes de las telecomunicaciones como AT&T y Verizon.

La capacidad de almacenamiento es asombrosa. Luego del atentado a las Torres Gemelas, la central de la NSA grababa 320 millones de llamadas telefónicas por día sólo en los Estados Unidos, lo que representaba el 80% de sus operaciones globales, y analizaba 10 gigabytes de información por segundo en Internet.

Luego de dejar la Agencia, Binney recomendó públicamente que las acciones se concentraran en objetivos más específicos, pero la NSA rechazó la idea. “Ellos no distinguen, almacenan todo lo que pueden e incluso más”, se resignó el experto.

Más que la intercepción y el almacenamiento, la etapa fundamental del trabajo de la base en Fort Meade es la desencriptación. La mayor parte de los datos sobre transacciones financieras y comerciales, secretos militares y diplomáticos extranjeros y documentos legales confidenciales están encriptados.

De acuerdo con Binney, en los últimos años la NSA hizo enormes avances en el ataque a códigos de protección que utilizan tanto los gobiernos como los ciudadanos comunes. No es casual que el cuartel general de Fort Meade sea el mayor empleador de matemáticos del país.

La Agencia invirtió 896 millones de dólares en la construcción de una “súper computadora”, la segunda más poderosa del mundo, para hacer frente al crecimiento exponencial de los datos almacenados. Al mismo tiempo, la base de Fort Meade centraliza la información que recibe de otras cuatro sedes de la NSA en los Estados Unidos, cada una de ellas dotada con satélites con alcance internacional y con regiones específicas asignadas. Según Wired, los satélites que apuntan a Latinoamérica están en una base de la Fuerza Aérea en San Antonio, Texas.

La NSA planea seguir expandiendo sus tentáculos. En septiembre comenzará a operar otra central de almacenamiento de datos en el valle desértico de Bluffdale, en el estado de Utah. Será una base colosal donde funcionará el mayor centro de espionaje del mundo, y cuya función será descomprimir la cantidad de información acopiada en Fort Meade.

Entre las montañas y junto a un pueblito de ocho mil habitantes, diez mil obreros trabajan en los detalles finales de la mega construcción que costará dos mil millones de dólares.

La instalación tendrá cuatro compartimentos de 25 mil metros cuadrados repletos de servidores. La base será autosostenible: dispondrá de tanques de combustible lo suficientemente grandes como para generar energía durante tres días en caso de emergencia. Se calcula que el gasto en electricidad será de cuarenta millones de dólares por año.

Las medidas de seguridad convertirán a la central de Bluffdale casi en un fuerte: se invertirán diez millones de dólares en prevenciones contra ataques terroristas, que incluyen un cerco diseñado para detener vehículos pesados y sistemas de identificación biométrica.

Nacida como un brazo del Departamento de Defensa luego del ataque a Pearl Harbor, la NSA sufrió varias humillaciones durante la Guerra Fría y un golpe letal en 2001, con el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. Hoy, la agencia busca reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos, aunque siempre bajo aquel viejo lema de espías: “Nunca digas nada”.

© Publicado el sábado 13/07/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
 
En Maryland funciona la más grande. En Utah crearán otra. Foto: Cedoc

En Maryland funciona la más grande. En Utah crearán otra. Foto: Cedoc

Topos Digitales. Snowden era uno de los tantos expertos. Desertó y contó cómo trabajaban. Foto: Cedoc

Topos Digitales. Snowden era uno de los tantos expertos. Desertó y contó cómo trabajaban. Foto: Cedoc

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