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lunes, 5 de marzo de 2018

Sara Facio. Perón, en el Malba a partir del 8 de marzo... @dealgunamanera...

Sara Facio: “No quise exponer antes mis fotos sobre Perón porque sabía que se iban a utilizar de forma política”…

La gran fotógrafa argentina recorrió su carrera y dialogó sobre sus próximos proyectos (Martín Rosenzveig)

La gran fotógrafa argentina inaugura una mega muestra en el Malba sobre el período que comprendió el regreso de Juan Domingo Perón del exilio hasta su muerte, a través de 115 imágenes. Además, dialogó con Infobae Cultura sobre la apertura de la Fundación María Elena Walsh y recorrió los hitos de su carrera artística y profesional.

© Escrito por Juan Batalla  por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fotografías: Sara Facio.

Fueron 591 días desde el 17 de noviembre de 1972, el día del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina tras su exilio en Madrid, hasta el 1 de julio de 1974, fecha de su muerte. 591 días que se traducen en 115 fotografías en Sara Facio. Perón, la muestra que abrirá sus puertas en el Malba a partir del 8 de marzo.

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Aquel día de noviembre, se había levantado con la esperanza de vivir un momento histórico y lo fue. Aunque no como ella -o como la gran mayoría- lo esperaba. Los dramáticos hechos de Ezeiza convirtieron aquel retorno en una fecha aciaga.

(Crédito: Sara Facio)

"A mí me interesaba más que nada todo lo que estaba pasando porque yo lo veía como un acontecimiento histórico. Para Europa era la cosa del momento, a mí me parecía que era algo muy importante en nuestro país que un personaje después de 18 años de exilio volviera, que había una multitud, que más de un millón de personas fueron a recibirlo", explica Sara Facio a Infobae Cultura en su estudio, allí donde durante años funcionó La Azotea Editorial Fotográfica, única en su tiempo en América latina, dedicada exclusivamente a la especialidad.

(Crédito: Sara Facio)

Cuando Facio partió junto a un grupo de colegas en un Fiat 600 a cubrir la vuelta de Perón al país, tras 18 años de exilio, ya se había hecho un nombre en el mundo de la fotografía, pero a la fotografía todavía le faltaba tiempo para ser considerada un arte, por lo menos en esta parte del mundo.

"Fue un trabajo encargado por una agencia de Francia, Sipa press, que mandó a una colaboradora, Cristina Orive, para que cubriera toda la parte de América de Sur, Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile, en 1972. En Montevideo había un movimiento muy fuerte con los tupamaros, en Buenos Aires estaban todas las organizaciones guerrilleras y en Chile estaba por producirse lo que después fue el triunfo de Salvador Allende".

Muerte de Perón (Crédito: Sara Facio)

"Cristina tuvo que bifurcarse y como no le alcanzó el físico trabó conocimiento conmigo, a través de Tomás Eloy Martínez, que era compañero de ella en París. Con Alicia D'amico creamos como una pequeña agencia junto a dos o tres reporteros gráficos", recordó.

"Me interesaba tomar todo lo que se producía alrededor, la gente, el contexto, el merchandising, los afiches, Buenos Aires se llenó de arte gráfico, unas cosas muy originales, divertidas. Sacaba a todo eso porque me gustaba".

Ezeiza (Crédito: Sara Facio)

La gran muestra, además, posee imágenes de otros eventos sociales y políticos muy importantes de aquellos primeros años de los '70: "Después fue la asunción de Cámpora, que fue muy importante, cuando liberaron a los presos políticos y luego cuando asumió Perón, cuando echó a los montoneros de la plaza, y cuando finalmente murió en el 74".

Hasta la fecha, Sara Facio solo había mostrado unas pocas fotos de aquellos años: "Tenía registrado todo eso pero nunca lo había exhibido. A mí me interesó mucho la muerte de Perón, hice alguna que otra exposición en Buenos Aires, una retrospectiva en OSDE y la Fundación Klemm, fueron en total 10 ó 12 fotos. Fueron las únicas veces que se vieron".

Asunción de Cámpora. (Crédito: Sara Facio)

"Ahora, Ataúlfo Pérez Aznar, un fotógrafo amigo, se interesó hace dos o tres años. Yo no quería que se hiciera nada por el contexto que estábamos viviendo: sabía que se iba a utilizar de una forma política. Y a mí lo que me interesaba en el momento de la producción es que era un registro histórico. No solo documental, también testimonial. Hay una mirada mía que fue puntual, las figuras principales tipo retrato y después sacar a la gente y al entorno", explicó la reportera gráfica.

Muerte de Perón. (Crédito: Sara Facio)

Sobre la Fundación María Elena Walsh

La Fundación María Elena Walsh es ya casi una realidad. La sede será en Paraguay al 1400, pegado al estudio de Sara y si bien la preparación de la sala principal está todavía atravesando reparaciones, ni bien se ingresa al espacio puede sentirse la presencia de la compositora, poeta, música y dramaturga argentina a través de cientos y cientos de libros que formaron su biblioteca personal, prolijamente ordenados en tantas bibliotecas que se encuentran distribuidas aquí y allá. "Varias veces me quisieron comprar su biblioteca, pero mientras yo esté viva, de acá no se mueven", confesó con determinación a Infobae Cultura.

Sara Facio y María Elena Walsh fueron conocidas, amigas y pareja, pero fueron sobre todos grandes compañeras. Convivieron alrededor de 30 años, compartieron arte, humanidad y miles de historias, aunque no se las solía ver en público. Cada una entendía su vida profesional como un tesoro personal, como ese espacio que les pertenecía, y por eso se mostraban juntas cuando querían, sin dar explicaciones al resto. Mujeres independientes, tanto con sus carreras como con sus amigos. Mujeres de hoy, ayer. 

(Martín Rosenzveig)

Cuando María Elena escribió en su autobiografía Fantasmas en el parque que Sara era "ese amor que no se desgasta, sino que se transforma en perfecta compañía" fue la primera vez que abrieron su amor al público. Sara también dio su respuesta en papel, en su libro María Elena Waslh: Retrato(s) de una artista libre, cuando aseguró: "Ella es más que una parte de mi vida. Todo en ella es poesía, hasta cuando habla es poesía, es de una ocurrencia sin parangón. Como artista creo que es un ser único".

En uno de los espacios ya habilitados de la Fundación pueden verse una pintura que Guillermo Roux le regaló a María Elena. "Es una historia muy linda. -relata Facio-  A ella le encantaba festejar el 25 de Mayo, venían a casa amigos, escritores, pintores, muchísima gente. Era un momento que disfrutábamos, comíamos, reíamos. Un día llegó Guillermo con un cuadro envuelto, ella no sabía nada y cuando lo abrió se le iluminaron los ojos".

El regalo de Roux para María Elena Walsh será una de las piezas de la Fundación (Martín Rosenzveig)

Sobre la proximidad de la apertura del espacio, Facio, comentó: "Es un proceso bastante largo porque hay muchas barreras legales. Hace como dos años que estamos luchando con la burocracia. Estamos trabajando internamente muchísimo. Haciendo todos los archivos: vamos a digitalizar toda su obra, los discos, los libros, toda la producción, incluso desde el periodismo. Desde que empezó a los 15 años en la revista El hogar hasta que murió, siempre había notas de María Elena".

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El objetivo no es solo exponer la obra enorme de María Elena, sino también hacerla accesible para todos aquellos que se interesen. "Mi idea es que una vez que esté digitalizado todo eso, donarlo a la Biblioteca Nacional y al Congreso de la Nación para que tenga una difusión absolutamente pública. Para que la gente no tenga que 'morir' en la Fundación, sino en ámbitos mucho más abiertos. Hoy día con la proliferación digital es mucho más fácil acceder".
Otro de los fines de la Fundación es el de convertirse en un puente para aquellas personas que están interesadas en realizar bienes culturales, pero que -por diferentes razones- no pueden hacerlo: "Queremos ayudar a la gente creativa, en tres facetas. En la parte literaria, en la parte musical y hacer tipo becas, una ayuda para que puedan hacer un curso, o si alguien necesita comprarse un instrumento. Tanto María Elena como yo pudimos de muy jóvenes acceder a cierta cultura por ayuda de la gente que nos dio becas".

Una vida plena de clicks

Hay situaciones que se definen por un click. Una idea, estar en el momento y lugar adecuado, un giro fortuito del destino que produce un cambio radical. La vida de Sara Facio está repleta de clicks, pero no solo de los que disparó con su cámara Leica a lo largo de su carrera. De hecho, el encuentro con aquella cámara, que se convertiría en su aliada para siempre, fue una cuestión azarosa.

Sara, graduada en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1953, recibió una beca del Gobierno de Francia en 1955. Viajó a Europa junto a Alicia D'Amico "para tener material y ver museos y obras en vivo", para producir un libro de la historia del arte. El destino tenía otro objetivo para su vocación artística.

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"Allá nos encontramos con la posguerra de los años 50, que empezaban a funcionar nuevamente las cámaras, la Leica, la Voigtländer, todas las máquinas alemanas tradicionalmente eran importantes. Las vendían como hoy lo hacen con un celular, a precios irrisorios para que la gente joven, como nosotros, pudiéramos comprarlas", recordó.

"En principio fue como un hobby, como un juego, pero cuando volvimos a Buenos Aires, el padre de Alicia, que era fotógrafo profesional, vio que teníamos mucha habilidad para sacar fotos, nos comenzó a dar trabajo. En ese momento estaban muy de moda las "fotos a domicilio", entonces empezamos a hacer eso y con esas fotos empezamos a agarrar dinero, entonces nos dimos cuentas que era una profesión, no solamente era un gusto. Al año nos compramos un coche, estábamos muy embaladas".

Las primeras postales de la editorial La Azotea dan la bienvenida a los visitantes del atelier fotográfico de Sara Facio (Martín Rosenzveig)

-¿Cómo fue el cambio al fotoperiodismo?
– Tuvimos la suerte de conocer a Annemarie Heinrich, y ella estaba muy entusiasmada de ver a dos chicas jóvenes con tanta vocación, tantas ganas y se convirtió en nuestra maestra. Lo primero que hizo fue aconsejarnos que nos uniéramos a un fotoclub, que estaban de moda. En los fotoclubes se hacían fotos que tenían que ser muy perfectas técnicamente y con mucha composición, con mucho sentido. Se hacían concursos mensuales y se ganaban premios, empezamos a competir en eso, y a ganar premios que ya no sabíamos donde ponerlos. A raíz de eso empezamos a salir en los diarios, en La Nación y La Prensa: tenían suplementos de domingo con fotos y empezó a llamarnos otro tipo de agente, como artistas, sobre todos pintores, como veníamos del Bellas Artes. Hacíamos fotos de las obras de Antonio Berni o Gyula Kosice, estaban todos felices, lo hacíamos con gusto y bien.

Autorretrato de Annemarie Heinrich

-¿Cómo era en ese momento el espacio que se les daba a las mujeres?, ¿había que ganárselo a fuerza de talento o ya había una apertura?
-No había ninguna apertura. Nosotras entramos porque llevábamos las fotos que nos pedían para publicarlas. No las pagaban, porque eran premios. De entrada había un poquito de respeto, no era que ibas a ofrecer trabajo de la nada, sino que ya era una cosa que estaba aceptada. A raíz de eso logramos, conversando de fotografía con escritores y periodistas, que nos ofrecieran una página para escribir en La Nación los días martes que fue pionera.

En 1979, Facio fue miembro fundadora del Consejo Argentino de Fotografía. Aunque para ella el momento en que las fotos comenzaron a ser más consideradas como una expresión artística fue cuando dirigió la Fotogalería del Teatro San Martín de Buenos Aires – entre 1985 y 1998 -, donde presentó incontables exposiciones de maestros del mundo y principiantes que hoy son referentes: "Primero fue la fotogalería del teatro San Martín, que creó toda una corriente de interés del público por la foto. Ahí presenté más de 200 exposiciones durante 15 años".

(Martín Rosenzveig)

Luego, Sara estuvo al frente de la primera colección fotográfica, la fundacional, del Museo Nacional de Bellas Artes: "Después, cuando Jorge Glusberg estaba en el Museo Nacional de Bellas Artes, y en la entonces Secretaría de Cultura estaba Pacho O'Donell. Eran gente de cultura y sabían de qué se trataba. Hay mucha gente que está en el mundo de la cultura, pero no considera que la fotografía tenga esa jerarquía". El proceso culminó con la creación de la Colección Fotográfica del Museo Nacional de Bellas Artes, Patrimonio Nacional, que comenzó con una donación de su propio archivo, con instantáneas de ellas como de otros grandes fotógrafos. Allí dirigió y curó exposiciones entre 1995 y 2010.

Aquellos famosos retratos de escritores 

Hace algunos años, relata Sara, caminaba por Alemania, cuando en la vidriera de una librería observó una foto gigante de Julio Cortázar, una foto que ella conocía mejor que nadie. Ingresó al negocio, el dueño nada sabía del origen de la captura, solo le dijo que la colocaba en ese tamaño allí porque la "expresión de Cortázar era una invitación a la lectura".

Aquella foto, sacada en un encuentro en París, en la sede de la Unesco, donde el autor de Rayuela trabajaba como traductor, se convirtió en icónica, algo que Cortázar supo reconocer rápido cuando la eligió como "foto oficial" y traspasó fronteras apenas salió publicada en Retratos y autorretratos.

Sara junto a la “foto oficial” de Julio Cortázar en su estudio (Martín Rosenzveig)

-Los escritores ponen mucho de sí en sus obras, pero ellos eligen qué exponer y qué no. En este caso, en el que eran abordados por una artista, ¿cómo reaccionaban ante la situación de ser 'expuestos' sin tener posibilidad de intervención?
-Justamente a partir de eso comenzamos a hacer lo que hoy se llama "ensayo fotográfico", en ese momento no tenía nombre. Una serie de retratos de escritores, con la idea de que Alicia y yo les tomábamos las fotos, les dábamos una serie de 8, 10, no más, y los escritores escribieran un autorretrato a partir de esas imágenes. El resultado fue un libro, "Retratos y autorretratos". Por un lado, cómo lo veíamos nosotras después de haberlo leído. Esos escritores estaban elegidos por nosotras, no nos mandó un diario o una editorial, ni una revista. Los elegimos porque nos gustaban.

Gabriel García Márquez

Tuvieron un ojo excelente, varios premios Nobel y otros autores que si bien no lo ganaron, podrían haberlo hecho.
-Como lectora fue un ojo muy bueno tanto Vargas Llosa, como García MárquezMiguel Ángel AsturiasPablo Neruda, que después de las fotos obtuvieron el Nobel, no antes.

Sara Facio y las selfies

-Hoy en día, a través de los celulares y de las redes sociales cualquiera tiene acceso a la fotografía. ¿Cree que el interés por la fotografía actual tiene que ver con una cuestión de accesibilidad o con una necesidad artística, de expresarse y quizá a través de la industria, de estas cámaras, es la manera más sencilla de hacerlo?
– No creo para nada que tengan una intención artística, ni pensar que son fotógrafos. Creo que es una cuestión de relación humana, una forma de conectarse, participar con el otro, de hermanarse de alguna forma. Eso me parece maravilloso, sacar algo interno y siempre va a haber alguna foto que va a ser muy buena.

-¿Alguna vez se sacó una selfie?
– Todo el tiempo. No tanto por verme, sino porque cuando tomaba fotos había rollos y cuando me quedaban fotos sin tomar después de un trabajo me daba pena desperdiciarlas, entonces me ponía delante de un espejo y me sacaba fotos a mí misma. Tengo miles de fotos, autorretratos.

Una selfie de Sara Facio, cuando aún no se llamaban así…

Sara Facio. Perón, en el Malba a partir del 8 de marzo. Av. Figueroa Alcorta 3415, Buenos Aires.



lunes, 25 de marzo de 2013

Susana Viau, 1944-2013... Q.E.P.D. ... De Alguna Manera...


Murió Susana Viau, la pluma punzante que irritó al poder…

Ironía. Murió en el aniversario del golpe militar que la obligó al exilio.

Informada hasta de lo secreto, fue una mujer valiente que denunció la corrupción política. Murió ayer la periodista Susana Viau, columnista de este diario donde ya se la echa de menos. Tenía 68 años. Un cáncer de pulmón terminó con su vida que todavía atesoraba lúcidos análisis políticos, frases como adagios destinados a perdurar en sus lectores, presagios de cumplimiento cierto, ironías de filo aceitado y una firme determinación de denunciar la corrupción y la mugre del poder público.

En los últimos años, esa condición le valió el desprecio del kirchnerismo, el ostracismo de quienes en otra época fueron sus amigos, sus colegas y hasta sus discípulos, y el desdén de quienes recibieron los dardos de su pluma punzante e informada hasta de lo secreto. Fue la periodista que más irritó a la presidente Cristina Kirchner.

Fue, también, una mujer valiente. Despedirla, en esta crónica apresurada y todavía incrédula, implica adentrarse en la vida de alguien que hizo de la discreción una de sus virtudes periodísticas y humanas. Ayer, sus afectos del alma la recordaban como una mujer de carácter muy enérgico, decidido: “Tenía, dijo una de sus amigas, ese criterio moral firme, que se ha ido perdiendo con el tiempo. No era alguien que estuviera dispuesta a ceder. Era una mina de fierro. Capaz de jugarse por sus compañeros, sin especulaciones. Y era una maravilla estar con ella”. También la recordaban ayer como una amante del cine, la literatura y la música de Francia. Y de Clint Eastwood.

Susana había nacido en Buenos Aires en 1944 y se vinculó muy joven al periodismo. A fines de la dictadura de la llamada Revolución Argentina, entre 1966 y 1973, colaboró con la mítica revista política “Panorama”, donde entabló amistad con Tomás Eloy Martínez, una amistad que se prolongó hasta la muerte de Tomás, en enero de 2010. Trabajó también en la revista semanal “7 Días” que editaba Abril y luego ingresó en otra publicación mítica, el diario “La Opinión” que dirigía Jacobo Timerman.

Los turbulentos años 70 la hicieron integrar en el PRT, el partido político que tuvo en el ERP a su brazo armado, una militancia de la que Susana nunca abjuró, que hizo pública, y que hoy es un argumento más esgrimido por quienes intentan desprestigiarla. Viau fue también puntal periodístico de “El Cronista Comercial”, el diario que dirigía Rafael Perrota, miembro del ERP hasta su secuestro y desaparición en junio de 1977.

Para entonces, Viau había logrado huir del país, probablemente por tierra y ciertamente a Brasil. La Cruz Roja logró ingresarla a España en calidad de refugiada política. Allí Viau hizo de todo, llegó a vender artesanías en el popular Rastro de Madrid, sin poder acceder a trabajar en periodismo en aquellos años agitados de la transición española. No deja de ser una ironía que Susana haya muerto en el aniversario del golpe militar.

Regresó a la Argentina en 1986. Trabajó en Página 12, donde el menemismo le dio más que materia prima para sus investigaciones. La más célebre, la de leche contaminada destinada a planes sociales, un caso que involucró al secretario privado de Menem, Miguel Ángel Vicco. Escribió también “El Banquero-Raúl Moneta: un amigo del poder en la ruta del lavado”, una dura biografía sobre el empresario.

Susana trabajó luego, desde su aparición hasta su cierre, en “Crítica”, el diario que dirigió Jorge Lanata y más tarde se integró a Clarín donde escribió agudas columnas dominicales, punzantes, irónicas, sutiles, intensas, casi un reflejo de su personalidad. Una de las más recordadas anoche, cuando empezaba a caer la certeza de su muerte, fue “El gobierno de Cristina se está “isabelizando”, en noviembre del año pasado.

John Donne decía en el siglo XVII que todos somos parte de un continente y que cuando el mar se lleva una porción de tierra, todos quedamos disminuidos. Sabemos ya por quién doblan las campanas. Pero cuando muere un testigo lúcido de nuestro tiempo, el mar se lleva algo más que un pedazo de nosotros.

Hoy, desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde, será velada en Avenida de Mayo 1209, sede de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. Sobreviven a Susana Viau su esposo, Enrique Pacheco y sus hijos, María y Enrique.

© Escrito por Alberto Amato el lunes 25/03/2013 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.